Disclaimer: The Lost Canvas no me pertenece.


No pienso escribir quién soy por si algún desgraciado lee esto y larga lo que pone. Y aclaro que esto no es una confesión, es solo algo que no pienso decirle a Degel. No debe enterarse nunca. Jamás. Antes prefiero morir envenenado por las rosas de Albafica.

Hace una semana más o menos, Degel estuvo como loco buscando sus gafas. Puso su templo patas abajo, pero no las encontró. Se dedicó a interrogar al resto de caballeros, pero nadie sabía nada acerca de su paradero. Empezó a sospechar de nosotros y a acusarnos de ladrones, pero no tenía pruebas de ello. Al final, las gafas aparecieron solas sobre su escritorio. Le tocó disculparse y pedirnos perdón uno a uno. Fue divertido verlo así de avergonzado.

En realidad, sus gafas las tuve yo todo ese tiempo. Se las cogí prestadas para hacer un experimento científico de gran importancia. Quería hacer arder a unas hormigas con una lupa y sus gafas eran lo más cercano a una lupa que encontré en su templo. El experimento fue genial. Adoro las cosas que arden, pero he decidido no encender fuegos desde que casi quemo el jardín del maestro de Albafica (suerte que nadie me vio). Nadie entiende que el fuego simboliza la ardiente pasión de nuestros corazones. Ignorantes.

Volviendo al tema… Eso, que cuando Degel se puso pesado esperé un poco para que no me pillara en su templo y cuando pude dejé allí las malditas gafas. Ni que las necesitara de verdad… Este Degel es un bicho raro.

Fue genial. No me arrepiento de nada.