Los personajes y hechos retratados en esta historia son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia.

Esta historia está realizada solamente con fines de entretenimiento y bajo ningún caso se busca lucrar con ella o con las marcas registradas de Pokémon y sus derivados.

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Capítulo I

"Arrogante"

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Es algo gracioso estar avanzando con toda voluntad hacia lo que claramente es el principio del fin. De mi fin. ¿Qué hay más allá de la línea del horizonte? ¿Qué me espera una vez terminada esta misión? Sé a la perfección que, una vez conseguido el éxito, me convertiré en un mero trofeo, sin expectativas, sin un propósito. Sé que, tras haber alcanzado nuestro objetivo, mi tiempo habrá terminado.

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El océano se expandía infinito bajo su cuerpo, mientras que en la lejanía, el sol suavemente viajaba para su cita diaria y eterna con la línea del horizonte. Los rayos del astro bañaban con su calor la piel del viajero, mientras que el viento la acariciaba con cuidado, mas éste no estaba interesado ni en lo más mínimo en estos pequeños eventos naturales. Su mente estaba demasiado ocupada como para preocuparse por nimiedades como esa.

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¡Maldición! Ese no es mi plan, debo saber qué hay más allá, este no puede ser el final de mi camino, me niego rotundamente a esa perspectiva. Soy el pokémon más poderoso que alguna vez haya pisado este planeta y el quedarme de brazos cruzados, viviendo la decepción de no haber encontrado jamás un desafío digno de mi, o más aún, una razón a mi altura para estar en este mundo, me llena de ira.

Podría detenerme ahora, simplemente girar y abandonar la misión, esperar nuevos retos, la guerra que se desatará tal vez. Pero... ¡pero no puedo hacerlo! No puedo simplemente desafiar a Giovanni con lo que él podría considerar...un capricho.

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"Mewtwo, responde, Mewtwo", se escuchó por el auricular que poseía el casco que llevaba puesto en ese momento, sacándolo con violencia de sus cavilaciones. "Estás perdiendo altura y velocidad. Atento, Mewtwo, ¿todo bien?"

"Perfectamente", respondió la criatura para sí misma, ya que su voz psíquica no podía ser escuchada por el otro lado del intercomunicador, por lo que para dejarlo claro, retomó la altura que había perdido y miró hacia el helicóptero, asintiendo hacia los que se encontraban en su interior.

En ese momento se encontraban sobrevolando una vasta sección del océano, en una ubicación que de la cual sólo tenían conocimiento el Comandante Herrera, líder de la misión, y por razones lógicas, su piloto; siendo esta una operación de suma importancia, de la que nadie debía tener conocimiento hasta llegado el momento preciso. Más aún, ni el pokémon que volaba a un lado del helicóptero ni los ocupantes del mismo sabían a dónde se dirigían. Lo único de lo que estaban consientes en ese instante, era de la puesta de sol, del color negro de las aguas y los matices anaranjados, rosas y grises del cielo.

"Vista al frente", dijo con seriedad el comandante con los brazos cruzados, haciendo una señal con la cabeza para que todos voltearan hacia la parte frontal del vehículo. Ahí, tal y como indicaba, trasformando la perfecta línea del horizonte en una perpendicular, apareció una torre de transmisión, la cual fue creciendo lentamente junto a una serie de construcciones menores que completaron, finalmente, una isla.

"Está sobrevolando espacio restringido. Identifíquese", se escuchó repentinamente por el radio del helicóptero, sacando a todos de la contemplación del lugar al cual se dirigían. El piloto miró al comandante esperando indicaciones, mas éste sólo sonrió y presionó un botón en el intercomunicador que tenía en el oído.

"Atento, Mewtwo", dijo. "Nos piden identificación. Haz los honores." Entonces el pokémon asintió y se adelantó rápidamente hasta llegar al espacio aéreo de la isla, desde donde aterrizó para quedarse de pie allí unos segundos.

Mewtwo era un pokémon de unos dos metros de altura, de pelaje blanco grisáceo, excepto en el vientre y la cola, la cual era de un tono violáceo. Usaba una armadura que cubría su pecho, sus brazos, entre las piernas y los pies, además del casco que sólo permitía ver sus orejas. Se veía ciertamente imponente, con la puesta de sol recortando su figura oscura frente a la isla, mientras las olas rompían con violencia a tan sólo unos cuantos metros de distancia.

El helicóptero avanzó un poco más, para sostenerse en el aire por sobre el océano, en una distancia segura, mas no indiferente al proceder del pokémon. Después de todo, él también era un agente y no podían dejarlo completamente solo en la misión, sin importar que su participación significara la mitad de la misma, o incluso más. Así que, tras estar unos cuantos segundos en tierra, la criatura se cruzó de brazos y el contorno de su cuerpo comenzó a brillar de un tono azul pálido. Sin embargo, sus pensamientos estaban tan lejos de la misión, que poca atención le estaba brindando.

Todo había comenzado hace ya unos cuantos días, cuando los técnicos del Equipo Rocket, luego de una serie de exámenes tanto psíquicos como físicos, habían logrado determinar que el pokémon alcanzaba finalmente la cumbre de sus poderes y capacidades, lo que con facilidad lo posicionaba en el trono del "pokémon más fuerte del mundo". Giovanni y sus hombres no podían estar más conformes con aquella noticia y rápidamente llevaron a cabo la realización de un plan que había estado en el tintero desde ya mucho tiempo: los primeros pasos para la conquista definitiva del mundo, el sueño y propósito del la organización delictiva más grande y poderosa de todo el planeta.

Entonces, tras afinar unos cuantos detalles, se entregaron de lleno a la misión, la cual se desarrollaba ahora. No obstante, a pesar de toda la algarabía que representaba la situación, Mewtwo no estaba para nada enfocado en ella. Entendía a la perfección lo que significaba el triunfo para él y la organización y sin embargo, no podía sentirse conforme, ni mucho menos emocionado con lo que acontecía.

Giovanni, luego de haberle dado la noticia de los resultados de los exámenes, le informó también sobre su papel en la misión y el peso de la misma. Sin embargo, el pokémon en lugar de comprenderlo dentro de la importancia que tenía, fue testigo de una serie de preguntas que, hasta ahora, no se habían detenido.

Si este era el inicio de la conquista mundial y él era el pokémon más fuerte del mundo, lo que por lógica le impedía ser derrotado, entonces ¿qué sería de él luego de alcanzado el éxito? ¿cuál sería su motivación para estar vivo? ¿qué haría? ¿a qué se dedicaría? ¿de verdad era este el final? ¿esto era todo?

La tormenta de preguntas lo molestó por días y días sin que pudiese hacer algo al respecto. Miraba como todos parecían emocionados ante las nuevas perspectivas, mas él no podía compartir tal sentimiento.

¿Tengo de verdad una razón de ser? ¿Este es el final de mi propósito en la vida? ¿Entonces quién soy? ¿Por qué estoy aquí, si ya no tengo un propósito?, se preguntaba sin cesar.

Entonces, como una voz fantasmal venida desde lo más profundo de su inconsciente, la respuesta lo dejó sin aliento.

Un peón.

El pokémon más fuerte del mundo era simplemente un peón diseñado para recibir y acatar órdenes de un hombre vestido de anaranjado, al cual simplemente podía hacer volar la cabeza de un solo ataque. Esto claro, si es que de verdad pudiera.

Cerró los ojos y por enésima vez intentó concentrarse en la misión.

"La táctica de siempre", se dijo. "Llego, deshabilito a todos, acabo con las posibles amenazas, que con los humanos, son casi nulas; y me quedo viendo cómo trabajan los demás. Soy solamente la forma en que aseguran su éxito."

Otra vez esa molestia, esa sensación en el estómago al ver como su orgullo se hacía pedazos sin que pudiera encontrar un propósito en la vida que no fuera el ser tan sólo un sirviente. Y lo peor de todo es que recién ahora, ad portas de lo que sería su última misión, recién se daba cuenta de ella. Toda su vida había peleado fielmente, mas por fin comprendía que en realidad siempre había sido tan sólo un peón. Entonces, perdido en sus cavilaciones, surgió una pregunta que había estado dando vueltas desde hace mucho tiempo en su mente, pero que se empeñaba en ignorar.

"¿Por qué estás obedeciéndole?"

Sabía muy bien la razón, como también entendía la falta de gozo al admitirla. Aunque Giovanni le permitiera hacer lo que quisiera la mayor parte del tiempo y aunque el pokémon disfrutara de beneficios que ningún otro agente tenía, comprendía que la libertad distaba mucho de aquello y que en realidad, no era muy diferente a los demás. Estaba atrapado bajo las decisiones y mandatos del líder el Equipo Rocket. Giovanni se había encargado hace años de poner un freno ante cualquier locura que quisiera cometer el pokémon, lo que ahora, provocaba en éste una gran angustia. ¿Qué sería de él ahora que su real utilidad para la organización se estaba terminando? Su poder era enorme, podría reducir a cenizas lo que quisiera, pero lamentablemente no podía alimentar el deseo de ir más allá porque no tenía permitido hacerlo. Es decir, tal y como él lo imaginaba, lo único que le quedaba era quedarse de brazos cruzados para siempre.

"¿Por qué estás obedeciéndole?"

¡Por Dios, que insistente era la mente! Sabía por qué no podía desobedecer.

Pero eso no significaba que no quisiera.

En eso, otra vez perturbando el monólogo que se celebraba en su mente, sonó el auricular de su casco. "Atento Mewtwo, ¿has acabado ya? Esperamos la señal."

El pokémon sacudió la cabeza y despertó. Se encontraba en plena misión y lo había olvidado. El helicóptero estaba aun detenido sobre la isla, esperando la señal para aterrizar y comenzar con su parte. Así que, tras unos segundos, se concentró otra vez. Debía desarmar a los humanos presentes y pokémon, eliminar amenazas y dejar libre el camino al resto de los agentes. Sin embargo, cuando se disponía ya a trabajar, vio un pequeño destello blanco que brilló por unos segundos y luego desapareció suavemente al final de un pasillo. Mewtwo se sintió intrigado ante lo que podría ser la señal de un ataque por parte de los ocupantes de la isla, por lo que se preparó para recibirlo, aun sabiendo que no lograrían hacerle daño. La confianza que tenía Giovanni, sus hombres y él mismo en sus propios poderes, era enorme. Así que, haciendo caso omiso a la orden de desarmar y acabar con las posibles amenazas, el psíquico se irguió, puso los brazos en jarra y ladeó un poco la cabeza, a la espera del inminente ataque humano del que sería víctima. Sin embargo, y antes de siquiera estar consciente de lo que sucedía, una suerte de androide se lanzó sobre él, emergiendo de la nada por entre los pilares y torres de transmisión, dándole un golpe en el vientre, precisamente donde la armadura no lo cubría, y enviándolo a volar a toda velocidad hacia el mar.

Desde el helicóptero, el comandante Herrera, junto a todos los agentes, ahogaron un jadeo mientras se inclinaban hacia adelante, con la expresión de pánico en sus rostros. ¿Mewtwo había sido derrotado de un solo golpe? No, no, no, eso no podía ser.

"Atento Mewtwo", dijo Herrera presionando su comunicador con premura. "Atento Mewtwo, ¿me copias?"

No hubo respuesta física de ninguna clase durante varios segundos, debido a que el pokémon no podía hablar por radio mediante su voz psíquica, por lo que todos, aun sin quererlo, se llevaron las manos a la boca, sin poder borrar sus expresiones de pánico, pensando lo peor.

Las aguas poco a poco fueron aquietándose tras el impacto de la caída del cuerpo de pokémon, meciéndose con suavidad al ritmo propio del océano. De él, pronto perdieron el rastro. El comandante, acercándose más a la ventanilla, no podía ocultar el horror en su rostro, aun a pesar de su posición como líder en la misión. Pero el ver al pokémon, al arma más poderosa del Equipo Rocket caer de un solo golpe, tal vez inconsciente, al océano y no poder hacer algo al respecto, lo llenaba de angustia. ¿Qué harían ahora? ¿Terminarían todos bajo las aguas luego de que el androide se lanzara contra ellos? Y si Mewtwo no había podido, ¿cómo podrían siquiera pensar en lograr algo ellos?

"Mewtwo, ¡responde!", gritó el comandante, con tal fuerza y desesperación, que se ganó las miradas atónitas de los agentes. "¡Mewtwo!"

Entonces, de repente las aguas comenzaron a inquietarse y antes de un segundo, a levantarse en enormes olas, desde donde emergió un haz de luz azul que fue directamente hacia el atacante; quien se había quedado quieto durante ese lapso. Mewtwo contraatacó, golpeando a la máquina de la misma forma y enviándolo a volar hacia un edificio, en donde hizo un gran agujero de impacto. Por su posición, la forma de mantenerse en pie, el pokémon estaba claramente furioso. Lo habían tomado por sorpresa y enviado a volar, lo que para él era, lisa y llanamente, una humillación.

Mientras tanto, todos en el helicóptero suspiraron aliviados. "Bueno", dijo Herrera. "Lo hizo enojar. Dejemos que se divierta un rato", y los agentes asintieron, sonriendo al saberse a salvo otra vez, mas en un rincón había un hombre que mantenía la mirada fija en el comandante, dibujando en su rostro una mueca de desagrado, que pronto se empeñó en disimular.

La máquina, tras unos segundos, bajó a tierra y se irguió para continuar con la lucha, quitándose los pedazos de concreto que se habían quedado incrustados entre las uniones de su cuerpo, por lo que el pokémon, aprovechando ese pequeño lapso observó a quien se había atrevido a enviarlo a volar, o más bien, quien estaba ahora firmando su sentencia de muerte.

Era un ser completamente construido de una metal oscuro y pulido de apariencia aerodinámica. Su cabeza, casi redonda por completo, poseía una sección rectangular al frente, lo que supondría su visión. El resto era semejante al cuerpo de un ser humano, bastante delgado y alto.

Mewtwo lo miró con desdén. ¿Cómo no lo había visto venir antes? ¿cómo una criatura de esa contextura y tamaño pudo haberlo enviado a volar? Sintió que su sangre hervía sólo de ira al ver a su contrincante prepararse para la lucha como si nada hubiera pasado, como si se estuviese burlando de él. Así que, no soportándolo más, se lanzó al ataque siendo imitado casi al instante por su adversario. Sus cuerpos, puños, brazos, chocaron de forma brutal por todo ese sector de la isla, provocando pequeñas caídas de escombros y algunas grietas en el piso. Pronto la batalla se convirtió en una tan feroz y rápida, que ningún ser humano podría seguirla a simple vista.

En tanto, el helicóptero seguía en el aire, esperando poder aterrizar para continuar con la misión; por lo que ya pasados varios minutos, el comandante Herrera le ordenó al pokémon acabar con la confrontación. Después de todo, detenidos sobre la isla, eran un blanco extremadamente fácil para los agentes del lugar, quienes viendo a Mewtwo aun ocupado en su batalla, podrían atacar y destruir el helicóptero en un abrir y cerrar de ojos. Herrera se preguntaba por qué no lo habían hecho todavía, aunque no lo mencionó a los demás agentes.

"Sé que te estás divirtiendo, pero debemos seguir adelante. Termina con él y asegura la isla."

El pokémon dio un salto hacia atrás, otorgando unos segundos de calma al lugar, y se dispuso a cargar una esfera de energía, con la cual muchas veces antes, había logrado destruir edificios enteros, máquinas y armamento pesado. Con ella, el androide quedaría reducido a cenizas. En tanto, el enemigo se lanzó contra el pokémon convirtiéndose en el blanco directo hasta para un niño de tres años.

"Como se nota que eres una simple máquina", dijo Mewtwo cuando lo tuvo a sólo unos cuantos metros y atacó. "Te tengo." Y extendió sus brazos hacia adelante, depositando casi con elegancia, su esfera luminosa en el pecho de la criatura.

Desde el helicóptero vieron la explosión que se produjo al instante y supieron que todo había acabado, que luego de disiparse el humo, verían a Mewtwo listo para continuar. Sin embargo, y destruyendo todas sus expectativas, cuando todo acabó, descubrieron que la escena había quedado prácticamente congelada y que el androide no había recibido daño alguno además de un corte irregular desde la garganta al vientre, pero nada que pudiese comprometer sus circuitos. Atónitos, los agentes vieron como levantaba el brazo y golpeaba con todas sus fuerzas al pokémon, quien por suerte logró anteponer su armadura y cubrirse.

"¿Qué significa esto?", dijo alguien en el helicóptero. Los demás miraron a su comandante haciéndole la misma pregunta, mas éste, con la boca abierta y el estupor dibujado en la cara, sólo atinó a negar casi imperceptiblemente con la cabeza.

Por otro lado, Mewtwo luego de hacerse a un lado y optar por una posición más segura, analizó lo que acababa de ocurrir, sin creer que la máquina, ahora completamente erguida, hubiese resistido su ataque de esa manera. Entonces sintió algo en su interior, algo que, según recordaba, jamás había sentido: debilidad. En este momento, sin sus ataques psíquicos y con la desventaja de necesitar pronto un descanso, el pokémon se dio cuenta de que a la larga, sería derrotado.

¡Derrotado! ¡Derrota! Esas palabras habían carecido de significado desde que tenía memoria. Y como es que ahora, en lo que él consideraba, su última misión, ¡¿estaba ocurriendo esto?! No, no, no, se repitió sin descanso, esto debía ser un mal chiste, el NO PODÍA ser vencido y mucho menos por una máquina.

Sintió otra vez que la sangre comenzaba a hervir, pero esta vez sin el furor de antes. Algo había cambiado y era el hecho de verse frente a frente a un enemigo que tenía más puntos a su favor y que aseguraba su victoria con ellos.

Apretó los dientes, tratando de mantener la calma y recordar su posición dentro de Equipo Rocket: el pokémon y agente más poderoso del mundo. Había luchado, entrenado y acabado con miles de máquinas desde que tenía memoria y este, definitivamente este, no podía ser la diferencia. Entonces, tras suspirar y tomar una pose erguida, sin que nadie lo supiera a causa de su casco, sonrió.

"Por fin un verdadero reto", se dijo y se lanzó al ataque.

En tanto, en el helicóptero trataban de analizar lo que sucedía y llegar pronto a una solución para continuar con la misión, ya que sin la parte de Mewtwo realizada, en estas condiciones sólo les quedaba una salida: la retirada. Y bajo estas circunstancias, esa era la última opción.

Uno de los agentes, un hombre alto y delgado, de mirada fría y expresión enjuta, quien antes se había mantenido observando a Herrera, tomó una pokéball de su cinturón y la observó por unos segundos, tal y como si nunca en su vida hubiese visto una. Su nombre era Carl Gildenberger , segundo comandante en la misión y un hombre capaz de todo por lograr sus objetivos. Analizó la pokéball con cuidado, entornando sus ojos grises en una expresión concentrada, tratando, sin lugar a dudas, de encontrar una solución al problema en el que se encontraban en ese momento. Sin embargo, al poco rato y al calor de la deliberación de los demás agentes, encabezada por Herrera, un destello brilló en sus ojos, dando a luz una idea.

"Está hecho para resistir ataques psíquicos", dijo de repente, como si hablase consigo mismo, mas lo suficientemente alto como para llamar la atención de los demás y obligarlos a voltear hacia él. "Así que va a cansar a Mewtwo lo que más pueda para darle el golpe final. Estos malditos estaban esperándonos". Dijo señalando hacia la isla. "Y estaban esperando a Mewtwo porque saben cómo lo necesitamos, que tan dependientes de él nos ha hecho Giovanni." Todos lo miraron con seriedad, pero nadie se atrevió a contradecirle. Después de todo, sabían que tenía razón y que no se hallarían en esta situación de no ser así. "Tenemos que bajar y pelear a la antigua", continuó. "Esa máquina es controlada desde adentro, estoy seguro, así que hay que entrar y acabar con quien sea que lo esté haciendo, darle tiempo a Mewtwo para que limpie el resto y terminar la misión."

Los demás miraron al comandante Herrera, quien era el que debía dar las órdenes e idear las estrategias, mas al verlo serio con los ojos fijos en Gildenberger, se sintieron sumamente incómodos. Sabían que ambos eran altos mandos antiguos y que, tal parecía, tenían cierto conflicto personal, el cual se acentuó y aumentó la tensión con la última intervención:

"¿Y a qué hora piensas dar la orden, César? ¿Cuando comiencen a bombardearnos? Te doy la solución a tu problema y lo único que haces es quedarte mirándome con cara de imbécil."

Y otra vez las miradas se centraron en el comandante, del cual muy pocos sabían su nombre de pila. Esperaban sin duda, una confrontación física entre ambos hombres, lo que de seguro haría pedazos la misión, ya de por sí bastante mal.

"Bajemos", dijo Herrera, conservando la calma a pesar de la creencia del resto de los agentes. "Pero serás tú el primer frente de ataque. La prioridad es ayudar a Mewtwo y continuar con la misión."

Gildenberger lanzó su pokéball al aire y la atrapó, con una sonrisa arrogante, satisfecho por el giro de los acontecimientos. El helicóptero comenzó a descender mientras el comandante continuaba con las órdenes.

"Quiero tres líneas de defensa de cinco, Gildenberger a la cabeza efectúa el primer ataque y luego defensa. Si lo que acaba de mencionarse es correcto, entonces ellos deben estar seguros de que Mewtwo ha venido sólo con un mínimo contingente de apoyo, sólo unos cuantos guías para darle a conocer la ubicación de la isla y nada más, lo que sin duda, es un punto a nuestro favor. Sin embargo, ya nos dimos cuenta de que es absurdo confiarse. Atacaremos con todo. Tirar a matar. Recuerden que ellos poseen el armamento que queremos, así que no hay que darle ni la más mínima posibilidad de ataque". Herrera prosiguió con las indicaciones volcando la atención de todos a un mapa del lugar que sobrevolaban, mientras que Gildenberger se asomaba por una ventanilla y lanzaba su pokéball al piso al tiempo en que el helicóptero se acercaba a éste.

"Usa campo de fuerza", gritó antes de que su alakazam se materializara, por lo que el pokémon y el vehículo del Equipo Rocket estaban protegidos desde antes de que numerosas balas comenzaran a llover sobre ellos. Una vez todos en tierra, los agentes descendieron del helicóptero y, armas en mano, se dispusieron a la batalla.

"Alakazam", gritó su entrenador al frente, protegido por la fuerza psíquica de la criatura. "Desármalos", y el pokémon alzó sus cucharas, las cuales comenzaron a brillar y, como por arte de magia, las balas que se le dirigían se detuvieron en el aire y cayeron; mientras que las armas de los agentes de la isla, aún sin ser vistos por el psíquico, se retorcieron de formas grotescas que por ningún motivo daban la idea de lo que habían sido. "Mewtwo no es el único pokémon psíquico aquí, métanse muy bien eso en la cabeza."

"Tal y como supuse, para crear a ese androide deben haber pasado años de estudio. Sin embargo, los poderes de Mewtwo han crecido tanto, la vara está tan alta, que se les hizo imposible crear una serie de máquinas de ataque contra el resto de nosotros", pensaba el hombre mientras se efectuaba el plan. "Herrera tiene razón. Han observado el patrón de ataque que hemos usado y han caído en la trampa. El que Mewtwo pelee solo en las misiones les hizo creer que siempre sería así y que Giovanni le entregaba todo el peso de las operaciones. Es por eso que se insistió en traer una gran cantidad de agentes y dos comandantes."

Entonces los agentes de la isla, viéndose ahora indefensos, lanzaron una serie de pokémon oscuros contra el alakazam, en un intento por derrotarlo mediante la ventaja de tipo y la cantidad. Sin embargo Gildenberger sonrió y regresó a la criatura a su pokéball, señalándole a los demás que podían atacar, por lo que el resto de los agentes comenzó a disparar y a lanzar pokémon que tuvieran ventaja sobre los que ya había en el campo de batalla. No obstante, los de la isla no se hicieron esperar y una segunda serie de criaturas se vio enfrascada en el conflicto para nivelar la situación. A pesar de la lucha campal que se estaba desarrollando, pronto los agentes del Equipo Rocket fueron avanzando, ya que después de todo, ellos seguían teniendo sus armas, mientras que sus adversarios no parecían poseer algún pokémon que pudiese hacer un trabajo similar al del alakazam de Gildenberger.

Los soldados, armas en mano, se abrieron paso entre las construcciones, disparando ante el menor movimiento de sus adversarios, al tiempo en que la isla se estremecía por las repercusiones de la batalla entre Mewtwo y el androide. Los hombres comenzaron a penetrar en los edificios hasta verse dentro ya de los distintos complejos, dispuestos a pelear y descubrir a quien controlaba al robot y detenerlo.

La isla se componía de una serie de edificios y antenas superficiales, pero en realidad lo que ellos querían encontrar se hallaba bajo tierra, lo que lo convertía en una carrera contra el tiempo: Mewtwo y su adversario, a este paso, harían pedazos el lugar con todos los humanos adentro. Los agentes avanzaban soportando temblores y peligrosas caídas de escombros que pronto se convertían en problemas.

"Debemos llegar al punto 0", decía Herrera a todos los agentes mediante su intercomunicador.

"El sector B se encuentra ya despejado", informó alguien desde dicho lugar. "Avanzando a punto convenido, cambio."

"Grupo C, avance a dirección mencionada y cubra ataques", ordenó el hombre.

"Copiado."

"Necesitamos apoyo en sector H. Dos agentes caídos", se anunció con angustia, lo que provocó malestar en el comandante. Se encontraba demasiado lejos del lugar y debía hacerse cargo de su propio sector.

"Yo me encargo", irrumpió la voz de Gildenberger. "Como siempre, pan comido."

"Sí, claro", susurró Herrera con hastío y luego miró hacia arriba, al notar que los temblores habían cesado repentinamente. ¿La batalla había terminado? De inmediato se llevó la mano hacia la sien, lugar en donde tenía el intercomunicador y presionó el botón. "Mewtwo, ¿me copias?", mas no hubo respuesta.

A un lado del hombre, junto a otros agentes que seguían avanzando sigilosamente, se encontraba una joven de unos veinticinco años, de cabello color trigo fuertemente trenzado y oculto bajo su gorra. Su nombre era Jennifer Patton, uno de los agentes más jóvenes de toda la organización. Miraba al comandante con extrañeza y preocupación, cosa que el hombre notó a los pocos segundos.

"¿Sucede algo, Patton?, le preguntó sin desviar su atención del frente para guiar a sus soldados. En ese momento un hombre apareció y rápidamente lo liquidaron de un solo balazo.

"Quería hacerle una pregunta. Si Mewtwo no puede hablar por el casco porque él en realidad no habla, ¿por qué lo está llamando?"

"Mewtwo tiene un botón especial en el casco, el cual envía una señal directa al comandante de la misión, en este caso, a mi. De ese modo sé que está consciente y puedo darle nuevas órdenes."

"..."

"Sin embargo, no escucho la pelea y no contesta. Pienso que tal vez esté tan concentrado en lo que está haciendo que no me está prestando atención o...", y guardó silencio por varios segundos antes de retomar el habla. "No puedo simplemente dejarlos para cerciorarme de que está bien."

Entonces la joven, sin pensarlo demasiado, dio un firme paso hacia adelante y alzó la vista.

"Yo puedo ir a verificar eso, señor. Sé que tiene una responsabilidad y yo estoy más que dispuesta a cumplir este encargo por usted."

"No puedo dejar que vayas sola, debemos seguir avanzando unidos."

"No se preocupe, sé cuidarme sola. Además, si alguien llega a decirle algo sobre mi avance en solitario, diré que huí y que no quise escucharlo. Asumiré cualquier responsabilidad en mis actos, señor."

Entonces el hombre se la quedó mirando completamente sorprendido por las palabras de esta muchacha. Ella, por otro lado, al no obtener una respuesta, comenzó a sentirse seriamente incómoda, mas la sonrisa que le dedicó en ese momento su comandante, la descolocó aún más.

"¿Entonces qué esperas para desobedecerme, Patton?", preguntó Herrera y ella, tras regresarle la sonrisa, corrió a toda prisa en la dirección contraria, dispuesta a comunicarse con el hombre apenas tuviese noción de lo que estaba sucediendo en la superficie de la isla.

La muchacha avanzó por los laberínticos pasillos subterráneos de la isla, con el fin de conseguir noticias de Mewtwo lo más rápido posible y así hacer sentir satisfecho al comandante por su trabajo. Sin embargo, tras subir unas escaleras y emerger a la noche, se sorprendió al descubrir, en un primer momento, que no había rastros del pokémon ni del androide en ningún lugar.

Eso no era posible, pensó de inmediato. De haber sido derrotado Mewtwo, su contrincante de inmediato se hubiese lanzado contra ella y el resto de los agentes, mas hasta ahora no había recibido ningún comunicado de tal categoría por su intercomunicador. Esto podría dar a pensar que el psíquico era el triunfador, no obstante, hubiese sucedido lo mismo en su caso.

Entonces, ¿dónde estaban? Rápidamente corrió para ponerse bajo resguardo tras un bunker y buscó en el estuche de su cintura un par de anteojos de visión nocturna que sin duda, le permitirían entender qué estaba sucediendo. Al alzar la vista otra vez, como una aparición fugaz, pudo distinguir la batalla aún en desarrollo, pero bastante alejada de la isla, lo que explicaba entonces la ausencia de temblores y escombros caídos. Seguramente quien manejaba al androide, comprendiendo el peligro de un derrumbe producto de la violencia de la confrontación, había forzado a Mewtwo a pelear sobre el mar.

La joven se aproximó con cuidado, embobada por la velocidad y la brutalidad de la batalla. Y es que, a pesar de todo, jamás había visto a Mewtwo en acción desde tan cerca, lo que le hacía comprender por fin, porqué todos parecían idolatrarlo tanto. Sin lugar a dudas, era el pokémon más fuerte del mundo.

Pero en ese momento recordó su misión y de inmediato llamó al comandante Herrera para informarle lo sucedido. Una vez terminada la comunicación, otra vez se quedó observando la pelea sin poder quitarle los ojos de encima.

El androide dio un golpe más en el brazo del pokémon y éste se lo regresó de inmediato; sin embargo, a pesar de la lejanía, Jennifer pudo darse cuenta de que los movimientos del pokémon lentamente se iban apagando y, recordando lo dicho por el comandante Gildenberger, se dio cuenta de que la máquina estaba logrando su objetivo: cansar a Mewtwo.

No, si eso llegaba a suceder, entonces sería el fin de la misión y del propio pokémon. Y lo peor de todo en ese convulsionado escenario, era el hecho de que sólo ella estaba disponible para hacer algo, ya que todos los demás agentes se encontraban luchando en ese preciso momento.

¿Qué hacer? ¿Cómo hacer algo? Se llevó las manos a la cabeza tratando de pensar en la situación en la que se encontraba. Si lograba efectuar alguna acción beneficiosa para el psíquico, no sólo él terminaría a salvo, sino también ella recibiría una serie de agradecimientos y, por qué no, condecoraciones directas del mismísimo Giovanni. Ella, una joven cadete recién ingresada al Equipo Rocket, que se había destacado de todas las formas por sobre sus compañeros y que había recibido el honor de poder participar en esta misión, podría ser ascendida en un tiempo record, como nunca antes se había visto en la organización.

Esa perspectiva le hizo pensar en todo lo que obtendría si lograba ayudar a Mewtwo, así que, oculta tras el bunker, comenzó a trazar un plan, repasando primero sus armas antes de enfrentar cualquier ataque.

Poseía en sus manos una Colt M4 calibre 22, con la cual podría hacer un conveniente sistema de ventilación en el cráneo de cualquiera. "Pero no puedo acertarle si no se queda quieto. Si sólo Mewtwo pudiera mantenerlo unos segundos en tierra...". Unas pequeñas cuchillas que sólo ayudarían a la hora de tener una víctima de carne y hueso, y dardos venenosos, tan inútiles como las antes mencionadas. No obstante, también contaba con un arma en la cual sí podía confiar ciegamente y que, de seguro, le abriría las puertas al triunfo: la bomba, la granada, la única que le daría la oportunidad de no solo hacer pedazos al androide, sino de hacer cenizas su cuerpo e incluso más. Porque si no lo usaba con cuidado, la explosión sería capaz de matar al mismo Mewtwo o, peor aún, a ella misma y, definitivamente, no estaba dispuesta al suicidio teniendo tales sueños de grandeza.

Hace un tiempo, conociendo las armas que usaría, uno de los comandantes les señaló la granada, a la cual habían llamado en tono de broma "La parodia", debido a que Mewtwo, cuando se enteró de la creación de la misma, consideró que era tan sólo una burla a sus poderes y que en realidad nada ni nadie podía compararse con ellos. Sin embargo, aquel comandante les dijo a ella y a sus compañeros, que La parodia poseía un poder destructivo prácticamente idéntico al del pokémon y que eso la posicionaba como el arma más poderosa de todas.

"Es decir", se dijo la joven. "Esta bomba equivale al ataque con el que Mewtwo pretendió destruir al androide hace un rato, sólo que sin energía psíquica. Y si me baso en lo que dijo el comandante Gildenberger, con este ataque sí que podré destruirlo, porque él no es inmune a las explosiones no psíquicas."

Pero no podía lanzarla así como así, no podía ser tan idiota como para desperdiciar el mejor y único ataque que tenía, por lo que debía pensar en la forma de lograr mantener quieto y a su merced al androide. Se asomó entonces y lo observó, notando que en realidad no se encontraban tan lejos de tierra. Si conseguía darle un tiro en la cabeza y noquearlo por un rato, o al menos lograr que Mewtwo hiciera ese trabajo, fácilmente podría acercarse y atacarlo con La parodia.

"Así que volarle los tornillos de un balazo es la mejor opción", susurró y luego trató de enfocar su vista en el pokémon. "¿Pero cómo hago para que Mewtwo lo mantenga quieto para disparar? ¿Qué hago?"

Entonces recordó lo que había dicho el comandante en el helicóptero: "Esa máquina es controlada desde adentro, estoy seguro".

Si eso era correcto, tras esa sección rectangular de la cabeza del androide, existía una suerte de cámara, o al menos un sensor para que, adentro, en la seguridad del complejo de la isla, alguien pudiese manejar todos los movimientos del atacante. De ser así, entonces se encontraba concentrado en acabar con Mewtwo, confiado en que ningún agente sería lo suficientemente estúpido como para correr el riesgo de ser su compañero de batalla; ya que se supone, el pokémon es la fuerza de ataque y lo que él es incapaz de hacer, es imposible para los demás. Por lo tanto, basada en esa lógica, Jennifer sabía que nadie la esperaría y que para darle la ventaja a Mewtwo, sólo necesitaba unos segundos.

"Una distracción", se dijo, incorporándose un poco y viendo hacia arriba instintivamente en busca de cámaras de seguridad, aunque a decir verdad, estaba segura de que nadie estaba preocupada en vigilarlas. De seguro la mayoría de los agentes de la isla estaba ocupado en enfrentar a los del Equipo Rocket, mientras que los demás le brindarían apoyo al que manejaba en androide, con tal de que la derrota del pokémon fuese una realidad. Pero aun así, se negó a bajar la guardia y avanzó con sumo cuidado entre las construcciones, con tal de llegar a un punto estratégico y poder efectuar su plan.

Necesitaba tan sólo unos segundos para distraer al androide o confundir a quien lo contralaba, para de esta forma, obligarlo a mantenerse quieto el tiempo suficiente para apuntar y disparar. Parecía sencillo, sí, demasiado sencillo en la opinión de la propia Jennifer, pero sabía bien que detestaba los planes complicados sabiendo de la existencia de soluciones más simples de idear y realizar. Y este no era la excepción.

Entonces cerró los ojos y tomó una pokéball de su cinturón, para luego mirar con decisión al lugar en donde se desarrollaba la batalla.

"Es hora", dijo y la lanzó al aire, emergiendo un haz de luz roja que se materializó pronto en un enorme charizard, quien apenas viéndose libre, expelió fuego de sus fauces con tal fuerza, que Jennifer no pudo sonreír más ampliamente al ver la distracción que necesitaba convirtiéndose en una realidad. Notó de inmediato que ambos luchadores hicieron una pequeña pausa para observar al recién llegado, quien rugió con más ahínco.

Entonces la joven, aprovechando los valiosos segundos que tenía a su favor, se asomó desde atrás de un bunker y tras haber apuntado su blanco al centro de la cabeza del androide, sonrió con arrogancia al tan sólo imaginar las recompensas que recibiría de ahora en adelante.

"Eres mío", susurró al momento de disparar, mientras la máquina y el pokémon aun tenían su atención sobre el charizard, el que se disponía a ser partícipe de la confrontación.

Los segundos pasaron uno tras otro con tal lentitud, que cada movimiento, cada expresión, cada chispa emanada de la llama de la cola del pokémon de fuego podía verse con tal detalle, que parecía la representación de las miles de estrellas y mundos desperdigados en el cosmos. Jennifer aún sonreía cuando vio que Mewtwo giraba la cabeza hacia ella, completamente ignorante de su presencia, mas esa sonrisa se borró a tal velocidad, que el tiempo volvió a transcurrir con normalidad cuando vio que el androide, sin siquiera voltearse, daba un paso hacia atrás y esquivaba la bala con tal gracia, que la mejor bailarina de ballet podría retorcerse de envidia. Mientras tanto, Mewtwo tuvo que hacer un gran esfuerzo para lograr tal cometido, ya que la rapidez de la situación, luego de la distracción que había representado el lagarto de fuego, lo habían tomado por sorpresa.

"No puede ser", dijo la joven mientras un nudo se le hacía en la garganta. No sólo había fallado el tiro, sino que había quedado al descubierto frente al enemigo, quien, ahora sí giró su cabeza hacia ella y se lanzó al ataque.

La chica de cabellos de trigo rápidamente pretendió huir hacia el helicóptero, para al menos conseguir a unos cuantos agentes de apoyo, mas la rapidez del adversario metálico fue tal, que no alcanzó a dar un par de pasos cuando lo tuvo encima. De no haber sido por la intromisión del charizard, Jennifer estaría pulverizada bajo el puño implacable del acero. El pokémon logró anteponer su cuerpo al de la humana, recibiendo el golpe en pleno costado. El sonido de las costillas rompiéndose, en conjunto con una serie de órganos fue como una avalancha para la chica, quien vio como la sangre de la enorme criatura salía a borbotones desde sus fauces, para terminar en su propio pecho y rostro, segundos antes de que el cuerpo del maltrecho pokémon terminara casi aplastando sus pies.

"No...", susurró con horror, pensando en la inminente muerte del charizard y en la propia, la que se materializaba en este androide de metal oscuro que ahora la observaba mediante su único ojo rectangular.

Entonces, como un enviado del cielo, la muchacha vio como desde la lejanía, Mewtwo se acercaba volando a toda velocidad, provocando un dulce alivio en el alma de la joven. Imaginó que el pokémon tenía algo de honor, aun a pesar de su frío y cruel exterior, y que estaba dispuesto a protegerla. Después de todo, ella había pretendido ayudarlo. Sin embargo, cuando estuvo a un par de metros de distancia, la máquina se volteó y trató de contraatacar el inminente golpe, mas el psíquico desapareció en el aire y se materializó a un costado de la situación, propinándole un puñetazo de tal magnitud, que salió volando hasta encontrarse con el concreto de uno de las tantas edificaciones del lugar.

Jennifer alzó la vista y miró al casco el pokémon, sonriéndole a duras penas para agradecerle el haberle salvado la vida. No obstante y fuera de cualquier perspectiva que hubiese tenido la humana, Mewtwo la tomó de su chaqueta, en una zona demasiado cerca de su garganta y luego la arrimó con toda violencia a la pared más cercana, separando sus pies casi un metro del suelo.

"Q-qué estás...", decía la joven llevando ambas manos hacia la del pokémon, quien sostenía con demasiada fuerza su frágil cuerpo. Sentía que se quedaba sin respiración y pronto el miedo emergió desde el fondo de su ser, impregnándola por completo. Abrió los ojos con terror, con la mirada fija en la negrura del casco de pokémon. Pero agradeciendo no poder ver directamente los irises de aquella criatura. Temía no poder resistir la mirada de un asesino implacable como lo era Mewtwo.

"¡¿Quién mierda te dijo que podías meterte en mi batalla?!", rugió el psíquico, aterrorizando más a la pobre humana, cuyas piernas se movían descontroladamente mientras, en vano, intentaba alcanzar algún punto de apoyo. Sus dedos, inútilmente, intentaban enterrarse en la armadura del que, tarde o temprano, se convertiría en su verdugo.

La joven trató de mirar en busca del androide, rogando por la continuación de la batalla y el fin de su padecimiento, mas parecía que la furia del pokémon se había materializado a tal grado, que lo había dejado parcialmente inconsciente, si es que eso era posible en un ser robotizado como lo era él.

"P-por favor", susurró la joven, sintiendo la pesada mano de Mewtwo demasiado cerca de su garganta. Si sus dedos lograban cerrarse allí, sería el fin de su historia. Y al parecer, eso era precisamente lo que pretendía el pokémon. "P-por f-fa-favor. Yo sólo...yo sólo quería a-a-ayu..."

"¡Cierra la boca!", le gritó el atacante, moviéndola como si se tratase de una muñeca de trapo, golpeándola con tal fuerza contra la pared, que Jennifer creyó escuchar sus propios huesos hacerse pedazos.

La joven no pudo soportarlo y lloró, presa del pánico, de las terribles historias que existían sobre el pokémon, sobre sus sueños destruyéndose uno a uno en ese lugar, sin que ningún agente lo supiera, sin que el comandante Herrera pudiera poner fin a su dolor. ¿Realmente sería aquí? ¿En esta desolada isla, separada por miles de kilómetros de cualquier lugar habitado? ¿Lejos de todo y de todos? ¿Aquí sería el final de su existencia? Cerró los ojos a espera de aquel desenlace, mas para su sorpresa, sintió que el agarre del psíquico se hacía más suave; así que, presa de la curiosidad, decidió verlo una vez más, notando que él miraba su cuerpo, el sector de sus caderas.

El frío la recorrió de pies a cabeza, incapaz de creer aquella idea que nació producto del terror, esa en donde Mewtwo, confiado en que ya nada ni nadie podría defender a la humana, satisfacía sus más bajos instintos en ese preciso momento y lugar. Sin embargo, tras sostenerla unos segundos más, con su mano libre tomó el estuche que traía la joven y lo arrancó de ella con todo brusquedad.

"Por fin algo útil", dijo sosteniéndolo, para luego dejar caer a la humana sin ninguna consideración, abandonándola a su merced. Mas, cuando ya se alejaba en dirección a su contrincante, quien en ese momento se recuperaba del último golpe, se volteó hacia la maltrecha muchacha y se la quedó observando por un tiempo que, para ella, fue demasiado largo. "Agradece el que sólo te haya roto las costillas y no te haya sacado el corazón de un puñetazo, humana. Y más aun, por el último pensamiento que tuviste de mi. ¿En verdad piensas que yo voy a caer tan bajo como para satisfacerme con una basura como tú?", se volteó. "Diviértete tratando de desencajarte las costillas de los pulmones." Y se alejó para continuar con la batalla, dejando a la joven en el olvido, como si no se tratase de nada más que una miserable bola de papel. Ella sólo se lo quedó viendo, con la respiración entrecortada y el miedo latiendo deprisa en su pecho.

En tanto el pokémon caminó raudo hacia donde se incorporaba su contrincante, sorprendido de sí mismo de haber logrado asestarle un golpe de tales proporciones. ¿Por qué no lo había hecho antes?, se preguntó, y supuso que la respuesta se encontraba en la ira ciega que sintió cuando la muchacha pretendió ser más fuerte que él, al punto de creer que había logrado entrar en batalla y ganar. No, no podía ser burlado dos veces en el mismo día. Primero, por una máquina y luego por una humana, la que ni siquiera era un agente oficial, sino una simple cadete. Ambos eran portadores de humillación y si realmente se consideraba el pokémon más poderoso del mundo, no podía ser vencido por ninguno de ellos.

A la chica no podía matarla, aunque ardía en deseos de hacerlo. Tan sólo porque, en teoría, debían trabajar juntos como equipo, muy a pesar del conocimiento de que era él quien hacia la mayor parte del trabajo. Empero, al androide podía hacerlo mil pedazos y disfrutar con ello. Luego se encargaría de acabar con todos los humanos agentes de la isla por haber pretendido desafiarlo.

Suspiró con hastío. Esa era una de las mil razones por la que detestaba a los humanos. Ese afán de buscar la manera de cubrir sus defectos e incapacidades y vanagloriarse por ello, como si de verdad fuesen dignos del lugar que ocupaban en el orden mundial.

No, los humanos no lo merecían, eran demasiado hipócritas con su propia naturaleza como para tener un autoestima más alta. No, lo que debía mandar en el mundo, y el pokémon lo sabía, era el poder. Y él lo tenía. El poder más grande de todo el planeta estaba bajo su control.

Entonces, otra vez la pregunta se hizo presente, angustiándolo tras una respuesta que conocía y que le avergonzaba confesar.

"¿Por qué estás obedeciéndole?"

"Porque no puedo hacer nada más."

"Entonces significa que hay un poder más grande que el tuyo y que en el fondo, no eres muy diferente a ellos."

El pokémon se detuvo en seco, cerró los ojos y apretó los dientes, enojado consigo mismo y con la situación en la que se encontraba, mas pasados unos cuantos segundos, sacudió la cabeza y volvió al ruedo. No podía desconcentrarse, no ahora. Debía acabar con su adversario y desquitar su frustración con él a como diera lugar.

Lo miró incorporándose y preparándose para la continuación de la batalla, mientras el odio crecía en su pecho a raíz de la serie de pensamientos que estaba teniendo en ese momento. La humillación, la burla, la realidad de que, a pesar de toda su fuerza, no poseía el poder mayor.

"Soy el pokémon más fuerte del mundo."

"Pero no el ser más poderoso"

Apretó con fuerza el bolso que le había arrebatado a la joven, pero pronto reparó en que necesitaba lo que se encontraba en su interior, así que optó por relajarse. Era un pokémon psíquico, no podía perder el control de sí mismo y hallarse tan disperso mentalmente en un momento como este. Después de todo, sus poderes eran reflejo de su estado emocional y mental.

"¿Por qué no acabamos con esto?", le dijo a su adversario. "Ya no estoy de humor para continuar, lo siento. He tenido un pésimo día, me han humillado demasiado. Y lo más desagradable de toda esta situación, es que la última de las humillaciones vendrá de mi propia mano. Cualquiera podría pensar que no poseo autoestima."

El androide optó por una posición de ataque, en contraste con la pose relajada y despreocupada que tenía su oponente. Tal parecía, para los ojos de quien manejaba al robot, el pokémon había perdido todo deseo de pelear y estaba tirando la toalla. Lo habían sobreestimado por última vez.

La máquina se inclinó para propinar uno de sus mejores golpes, el definitivo que se llevaría la vida de Mewtwo, mas éste, rápidamente abrió el bolso de la joven y sacó algo que, a causa del tamaño de su mano, no podía distinguirse con claridad. El androide se adelantó con su puño en alto, directo al pecho de su oponente, como había pretendido hacer con el charizard hace un rato, sólo que en esta ocasión no admitiría fallas.

"Despídete", sonrió el agente frente a la pantalla, mientas controlaba magistralmente la creación que derrotaría al arma principal del Equipo Rocket.

Sin embargo, igual que antes, Mewtwo desapareció en el aire y se materializó a la derecha del atacante, quien previendo sus movimientos, se giró en esa dirección, sorprendiendo al pokémon y atrapándolo contra la pared. El psíquico, con el brazo aprisionado en el concreto, trató de zafarse, mas el androide logró lo impensable: cerró su mano, ahora convertida en una fría garra, en la garganta descubierta de Mewtwo. Éste se estremeció, anonadado por la velocidad de su contrincante y más lo hizo cuando, con un movimiento casi elegante, el casco que cubría su rostro salió volando a metros de distancia. Quedaron frente a frente, los ojos violáceos del pokémon, contra la fría sección rectangular que correspondía a la visión del atacante.

"Eres mucho más humano de que cualquiera pudiera pensar", dijo con una sonrisa torcida. "Tienes un conveniente gusto por el sadismo, ¿eh? ¿Tienes deseos de ver mis sesos volando cuando termines por estrangularme?". Y dicho esto, como si el pokémon diera las órdenes, el androide apretó más su garganta, impidiéndole la respiración. Mewtwo sintió que su corazón latía con cada vez más fuerza, mientras que sus pulmones comenzaban a sentir la desesperación ante la necesidad de aire. "¿Qué tal si vemos los tuyos?", dijo con un hilillo de voz psíquica, consciente de que su enemigo no podía escucharlo de ningún modo y que durante todo este tiempo se encontraba hablando solo. "Mejor terminemos con esto, me aburrí de los juegos."

Entonces, con cuidado llevó las manos al pecho de la máquina y allí reveló lo que había estado ocultando: la parodia. El pokémon conocía con precisión todas las armas que los humanos cargaban, por lo que apenas la vio en las caderas de la humana, supo cómo terminar la confrontación. La metió con algo de violencia en el corte que había hecho al principio de su batalla, cuando se dio cuenta de que sus ataques psíquicos eran inútiles. La granada y el corte estaban hecho el uno para el otro, porque apenas quitó el gancho de seguridad, el androide se alejó con el propósito de removerla, lo que le resultó completamente imposible. Mewtwo lo observó por un segundo, antes de desaparecer en el acto y ver, a una distancia segura, como todo el cuerpo de quien lo enfrentó se hacía mil pedazos, en conjunto con parte del edificio que se encontraba más próximo y propiciando el nacimiento de un nuevo cráter en el concreto de la isla.

El pokémon finalmente había vencido, mas el sabor a derrota estaba muy lejos de querer desaparecer de su lengua. Había tenido que recurrir a un arma humana para ganar, algo que para él era una absoluta vergüenza. Se prometió jamás mencionarlo, pero al mismo tiempo, juró tomarlo como una lección, una más de este tormentoso día.

Miró hacia arriba y vio cómo las estrellas comenzaban a iluminar el cielo. Sintió la brisa acariciando su rostro descubierto y se relajó escuchando el sonido lejano de las olas golpeando el borde de la isla. No se sentía para nada bien, la serie de pensamientos que habían estado desfilando en su cabeza desde ya hace unos cuantos días, aparecieron en los momentos más inoportunos y eso lo enfurecía aun más.

"Hoy no pude caer más bajo", susurró y luego miró a la chica, quien seguía en el mismo lugar en donde la había dejado, aunque aun manteniendo su mirada asesina sobre él. Debía admitirlo, la muchacha era persistente.

En ese momento, sacándolo de sus pensamientos, escuchó una serie de explosiones, disparos y lo que parecían ser ataques pokémon, lo que le recordó que durante todo el tiempo en el que él sostenía su batalla con el androide, el resto de los agentes seguía en confrontación con las fuerzas militares de la isla. Así que sin retrasarlo por más tiempo, alzó vuelo y se lanzó a toda velocidad hacia las entrañas subterráneas del lugar.

Jennifer pudo escuchar gritos y más explosiones antes de ser testigo de tan sólo el ruido de las olas rompiendo contra la orilla. Se sintió aterrorizada y al mismo tiempo, afortunada. Mewtwo, teniendo el poder de acabar con casi un ejército en cuestión de segundos, le había perdonado la vida después de todo y eso era algo que provocaba un incesante temblor en su cuerpo.

...

...

Los comandantes Gildenberger y Herrera, acompañados de unos cuantos agentes y del mismo Mewtwo, salieron al rato a la superficie, satisfechos con el término de esta tan difícil misión. El primero, con una sonrisa triunfal, regresó a su alakazam a su pokeball y luego miró a su contraparte, quien guiaba sus pasos en dirección contraria al lugar en donde se encontraba el helicóptero.

"¿A dónde vas?", preguntó como quien habla a un niño que ha hecho una travesura.

"Patton también es parte de la misión", contestó el hombre sin voltear. "Por si no lo has notado, no se encuentra en el helicóptero."

"Tal vez se murió", dijo Gildenberger como si la situación careciera de importancia mientras caminaba con las manos en los bolsillos.

"Pues si es así, debo confirmarlo para detallarlo en mi informe. Sabes bien que debemos conocer el paradero de todos los agentes, en especial si aun son cadetes", y sin más prosiguió con su camino, pero su interlocutor se detuvo y luego de unos segundos volvió a hablar.

"Siempre tan correcto en todo lo que haces, ¿no César?". El aludido entonces disminuyó su velocidad y se volteó para que Gildenberger viera la mitad de su rostro.

"Sólo actúo como debe actuar un comandante", dijo y se alejó, haciendo caso omiso al tono de entrenador del alakazam, quien lo observó hasta verlo desaparecer entre unos escombros.

"Sabes bien por qué lo digo", murmuró y prosiguió hacia el helicóptero, ya bastante cansado, pero satisfecho del resultado de la operación.

...

...

...

Herrera se internó en el lugar en donde se había desarrollado la batalla de Mewtwo con el androide, siendo testigo de la magnitud de la confrontación. Los escombros y paredes destruidas, la infinidad de cráteres y fierros retorcidos. Parecía el escenario de una cruenta guerra, sólo que esta, en lugar de dos ejércitos, había tenido sólo dos integrantes.

El pokémon lo había seguido, todavía algo turbado por los últimos pensamientos, mas lo único que lo obligaba a estar allí era el casco que había quedado en el lugar. Esperaba no verlo destruido.

"¿Patton?", dijo Herrera intranquilo, buscando entre los escombros mientras el pokémon se alejaba en otra dirección.

"¿C-comandante Herrera?", dijo la débil voz femenina que de inmediato reconoció como la de Jennifer. Avanzó más y la encontró apoyada en una pared, con el rostro angustiado, sabiendo sin verlo, que la joven se hallaba herida.

"Patton", le susurró al agacharse junto a ella. La muchacha sonrió con dulzura, pero rápidamente giró sus ojos hacia el charizard que aun estaba a escasos metros de distancia, oculto bajo grandes pedazos de escombros. "L-lo siento mucho, señor. Perdí a mi pokémon en batalla."

"¿Cómo fue?", preguntó con una voz casi paternal, lo que sobrecogió a la joven cadete.

"E-el...el androide...trató de atacarme y él se interpuso. Pero yo no se lo ordené", se disculpó.

"No te preocupes. Los pokémon del Equipo Rocket están entrenados para defender a los agentes. La reacción que tuvo para protegerte es completamente natural. De hecho, de haberle ordenado lo contrario, él iba a desobedecerte de todas maneras."

"..."

"Pero aun así estás herida", susurró mirando a la joven y tomando su radio para llamar al paramédico. "Hoy hemos perdido varios agentes en batalla, pero no permitiré que sufras el mismo destino. Después de todo, personas con un potencial como el tuyo son difíciles de encontrar, Jennifer", le dijo y ella, sorprendida por la mención de su nombre, sintió que sus mejillas se tornaban más cálidas.

"M-muchas gracias comandante", le dijo y el hombre le sonrió. "Por cierto, ¿dónde se encuentra Mewtwo?"

"Aquí", irrumpió el aludido, caminando tranquilamente desde atrás de un bunker a espaldas del hombre, obligándolo a ponerse de pie. Traía su casco bajo el brazo. Por suerte sólo había sufrido unas cuantas magulladuras. "No quería arruinar el momento en que nace el romance, aunque debo decir que me parece inapropiado que un hombre de tu edad esté cortejando a una chiquilla que con suerte sabe tomar bien su arma."

Jennifer tomó mucho aire con el fin de expresar su enojo, pero el dolor se hizo inminente, obligando a Herrera a intervenir para tranquilizarla.

"Veo que has terminado con la misión con bastante esfuerzo", le dijo luego de verificar el estado de Jennifer. Se puso de pie y miró al pokémon." Tu armadura está bastante maltrecha. Además, el estado de Patton sugiere que se vio en la obligación de intervenir. Según esto Mewtwo, veo que no estás en facultades de hablar de ese modo."

"Ha", se rió el aludido con arrogancia, aunque sin lograr ocultar la rabia al ver la forma en que el comandante se le dirigía. A pesar del grado del hombre y de cualquiera, detestaba que lo trataran como a uno más el montón. ¡¿Cuándo iban a entender que él era superior a todos ellos?! Pero esta vez, se tragó su orgullo y prosiguió. "Debo admitir que esta batalla distó mucho de los estúpidos juegos que niños en los que debo participar, pero me subestimas al decir que necesité ayuda de esta humana."

"¿Qué estás diciendo?", irrumpió ella con la rabia a flor de piel, a pesar de sus lesiones. Herrera trató de calmarla una vez más, pero fue inútil. "¿Cómo es eso de que no has necesitado mi ayuda? Ese robot estaba a punto de hacerte pedazos, usaste mis armas para vencerlo, ¿recuerdas? Estuvo a punto de mandarte al infierno ¿y ahora vienes a decir que te están subestimando? ¿Con qué derecho dices algo así?"

"Jennifer, calma, te haces más daño", intervino el comandante, pero la recluta lo ignoró.

"No tienes idea de cómo te detesto", le dijo al pokémon con todo el desprecio que era capaz de expresar en su voz, a pesar de que la respuesta que tuvo de él, fue la fría mirada de sus ojos violáceos. "Cómo detesto tu maldita arrogancia, esa idea de que eres invencible sólo con los que puedes manejar, pero a la hora de tener oponentes de verdad, ¡actúas como un maldito niño berrinchudo!"

"..."

"¡Sólo porque pretendí ayudarte casi me matas! Sólo porque fui la única que tenías disponible para desquitarte, ¿cierto? Porque no soy rival para ti, así que podías llenarte el ego con mi sangre, ¿verdad? Claro, ¡nada más simple!"

"..."

"Pero no era a mí a la que el robot tenía acorralado contra la pared, no era yo la que usó un arma humana para derrotarlo. ¿Dónde está el súper fantástico pokémon más poderoso del mundo, eh? ¿Dónde? Ah, ya sé", se rió con ironía. "Ahí está, esperando a que venga cualquier oponente débil para presumir que es poderoso, ¿cierto?"

"Jennifer..."

"Porque esa es la forma que tienes de desquitarte de los latigazos que te dio Giovanni cuando eras niño, ¿verdad?"

Entonces la expresión del pokémon cambio tan abruptamente, que por un instante todos perdieron la respiración, instalándose en él la más pura sorpresa. ¿Qué había dicho esa niña? ¿Qué había hecho Giovanni? Sintió que su sangre poco a poco comenzaba a enfriarse, al mismo tiempo en que su corazón latía a más velocidad y su respiración se aceleraba. Sus músculos se tensaron y aunque trató de evitarlo para que los humanos no lo notarán, sintió que lentamente el sudor bañaba su cuerpo. Todo esto mezclado en una sensación demasiado parecida al miedo. ¿Miedo? ¿Por qué? Observó a la chica y a Herrera, quienes le devolvieron la mirada llena de extrañeza y sorpresa, seguramente intrigados por la reacción del cuerpo del pokémon ante lo dicho por la joven. Entonces ésta, dándose cuenta de que de alguna forma estaba superando al psíquico en su arrogancia, sonrió y continuó, con el único propósito de echarle más leña al fuego. Después de todo, tenía la protección de su comandante.

"Como el pequeñín Mewtwo no quería pelear, papi Giovanni venía con su látigo y ¡BAM! Castigo para el niño malo. Y claro, como ya es grande, no encontró nada más divertido que hacerle lo mismo a los más débiles, por eso, como el robot fue más fuerte que tú, ahí estaba yo para ser tu saco de box."

"¿Qué estás diciendo, humana?" interrogó él tras recuperar un poco la compostura. "¡Responde!"

"¿ Por qué? ¿Acaso no te acuerdas?"

"..."

"Pero yo sí sé, mi estimado", y sonrió de tal forma, que Mewtwo sintió ahora su sangre comenzaba a hervir y a correr tan deprisa, que no midió sus movimientos hasta verse sobre la muchacha, sujetándola como antes, pero dispuesto a asesinarla en ese mismo instante si no obtenía la respuesta que quería.

"¿De dónde has sacado eso? ¿Quién te dijo todo eso? ¡Responde!", y como si se tratara de una muñeca de trapo, la sacudió con extrema violencia, lo que finalmente hizo reaccionar al comandante. Se cruzó de inmediato y con todas las fuerzas que tenía, logró empujar al pokémon.

"Mewtwo, ¡detente!", gritó Herrera. "¡¿Qué crees que estás haciendo?!"

"No voy a soportar que nadie me hable de esa manera. ¡Quiero que esa basura me responda! ¿De dónde sacó algo como eso? ¡¿Cómo es eso de que Giovanni alguna vez me golpeó?! ¿Qué significa eso?", y sin más intentó lograr respuestas mediante la fuerza, pero otra vez el hombre se interpuso.

"No voy a soportar que trates a mis agentes como basura", respondió y rápidamente sacó un pequeño aparato desde el bolsillo interno de su chaqueta, tomándolo con firmeza para mantenerlo en alto. El pokémon, al verlo quedó completamente congelado en sus acciones, como si aquel artefacto representara un enorme peligro. "No creí que fueras tan ingenuo como para creer que tan sólo Giovanni tiene uno de estos."

"¿Qué haces tú con eso?", preguntó casi por inercia, con los ojos clavados en el pequeño artefacto.

"Esa es una pregunta bastante absurda", contestó Herrera. "Obviamente Giovanni no desea insubordinaciones y, conociéndote, sería estúpido darte tanta libertad."

"Eres un..."

"Escúchame bien", lo irrumpió. "Tanto tú, como Jennifer, como todos los que están en el helicóptero son agentes del Equipo Rocket y es mi deber como comandante el velar por su seguridad. Si tú te puedes mantener a salvo por ti mismo, bien por ti, pero no voy a permitir que sus frustraciones sean excusa para atacar a los demás. Y si vas a comportarte así por algo como esto, entonces no me queda más opción que tomar cartas en el asunto, ¿entendido?"

"..."

"¡Te hice una pregunta, agente!"

"Sí, Herrera", contestó el pokémon a regañadientes, apretando los puños y cerrando los ojos para contener la rabia.

"Eso está mejor", dijo el hombre relajando los hombros para luego guardar el aparato que tanto había asustado a Mewtwo. "Ahora, espero que entiendan que no necesito recalcar que lo que ha sucedido aquí no debe salir de la isla. Los problemas entre agentes siempre han desagradado a Giovanni y si no quieren represalias, será mejor que mantengan la compostura."

"S-sí comandante", dijo rápidamente Patton. El pokémon sólo asintió despacio, demasiado tenso para pensar en hacer algo más.

En ese momento, llegó finalmente el paramédico con un par de ayudantes y tras las órdenes del comandante, depositaron a Jennifer en una camilla para llevársela al helicóptero y llegar lo más rápido posible al cuartel general y tratar sus lesiones, ignorando por completo la tensión instalada entre el comandante y el pokémon.

Herrera tras unos segundos, caminó hacia el helicóptero para regresar a casa, pero luego de avanzar unos cuantos metros, se volteó hacia el psíquico, quien en ese momento estaba colocándose su casco, para esta forma, evitar que alguien viera la impotencia en su rostro.

Sin embargo, el pokémon notó cierta mirada en el comandante, antes de verlo partir definitivamente tras el paramédico. Había sido algo extraño. No parecía enojado, teniendo razones de sobra con los últimos acontecimientos. No, la mirada que Mewtwo vio fue algo bastante parecido...a la tristeza.

"Este día no podía terminar peor", se dijo la criatura y en un arrebato de ira, hizo volar en pedazos uno de los edificios cercanos, usando los poderes que habían resultado inútiles contra su adversario. "Definitivamente no."

...

...

...

...

...

Nota de autor:

Bienvenido al fic!

En primer lugar, sé que a mucha gente (yo incluida) les gusta Mewtwo siendo más filosófico, más noble o cosas así, pero deben saber que él tiene una historia detrás y esa, es esta. Todos sabemos que él no era un santo ni nada de eso, que pasó por una serie de cosas y que al final comenzó a cambiar.

Hace mucho tiempo, cuando descubrí que existía el mundo del fanfic y páginas como esta, tuve la intención de comenzar mi propio aporte, quería escribir una historia nueva que de algún modo, conservara la esencia de la original. Una trama con más drama, más detallista, más madura: diferente. Quería cambiar el canon de lo que es Pokémon. Mewtwo no era infantil, su historia siempre fue oscura, obviando la censura y los toques simplistas. Yo no quería eso, yo quería ver la médula.

Y cuando por primera vez vi "El origen de Mewtwo" (lo admito, casi lloré), quise recuperarlo, fusionarlo con la trama central como siempre debió estar y dar al mundo una historia distinta.

Fue un trabajo duro, pero quería sentirme orgullosa del resultado.

Esta historia lleva un proceso de planeación muy largo. Desde la primera imagen que vi en mi cabeza, pasando por su desarrollo narrativo, su análisis, su guión, el estudio de personajes, sus caracterizaciones, su contexto, sus objetivos, su conflicto, todo, todo eso hasta llegar finalmente a un proyecto armado, listo para salir al mundo. Fue arduo. Fue mucho tiempo. Pasé, además, por una serie de crisis durante todo este tiempo que me impedían escribir (una de esas crisis de hecho, consistía en la absoluta incapacidad de redactar bien una línea. Fue una etapa bien depresiva).

Pero resulta que mientras me dediqué a las otras historias, dejé de lado esta de tal modo, que casi la desecho. Si no hubiese por aquella época en que decidí abandonar el fanfic, no habría considerado verla otra vez. Porque se me apareció como diciendo: "¿No iba a ser yo la primera? Y ahora, de la nada, se te ocurre abandonar en fanfic, muchas gracias." Por lo que todo este tiempo fuera me sirvió para la planeación definitiva.

Esta era la primera vez que trabajaba con Mewtwo siendo joven, por decirlo de algún modo. En todas mis historias, su caracterización se encontraba después de "El regreso de Mewtwo", por lo que era más filosófico, más pensativo, menos arrogante, no tan violento, no tan...no tan del Equipo Rocket. Así que esto es un gran desafío, porque trabajar con él otra vez, de una forma distinta a como lo estaba haciendo, era algo que realmente me hacía dudar si continuar o no.

Es por eso que no miento al decir que por poco se me seca el cerebro en la construcción general de la historia como cada capítulo, pasando por cada secuencia, cada personaje, cada situación y un enorme etcétera. Un trabajo arduo que de algún modo me hace admirar más a aquellos que tengo en mi lista de favoritos.

Pero bueno, la historia finalmente, después de cuatro largos años (casi cinco, comenzó a mediados de 2011) , está en movimiento y espero que siga así hasta su final. Eso sí, lamentablemente, debido a la cantidad de trabajo que tengo, las publicaciones de la historia tendrán intervalos de varios meses, lo cual de ninguna manera quiere decir que vaya a dejarlo abandonado. De ser así, lo avisaré a su debido tiempo. Pero he gastado demasiada materia gris como para dignarme a hacer eso.

Bueno, eso. Una nota de autor un poco larga (pero no tanto como el primer capítulo. Intentaré escribir más corto de ahora en adelante), pero quería presentar este nuevo proyecto.

Nos leemos, buenos días/tardes/ noches.

MG.