Tan fácil

Mycroft Homes era el hombre más poderoso del mundo, y posiblemente, el más inteligente también.

Por esto mismo, podía manipular a casi todo el mundo, tan solo unas pocas personas se resistían a él, su hermano menor, Sherlock, el Doctor Watson, reciente pareja de su hermano y por último, una nueva persona, el Detective Inspector Gregory Lestrade.

Para el señor Soy-el-Gobierno-britanico Holmes era tan fácil manejar su mundo que lo aburría.

Para Lestrade, era tan fácil sacar a Mycroft de sus casillas como tomarse su café matutino.

Greg solo tenia que sonreirle a una chica para que el mayor de los Holmes saltara lleno de celos. Una palabra amable al encargado del cine y este ya se había ganado una mirada asesina del más alto.

John solía decirle que debía declararse, pero eso no era tan fácil como acabar con su cerveza.

Sherlock solía chinchar a Mycroft con su no-relación, para terminar con algo parecido al consejo de John, pero para Mycroft enfrentar sus sentimientos no era tan fácil como evitar una Tercera Guerra Mundial.

Para Sherlock y John, era tan fácil darles una oportunidad a esos dos como de invitarlos por separado al parque y dejarlos juntos y solos en el momento indicado.

Para Greg, le fue tan fácil enojarse cuando Mycroft lo ignoró, como lanzarle el helado al elegante traje negro, que seguramente costaria más que su casa entera.

Mycroft le miro sorprendido, claramente sin entender el comportamiento ajeno, cosa que hizo que Greg se enojara aun más.

Y entre gritos y más cosas lanzadas, a Greg le fue tan fácil gritar sus sentimientos, como de ponerse totalmente rojo al darse cuenta de lo que había hecho.

A Mycroft le fue tan fácil atraparlo entre sus brazos y comenzar a besarlo, como el aprender un nuevo idioma.

Y les fue tan fácil aceptarse y vivir juntos, como de seguir con sus rutinas con un final mejor.