Disclaimer: Five Nights at Freddy's y todas sus entregas no me pertenecen, sino a Scott Cawthon.

Disfruten del Drabble y no olviden dejar review o algun consejo para mejorar mi redacción, ambos son bienvenidos y me motivan a continuar escribiendo.

Oscuridad era lo único en la habitación, kilómetros y kilómetros de oscuridad que lo cubrían de la cabeza a los pies. No tenía idea de si seguía vivo pero gracias al fuerte malestar y nauseas deseaba que fuera todo lo contrario, los recuerdos del accidente eran borrosos, fracturados, y se repetían como un bucle en su cabeza.

El silencio era frustrante y su vista empezó a nublarse mientras soltaba lágrimas llenas de dolor intentando encontrarle un sentido a lo que le rodeaba desde que había abierto los ojos.

Todo estaba tan vacío, tan oscuro.

¿Había algo mal con él? ¿En verdad su hermano lo detestaba tanto como para tratarlo de esa manera? ¿En su cumpleaños, para variar?

Aún era un niño, desde que su padre se había enfocado tanto en su trabajo y su madre había desaparecido de sus vidas nadie se había detenido a explicarle qué es lo que sucedía en su hogar que había cambiado todo y la había vuelto en un infierno. Lo único que comprendía era que aquello había resultado en una reacción en cadena que finalizó con él en medio de la nada abrazándose a sí mismo intentando buscar el calor que le era imposible sentir e intentaba parar las lágrimas que salían de sus ojos a mares mientras miraba el suelo y gimoteaba débilmente. El dolor de cabeza persistía, con más intensidad cada segundo y tomando la poca energía que conservaba.

¡Quería a su hermano, en verdad lo quería! Su única duda era si él sentimiento era mutuo.

El sonido de un despertador le sacó de golpe de sus pensamientos, sonido que después empezó a escucharse lejano y pasó a ser una pieza más de la nada. Elevo la mirada hacia lo desconocido encontrándose, frente a él, un conjunto de peluches de aspecto desgastado y ojos saltones cosidos de forma cuidadosa en su lugar. Los reconocía y algo dentro de él quiso vomitar ante el recuerdo fresco.

Observó por un rato temeroso de hacer un movimiento en falso, esperando que no quisieran atacarlo de nuevo, su cuerpo estaba preparado para realizar cualquier movimiento de defensa en caso de que lo requiriera como había estado haciendo durante ya cinco bucles. El silencio que parecía eterno fue interrumpido por el que creía sería Fredbear.

¿Me puedes oír? —la voz sonaba tan mecánica, como si la caja de voz dentro del juguete se hubiera roto y dejará en su lugar el sonido forzado de las tuercas golpeando unas contra otras.

Intentó responder pero las palabras no salían de su boca, era una sensación estresante e impotente que rasgaba su garganta. Su esfuerzo solo lograba que el dolor fuera tan insoportable como el de su cabeza.

No sé si puedes oírme.

Puedo oírte! ¿Tú puedes oírme?" pensó dolido mientras hacía un último esfuerzo de ser escuchado, mirando fijamente al otro extremo del lugar.

Silencio.

Lo siento.

Las lágrimas seguían recorriendo sus mejillas sin querer parar y una profunda sensación de sueño le llegó de golpe, el sonido de estática cada vez más fuerte. El oso volvió a hablarle y con mucha dificultad pudo percibir el ligero cambio de voz que se intercalaba con los sonidos mecánicos de los peluches.

Estás roto.

Sabía que estaba roto, no de la misma forma que Fredbear lo quería dar a entender, pero si captaba que de alguna manera el paisaje a su alrededor no podía ser una buena señal. Los peluches detrás del oso dorado comenzaron a desaparecer de manera lenta, miro hacia Foxy mientras este se desvanecía en la penumbra frente a sus ojos.

Seguimos siendo tus amigos. ¿Nos crees?

"Sí, lo sé"

Todavía sigo aquí…

Era una mentira, una que se había estado creyendo desde ya bastante tiempo y él lo sabía, pero podía tragársela aun hasta convencerse de que era lo contrario.

Freddy se fue.

Al final dejo de escuchar movimiento, su vista opacandose entre lágrimas y cansancio, la sensación de algo pesado arrullandole hasta cerrar los párpados y sofocandose con la falta de aire, sin poder oír la última oración que retumbó por el vacío. Sollozo antes de volver a mirar el suelo por una última vez y perderse entre la obscuridad y la nada.

Fuera de su mente, cerca de la cama de hospital en la que reposaba inmóvil y con vendas rodeando sus heridas, lloraba el joven de cabello castaño y despeinado con la máscara de zorro entre las manos; repitiendo constantemente la frase que esperaba su hermano menor pudiera escuchar en aquel coma mientras dejaba que las lágrimas empaparan sus pómulos y sostenía la mirada hacia el suelo evitando ver la desagradable imagen del niño conectado.

Todavía sigo aquí.