Ya casi no podía respirar. Las fuertes manos que le rodeaban el cuello estaban cortando todo el suministro de oxígeno que su cerebro necesitaba para mantenerla alerta, despierta y viva. Mientras luchaba por respirar y tratar de liberarse de la presión de los dedos de su atacante, recordó que había sido entrenada para este tipo de situaciones, pero esta vez era distinto, el hombre primero la había golpeado en la cabeza, dejándola algo aturdida y luego, cuando le estaba quitando la ropa interior que llevaba debajo del elegante vestido, ella recobró el sentido y comenzó a luchar, fue entonces que el hombre comenzó a estrangularla.

Mientras continuaba luchando por aire, pensó que si este era su final y el hombre lograba su fin, ¿alguien se daría cuenta de su ausencia?, ¿alguien miraría a su alrededor pensando "creo que falta algo", "creo que falta alguien"?... pensó que cuando se dieran cuenta ya sería tarde.

Tal vez era su culpa, debió esperar por su compañero, no debió comenzar con la segunda parte de la investigación sola, pero estaba harta, estaba harta de tener que esperar que su compañero se dignara a salir de la cama de su novia para hacer su trabajo. En realidad estaba cansada de esperar como todos los viernes de películas clásicas se habían vuelto una tradición de una sola persona. Desde hacía un par de meses que venía pasando, lo que se había convertido en un tórrido verano de películas y sexo con su compañero, había terminado en un frío otoño de soledades de viernes. Sin despedidas. Sin explicaciones. Igual como había comenzado, había terminado.

Pero nada de eso ahora importaba. Sólo importaba que su compañero no estaba a su lado para cuidar su espalda, ni para salvarle el trasero.

Cuando el hombre liberó algo de la presión que estaba aplicando en su garganta, tomó algo de aire y recordó que tenía su arma en el bolso que yacía en el piso al lado de ella, quizás con algo de esfuerzo lo alcanzara, quizás no. Intentó alcanzarlo y lo hizo, alcanzó a sacar su arma, pero el hombre que había visto sus movimientos se alzó sobre ella y tomó la base de una costosa y pesada lámpara de metal que antes estaba en la mesita de noche, y que ahora yacía hecha trizas en el piso.

Al mismo tiempo en que ella apretó el gatillo, el hombre golpeó su cabeza; y la oscuridad le dio la bienvenida.

Quizás la encontraran, cuando se dieran cuenta de que algo faltaba…