Disclaimer: Nada de esto es mío, ya sabes.

Primer chap de mi tabla de "Retos a la Carta" una comunidad del Livejournal.

Nombre: Lágrimas.

Personaje: Pansy Parkinson.

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Detrás de las máscaras.

Por:

Roses' Rain Spell.

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No sabes qué sientes, no sabes qué haces. Sólo sabes que tu corazón se destroza por dentro, pero que tus acciones no lo demuestran. Que tu fría mirada es la de todos los días, que tus actitudes son las mismas, pero tú no eres la de siempre. Sabes que quieres estar sola, en la oscuridad, gritando, golpeando, llorando.

Lo miras a tres asientos de distancia por delante de ti. Su mirada no se separa de esa sangre sucia. Adivinas que sus pensamientos también están sobre ella. Pero… ¿qué puedes hacer tú? Estuviste a su lado durante toda su vida, tratando de sobresalir – Y debo admitir que sin mucho esfuerzo – por encima de las demás. Tus padres quieren que seas la futura señora Malfoy.

Te sientes sola en ese pasillo oscuro, ni siquiera querías ir, pero con solo leer la carta que te mandó, con ese perfume tan varonil impregnado en el pequeño objeto, acudiste al llamado. Tonta, tonta, tonta. No paras de repetir lo mismo en tu fuero interno. Si sabes que va a pasar lo mismo de cada noche.

Entras a esa aula vacía, y su figura prepotente te espera apoyada contra la pared. No quitas tus ojos de su cuerpo, ni puedes evitar esa sonrisa que solo él te logra sacar. Se acerca a ti con sigilo, como un felino a punto de atacar a su presa. Su mirada te penetra, el calor te consume. Acerca su boca hasta tu oído, tus piernas tiemblan, dudas poder mantenerte en pie por más tiempo.

-Llegas tarde.

No pregunta, no pide permiso. Sus labios atrapan los tuyos de un modo salvaje, te empuja contra una de las paredes, mientras sus manos te recorren sin pudor. Te sientes en el paraíso. Su boca abandona tus labios y se dirige a tu cuello, tu clavícula…

Pero tu no te quedas atrás, tus dedos se enredan en sus cabellos dorados y tus uñas se clavan en su nuca. Lanzas tu cabeza hacia un lado para que tenga una entrada más fácil a esos besos que te vuelven loca. Su mano se cuela por debajo de tu blusa. Jadeas. Su mano atrapó tu seno derecho, y no parece querer soltarlo. Gimes cerca de su oído, sabes que eso lo pone loco. Te quita con tanta facilidad tu corbata, que el movimiento parece imperceptible. Sus dientes te arrancan la camisa, y tú no puedes parar de jadear. Se acerca nuevamente a tu oído, con los ojos aún cerrados.

-Granger…

Esa fue la gota que colmó el vaso. ¿Cómo era capaz de besarte y tocarte de esa manera, imaginando que eras otra? Las lágrimas se agolpan en tus ojos, luchando por salir. Te sientes superada, te sientes usada. Lo empujas con todas tus fuerzas, aunque sabes que no lo mueves ni un ápice. Coges tu camisa y tu corbata, lo más rápido que puedes. Tomas el pomo de la puerta, pero antes de irte, lo miras con rabia. Su mirada soberbia no se le quita de la cara. Tu actitud le divierte, y no sabes que es lo que te duele más.

Cierras de un portazo, tu vista empañada por las lágrimas. Por lo menos no has llorado frente a él. No sabes a donde te diriges, no tienes un rumbo fijo en tu mente.

Ves una puerta frente a ti y crees que es un milagro. Entras y ni te fijas si esta vacía, aunque sepas en tu fuero interno que lo está.

Te tiras en el piso y tu llanto se escucha hasta en el despacho del viejo loco de tu director (ni siquiera en tu estado puedes sentir algo bueno por alguien que no sea él.) Coges tu varita desde el interior de tu túnica y la diriges a tu cuello.

-Si…Silencius.

Ningún ruido sale de tu garganta. Una mueca parecida a una sonrisa amanece en tus labios. Pero es opacada por el llanto y los gritos. Te levantas del piso y comienzas a lanzar y golpear cada cosa que pase por frente tuyo. Destruyes tus delicadas manos en cada golpe. Tus nudillos sangran. Tu corazón igual.

El aula parece haber sido atacada por un huracán. Tu respiración comienza a calmarse, tus ojos comienzan a secarse. A tu cuerpo lo dejan de recorrer esos espasmos que tanto odias. Miras a ambos lados antes de salir y mueves tu varita, haciendo que todo lo que has roto con anterioridad vuelva a la normalidad.

No te molestas en devolverte la voz. Sabes que no tienes nada importante que decir. Cierras la puerta tras de ti, dejando ese patético episodio atrás, para no volver a recordarlo. Caminas meneando suavemente tus caderas, dirigiéndote a tu sala común. Sabes muy bien que nadie te preguntará por qué llegas a esas horas. A nadie en Slytherin le importa en verdad que hagas con tu vida… Y a veces agradeces que así sea.

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Si has logrado llegar hasta acá, te admiro y te pido que llegues a un paso más. ¿Ves el camino de abajo? ¿Y si lo sigues y me cuentas que te parece?

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Rose