El Cambio de un Destino

CAP: 1

Desde el fondo del abismo

"El afamado empresario del año, Darien Chiba, pasea su amor, con la que hasta hace seis meses era su secretaria, por las idílicas calles de París. La pareja tiene como último destino de su luna de miel las paradisiacas playas de Cancún. Después regresarán a Japón, donde la nueva esposa de Chiba sustituirá en la presidencia de la fundación Sayuri Chiba a la señorita Serena Tsukino, anterior prometida del empresario.

Siguiendo con la crónica social…"

- No los soporto – Serena dejó las agujas de punto en su regazo y cogiendo el mando a distancia de la mesita apagó el televisor.

- ¿Siguen hablando de mi primo? – Rei apareció por la puerta de la sala envuelta en un impoluto albornoz blanco y secando con una toalla su maravillosa cabellera color ébano.

- Sí, parece que no se cansan – la rubia había retomado su labor de punto que ya tomaba forma de un hermoso patuco –. Ami ha conseguido lo que quería, ser el centro de atención de toda la prensa rosa.

- Qué patético – Rei arrojó la toalla al sofá –. No sé cómo Darien lo permite, siempre ha sido muy discreto y además odiaba a esa clase de prensa.

- Darien ya no es el mismo de antes. Mira, ¿qué te parece? – Serena le mostró el diminuto patuco a punto de terminar.

La morena se sentó en el brazo del sillón donde descansaba su amiga y tomó entre sus manos la prenda de bebé.

- Qué manos tienes Serena, esto es precioso. Yo soy incapaz de hacer punto, me estresa demasiado.

Rei devolvió la prenda a Serena y se levantó avanzando hacia la ventana por la que entraba una luz mortecina.

- En cambio a mí me relaja, y saber que luego esto lo va a llevar mi hijo cuando nazca es un orgullo – dirigió su mirada a Rei que parecía perdida en sus pensamientos, mirando por la ventana sin ver nada –. Parece que va a llover.

- Sí, eso parece. El cielo se ha cubierto demasiado – con un suspiro se apartó de la ventana –. Será mejor que me vista si no queremos llegar tarde a tu cita con el ginecólogo.

La morena recogió la toalla del sofá y se perdió por el pasillo con rumbo a su habitación. Serena guardó las labores de punto en una bolsa de plástico que después metió en su gigantesco bolso. Se levantó del sillón y caminó por la sala. Iba vestida con un amplio vestido verde de punto, pues su embarazo empezaba a ser evidente, de media manga que le llegaba por encima de la rodilla, pantis marrones y zapatos planos. Su cabello lo llevaba recogido en una trenza que caía hasta la mitad de la espalda. Como único complemento lucía unos sencillos pendientes de plata con forma de media luna.

Se paró frente al aparador de madera de roble y tomó una fotografía de él que le trajo buenos y a la vez amargos recuerdos. En ella salían cinco personas, todas sonriendo. En el centro ella y Darien, y rodeándolos Zafiro, el hermano de Darien, Rei, prima de los dos hombres y Ami, amiga de todos. La foto había sido tomada año y medio atrás, el día en que Serena y Darien se habían comprometido. El camarero del restaurante en el que habían estado cenando se la había sacado. La rubia había ido completamente engañada a esa cena. Se suponía que el motivo era celebrar el ascenso de Zafiro. Y fue así en un principio, pero luego…

El camarero acababa de servir el postre. Todos habían disfrutado de una maravillosa cena. Las mujeres pidieron helado, Rei y Ami de vainilla y Serena de chocolate, su sabor favorito. Zafiro había ordenado flan con nata y Darien no acostumbraba a tomar postre.

La rubia había dado buena cuenta de la primera bola de helado y al meter la cuchara en la segunda chocó con algo. Extrañada, Serena escarbó en el helado para encontrar un objeto brillante envuelto en papel celofán. Lo tomó en sus manos sin saber muy bien qué hacer con ello. Todos estaban callados, expectantes, observando la reacción de Serena, hasta que Ami no aguantó más y rompió el silencio:

- Serena, creo que deberías quitar el celofán y ver qué hay en su interior.

- Oh, está bien, eso haré.

Manipuló el celofán que se resistía a abrirse pringándose los dedos de chocolate. Cuando por fin pudo abrirlo y antes de que sacara el contenido Rei le pasó una servilleta.

- Límpiate las manos antes, no te gustará manchar lo que hay dentro.

La rubia obedeció y cuando sus manos ya no tuvieron restos de chocolate tomó el objeto, que resultó ser un precioso anillo de platino con un reluciente diamante de un tamaño perfecto, ni muy pequeño ni muy grande.

- ¿Y esto? – preguntó asombrada Serena.

Darien se levantó de la silla y se situó a su altura. Cogió el anillo de las manos de su novia.

- Si aceptaras casarte conmigo me harías el hombre más feliz de la tierra – hincó una rodilla en el suelo –. Dime Serena, ¿me harías el honor de ser mi esposa?

- Sí, sí, sí – lágrimas de felicidad rodaban por sus sonrosadas mejillas –. Te amo Darien y deseo pasar el resto de mi vida contigo.

El moreno cogió entonces la mano derecha de su novia, que temblaba de la emoción, y deslizó suavemente el anillo en el dedo correspondiente. Entonces sellaron su compromiso con un apasionado beso, mientras sus amigos los felicitaban y el camarero servía copas de champagne.

Serena no pudo evitar llorar, ¿dónde quedó todo el amor que Darien decía tenerle? pensó mientras apretaba la fotografía contra su pecho. Bastó la sabia manipulación y las hábiles mentiras de Ami para que su sueño se hiciera pedazos. Lo peor de todo y era casi lo que más le dolía, es que su hijo crecería sin el cariño de su padre. Darien había negado su paternidad, auspiciado por Ami que lo había convencido de que el hijo que esperaba Serena no era suyo. Le había manipulado de tal forma que había conseguido minar la confianza que tenía en la rubia. Y ya se sabe que cuando la confianza se rompe el amor se resiente.

Serena colocó la fotografía en su sitio cuando sintió una mano en su hombro. Giró la cabeza para encontrarse con la profunda mirada de los ojos amatistas de Rei.

- Debí haberme deshecho de esa fotografía hace mucho tiempo.

- No tienes que hacer eso por mí Rei, no es necesario – volvió su cabeza quedando su vista enfocada de nuevo en la fotografía.

- Sí que es necesario – hizo que Serena volteara para encararla –. Mírate, tienes los ojos rojos, has estado llorando. No me gusta verte así, el imbécil de Darien no merece tus lágrimas.

La morena apartó a su amiga y cogió el portarretratos, abrió la tapa posterior y sacó la instantánea.

- ¿Qué vas a hacer? – preguntó Serena elevando el tono de voz.

- Esto – Rei hizo pedazos aquel trozo de papel que tanto dolor causaba a Serena.

- Rei…

- Así ya no llorarás cuando vengas a verme, no al menos por esa estúpida foto.

De repente Serena rompió en llanto y ocultó el rostro entre sus manos. A Rei se le partió el alma al ver a su amiga tan desvalida y enrolló sus protectores brazos en torno al cuerpo de Serena atrayéndola hacia ella, de manera que pudiera darle consuelo.

- Ya Serena, por favor, cálmate. Mira que esto no le hace bien al bebé.

- Lo siento Rei, pero extraño muchísimo a Darien, no puedo sacarle de mi corazón – la mujer descubrió su cara y entonces correspondió posesivamente al abrazo de la morena –. Duele, duele mucho.

- Juro que se las voy a cobrar a Ami todas juntas – murmuró Rei entre dientes, mientras acariciaba con ternura el pelo de Serena.

Cuando Serena se hubo calmado, Rei deshizo el abrazo y le ofreció un pañuelo, que sacó de uno de los cajones del aparador, para que limpiara sus lágrimas. La embarazada miró con nostalgia los pedazos de papel fotográfico esparcidos por el suelo y se agachó a recogerlos pero la de ojos púrpura la detuvo.

- Déjalo Serena, ya lo recogeré yo cuando vuelva a casa.

- No tenías que haberla roto – habló poniéndose de pie.

- Es mi foto y puedo hacer con ella lo que quiera, además salía fatal, mi pelo estaba hecho un asco. Menos mal que cambié de peluquero.

Serena rio de buena gana ante el comentario. Rei suspiró mentalmente, había hecho que su amiga se olvidara por un momento de su desgracia.

- Gracias por animarme Rei – besó su mejilla cariñosamente.

- Es mi deber como amiga – tomó del brazo a Serena –. Y ahora, vámonos a que nos digan cómo está tu lindo bebito.

Serena recogió su bolso y junto con la morena se dirigieron a la entrada. Se pusieron los abrigos, Rei tomó su bolso y salieron al descansillo. El ascensor las bajó directamente al garaje y montaron en el coche de la morena.

Cuando salían a la calle comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia, salpicando la luna delantera del coche. Rei accionó el limpiaparabrisas que en cada pasada dejaba el cristal libre de agua.

A pesar de haberse retrasado en salir de casa, debido al momento de angustia que había experimentado la rubia, llegaron a la consulta del ginecólogo con tiempo suficiente. Cuando fue el turno de Serena, Rei entró con ella. La embarazada se cambió de ropa poniéndose una bata de hospital que le ofreció la enfermera y se tumbó en la camilla. Dejó al descubierto su vientre en el que ya se notaba un ligero abultamiento. La cintura de Serena se había ensanchado y estaba empezando a perder su esbelta figura.

El médico vertió el frío y transparente gel sobre el abdomen de la rubia y empezó a pasar el ecógrafo por él. Unas imágenes totalmente incompresibles para ojos inexpertos aparecieron en la pantalla. El doctor fue explicándole a Serena lo que se veía, pudiendo ella al fin vislumbrar la figura de su bebé. Entonces comenzaron a oírse los rítmicos y rápidos latidos de un corazón.

- Serena, éste es el sonido del corazón de tu hijo – habló el ginecólogo –. Tiene un corazón fuerte y sano.

La mujer se emocionó al oír por primera vez los latidos del corazón del ser que crecía en su interior. Sus azules ojos se llenaron de lágrimas que empañaron su visión, buscó la mano de Rei, que también tenía lágrimas en los ojos, y la apretó con fuerza notando como su amiga correspondía al apretón.

- Doctor, ¿no late demasiado rápido? – preguntó Serena intranquila pensando que su hijo tuviera algo malo.

- No Serena. El latido es completamente normal, en los gestantes el corazón late así de deprisa. No te preocupes todo está bien.

- Y el sexo del bebé ¿podemos saberlo? – inquirió curiosa la futura madre.

- Aún es demasiado pronto, hay que esperar hasta el quinto mes de embarazo. Tú todavía estás de tres meses y medio. Ten paciencia ya llegará – el médico apagó el doppler y le pasó a Serena una caja de pañuelos de papel –. Toma, ya puedes limpiarte.

Serena retiró de su vientre los restos de gel y se levantó de la camilla ayudada por Rei, después pasó detrás del biombo para vestirse y por último tomó asiento frente a la mesa del galeno.

- Bueno Serena, como te he dicho está todo correcto. Quiero que vengas dentro de dos días para hacerte unos análisis de sangre. Es algo rutinario.

- De acuerdo doctor – contestó Serena.

- ¿Estás comiendo bien y tomando las vitaminas y el ácido fólico? – interrogó el doctor mientras escribía en el informe.

- Sí, mi amiga Rei no para de recordármelo.

El ginecólogo hizo algunas recetas y se las entregó a Serena.

- Pues con esto damos por finalizada la consulta. Pide cita para los análisis cuando salgas. En unos días te llamaremos para darte la cita de la próxima revisión. Espera un momento fuera y te daré una copia de la ecografía.

- Muy bien, gracias doctor – habló la rubia mientras se levantaba de la silla.

Una vez que Serena pidió la cita y hubo recibido la copia de la ecografía, Rei y ella se marcharon. La morena dejó a su amiga en casa y después tomó rumbo a la suya.

La rubia acudió a la clínica dos días después para hacerse los análisis tal como le había pedido el médico.

Diez días más tarde, la pareja de recién casados viajaba en su avión privado de regreso a Japón. Ami iba completamente enjoyada, no le faltaba ningún complemento, pendientes, collar, pulseras y varios anillos, entre ellos su alianza de matrimonio y su anillo de pedida con un ostentoso diamante en talla baguette. Éste último lo lucía con bastante orgullo.

La mujer hizo todo lo posible durante el largo viaje para evitar que su elegante traje sastre azul marino de Armani se arrugara. Su esposo le había insistido que se pusiera algo más cómodo porque tendrían que pasar bastantes horas sentados en ese avión, pero Ami se negó. Darien, sin embargo, fue más práctico: pantalones vaqueros, polo azul de manga corta y jersey negro de punto.

Ambos estaban acomodados en sendos sillones de cuero color beige. Darien leía la prensa económica del día mientras que la peliazul pasaba las hojas de una revista de cotilleo buscándose a sí misma.

- Mira cielo, salimos aquí – Ami se levantó y se sentó al lado del moreno poniéndole la revista delante de los ojos –. ¿Qué te parece? – sin darle tiempo a contestar siguió hablando –. Yo personalmente creo que la foto es bastante mala. Tendré que entérame qué fotógrafo de quinta la ha tomado para ponerle los puntos sobre la íes.

Darien miraba la foto sin ningún interés, algo fastidiado por la interrupción de Ami.

- A mí no me parece que esté tan mal – habló por fin –. No deberías meterte en ese lío amor, déjalo estar.

La mujer apartó la revista y volvió a su sitio. Se sentó cruzando las piernas y continuó hojeando el ejemplar. El empresario mientras tanto dobló el periódico dejándolo sobre una mesa y encendió su portátil para revisar algunas cosas.

- ¿No puedes dejar el trabajo ni si quiera un momento? – protestó la peliazul levantando su mirada de la revista –. Nos queda sólo este día para disfrutar y tienes que estar haciendo eso – dijo señalando despectivamente el ordenador.

- Hay mucho trabajo atrasado y asuntos pendientes – informó a su esposa mientras tecleaba en el portátil –. Lo siento Ami, pero desde el aeropuerto me iré directo a la oficina.

- Está bien, como tú quieras – se pasó una mano por el pelo –. No voy a obligarte a que te quedes conmigo – cerró la revista y la tiró de cualquier forma sobre la mesa –. Pensándolo mejor, yo también tengo cosas que hacer.

- ¿A sí? ¿Cómo cuáles? – la miró divertido.

- Tengo que comprarme algo apropiado para mañana – cambió de posición en el asiento –. La presidenta de la fundación más importante de Tokio no puede aparecer en su primer día de trabajo vestida de cualquier manera.

- No, desde luego que no – dijo burlón –. Sería un escándalo, no quiero ni imaginar lo que podría decir la gente.

- Tonto – rio Ami lanzándole un cojín a la cara –. No te burles, estoy hablando en serio. Por cierto, le habrás informado a la odiosa de Serena que desde mañana ya no tendrá ningún tipo de relación con la fundación, ¿verdad?

- Por supuesto cariño, mi secretaria le avisó antes de nuestra luna de miel. Hoy es su último día de trabajo.

- Perfecto, no me gustaría tener que encontrármela. No soporto su carita de niña buena, la verdad pensé que Serena era diferente, pero después de todo lo que te hizo… Es el colmo que pretendiera empaquetarte el hijo de otro ¡Qué descarada!

- Ya cielo, no hablemos más de ella. No merece que gastemos nuestra saliva.

El indicador de abrocharse los cinturones se encendió, parpadeando, mostrando que el aterrizaje estaba próximo, siendo corroborado por la voz del piloto que resonó a través de los altavoces.

Darien y Ami cambiaron de asientos sentándose en unos del estilo de los aviones de pasajeros convencionales. Abrocharon sus cinturones y esperaron pacientemente a que el piloto comenzara con la maniobra de aterrizaje.

Después de que el avión tocara tierra y se parase, la pareja soltó los cinturones y se puso de pie. Darien apagó el ordenador y lo guardó en su funda especial, mientras Ami se dedicó a retocar su maquillaje.

Minutos después bajaban por la escalerilla del avión. La peliazul llevaba puestas unas enormes gafas de sol y su mejor sonrisa. Iba tomada del brazo de su esposo esperando la avalancha de fotógrafos y prensa que estarían esperándolos. Se llevó una gran decepción al ver la pista de aterrizaje libre de paparazis.

Wilson, el chofer, esperaba apoyado en la puerta de la limusina, listo para llevar a los esposos de regreso a casa. Algunos empleados del aeropuerto ayudaron a descargar el equipaje de los Chiba de la bodega del avión y guardarlo en el compartimento del elegante coche.

- Bienvenidos a casa señores Chiba – saludó cortésmente el chofer, cuando el matrimonio se paró frente al automóvil.

- Gracias Wilson – dijo Darien, Ami sin embargo no habló.

El chofer abrió la puerta de la limusina, dejando pasar a la mujer y regresó al otro lado para hacer lo mismo con Darien.

- Espera Wilson – dijo antes de que le abriera la puerta –. No ha venido ningún periodista, ¿verdad?

- Sí señor – confirmó –. No hay nadie, tal como usted pidió la prensa piensa que su esposa y usted regresan mañana.

- Bien.

Darien subió al coche y Wilson ocupó su lado en el asiento del conductor. Primero dejó al empresario en la oficina y después llevó a la señora Chiba hasta el centro comercial. Ami le pidió que llevara el equipaje a la casa y después volviera a por ella.

Serena se encontraba sentada frente a la mesa de su despacho. Todos sus objetos personales estaban guardados en una caja de cartón, apoyada en una silla. Hoy era su último día de trabajo, bueno ni siquiera iba a completar la jornada entera. Sólo le habían permitido estar hasta el medio día, órdenes del gran Darien Chiba. Su trabajo en la fundación era toda su vida, ¿qué iba a hacer ahora? Se había dejado el pellejo en cada proyecto y ese era el pago que recibía a cambio. Todo por culpa de Darien y su maldita esposa.

La rubia paseó su mirada por toda la estancia, recordando todos los buenos momentos que allí había vivido. Se demoró un instante en el sofá de cuero negro y los recuerdos que llegaron a su mente hicieron que se sonrojara. Recordaba con perfecta claridad la pasión y la furia con la que Darien y ella habían hecho el amor allí mismo, sobre ese incómodo sofá, olvidándose del resto del mundo. Sonrió pensando que en ese lugar habían concebido a su hijo. Después todo se fue a la mierda.

Los hermosos ojos azules de Serena se inundaron y las lágrimas rodaron abrasando su piel, dejando surcos en ella. Las barrió de un manotazo, sintiéndose de pronto estúpida.

- Darien Chiba – dijo en voz alta –, ésta es la última vez que lloro por ti. Rei tiene razón, tú no mereces mis lágrimas.

Llamaron a la puerta, la rubia dio permiso para entrar y la puerta se abrió dando paso a la imponente figura de un hombre tan parecido a Darien que por un momento la mujer pensó que era él, sólo por un momento pues rápidamente el espejismo se desvaneció.

- Hola Zaf – saludó Serena con voz gangosa.

- Sere, ¿has estado llorando otra vez? – recriminó Zafiro.

- Oh, no – mintió y cambió de tema –. Ya he recogido todo, ¿qué tal si nos vamos?

- Bien – Zafiro lo dejó estar –. Vámonos entonces.

La embarazada recogió su chaqueta y el bolso y tomó la caja con sus cosas de la silla, pero rápidamente Zafiro se la quitó y cargó con ella. Serena lo fulminó con la mirada.

- Puedo yo sola – protestó.

- Sere, no debes coger peso. No quiero que le pase nada a mi sobrino.

- ¿Sobrino? – preguntó mientras abría la puerta para salir de la estancia, dejando pasar primero a Zafiro –. Aún no se sabe el sexo del bebé.

- Yo sé que será un niño y va a ser el sobrino más consentido de todo el mundo –. Serena rio.

- No pienso permitir que consientas a mi hijo, ¿entendido? No quiero que sea un malcriado.

Antes de irse Zafiro pidió a la rubia que pasaran por una de las salas de juntas pues tenía que recoger algo. Al entrar, la mujer vio a todos los empleados de la fundación reunidos. Le habían preparado una pequeña fiesta de despedida. Serena se emocionó al darse cuenta de lo querida que era allí. No estuvieron mucho tiempo, Serena se disculpó alegando que era mejor que se fuera pronto, porque le estaba costando mucho marcharse de aquel lugar y no quería prolongar la despedida. Apreció el detalle que habían tenido con ella.

- Zaf, ¿me acompañarías al centro comercial? – preguntó una vez que hubieron salido del edificio –. Dentro de dos días es el cumpleaños de Rei y me gustaría comprarle algo. Luego podemos comer juntos por allí.

- Claro que sí – aceptó –. Me parece una idea estupenda.

Fueron en el coche de Zafiro, la rubia había venido en taxi esa mañana, pues su coche estaba en el taller. Serena escogió el regalo perfecto para su amiga, contando, claro está, con la oportuna ayuda de Zafiro. Después se dirigieron a la plata baja del centro comercial que era la zona donde estaban los restaurantes.

De pronto la rubia se dio cuenta de que se había dejado la chaqueta en la tienda donde habían comprado el regalo para la morena. Serena regresó sola a la tienda pues Zafiro había recibido una llamada al móvil que tuvo que atender, por lo que se quedó esperándola abajo.

Serena se encaminó a la tienda y para suerte suya, su chaqueta seguía en el lugar. Agradeció a la encargada de la tienda, que escondió la prenda por si la dueña regresaba, y salió presurosa para encontrarse con Zafiro.

El hombre estaba guardando el móvil en el bolsillo de su chaqueta, cuando oyó un grito, se giró y vio con horror cómo Serena caía por las escaleras sin poder hacer nada para evitarlo.

Ahogó su propio grito y dominado por la impresión y el pánico, corrió hacia el cuerpo de Serena. Parecía una muñeca rota y desmadejada. Se agachó y con manos temblorosas buscó el pulso de la rubia en la carótida. Suspiró, había latido pero muy débil. Inmediatamente sacó su teléfono y pidió a gritos una ambulancia. Mientras esperaba, tomó de la mano a la mujer al mismo tiempo que decía bajito que todo iba a salir bien. Pronto se vio rodeado de un círculo de curiosos que miraban impasibles la escena, buitres, pensó Zafiro.

El estado de su amiga era lamentable, tenía la cara y las manos llenas de cortes y magulladuras. Incluso había perdido un zapato en la caída. No recuperaba el conocimiento. Entonces ocurrió algo que era inevitable, el blanco pantalón que vestía la rubia empezó a teñirse de carmesí. Zafiro no podía creer que eso estuviera pasando, maldijo para sus adentros, la situación no pintaba bien, esa sangre significaba que el bebé se había dañado en la caída.

Empezó a asustarse y notó que sus ojos se llenaban de lágrimas. No podía hacer nada, ¡NADA! Serena se desangraba ante sus propias narices y él no podía evitarlo. ¡Y la ambulancia todavía no llegaba!

Varios minutos después, por fin, llegaron los servicios médicos. Zafiro informó de lo que había sucedido y del estado de Serena y otros datos que le fueron pedidos.

Le colocaron un collarín a la mujer y comprobaron sus pupilas: ambas eran del mismo tamaño y reaccionaban de igual manera ante la luz. La estabilizaron e inmediatamente después la tumbaron en la camilla con mucho cuidado y partieron hacia la ambulancia. La situación era grave.

Permitieron que Zafiro les acompañara y le administraron un calmante suave pues estaba muy nervioso. De camino al hospital, mientras la ambulancia volaba, completaron la revisión de la rubia.

- Mujer, veinticinco años, embarazada de quince semanas, con pérdida de conciencia. Tiene hemorragia vaginal y el brazo derecho roto debido a una caída por las escaleras… – gritó el médico de la ambulancia nada más entrar por la puerta de urgencias del hospital.

Zafiro estaba tan ausente que sólo escuchó una parte del diagnóstico. Rápidamente los médicos del hospital se hicieron cargo.

- Al quirófano uno, ¡vamos, rápido! – habló el médico de urgencias.

Serena desapareció en la camilla tras las puertas que daban acceso al área médica. El hombre no pudo pasar, no estaba permitido. Se acercó al mostrador de recepción para informar de los datos personales y dejar la tarjeta sanitaria de Serena.

Desde la sala de espera telefoneó a su prima, le contó que Serena estaba en el hospital sin decirle el motivo y pidió que viniera en cuanto pudiera. Nada más recibir la llamada, Rei salió pitando para el hospital. Veinte minutos después, y con cara de preocupación, la morena se reunía con su primo en la sala de espera.

- Habla Zafiro, la incertidumbre me está matando – dijo mientras se desplomaba en una silla.

- Ha… sido… horrible – el hombre apenas podía articular palabra.

Con mucho esfuerzo relató a Rei todo lo que había pasado. Cuando terminó el rostro de la mujer estaba desencajado y sus mejillas arrasadas en lágrimas.

- No puede ser – susurró bajito –. ¿Por qué cayó?

- No sé. Yo sólo la oí gritar y cuando me giré vi cómo caía sin poder hacer nada – apartó con su mano las lágrimas que nuevamente empezaban a caer –. ¡Me siento tan impotente!

- Tranquilo Zaf – le tomó una mano –. En esa situación no podías hacer nada, no te atormentes. ¿Han dicho algo los médicos?

- No, no se sabe nada. Aún está en el quirófano. Oh, si la hubieras visto allí tirada, retorcida. Creo que tendré pesadillas con esa imagen durante mucho tiempo.

Pasaron quince minutos más, tiempo que a ambos se les hizo eterno, hasta que por fin un médico vestido de verde entró en la sala de espera.

- Familiares de Serena Tsukino – llamó.

- Sí – hablaron a la vez Rei y Zafiro y se acercaron al doctor.

- Acompáñenme por favor.

Los primos siguieron al médico por los pasillos del hospital, hasta llegar a un despacho vacío donde entraron. El médico tomó asiento detrás del escritorio y les invitó a ellos a que también se sentaran.

- ¿Cómo está Serena? – preguntó Rei.

- La paciente está estable. Tiene algunos cortes y contusiones y hemos tenido que escayolar su brazo derecho. Por fortuna no hay ninguna rotura más. Ha tenido mucha suerte, la caída podía haberle costado la vida.

- ¿Y el bebé? – preguntó esta vez Zafiro.

- No hemos podido hacer nada para salvarle, lo siento. Cuando la señorita Tsukino ingresó el feto ya estaba sin vida. Hemos tenido que practicarle un legrado de urgencia.

- ¿Serena se pondrá bien? – interrumpió angustiada Rei.

- Sí, no se preocupe – tranquilizó.

El médico terminó de contarles sobre el estado de su amiga y les informó que en una hora trasladarían a Serena a una habitación y podrían verla durante un momento. La mantendrían sedada hasta el día siguiente, pues era necesario que su cuerpo descansara.

Bien temprano en la mañana, Rei volvió al hospital. Zafiro iría más tarde. Después de haber visto a Serena la tarde anterior, tuvieron que marcharse pues no les permitieron quedarse allí.

La morena entró sigilosamente en la habitación. Volvió a impresionarse al ver la figura de Serena tumbada en esa cama, tan vulnerable. Su brazo derecho estaba escayolado y el izquierdo conectado a un gotero. Ambos descansaban delicadamente sobre la cama, a los lados del cuerpo. La rubia tenía la cara hinchada y llena de moratones, al igual que el brazo izquierdo y el trocito de piel del brazo derecho que se podía ver entre la escayola y la manga del camisón de hospital que vestía.

Rei se sentó en un sillón al pie de la ventana, esperando a que su amiga reaccionase. Mientras, entró una enfermera a cambiarle el suero y tomarle la temperatura. Minutos después Serena despertaba aturdida y algo dolorida.

- A…agu…a – pidió con voz pastosa, sin abrir los ojos. Rei se acercó a la cama.

- No puedes beber Serena, te están administrando suero.

Rei abrió una botella de agua que había encima de una mesita al lado de la cama y empapó una gasa que después pasó suavemente por los labios de Serena. La rubia abrió los ojos lentamente al sentir la frescura del incoloro elemento. Vio a su amiga, que en ese momento forzó una sonrisa, y después paseó la mirada por la estancia.

- Rei, ¿dónde estoy? ¿Por qué me siento tan rara? – se llevó la mano derecha a la cara y descubrió atónita la escayola que cubría el brazo –. ¿Qué le ha pasado a mi brazo? – Rei de repente se quedó muda –. ¡DI ALGO REI! ¡HÁBLAME!

- ¿No recuerdas nada? – preguntó lo primero que se le pasó por la cabeza.

- No… – Serena se llevó las manos la cabeza y cerró los ojos – No sé… ¿Qué es lo que ha pasado? – volvió a pasear la mirada por la habitación y creyó reconocer el lugar –. Estoy en un hospital… ¿Verdad? – Rei asintió, sintiendo las lágrimas que empezaban a acumularse en sus ojos.

- Serena, ayer fuiste al centro comercial con Zaf, ¿recuerdas eso?

- Sí…Quería comprarte un regalo para tu cumpleaños – se mantuvo en silencio durante un instante, intentando reorganizar sus recuerdos en su mente –. Recuerdo haberlo comprado y después haber regresado a la tienda porque me había dejado la chaqueta, pero luego nada más… Todo está en negro.

- Sere, cuando regresabas de la tienda para ir con Zaf, al bajar las escaleras mecánicas te caíste

- ¿Me… me caí por…las escaleras…? No… No me acuerdo de eso… Oh, mi bebé – cayó de pronto en la cuenta, llevándose una mano al vientre –. Mi bebé… Rei, ¿cómo está mi bebé?

- Yo… - la morena se sentó en la cama, no podía aguantar más las ganas de llorar –. Lo siento Serena… Lo siento tanto…

- No Rei, dime que no es verdad – su amiga no pronunció palabra alguna –. ¡DIME QUE NO ES VERDAD!

- Lo siento – sólo era capaz de decir eso.

- ¡NOOOOOOOOOOO! – gritó sollozando con una voz desgarradora. Rei la abrazó, pero Serena se zafó de su abrazo –. ¡SUÉLTAME! ¡¿NO ENTIENDES?! ERA LO ÚNICO QUE ME QUEDABA DE ÉL, DE MI DARIEN, MI UNICO CONSUELO. Y ahora… ahora estoy vacía por dentro, ya no tengo a mi angelito conmigo, no lo veré nacer, nunca sabré si era niño o niña… ¡¿POR QUÉ LA VIDA TIENE QUE SER TAN CRUEL?!... ¿POR QUÉ?

Rei estaba verdaderamente asustada, Serena estaba fuera de control y muy nerviosa, eso no podía ser bueno en su estado. En ese momento Zafiro entraba en la habitación con cara de susto.

- ¿Qué son esos gritos? – preguntó.

- Serena ya se enteró. Zaf llama a una enfermera, está fuera de sí.

Zafiro miró un momento a Serena antes de realizar lo que Rei había pedido. La rubia se había encogido hasta quedar hecha un ovillo, llorando fuertemente. Su prima intentaba consolarla.

Rápidamente entraba de nuevo Zafiro, esta vez acompañado por el médico que operó a Serena y una enfermera.

- ¿Cuándo despertó? – fue lo primero que preguntó el doctor.

- Apenas hace unos minutos – respondió Rei –. Me preguntó por el bebé y tuve que contarle – dijo apenada.

Serena lloraba en posición fetal, abrazándose a sus rodillas, como queriendo llenar el hueco que había dejado su hijo. Ya no gritaba, sólo se mecía suavemente y repetía bajito todo el tiempo, mi bebé. Ni si quiera se inmutó, cuando la enfermera se acercó para aplicarle un sedante. Estaba como ida. Al momento volvía a dormir de nuevo.

El Grupo "Four Ladies" se complace en presentar a Ustedes la Opera Prima de dos de sus más talentosos miembros, Lady Tortoise (Susy Granger) y Lady Tiger (Marta Chiba) quienes hacen su debut magistral en el Lado Oscuro FF con un mini fic que explora los terrenos más sensibles del alma humana a través de una historia dramática, innovadora y llena de sensibilidad emocional como lo es "El Cambio de un Destino".

A través de la lectura de esta historia, descubrirán la dolorosa realidad de una vida truncada por el egoísmo y las envidia, y al mismo tiempo acompañarán a Serena en su proceso de búsqueda de una felicidad que una mujer sin escrúpulos le ha arrebatado, porque como dice el sumary, a veces las pruebas y el dolor son solo el crisol de la felicidad.

De todos es sabido que yo, Leonor de Éboli, no soy afecta a las historias románticas ni sentimentales, pero en este caso, puedo recomendar ampliamente la lectura de una historia interesante, inteligente y bien planeada que mis compañeras ofrecen y la cual cumple los estándares de Lado Oscuro, buena narrativa, innovación de personajes (¿Quién en FF pensaría a Ami de villana?) y estilo propio (esto es Romanticismo y Dramatismo al mil), por lo tanto, me enorgullece ser quien este día presenta a los lectores el segundo trabajo de FOUR LADIES, porque queremos renovar el Fandom y lo estamos logrando, gracias al lector inteligente que se atreva a seguir esta historia y a descubrir que en FF se puede hacer literatura de calidad.

Camarada Tiger, Camarada Tortoise, me resta despedirme con la frase del lado oscuro que hoy se aplica ampliamente a Ustedes…"Siempre alertas, siempre hermosas, siempre encantadoras…y siempre letales, somos las damas del Lado Oscuro"

ATTE: Lady Phoenix (Leonor de Éboli) (Esperen la actualización de esta historia próximamente y dígannos su opinión sobre el trabajo que el Lado Oscuro está haciendo en el fandom…ARIGATO y OMEDETOO…

Agradeciendo siempre las palabras de Lady Phoenix (Leonor de Éboli), que junto con Lady Dragon, han sido un apoyo para nosotras, con sus palabras sinceras, sus comentarios y sus porras (que a todos nos hace falta recibir unas cuantas) para sacar adelante este mini fic, que al inicio iba a ser un one shot, un one shot, que por el entusiasmo y las ideas, acabó convirtiéndose en esta historia. Esperemos que les guste este pequeño fic, que ha sido escrito con entusiasmo y mucho cariño. Marta Chiba y yo hemos aprendido mucho en este proceso juntas, descubriendo cosas muy sorprendentes, como un entendimiento digno de alguien que se conociera de años y sobre todo él sentirnos bien una con la otra, cómodas y admirando como es que se iba transformando esta historia, y queremos que se vea plasmado aquí.

Clarita, Xime, muchas gracias por su ayuda, dedicación y cariño, la verdad sin ustedes, no se como hubiese avanzado, el temor al principio fue gigante, pues Marta escribe excelente y como que me sentí corta. Pero gracias a sus hurras y a las conversaciones con las tres ladies del lado oscuro, aquí esta nuestra primera historia en duo. Aquí se verá reflejado el otro lado de este equipo.

Les mando un beso muy grande a todos los lectores y a las camaradas de Four Ladies por su ahínco y habernos juntado para sacarle el jugo a la imaginación y a Fan Fiction.

Besos,

Susy Granger.

Después de las palabras de Lady Phoenix creo que poco más se puede decir. Lady Tortoise y yo decidimos escribir un fic donde explorar los entresijos del alma humana y donde hubiera un malo malísimo dispuesto a cualquier cosa. Esperamos de verdad que os guste este fic, que como dijo Susy en un inicio iba a ser un oneshot (pero es que luego no podíamos dejar de escribir) y que sea lo que esperáis del LADO OSCURO. Lo hemos escrito con mucha ilusión. Así que ya sabéis, todo lo que tengáis que decir, lo bueno, lo malo, lo esperamos en el review.

Al igual que tenemos nuestra propia consigna en el lado oscuro, Susy y yo tenemos nuestro propio lema. Y éste es: "Pon a un Souichi en tu vida".

Sé que ahora no entenderéis a qué nos referimos, pero conforme vayáis leyendo los siguientes capítulos sabréis por qué. Y esperamos que no os decepcione.

Ahora sólo me resta decir que agradezco el apoyo de nuestras camaradas, compis, amigas, cualquier sinónimo es válido, Lady Phoenix y Lady Dragon. Clara, Xime, me alegro mucho de haberos conocido y gracias por todo. Por último decir que me estoy divirtiendo al trabajar con Susy y que he descubierto que tenemos muchas cosas en común y pienso a veces que tenemos telepatía. También me alegro de haberte conocido.

Besotes a todos, a los lectores y a las Four Ladies. Y se me olvidaba: ¡ARRIBA EL LADO OSCURO!

Marta Chiba

…"Siempre alertas, siempre hermosas, siempre encantadoras…y siempre letales, somos las damas del Lado Oscuro"