Magia en el agua
Todos esos sentimientos afloraban en su cuerpo cuando una mirada de Nakago se posaba sobre ella. Desde que era pequeña, había aprendido una cosa: si ella quería un buen lugar, debía ganárselo.
Desde que su padre la había vendido a un burdel para pagarse unas botellas más, deudas, ya ni supo por qué fue, sólo supo que ella había ido en pago de todos los males que su padre había cometido. Y entre hombres que arruinaban su vida, había crecido.
Sin embargo, conocer a Nakago había sido una de las mejores cosas que le había podido pasar. Aquel día que la salvó había quedado marcado a fuego en su memoria y en cada partícula de su piel. Su mirada fuerte y valiente en ese momento, atravesó su cuerpo y se plantó en ella aquella sensación de la que no había podido escapar desde entonces. Y que Seryuu los uniera para que sus caminos se cruzaran nuevamente había sido uno de los milagros más grandes que ella había podido testificar: estaba enamorada de aquel hombre, locamente enamorada.
El mundo cobraba sentido cuando él la besaba y la recorría con sus manos grandes. Y aunque aquello era un método para traspasar su energía ¡qué bien se sentía! Ella quería darle todo su amor en aquellos momentos en que compartían las sabanas y las tibiezas de sus almas, porque ella entregaba mucho más de lo que necesitaba. Y aunque él no le dijera palabras bonitas ni la alagara, se sentía feliz, porque había conseguido que él la necesitara de formas que no podía necesitar a ninguna otra mujer. Era ella y nada más y quería creer, porque sólo vivía por esa creencia, que en el futuro, cuando la guerra terminase y Seryuu volviera a pasar a ser un segundo plano en sus vidas, pudieran vivir juntos, tranquilos. No le importaba realmente combatir, era una guerrera después de todo y si tuviese la oportunidad de cubrirle la espalda siempre, a ella no le hubiese importado sacrificar su alma tan sólo por él.
Y se desvivió en pensamientos de un futuro lejano, un presente estable y lleno de amor, que al menos, ella siempre iba a demostrarle y decirle todo lo que él no era capaz de decir. Era Nakago, ella sabía que no era expresivo y tampoco lo esperaba, sólo contaba con que él estuviera, después de eso, nada más importaba.
Y mientras imaginaba y soñaba despierta, el vapor de las aguas se fue haciendo más denso, aun así, recostó su cabeza sobre sus brazos y se quedó mirando las piedras. Cerró los ojos y suspiró sonoramente hasta que unas manos cálidas y grandes la tomaron por la cintura. Su cuerpo desnudo reconoció el tacto al momento y simplemente, se dejó llevar por los besos, dejando que él poseyera su cuerpo y le robara el aliento una vez más.
Esta es una pareja que amo con pasión aunque prácticamente, no hay absolutamente nada de nada de ellos en fanfiction en español. ¡Con lo lindos que son! Creo que Nakago de alguna forma, quiso a Soi, muy a su especial manera de ser. ¿Y Soi? Bueno, sabemos que ella siempre lo amó y cobijó la esperanza de ser su única mujer. Me habría encantado que Watase le diera eso, aunque sea por un momentito.
¡Un abrazo!
