CAPITULO 1: TRISTES RECUERDOS
- ¡MIIILOOOO! - gritó Nira mientras caía por un profundo abismo.
- ¡NIIIRAAAA! - gritó Milo desde lo alto de un risco mientras veía como ella caía en la oscuridad…
Milo se levantó de golpe, sudando y asustado. Ya habían pasado poco más de cuatro años desde aquel incidente y dos desde la batalla contra Hades. Aun estaba oscuro puesto que apenas eran las 3:15 de la madrugada.
- Sólo fue una pesadilla… un mal recuerdo - dijo Milo con tristeza mientras se pasaba una mano por la frente y se sorprendió al notar que estaba sudando - maldición - dijo y cuando se iba a levantar de la cama para ir al baño y lavarse la cara, escuchó que alguien se acercaba.
- Milo… ¿Qué haces levantado? - preguntó una chica de cabello rojizo, Milo sólo la miró estupefacto.
- Ni… ra - murmuró sin salir de su asombro.
- Recuerda que estás muy débil y debes descansar - Nira se acercó a la cama y se sentó al lado de Milo - vamos, recuéstate otra vez - hizo una pausa - me alegra mucho que ya hayas despertado, tenías ya dos semanas inconsciente - sonrió - será mejor que vaya a avisarle a Andro, el estará igual de contento que yo por esto - Nira se levantó y se fue corriendo de ahí. Milo sólo se quedó desconcertado.
- Esto no puede estar pasando - se dijo y se levantó para seguirla.
El templo del Escorpión celeste estaba oscuro pero aun así él podía ver la silueta de Nira salir corriendo por la entrada.
- Espera - dijo cuando estaba al borde de las escaleras, pero Nira sólo se limitó a voltear y sonreírle sin parar de bajar las escaleras, por lo que Milo no tuvo más opción que seguirla.
Cada vez que pasaba por un templo lo hacía lo más silencioso posible para no despertar a nadie aunque él sabía que la gran mayoría de sus compañeros tenían el sueño pesado y con los únicos que debía preocuparse un poco más era con Shaka y Mu. Durante varios minutos la siguió por todo el tramo de las doce casas hasta que Nira por fin se detuvo a unas cuantas escaleras más abajo del templo de Aries.
- ¿Nira? - dijo Milo, pero como no obtuvo respuesta alguna se fue acercando lentamente a ella, un poco inseguro, y cuando su mano iba a tocar su hombro ella se volteó - ¡Maldición! - dio varios pasos atrás hasta topar con uno de los bordes que circundaban las escaleras, sorprendido por la imagen que estaba viendo. Lo que tenía en frente no era la Nira que él había conocido hace varios años, sino que era otra totalmente diferente; su cabello era igual sólo que enmarañado y algunas partes de la cabeza estaban calvas, no tenía ojos y en lugar de ellos había algunos gusanos, tenía varias heridas grandes e infectadas por todo el cuerpo, su ropa estaba desgastada y rota y su piel no era blanca sino que tenía un tono azulado; en pocas palabras parecía un zombie. Sin parpadear y sin dejarla de ver, Milo se fue sentando poco a poco sin despegarse de la pared, había caído en estado de shock y un recuerdo comenzó a aflorar en su mente…
Flashback
Ya habían pasado dos semanas desde que Milo por fin obtuvo su armadura y durante ese tiempo él se la pasó inconsciente. Cuando despertó, lo primero que vio fue unos grandes, profundos y alegres ojos negros con un toque de tristeza acompañados por una bella y enorme sonrisa.
- Por fin despertaste.
- Hola Nira - dijo Milo e intentó sentarse - ¡Ouch! - un dolor agudo recorrió todo su cuerpo.
- Todavía sigues adolorido por los piquetes de escorpión que recibiste - dijo Nira - deja voy por algo - Nira se levantó y Milo sólo vio como se alejaba. Cuando tanteó que ella ya no lo podía ver y a pesar del dolor que sentía pudo sentarse en el borde de la cama.
- Milo… ¿Qué haces levantado? - preguntó Nira cuando llegó, en una mano traía una especie de ungüento - Recuerda que estás muy débil y debes descansar - Nira se acercó a la cama y se sentó al lado de Milo - vamos, recuéstate otra vez - hizo una pausa - me alegra mucho que ya hayas despertado, tenías ya dos semanas inconsciente - sonrió - ya le avisé a Andro y créeme, no tarda en llegar.
- ¿Dos semanas? ¿Tanto tiempo?
- Sí, así es
Fin del Flashback
- ¿Milo?... ¡Milo!... ¿Qué tienes?... ¡MILO! - Milo se sobresaltó
- ¿Mu?
- Milo ¿Qué tienes? - preguntó Mu preocupado - ¿Qué haces aquí?
- Nada - respondió Milo agüitado mientras se levantaba, Mu sólo lo miraba más desconcertado que antes.
- ¿Nada?
- Sólo salí a caminar, no podía dormir - dijo Milo con un poco más de ánimo pero Mu lo seguía viendo con preocupación - y cuando pasé por tu templo decidí que sería buena idea sentarme por un momento - continuó cuando vio que su respuesta no convencía del todo a su compañero y aun seguía sin hacerlo - Estoy bien, en serio.
- No sé Milo, pero me cuesta trabajo creerte - dijo Mu.
- Tranquilo - el silencio reinó por un breve instante - será mejor que me vaya, ya me llegó el sueño - dijo al fin Milo como si nada hubiera pasado en realidad, dio media vuelta y comenzó a subir las escaleras. Mu sólo lo observó y, cuando Milo cruzó por su casa, entró.
Mientras Milo subía las escaleras dos cosas rondaban por su cabeza: la espantosa imagen que había visto y la esperanza de que los demás caballeros siguieran dormidos aunque la que más presencia tenía era la primera. Desde que Nira murió en el Monte Atos, esa era la primera vez que le pasaba algo así, aunque no era la primera vez que se la imaginaba, especialmente durante el primer año, en el que no dejó de buscarla, ya que después se vino todo el asunto de la batalla contra los caballeros de bronce, Poseidón y Hades, la muerte de Camus, Saga, Shura, Mascara Mortal y Afrodita seguida de su supuesta "traición" y la supuesta "muerte" de Athena y su misma muerte y eso de alguna forma hizo que pensara en algo más, al menos en los últimos tres años. Un año después de la batalla contra Hades, Athena había podido revivir a todos los caballeros dorados, incluido a Aioros, y desde ese entonces ya no había pasado nada que pusiera en peligro la vida humana en la tierra, pero aun así, los caballeros dorados permanecían en el Santuario.
Cuando llegó a su templo se quedó en la entrada, viendo el oscuro pasillo que se extendía frente a él y después de unos minutos y un gran suspiro, entró; yéndose directamente a la cama aunque no se durmió enseguida, sino que siguió pensando en lo que había visto y si podía tener algún significado pero esa idea la desechó inmediatamente. Ya un poco más cansado, sus parpados comenzaron a cerrarse lentamente, se puso en una posición más cómoda y se quedó dormido.
En un lugar no muy lejos del Santuario, cinco personas misteriosas se encontraban planeando algo.
