Esta historia participa en el foro: "Resurgiendo entre las cenizas", en el tema "Los registros de Lavi"
La empecé a escribir justo ayer que tenía inspiración, le agregué algunos detalles y bueno, esto es o que salió, Marcia, espero te agrade la historia, este es solo uno de los capítulos de . . .La verdad no tengo idea, nunca he tomado un proyecto largo, más que sean los drabbles, por cómo se vaya desarrollando la historia espero que sea de tu agrado.
Los personajes no me pertenecen, todos ellos son de la autoria de Hoshino Katsura.
El canto de victoria se escucha a través del comunicador, el único en el oído de Allen Walker, siendo este uno de los primeros en notificar a la central que la misión, la última misión, ha concluido con éxito.
Los ojos de algunos expulsan lágrimas, otros más claman en cansancio, cayendo agotados en el campo de batalla.
La bandera ha sido izada a favor de la Orden Oscura, que con orgullo algunos han protegido, otros la detestaron por los métodos y otros más fueron participes por obligación. Se terminó, es la conclusión de miles de vidas llenas de peligro, ahora tendrán que decidir qué camino tomar, a donde dirigirse.
Unos ya lo saben: Podrán vivir tranquilamente en una pequeña casa de dos cuartos, los hermanos Lee tendrán esa vida que tanto desearon y algunos otros seguirán su vida como perros y gatos, con esa extraña amistad que nadie ha logrado entender.
— Viejo, yo . . . — Esa emoción palpitante en el pecho le hace terminar de decidir: ya no quiere más guerras, ya no quiere ver más muertes que posiblemente no tengan tanto significad para el bando perdedor. Para ellos, los ganadores, ha sido valioso cada sacrificio, cada llanto, cada intervención en nombre de miles. Se merecen un descanso.
Se tarda en escoger las palabras, puede ser tajante y decirlo de una vez, directo y sin rodeos, más no sabe cuál será la decisión del viejo, la reacción que provoque en el anciano cuando el enunciado salga de su boca.
Se detiene a buscar alguna pista que le indique que él ya sabe por dónde va todo, más de eso no encuentra nada, es difícil de leer, de saber qué es lo que ha estado pensando en todo ese tiempo. Y teme. Ese mismo temor se convierte en inseguridad mal disfrazada tras el ojo, en los dedos que se empezaron a mover, inquietos.
Con la decisión ya tomada se acerca al Bookman, el anciano que se ha tomado las molestias de enseñarle todo lo que hoy sabe y guiarlo por el buen camino, es una figura que respeta, pero que no quiere volver por ese camino, no quiere ver más sangre, quiere algo más pacífico, un lugar donde pueda pasar sus días rodeado de sus amigos, compañeros de armas y viajes.
Tiene tanto que contar.
— No puedo seguir siendo un Bookman.
El silencio que le sigue al momento es tenso, cubierto por una densa neblina que posiblemente signifique enfado. Lo único que había conocido en su vida lo ha dejado para tener un nuevo comienzo.
Se relame los labios, la inseguridad es reemplazada por determinación y la deja al descubierto, casi desafiante ante el tutor que se merece palabras de agradecimiento y no un pupilo tan necio como lo es él.
Lo siguiente es una cachetada, fuerte, que suena en los oídos de los más cercanos y no pueden evitar asomarse, con esa curiosidad insana de los humanos por querer meter nariz en donde no los llaman. Causa conmoción en cada uno, si la guerra terminó, ¿No significaba que deberían estar alegres?
Nadie estaba al tanto de lo que significaba aquello, nadie vio el ligero brillo de decepción en ojos del Bookman y mucho menos se percataron del desazón que estaba experimentando en esos momentos el joven ex sucesor.
Los momentos suceden más rápido de lo que puede digerir la información, siente que ha dejado ir algo importante de su vida y que no lo volverá a tener. Y el peor error que comete es ignorar esa sensación de vacío, las emociones que por primera vez le dictan pedir una disculpa y regresar a lado. Solo es efímero. Y con eso en mente se apresura a dar un paso, alejarse de la línea que le dictaba como debía ser, como comportarse, por primera vez, obtiene la libertad.
Se cubre el ojo donde antes tenía el parche, porque ese distintivo le ha sido arrebatado, el único objeto que podía sentir como suyo. Lo único que le pertenecía.
La sonrisa que ahora finge no es suya, no es él.
Es un ser completamente ajeno a lo que espera, y todos suponen solo una cosa: Ha sido duro para Lavi el abandonar al viejo, pero no lo dejarán, no dejarán que pase esa etapa solo, obligarán entonces a que esas sonrisas se vuelvan más sinceras.
Saber más cosas sobre su pasado o construirle un futuro, el Vaticano fácilmente podrá darles una casa, al menos, o el dinero suficiente para que hagan otra vida.
Tienen tanto por delante, son jóvenes, su vida todavía no acaba ni piensa acabar pronto, si sobrevivieron una guerra, ¿Qué tan difícil sería lidiar con la rutina de los días venideros?
No dejaran que ese vórtice los trague y caigan en la monotonía.
Últimos pensamientos, últimas bitácoras que escribirá, nada de gritos, nada de tinta sobre sus dedos y nada de registros minuciosos.
Él ya no pertenece al Clan Bookmen.
Y, ese es el primer capítulo, ¿Les ha gustado?
Porque me exploté para esto y necesito seguir escribiendo, hacer tareas y demás, pero no quería quedar mal con este fanfic.
