NA: Les doy la bienvenida a un nuevo fanfic, el cual sería mi segundo fic de duración considerable en el fandom de Steven Universe. Fácilmente podría tener una cantidad de capítulos similar o superior a la de "Reclutamiento".

En esta oportunidad, les traigo un MomSwap: el recurrente UA en el que las Gemas de Cristal y las del Planeta Hogar ocupan los roles inversos, pero con una historia un tanto diferente a la de la serie para añadir variedad. Hay cosas que habrán cambiado de posición, otras que no habrán cambiado en lo absoluto y otras completamente nuevas que irán revelándose a lo largo del fic. También encontrarán algunos headcanons (algunos propios y otros no) volcados en los personajes, como es habitual.

Al igual que en el anteriormente mencionado fic, en esta historia habrá un poco de todo.

Haciendo los disclaimers respectivos, y atribuyéndole el concepto original de la serie y de los personajes a Rebecca Sugar, damos inicio a esta nueva aventura.


Volver a Vivir
Una serie de ficción por DragShot

Prólogo: Gatogalletas

Existen muchas formas de contar una historia, así como de interpretarla. Estas ideas van transmitiéndose de una mente a otra, pero la forma en que cada una de ellas percibe las cosas puede alterar el reflejo de la misma en parte o incluso en su totalidad. Y estos cambios pueden propagarse hacia la siguiente mente, estableciéndose así una cadena de cambios de infinitas posibilidades. A continuación, he aquí uno de esos resultados.

Una línea de tiempo distinta, donde algunas cosas son todo lo contrario de lo que uno esperaría, y otras simplemente no son nada de lo esperado. Una línea de tiempo en donde una antigua gema elemental, una ingeniera de alto rango y una general de guerra dejaron sus vidas atrás en pos de un ideal distinto; algo que las cambiaría para siempre, y las ataría a un pequeño planeta azul, olvidado en un rincón de la Vía Láctea... hasta ahora.

Ciudad Playa
La Gran Rosquilla

- ¿Que ya no hay más? ¿Cómo que no hay? - preguntó consternado un niño en sus aparentes doce años, de pelo rizado oscuro, que vestía un polo magenta con una estrella amarilla en el centro, sandalias y un jean short.

- Se agotaron, Steven. Lo siento. - le respondió una joven bajita y regordeta de cabello rubio ondulado, vistiendo un polo púrpura con el logo de la tienda en donde laboraba: La Gran Rosquilla. - Simplemente dejaron de producirlas.

- ¿Pero por qué, Sadie? ¿Por qué harían algo así?

- Porque ya nadie las compra, por supuesto. - respondió de forma arrogante un joven de estatura algo elevada y aspecto enclenque, con apenas un copete de cabello medianamente claro y orejas curiosamente estiradas. Él vestía también con el mismo uniforme que su colega Sadie. - Ahora están saliendo las Leonpaletas, las cuales en mi opinión saben mucho mejor que tus anticuadas Gatogalletas.

- Cállate la boca, Lars. - replicó Sadie, visiblemente fastidiada por el ponzoñoso comentario.

- ¿Leonpaletas? ¡Pero esas cosas un poco más y saben horrible! - declaró un ligeramente indignado Steven, al recordar lo desagradable que le parecía el sabor del aguaje del que estaban hechas dichas golosinas. Simplemente no era el tipo de dulce al que estaba acostumbrado.

- Lo siento Steven, pero por muy buenas que hayan podido ser, me temo que ya no estarán a la venta. - concluyó la rubia.

- Ah... recórcholis.

El niño se dirigió hacia el ahora vacío refrigerador donde se exhibieron alguna vez sus amados bocadillos, sobre el estante a su derecha. Recostándose sobre el vidrio de la puerta, dejó que su mirada se perdiera en el interior del artefacto.

- Oh, Gato Galleta, con tu delicioso relleno doble de vainilla y fresa, y tus suculentas galletas de chocolate envolviéndolo, has llenado mi vida con tu dulzura por muchos años. - dijo con una contagiosa melancolía - Supongo que todo lo bueno en este mundo tiene su final. Gracias por todo, amigo mío.

Lars no pudo evitar que se le escapase una risilla, razón por la que Sadie tuvo que silenciarlo con un fuerte codazo y una mirada de pocos amigos.

- ¡Auch!

- Ehm... Oye Steven, estaba pensando... - comentó Sadie - Ya que no vamos a usar ese congelador, ¿no te gustaría llevártelo a casa?

La mirada del niño se iluminó al escuchar eso. - ¿En serio? ¿Puedo quedármelo?

- Claro, adelante. Es todo tuyo.

- Vaya chicos, ¡se pasaron! ¡Gracias! - dijo finalmente, mientras desconectaba el artefacto del tomacorriente y salía con éste del establecimiento.

Y así, una vez más, regresó el silencio a aquél lugar, al menos por un momento.

- ¿En serio acabas de dejar que se lleve el congelador? - preguntó Lars en voz monótona, su rostro carente de toda expresión.

- Bah, que lo descuenten de mi sueldo. Ni que fuera tan costoso. - respondió Sadie, encogiéndose de hombros.


El pequeño Steven corrió fuera del establecimiento. Sus sandalias pasaron del ardiente pavimento del mediodía a la cálida y suave arena de la playa, mientras él llevaba amarrado en la espalda su más reciente adquisición. Finalmente, al pie de un acantilado, hallábase una gigantesca estatua tallada en el borde mismo. Una mujer enorme, de cuatro pares de brazos distintos, y dos de ellos sostenían una pequeña casa de playa. Sus pálidas paredes de madera parecían perderse entre el paisaje, mientras el brillo de las ventanas y de la puerta principal hacían evidente su ubicación. Unas escaleras blancas, cuya pintura lucía desgastada por la arena, la brisa y el salitre, conducían desde la playa hacia dicha puerta. El niño subió por ellas con especial cuidado, lo último que necesitaba era que se le cayese el pequeño refrigerador.

Finalmente llegó a la puerta. Se escuchaba bastante actividad dentro de la casa. Más por buenos modales que por necesidad, Steven tocó la puerta tres veces, sin perder aquella pacífica sonrisa ni por un segundo.

- Alguien está tocando la puerta. ¡Vayan a atender! - se escuchó la voz de una chica desde el interior.

- Estoy ocupada con al menos una docena de esas cosas por aquí. Que salga alguien más. - respondió otra voz femenina, notoriamente más nasal que la anterior.

- Bah... ¡Yo voy! - se escuchó una tercera voz, bastante rasposa y con apenas notorios rasgos femeninos en ella. - Más vale que no sea ese estúpido cartero otra vez. Ahora mismo no estoy de humor para su mierda. - Tras esto, varios pasos muy pesados se acercaron a la puerta.

Una gran silueta naranja se dejó ver detrás del vidrio opaco, el cual hacía borrosa toda imagen proveniente del otro lado. Luego, una mano giró la perilla, y con un clic, la puerta fue abierta.

Con al menos metro noventa, una complexión corporal que poco tendría que envidiarle a un físico-culturista, piel naranja con rayas oscuras alrededor, una enorme cabellera blanca, chaqueta, pantalones y botines a juego con su color natural, una gema romboidal de jaspe por nariz, así como una gorra negra en la cabeza que tenía escrito "BIG MOMMA" en letras amarillas; salió una de las peculiares residentes de aquella morada.

Una vista intimidante para cualquiera, mas para Steven era lo más familiar del mundo. Por otra parte, quien le había abierto se mostró ligeramente sorprendida.

- ¡Steven!... Yo... - dijo, llevándose una mano detrás de la cabeza, como si tratase de ocultar algo.

- Lo dijiste. - le respondió Steven de inmediato.

- Témpanos...

- Nah, no pasa nada, Jasper. - aseguró, haciendo un ademán con la mano para restarle importancia al asunto - Las conozco de toda la vida.

- ¿Y qué traes ahí? - preguntó Jasper, a medida que sus ojos ámbar recuperaban su calma y procedían a darle un barrido al desconocido objeto atado a la espalda del niño.

- ¿Qué? ¿Esto? - respondió él, señalando el objeto - Es solo un recuerdo, un buen recuerdo... - añadió con un aire nostálgico.

Seguidamente, Steven pasó al interior de la casa. Era un recinto pequeño, aunque con el espacio suficiente para quienes habitaban en ella. En la sala se encontraban dos personas más, de aspecto igualmente inusual.

- ¡Hola chicas!

- ¿Steven? - preguntó la portadora de la primera voz. Su tez era de un azul marino, su cabello corto, azul eléctrico, peinado en un estilo llamativo y bastante juvenil. Traía puesto un vestido del mismo color que su cabello, el cual le llegaba hasta la altura de las caderas, en donde se abría en par, revelando una capa inferior en color blanco, la cual alcanzaba a cubrirle las rodillas. Dicho vestido estaba rodeado por un listón azul noche, atado por detrás, a la altura de su cintura. Llevaba además un par de ligas blancas, una en la muñeca izquierda, y otra en el tobillo derecho. Una notoriamente desgastada gema de lapislázuli en forma de gota descansaba en su espalda, entre donde estarían los omóplatos. Su figura era esbelta, asemejándose mucho a la de una jovencita en sus mejores años. En ese momento, sostenía entre sus brazos una criatura de color negro con destellos en un fuerte verde neón, con aspecto principalmente de ciempiés. Enormes fauces cubrían casi la totalidad de la cabeza, las cuales desprendían una especie de ácido tan corrosivo que fácilmente carcomía el piso con cada gota que caía. Tras su sorpresa, la chica atravesó a la criatura con una alabarda del mismo suave color que su piel, con una punta afilada en los bordes, así como redonda y estilizada en aspecto. El cuerpo oscuro se desvaneció en una nube de polvo que se deshizo rápidamente - ¡Ay, qué penita que nos encuentres así! - añadió - Bueno, nosotras estábamos... eh...

- Haciendo limpieza. - añadió la segunda voz que se había escuchado. Este era un individuo apenas más alto que su compañera de azul, con cabello rubio en peinado de tres puntas hacia arriba y los costados y dos hacia atrás, simulando una suerte de estrella redondeada. Su piel era de un tono verde lima, vestía un traje de cuerpo completo en varios tonos de verde, partiendo desde el más oscuro en el dorso, y cambiando a tonalidades más claras en sus extremidades. Sus antebrazos y piernas lucían particularmente artificiales, con dedos flotantes color neón en las manos, y botas que lucían de peso considerable... especialmente porque una de ellas estaba aplastando a otro ciempiés. Un visor del mismo verde neón protegía sus ojos, así como una gema triangular de peridoto, con bordes redondeados y la punta hacia abajo, situada en su frente. Ella lucía una estrella amarilla como emblema en el pecho.

- Sí, eso. - prosiguió la peliazul.

Steven dirigió su atención hacia la más alta y corpulenta de todas ellas. - ¿Jasper?...

- Aparecieron hace algo de 20 minutos. - informó la mencionada - Estábamos deshaciéndonos de ellos antes de que llegaras de comprar tus golosinas.

- Ya veo. - resolvió con tranquilidad.

- No sé si lo han notado ya, pero ¿no se les hace extraño que todas estas criaturas no posean una gema propia? - preguntó la de piel verde, a la vez que el ciempiés bajo su pie estalló en un poof.

- Eso mismo iba yo a decir. - comentó la portadora de la gema de lapislázuli.

- Sí... - respondió la gema de piel a rayas, mientras se llevaba una mano al mentón - probablemente una gema con la suficiente energía debe estarlas generando en alguna otra parte...

- ¿Algo así como su madre? - interrumpió el niño, con una mirada de la más inocente.

- Ehm... sí, su-...pongo que sí.

- Lo más seguro es que la fuente de todos estos esbirros se halle cerca, quizá oculta detrás de los peñascos, o al otro lado de la bahía. - hipotetizó la chica del visor.

- Puede ser, Peri, puede ser. - dijo su compañera.

- Lapis, te he dicho hasta el cansancio que no me llames de ese modo. - replicó la aludida con evidente fastidio - Yo soy Peridot, Serie 5, Unidad 712. Solo Steven tiene autorización de usar ese apodo conmigo.

- Oh, vamos. Ya vas a empezar con tus tonterías, Peridot. - dijo Lapis en respuesta, a la vez que rodaba los ojos. - Solo por si se te olvidó de nuevo, hace más de 5000 años que ya no estás de sol a sol al servicio de Yellow Diamond.

- Para tu información, esos son tiempos que recuerdo con el mismo orgullo con el que vivo los actuales; - prosiguió Peridot, solemne - al margen de que ahora no comparta para nada los cuestionables ideales que perseguía en aquél entonces.

- Bla, bla, bla... - balbuceó Lapis, mientras hacía el típico gesto asociado a esa expresión con su mano derecha. - Cómo te encanta llenarte la boca de tonterías.

- ¡Oye! ¡Lárgate de ahí! - interrumpió Steven la discusión, a la vez que corría con dirección al refrigerador de la casa. Un ciempiés estaba colgándose de la manija de la puerta superior con sus fauces. El niño jaló de la criatura, haciendo que esta se suelte, no sin antes abrir la puerta de la hielera. Seguidamente, Steven tomó un florero, lo primero que logró encontrar, y se lo arrojó al ciempiés. El impacto fue suficiente para que la forma de la criatura se desintegrara, así como para romper el improvisado proyectil.

- Jeh, buen tiro. - comentó Jasper, dejando su gorra sobre un estante.

- Claro, como ustedes no limpian... - añadió Peridot.

- ¿Eh? ¿Qué es esto? - se dijo Steven a sí mismo, en voz alta, a la vez que revisaba el contenido de la hielera.

No lo podía creer.

- Son... ¿Gatogalletas? - dijo casi en un susurro, para después exclamar lleno de emoción - ¡Dios mío! ¡Sí! ¡Son Gatogalletas! Pero... - volteó hacia las demás - ¿de dónde las sacaron?

- Las tomamos de una tienda. - respondió Jasper - Ahora nos busca la policía, pero como fue en otro estado, ni'ca nos agarran. - añadió despreocupada.

- ¿¡QUÉ!? - gritó Steven, alarmado.

- Querrás decir, USTEDES tomaron esas golosinas mientras YO tuve que hacer cola como una idiota para pagar por ellas. Y ni hablar de las miradas curiosas. - replicó Peridot, cruzándose de brazos con cara de pocos amigos - Estúpidos humanos. - añadió en un murmullo.

Steven suspiró aliviado. Aunque esta no habría sido la primera vez que se metían en líos a causa de las ocurrencias de la corpulenta guardiana y la ninfa de agua.

- Cuando nos enteramos que no las venderían más, supusimos que te sentirías terrible considerando lo mucho te que gustaban; así que fuimos a varias tiendas alrededor para conseguir tantas como pudiésemos. - explicó Lapis.

- ¿En serio? - preguntó Steven.

- Síp. Incluso hay muchas más en mi habitación. - añadió la azul gema.

- Cielos, chicas, gracias. - dijo Steven con toda franqueza mientras tomaba uno de los coloridos envoltorios y cerraba la puerta del congelador. - Oh, todavía recuerdo la canción del comercial...

Delicia congelada con un nuevo sabor,
porque vino hasta aquí desde el espacio exterior.
Él es un refugiado de una guerra estelar,
pero en el supermercado lo puedes comprar.

¡Gatogalleta!
La mascota de tu panza
¡Gatogalleta!
No te pesa en la balanza
¡Gatogalleta!
Su familia dejo atrás
¡Gaaaatogalletaaa!

... Disponible en la tienda de Ruta 109.

Pasaron unos segundos de absoluto silencio una vez que Steven terminó su canción, y luego todos estallaron en risa.

- ¡JA JA JA JA JA!... ¡les jur-...! ¡Les juro que eso nunca pasa de moda! - comentó Lapis entre risas, mientras Peridot rodaba en el suelo a sus pies, soltando tantas carcajadas como ronquidos. Jasper golpeó repetidas veces la alacena mientras reía histéricamente, para terminar apoyándose en sus rodillas.

Tras un rato, finalmente el bullicio cesó, y entonces Steven abrió el envoltorio, extrayendo de este su tan preciado dulce. El solo tenerlo en sus manos, sentir la galleta en sus dedos, observar el hielo seco sublimándose alrededor de la helada golosina y sentir el aroma de la crema era más que suficiente para que se le hiciese agua la boca.

- Om nom nom... - disfrutó abiertamente de su dulce debilidad - Sí, tan suave...

De pronto algo llamó la atención de las demás. Una luz rosa brotó del ombligo del niño, la cual fue tomando intensidad hasta un punto en que su forma hexagonal se dibujaba claramente debajo del polo.

- Hmm... - prosiguió Steven, perdido en el sabor, con sus ojos cerrados - las voy a proteger a todas... en mi estómago.

Entonces la luz se proyectó hacia el frente, materializándose un nuevo objeto: un escudo rosa, adornado con bordes brillantes, un triángulo en el centro y varias ramas con espinas saliendo en espiral de este, todos de color blanco. El escudo permaneció suspendido en el aire, rotando lentamente sobre su propio eje, mientras su portador seguía degustando inocentemente de su bocadillo, totalmente ignorante de lo que sucedía bajo sus narices.

- Ehm... Steven... - dijo Peridot - quizá quieras dejar de comer un momento y echarle un vistazo a esto.

- ¿Hm? ¿Qué cosa? - preguntó el niño, abriendo uno de sus ojos. Su sorpresa fue mayúscula al ver su arma, su propia arma de gema flotando frente a él. De inmediato levantó su polo a fin de asegurarse. Una gema de cuarzo rosado con faceta hexagonal estaba posicionada donde normalmente iría su ombligo. Esta brillaba con intensidad, a la par que haces de luz salían de ella y terminaban en el artículo.

Sí, definitivamente era su gema la que estaba proyectando eso.

- Es un... ¿escudo? - dijo Steven.

- El escudo de Rose... - susurró Jasper, con evidente asombro.

- ¿Mi madre tenía una de estas? - preguntó él.

- Sí, lucía igual de genial que el tuyo, aunque podía hacerlo más grande. - respondió Lapis.

- Vaya, mi propio escudo. - comentó alegre el niño - Y pensar que todo lo que tuve que hacer fue... ¡esperen un segundo!... - acto seguido, levantó su Gato-Galleta al aire con ambas manos - ¡Claro! ¡Puedo activar mi arma comiendo helado!

Las gemas se quedaron mirándolo. Por un momento, nadie digo nada.

- S-... Steven, eso... je je... - intentó decir Lapis, mas fue interrumpida.

- ¡Eso es completamente ridículo! - estalló Peridot - Estoy 99.99 por ciento segura de que la ingesta de golosinas nada tiene que ver con un proceso como la invocación de un arma.

- ¡Shh! Ya, tranquilízate un poco, cabezona. - replicó Lapis. - Válganme las estrellas.

Y luego se hizo presente otro momento de silencio, mientras todos observaban la majestuosidad del escudo suspendido en el aire.

- ¿Y ahora qué? - preguntó Steven finalmente.

- Pues... no sé. - tomó Jasper la palabra - Tu madre nada más lo andaba en el brazo y ya. Digo, es un escudo. - añadió señalando al arma con ambos brazos.

- Hmp. Bueno...

Steven acercó una de sus manos al objeto. Este dejó de rotar al contacto con sus dedos. El brillo de su gema se apagó, y el escudo cayó de cara al piso, produciéndose un solido metálico. Todos se acercaron a este, rodeándolo.

- Ehm... quizá necesite algo de lo que pueda sujetarse. - propuso Peridot.

- Creo que debí pensar en eso. - respondió Steven.

- Nah, el de Rose no tenía algo así. Se mantenía solo en su sitio. - comentó Lapis.

- ¿Entonces?

- Bah, descuida, enano. - le aseguró Jasper, con una palmada en el hombro - Al menos lograste invocar tu propia arma al primer intento. Eso ya es mucho.

- Es cierto. Además, apenas tienes doce años. - añadió Lapis - Yo recién comencé a usar la mía a los... ¿dieciocho mil, creo?

- Alto... - inquirió Steven con intriga - ¿y tú que edad tienes exactamente?

- Oye, eso no se le pregunta a una dama, travieso. - respondió la ninfa con un gesto de complicidad.

- De cualquier modo, es más que nada un asunto de práctica. - prosiguió Peridot, recuperando el rumbo de la conversación - Y de averiguar a ciencia cierta cuál es el detonante necesario para tu arma. Este puede variar para cada quien.

- Ah, Okay. - afirmó Steven con una media sonrisa.

- Hey, somos Gemas de Cristal, ¿recuerdas? - mencionó Jasper, atrayendo su atención.

- Tienes razón. Y la forma vamos a hallar. - concluyó Steven.

- Así se habla. - le felicitó Lapis, despeinándolo.

El escudo finalmente se deshizo, quedando de él tan solo unas tenues partículas brillantes que se desvanecieron a los pocos segundos.


NA: Bueno, hasta aquí la presentación de todo. Quizá no parezca muy interesante hasta ahora, pero tengo planeadas algunas cosas que le van a dar mucho mejor sabor al asunto. Les pido un poco de paciencia hasta llegar a ello.

Si conocer los atuendos de las nuevas Gemas de Cristal les intriga, pueden encontrar su base en el blog facet-5, de Tumblr. Los de aquí son prácticamente idénticos. Un agradecimiento especial para el autor de dicho blog por su autorización para el uso de sus diseños por terceras personas.

En cuanto a la publicación, era este fic o "El Cazarecompensas", pero me decanté por el que estaba planificado a mayor detalle. Además de que, en realidad, se supone que debería publicar otra historia antes de dicho fic. Creo que primero me ocuparé de ello, así que por mientras tenemos este MomSwap.

Por cierto, ¿tienen sugerencias para la portada?

Gracias por leer.