Disclaimer: Todo de .
—Óxido—
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Así como quedaron su abuela y su madre, así quedará ella si no se da prisa y cambia su suerte. A su abuela la mató el olvido, a su madre el cáncer y a ella, quien sabe qué, pero nada bueno le espera sentada, como está.
Y no es la falta de amor hacia Charlie —que es mucho, todavía— tampoco la gente del pueblo, que tan amablemente la acogieron, ni el odio al frío, eso ya lo tiene superado, en resumidas cuentas, ahora que lo piensa, son esas cuatro paredes tan reducidas que la encierran, la que le hacen repensar lo que tanto pensó.
¡¿Qué rayos hago aquí?
No es que sea claustrofóbica. Para nada, pero siente como los bloques de la casa la van aplastando un poco cada día, se imagina el derrumbe de cada una sobre ella, la opresión en el pecho, la falta de aire y finalmente una muerte lenta. Pero el derrumbe nunca llega, la muerte sí lo hará.
No es mala agradecida. La madre de su esposo, esa viejita adorable que le dice hija, la adora, pero ni sus sonrisas, ni los chocolates calientes de todos los martes, ni las noches al lado de Charlie son suficientes para Renée.
Ella no nació para enterrarse en medio de un pueblo perdido en medio de la nada. No nació para lavar, planchar y fregar pisos a diario. No vive para ver crecer a su hija y verse envejecer a ella.
Las noches frías y húmedas las sucede entre las lágrimas silenciosas de su madre, que clama a su padre que la lleve a la civilización para que un médico la revise y logre calmarle esos dolores. También aquellos recuerdos de su abuela, muerta con tan sólo cuarenta años y olvidada ya entre todos sus familiares. Las dos, madre e hija, sus antepasadas, amorosos esposas y muertas antes de las cuatro décadas de sus vidas, teniendo hijos antes de los veinte, la dos, iguales, y ella, Renée sigue el patrón.
Es eso lo que la horroriza, morir joven, no vivir los sueños que por derecho y para romper la maldición le toca y ser enterrada en donde nadie la recordará, quizá ni la propia Isabella.
Renée tiene miedo de que su vida nunca empiece, y por eso, ni las lágrimas que mojan el bigote de su esposo ni su mano extendida, pidiéndole que no lo deje, la logran convencer para quedarse y ser la perfecta ama de casa que todos, incluido Charlie, esperan.
Isabella se va con ella. Y sus sueños también.
Sus huesos no se han de pudrir a un lado de la tumba de su esposo, con un epitafio que rece "Amada esposa y madre", porque lo primero no lo es,
Y por eso dejó Renée a Charlie, segun yo. Dejen reviews y díganme qué piensan.
Madame. 08/05/11
