ADVERTENCIAS: Este fic es SHOUNEN-AI (relación chico-chico), así que homofóbicos abstenerse. Si aún así lo lees, allá tú, luego no quiero quejas…

-...- conversación

-"..."- pensamientos

-Negritas- palabras que se pronuncian acentuadamente

-/.../- recuerdos


Takao Kinomiya: Tyson Granger

Kyouju: Kenny

Rei Kon: Ray Kon


Dedicación: Dedico éste fic a todas aquellas personas que me leen desde que comencé a escribir (hace un año XD) y que me animan a continuar con sus reviews. ¡Gracias a todas por vuestro apoyo!

.:¿CREES EN LOS FANTASMAS?:.

La tenue luz de las velas acompañada de la luz de la luna que entraba por las grandes ventanas era lo único que iluminaba la gran sala. Tres siluetas se podían apreciar en esa oscuridad, y una voz hablaba de forma misteriosa rompiendo el silencio.

-Luna llena. Los truenos retumbaban en la oscuridad de la noche. Nadie ha sido capaz de salir vivo de esa gran mansión encantada. En las noches de luna llena, si te topas con la bestia de los ojos de sangre será tu fin. Si lo miras a los ojos, una maldición caerá sobre ti y…-

-Me aburro- un murmullo desganado interrumpió a la voz misteriosa que narraba su historia –Eso no da miedo, Max. Es un cuento para niños. ¡Bah! La bestia de los ojos de sangre- dijo en tono burlón, agitando la mano de arriba abajo con lentitud –Vaya un nombre. ¿Quién se inventó ese nombre tan... cutre?- preguntó con una risita ahogada -Dijiste que nos contarías algo que diese miedo, no que nos diese sueño-

-Bueno, pues entonces que Rei cuente una historia- comentó el rubio mirando a la silueta ensombrecida sentada frente a él

-Mnn… A mi no se me ocurre nada bueno- respondió -¿Y a ti, Takao?-

-Yo ya he contado la primera historia, no se me ocurren más- suspiró -¿Y tú, Kyouju?-

-……-

-Kyouju¿dónde estás?-

-Tal vez lo secuestró la bestia de los ojos de sangre- dijo el rubio con una risita divertida

Todos parpadearon confusos cuando sintieron la mesa temblar levemente, pasando a una mueca asustada cuando el temblor cada vez fue más notorio.

-¿Qué demonios es eso?- se alarmó el peliazul, poniéndose de pie de inmediato -¿Un terremoto?-

-¡No lo se!- respondió Max, el cual también se puso de pie, siendo seguido del chino

El peliazul se percató de que el suelo no temblaba, lo único que se movía ahí era la mesa, y eso le hizo sacar la única conclusión posible.

-¡Hay algo debajo de la mesa!-

-¡Alejaos, puede ser peligroso!- exclamó Max mientras se escondía detrás de Rei

Takao miró al rubio un momento. Luego tomó una de las velas que había en la sala y se acercó a la mesa con cautela, dispuesto a descubrir que se hallaba ahí debajo. Sentía mucha curiosidad como para quedarse quieto. La mesa seguía temblando, y ahora se podían escuchar algo parecido a unos lloriqueos proceder de ahí. Con cuidado, tomó el mantel de la mesa y se preparó para levantarlo. Pero se detuvo en seco cuando la sala se iluminó súbitamente, cegándole por unos breves segundos. Llevó la mirada a la entrada de la sala.

-Kai…-

Rei y Max también se voltearon y vieron al mencionado recargado en el marco de la puerta y con una mano puesta en el interruptor. Su ceño estaba levemente fruncido.

-Hacéis mucho escándalo- fue lo único que dijo

-¡Kai, no te vas a creer esto!- exclamó el rubio de forma precipitada, acercándose a su ex-capitán

-¿Qué?- preguntó con desgano, sin moverse un milímetro

-¡Ahí hay algo!- señaló la mesa de forma acusadora. Mientras que Takao y Rei asentían con la cabeza varías veces, corroborando lo que su amigo decía -¡Tu mansión está encantada!-

Kai arqueó una ceja levemente al ver que la mesa temblaba ligeramente. Sin perder más tiempo, con pasos decididos se acercó a esta y alzó el blanco mantel sin mucho cuidado.

Los otros tres cerraron los ojos para no ver que terrible criatura se hallaba ahí debajo.

-Mn…-

Takao abrió un ojo al escuchar lo que "dijo" Kai. "Mn…" no era precisamente un grito asustado, o una exclamación de sorpresa.

-¡Kyouju!- exclamó molesto cuando vio al mencionado echo un ovillo en el suelo con la cabeza escondida entre sus brazos y temblando de forma inhumana -¿Se puede saber que haces ahí?-

-¡Os pedí que pararais de contar esas historias de miedo, pero no me hacíais caso!- se defendió -¿Y porque la sala tiene que estar a oscuras?-

-Para crear ambiente, jefe- respondió Max en tono obvio –Sino no sería divertido-

-Así es- concordó el chino –Pero no está a oscuras, hay velas por todos lados- agregó con una risita

-Sal de ahí- pidió el peliazul

-¡No!-

Kai bufó mientras pensaba que eso iba para largo. ¿En que demonios estaba pensando cuando dejó entrar a esos cuatro a su mansión para ver películas de terror y contar sus tontas historias? Y para colmo le habían dejado la sala llena de velas encendidas por todos lados. Con un largo suspiro, se volvió a dirigir a la pared y apoyó la espalda en ella mientras se cruzaba de brazos.

Por otra parte, Takao suspiró cansado y se agachó apoyando las rodillas en el suelo.

-¿Entonces planeas quedarte ahí toda la noche? Vamos, es tarde y tenemos que volver a nuestras casas. No creo que a Kai le agrade que te quedes a dormir debajo de su mesa, jefe-

En respuesta, el chico de las gafas se acurrucó aun más en el suelo y su temblor aumentó. De solo pensar que a esas horas de la noche tendría que salir a la calle se le ponía la piel de gallina.

Takao se puso de pie y miró al rubio y a Rei antes de hablar.

-Sabía que no era buena idea contar historias de miedo delante del jefe- se llevó las manos detrás de la cabeza y continuó hablando –No tiene resistencia para nada-

-¡Pero si fuiste tú quien propuso lo de contar historias de miedo con la sala a oscuras, Takao!- gimoteó Kyouju

-Oh… es cierto- sonrió de forma nerviosa mientras una gotita se deslizaba por su sien –De acuerdo, para compensarte te acompañaré a casa-

-¿De verdad?- por primera vez dejó de temblar y sacó la cabeza de entre sus brazos, atisbando al chico peliazul frente a él

-Claro, pero sal de ahí de una vez-

Finalmente, el más bajito del grupo salió de su escondite sintiéndose algo avergonzado.

-Tened cuidado, esta noche hay luna llena y la bestia de los ojos de sangre puede aparecer- habló Max con una sonrisita maliciosa

-¡No!- Kyouju se escondió detrás de Takao, apretando la chaqueta de éste entre sus manos

-Jefe¿cómo te puede dar miedo un simple cuento de niños?- miró sobre su hombro para ver a su amigo –Todo es mentira. Esa cosa no existe-

-Ah, ah, te equivocas, Takao- Max negó lentamente con el índice –Es una historia basada en un hecho real. La bestia de los ojos de sangre existe-

-Sí, claro- respondió con sarcasmo. Se cruzó de brazos y agregó –A mi no vas a conseguir asustarme, Max- dijo en tono obvio mientras asentía con la cabeza –No creo en los fantasmas, esas historias solo sirven para asustar a lo niños-

-Oh, perdona, se nos olvidaba que estamos hablando con Kinomiya Takao, el tres veces campeón mundial de beyblade que no le teme a nada- habló el rubio con burla

-¡Exacto!- con un gesto altivo y una sonrisa se llevó las manos a la cintura y alzó la cabeza

Max llevó la mirada a su amigo chino y le guiñó un ojo. Rei entendió rápidamente porque el rubio había hecho eso y una sonrisita maliciosa apareció en su rostro. Se aclaró la garganta y habló.

-Takao, de hecho hay pruebas que demuestran que esa criatura existe- habló con seriedad

Kai se reacomodó en su lugar, esperando pacientemente a que los otros se fuesen de su mansión y le dejaran dormir de una vez por todas.

-¡Ja! A mi no me engañáis con eso-

-¿Conoces la vieja mansión abandonada que hay junto a la estación de autobuses?- interrogó Max

-Sí… ¿Qué pasa con eso?-

-Pues…- el rubio se detuvo, sin saber bien que decir –Verás…- miró al chino, pidiéndole ayuda con la mirada

-¡La bestia de los ojos de sangre se esconde allí!- completó Rei la frase –Y… en las noches de halloween sale de su escondite para… buscar victimas a las que atacar-

-¡Sí, les arranca el corazón!- casi grito el rubio

-……- Takao arqueó una ceja con desconfianza, pero no dijo nada

-¡Dejad de decir esas cosas!- rogó Kyouju, afianzando su agarre en la ropa del peliazul

-¿Te atreverías a pasar una noche en esa mansión abandonada, Takao?- Max sonrió en su interior con malicia

-¡……!-

-Seguro que no, Max- respondió Rei en tono evidente -¿Es que no ves que de repente se ha puesto pálido?- rió divertido

-¡Yo no estoy pálido!- se defendió girando la cabeza a un lado por un momento y luego volvió a encarar a sus amigos -¡Claro que soy capaz de pasar una noche en esa mansión!. ¡Esa cosa no existe!. ¡Todo es mentira, los fantasmas no existen!- volvió a asegurar con certeza

-Si tan seguro estas de eso… ¿porque no vas allí y lo compruebas por ti mismo? Así Rei y yo te creeremos-

-… cla-claro que lo haré-

-¿Cuándo?- quiso saber el chino

-Pues… cuando pueda- sonrió nervioso, de forma apenas perceptible

-¡Takao, no lo hagas!- pidió Kyouju, tironeando de su chaqueta

-Vamos, jefe, esa cosa no existe. No va a pasarme nada- hizo un ademán con el brazo, restándole importancia

-Que sea esta noche- propuso Max

-¿Es-esta noche?- preguntó el peliazul y luego miró su reloj de pulsera –¡Uff…!. Es que en este momento no puedo-

-¿Porque?- quiso saber de inmediato

-Porque… pues porque… ¡Porque tengo que acompañar al jefe hasta su casa!- con un hábil movimiento, fue él quien se encontró detrás del mencionado y le puso las manos en los hombros -Jejeje... Estoy ocupado- una gotita resbaló por su cabeza

-¿Y no será que tienes miedo y te quieres escabullir?- preguntó Rei en tono casual

-¿Yo?. ¿Miedo?- se señaló con una cara de incredulidad -¡Kinomiya Takao no tiene miedo de nada!- salió de detrás del chico de las gafas con una mirada decidida –Esta bien. Iré a acompañar a Kyouju a su casa y después iremos a esa mansión-

-Muy bien- sonrió el rubio mientras pensaba que su reciente plan había salido a la perfección –Te esperamos aquí-

El bicolor rulo la mirada y luego negó repetidas veces con la cabeza.

-De acuerdo. Volveré enseguida- sin más se dirigió a la salida

-¡Takao, espérame!- el más bajito del grupo salió corriendo tras el peliazul y luego se agarró a la manga de la chaqueta de éste en un intento por sentirse protegido –No vayas allí, Takao-

- Kyouju, no seas molesto. Allí solo hay telarañas, polvo y muebles viejos- respondió mientras se cruzaba de brazos para darse algo de calor -¡Que frío hace!- se quejó encogiéndose levemente

-Pero… esta noche hay luna llena- señaló el cielo, el cual estaba salpicado de pequeñas nubes –Y a partir de las doce de la noche será halloween. ¿Y si esa cosa te ataca?. ¿Y si te mira a los ojos y te hecha su maldición? Nunca podrás salir de allí. Recuerda lo que dijo Max… ¡Esa cosa es un asesino!-

El cuerpo de Takao tembló levemente, pero ni siquiera él mismo supo decir si era por el frío, o por miedo. Inconscientemente aceleró el paso.

-No me vas a hacer cambiar de idea, jefe- sentenció

-¡Eres un cabezota!. ¡No tienes que demostrarle nada a Rei y a Max!-

-Mira, ya hemos llegado a tu casa- cambió de tema. Con una sonrisa le palmeó la espalda –Nos vemos mañana, jefe. Cierra bien todas tus puertas y ventanas, no vaya a ser que la bestia…-

-¡Takao!- se quejó

-Lo siento, lo siento- dijo divertido y luego agitó la mano en forma de despedida -¡Hasta mañana!- sin más salió a correr en dirección a la mansión del bicolor

¿Crees en los fantasmas?¿CREES EN LOS FANTASMAS?¿Crees en los fantasmas?¿CREES EN LOS FANTASMAS?¿Crees en los fantasmas?

-Sí, eso sería genial- sonrió Max ampliamente al escuchar lo que le acababa de decir su amigo –Rei, eres un genio-

-No es para tanto- sonrió levemente

-Y dinos, Kai¿te unirás a nosotros?- quiso saber el rubio –Vamos, será divertido-

-Mn…- frunció levemente el ceño al recordar la conversación de sus amigos mientras que Takao no estaba ahí. Pero luego sonrió levemente al pensar que quizá con eso Takao sería menos arrogante. Aunque… hacía tiempo que la arrogancia del peliazul había dejado de molestarle.

-¿Kai?- le llamó el chino, esperando una contestación entendible y sacando de sus pensamientos al mayor

Unos golpecitos en una de las ventanas provocaron que todos miraran en esa dirección, encontrándose con un Takao que les miraba con una amplia sonrisa y les indicaba con la mano que salieran a la calle.

-Bien, vamos- les dijo el rubio

Max y Rei salieron de la mansión, pero Kai se quedó en su posición un momento más. Miró al frente y se percató de que Takao aún seguía detrás de la ventana y que le observaba. Ambos se miraron fijamente por unos segundos. Después el menor le mostró una sonrisa y se alejó de ahí.

¿Crees en los fantasmas?¿CREES EN LOS FANTASMAS?¿Crees en los fantasmas?¿CREES EN LOS FANTASMAS?¿Crees en los fantasmas?

Momentos después, Takao observaba minuciosamente la gigantesca y vieja mansión que frente a sus ojos estaba. Sin duda ese lugar era una ruina.

Tenía dos pisos, y en cada uno había una fila de seis ventanas. Un amplio jardín que estaba tan deteriorado como la mansión, había malas hierbas por todas partes que le llegaban casi a las rodillas. La mayoría de las contraventanas estaban descolgadas, algunos cristales de las ventanas estaban rotos, y también se podía apreciar que el tejado tenía algún que otro agujero no muy grande.

Una pequeña brisa se levantó, meciendo levemente sus mechones de cabello azulado. Miró a su alrededor por un instante y luego tragó duro. ¿Porque Rei y Max tardaban tanto en llegar? Max había dicho que solo iba a ir un momento a su casa para coger una cosa y Rei había ido a acompañarle, pero ya habían pasado casi veinte minutos de eso.

Abrió los ojos en sorpresa cuando creyó ver una sombra pasar a través de una de las ventanas del segundo piso. Con una pequeña exclamación de sorpresa retrocedió un paso. ¿En realidad vio esa sombra?. ¿O fue su imaginación?. Su cuerpo se tensó por completo cuando unos susurros se hicieron audibles en el lugar. No se movió ni un milímetro, incluso inconscientemente dejó de respirar y se concentró en escuchar lo que decían esas voces.

-Entra… Ven con nosotros, Kinomiya Takao-

Todo el vello de la nuca se le puso de punta. Podría jurar que había algo detrás de él, algo que le estaba mirando, podía sentirlo.

-No tengas miedo, la bestia de los ojos de sangre no te hará daño-

El peliazul se volteó con tal brusquedad que cayó sentado en el suelo, y tal y como suponía había algo a su espalda: Rei y Max. Sus amigos le habían gastado una broma que había logrado asustarle y eso le hizo fruncir el ceño con molestia mientras se incorporaba.

-Jajajaja… ¿Ves, Rei? Te dije que Takao se iba a asustar si hacíamos esto-

-¿No decías que no le temes a nada? Jajaja…- se burló también el chino

-¡Y es cierto, no le temo a nada!- se defendió de inmediato, sintiéndose molesto

-Cuando quieras puedes entrar ahí- Max señaló la puerta de entrada de la mansión con la mano

-Ahora mismo- habló mientras se sacudía el pantalón -Vamos- al darse cuenta de que sus amigos no le seguían, se volteó -¿Qué pasa?-

-Nosotros no dijimos en ningún momento que pasaríamos también la noche ahí. Solo lo dijiste tú, Takao- comentó el rubio mientras se encogía de hombros de forma despreocupada

-¿Quéé?- rápidamente volvió sobre sus pasos y se paró frente a sus amigos -¿Estáis locos?. ¡Yo solo no entro ahí por nada del mundo!-

-Si lo haces nos demostraras tu valentía-

Takao miró la puerta de la mansión y luego la verja del jardín, la cual no dejaba de chirriar al moverse con la brisa de la noche. Hasta que finalmente se decidió y con decisión se dirigió hacia la verja.

-¿Uh?. ¿A dónde vas, Takao?- interrogó Max

-Me vuelvo al dojo- dijo sin más

-¿Te da miedo?-

-… no. Pero seguramente el abuelo esté preocupado por mi- aceleró el paso y abrió la verja que chirrió aún más por el brusco movimiento

-Takao… tu abuelo no está en el dojo- habló el chino -Está de viaje¿recuerdas?-

-Sí, es cierto- dijo, pero aun así no se detuvo en su caminata

-¿Entonces porque no entras ahí?- preguntó Max, pero al no obtener respuesta salió a correr tras su amigo hasta que lo detuvo sujetándolo del brazo –Takao…-

-Lo cierto es que…- comenzó a hablar dubitativo

-¿Es que…?- repitieron los otros al unísono

-Mañana por la mañana seré más valiente y podré confirmar si esa bestia existe- finalizó con una amplia sonrisa infantil mientras se rascaba la cabeza -¡Hasta mañana!-

Rei y Max casi se caen de espaldas al escuchar eso.

-¡Takao!. ¿Acaso conoces algún fantasma o criatura que se aparezca de día?-

-…no- murmuró

Los otros dos se colocaron tras el peliazul y poniéndole las manos en la espalda lo empujaron hacia la puerta de entrada. Takao encajó los talones en el suelo para evitar acercarse a la puerta, pero su forcejeo no dio mucho resultado.

-Entonces deja de decir tonterías y entra ahí-

El chino se adelantó unos pasos y abrió la gran puerta, la cual hizo un fuerte y desagradable chirrido, peor que el de la verja…

-¿Pero porque tengo que ir yo solo?- protestó una vez que sus amigos lo empujaron al interior de la mansión

-Porque tú así lo prometiste-

El japonés se volteó al escuchar eso, dispuesto a protestar.

-¡No es cierto…!- pero fue interrumpido cuando vio que Max le lanzaba algo. Lo cogió con algo de torpeza -¿Una linterna?- arqueó una ceja

-Claro. Dudo que en esa mansión haya luz eléctrica-

-Pe-pero…-

Inesperadamente, su protesta se vio interrumpida por una ráfaga de aire que hizo que la puerta se cerrara sola de un fuerte portazo que retumbó en la mansión, dejándolo todo totalmente a oscuras. De inmediato la luz de la linterna se hizo presente…

-¡Takao!. ¡Nosotros estaremos aquí para lo que necesites, amigo!- exclamó Max al otro lado de la puerta

-¡Si la bestia te ataca, grita!- exclamó el chino

-Sí. Si necesitas ayuda no dudes en llamarnos. Rei y yo nos quedaremos aquí-

-Gracias, amigos- respondió sarcástico el peliazul

Paseó la luz de la pequeña linterna por su alrededor, reconociendo el lugar. A la derecha había unas escaleras y a la izquierda había otras. Iluminó sus propias zapatillas y pudo comprobar que el suelo de madera estaba totalmente blanco por el polvo y que sus huellas se quedaban marcadas en éste.

-Bueno, ya que estoy aquí, miraré éste lugar. Les demostraré a Rei y Max que no soy un cobarde, y que los fantasmas no existen-

Se dirigió hacia la izquierda y entró en la primera habitación que halló. Era una cocina bastante grande. Ingresó y estuvo allí un breve instante, como esperando a que algo ocurriera.

-¡Bah! Aquí no hay nada-

Salió de la cocina y de nuevo se detuvo frente a la puerta de entrada, para luego dirigirse a la derecha. Esta vez se encontró con un inmenso comedor, con todos los muebles cubiertos por sábanas blancas. Sin pensarlo dos veces entró en el.

-¡Woow!. ¡Este lugar es gigantesco!- su voz retumbó en el amplió comedor -Mm… me pregunto si habrá algo de valor aquí-

Se aproximó a uno de los bultos y cogiendo la sábana la alzó con algo de brusquedad, provocando que el polvo se levantara y le golpeara en la cara. De inmediato se llevó una mano a la boca y comenzó a toser mientras unas pequeñas lagrimitas se formaban en sus ojos.

-Creo que será mejor que no toque nada…- se dijo con voz ahogada

Continuó explorando el piso de abajo, pero el resto de puertas estaban cerradas con llave, dejándole con curiosidad por saber que había al otro lado de estas. Esta vez se dirigió a las escaleras y subió por las que tenía más cerca, las del lado derecho.

A cada escalera que subía se podía escuchar la madera crujir bajo sus pies. Takao tenía la sensación de que en cualquier momento esas frágiles escaleras se vendrían abajo. Aún así continuó con su camino. Pero cuando estaba por llegar arriba, inesperadamente uno de los escalones no pudo soportar su peso y se rompió, dejando atrapado el pie izquierdo de Takao hasta el tobillo…

Con tan inesperado acto, la linterna se escapó de la mano del peliazul y rulo unos cuantos escalones más abajo.

-¡Aah!. ¡Maldita escalera!- protestó. Hizo fuerza hacia arriba para poder liberar su pie, pero no podía –Vamos…- masculló. Agarró su propia pierna y tiró hacia arriba pero no logró nada -¡Rei!. ¡Max!- gritó -¡Ayudadme, me he quedado atrapado!-

En el piso de abajo, frente a las escaleras, una silueta encapuchada observaba en silencio al peliazul forcejear por liberarse.

Takao alzó la vista al escuchar unos pasos detrás de él acompañados del inconfundible crujido de la madera.

-¿Uh?- como pudo se volteó, pero no vio nada, además de que la luz de la linterna no era suficiente para ver con claridad desde esa distancia. Volvió la vista al frente y se rascó la cabeza –Que raro, juraría que había escuchado unos pasos. ¡Rei!. ¡Maxie!… Oh, venga chicos, necesito vuestra ayuda- farfulló comenzando a ponerse de mal humor –Si necesitas ayuda no dudes en llamarnos- repitió en tono burlón las anteriores palabras de su rubio amigo –De acuerdo, ya veo que tendré que salir yo solo- nuevamente sujetó su pierna y con todas sus fuerzas tiró hacia arriba –Sal de una veeez- ordenó de forma ahogada debido al forcejeo hasta que finalmente consiguió su objetivo -¡Genial!-

Bajó unos escalones y se agachó a recoger la linterna del suelo. Nuevamente escuchó el crujir de la madera y eso le puso alerta. No estaba solo. Rápidamente se incorporó y pulsó el botón de la linterna, pero ésta no se encendió. Se había roto por el golpe cuando se cayó al suelo. Sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa y el susto…

-Oh, linterna no me hagas esto- rogó en voz baja y de forma nerviosa

Pulsó insistentemente el botón de la linterna hasta que finalmente está se encendió. Sonrió aliviado, pero ésta se borró al darse cuenta de que el crujir de la madera cada vez se escuchaba más cerca de él.

-¿Quién está ahí?- preguntó sin rodeos, pero solo el sonido de los pasos acompañados por el insistente crujir de la madera fue su respuesta -¡Responde!… ¿Rei?… ¿Max?…- sin dudar llevó la luz de la linterna hacia al frente -¡¡Aaahh!!- el grito asustado hizo eco

Con torpeza subió un par de escalones aún de espaldas. ¡No podía creer lo que veía!. Un tipo encapuchado subía las escaleras, y estaba demasiado cerca de él para su gusto. Sin dudarlo más, se dio la vuelta y subió las últimas escaleras a toda velocidad pero dando algún que otro tropezón. Una vez arriba giró a la derecha en un pasillo que para su suerte estaba algo iluminado ya que el techo tenía un agujero considerable…

-¿Qué demonios era eso?- se preguntó sin dejar de correr –Tengo que esconderme- súbitamente se detuvo e iluminó con la linterna en la dirección en la que acababa de venir corriendo para comprobar si esa criatura le seguía. Suspiró aliviado cuando vio que el pasillo estaba vacío -¿Y si es… la bestia de los ojos de sangre?- rápidamente sacudió la cabeza fuertemente –¡No!. Céntrate, Takao. Esa cosa no existe, es solo un cuento de niños-

Abrió una puerta que había a su izquierda con cautela. Esa habitación sería un buen escondite por el momento. Su cuerpo se tensó cuando vio un par de ojos pequeños brillar. Lo miraban a él. Parpadeó repetidas veces y tragó duro al ver que ya no eran dos ojos, eran cuatro. Pulsó el botón de la linterna para ver que había ahí, pero nuevamente la linterna no se encendió.

Escuchó una especie de gruñido proveniente de esos ojos y retrocedió un paso. Ahora había seis ojos. Con un grito asustado, cerró de un fuerte portazo que levantó un poco de polvo. Se quedó estático delante de la puerta, como esperando cerciorarse de que esa criatura tan extraña no iba a ir detrás de él. Alzó la linterna a la altura de su cara y la fulminó con la mirada. Pulsó el botón de ésta y esta vez se encendió sin problemas.

-Maldita linterna. ¿Porque tengo la sensación de que se está riendo de mi? Se enciende cuando le da la gana- farfulló molesto

Iluminó el final del pasillo y continuó caminando. Aunque había muchas puertas a ambos lados del pasillo, no se fiaba de abrir ninguna. ¿Y si había alguna criatura extraña en alguna de esas habitaciones? De repente detuvo sus pasos. Tenía la sensación de que había algo tras él. Frunció levemente el ceño y agudizó su oído, intentando escuchar hasta el más pequeño de los sonidos. Pero para su suerte y tranquilidad no escuchó nada.

Con un pequeño suspiro inició nuevamente su andar. Pero esa sensación de que había algo tras él no desaparecía, es más, aumentaba con cada paso que daba. Sin dejar de caminar, nuevamente agudizó su oído. Abrió los ojos en sorpresa al escuchar pasos a su espalda. ¿Realmente estaba escuchando pasos a su espalda, o era el eco de sus propios pasos? Una vez más se detuvo, pero temía voltear. Debía reconocer que estaba asustado.

-¿Hay… alguien ahí?-

Pero el silencio fue su única respuesta. Tal vez se estaba preocupando demasiado. Esa era una mansión abandonada, llena de polvo, telarañas y muebles viejos… Nada más. ¿Pero y ese tipo encapuchado que vio en las escaleras?. ¿Y esa criatura con seis ojos brillantes que vio hace un momento?.

Sacudió la cabeza a ambos lados. ¡No!. ¡Él no era ningún cobarde!.

-¿Hay alguien ahí?- repitió. Esta vez su voz se escuchó firme y sin rastro de temor en ella -Sal de tu escondite si te atreves, seas lo que seas. ¡No te tengo miedo!-

Una mano se posó en su hombro izquierdo, sacándole un pequeño respingo al principio, pero luego sonrió aliviado.

-Chicos, ya era hora de que vinierais. Empezaba a pensar que me habíais dejado abandonado- posó la mano libre en la que estaba sobre su hombro y al hacerlo algo le llamó la atención -¿Uh?- palpó esa mano con más detenimiento. Había algo extraño en ella pero no sabía decir que era –Max, deberías comer un poco más, te estas quedando muy delgado- aconsejó con preocupación y sin dejar de palpar esa mano

-Aquí estoy… Kinomiya Takao…-

-¡¡……!!-

Todo su vello se puso de punta al escuchar una ronca voz a su espalda. Entonces esa mano… ¡Esa mano!…

-Has firmado tu sentencia de muerte al entrar aquí-

Con el cuerpo rígido y los nervios a flor de piel, se atrevió a mirar la mano que había sobre su hombro. Su cara se puso azul al ver que era una mano esquelética…

-¡¡AAAH!!- el fuerte grito asustado retumbó hasta en el más escondido rincón de esa vieja mansión. De un manotazo alejó esa mano de sí -¡No me toques!- intentó salir corriendo, pero tropezó con su propio pie y calló estrepitosamente al suelo, perdiendo la linterna por segunda vez en la noche y esta vez también la gorra -¡Aléjate de mi!- ordenó aún en el suelo

¿Crees en los fantasmas?¿CREES EN LOS FANTASMAS?¿Crees en los fantasmas?¿CREES EN LOS FANTASMAS?¿Crees en los fantasmas?

Sus ojos rojos observaban la fachada de la vieja mansión. El lugar estaba muy tranquilo. Observó el cielo al notar que el lugar se había oscurecido un poco y pudo apreciar que una de las tantas nubes había ocultado la luna. El rojo de sus ojos se intensificó con esa oscuridad. Inesperadamente un fuerte grito asustado proveniente de la mansión rompió esa calma. Sintiendo curiosidad, se dirigió hacia la puerta de la mansión con pasos seguros.

CONTINUARÁ… …

¿Crees en los fantasmas?¿CREES EN LOS FANTASMAS?¿Crees en los fantasmas?¿CREES EN LOS FANTASMAS?¿Crees en los fantasmas?