Disclaimer: Todo lo que puedan reconocer no me pertenece.

Summary: AU. Durante un ataque de piratas Lily Evans es capturada y se ve en la necesidad de hacer todo lo que los piratas le ordenen con tal de salvar su vida. Ya son suficientes problemas para que se vea afectada por la presencia del Capitán.

Mar de pasiones

Por: StefaniaPotter

Capítulo 1: La flecha plateada

Una hermosa pelirroja que estaba en plena juventud se encontraba rodeada de unos hermosos vestidos, había de todos tipos y colores, hampones y mas hampones, con volantes y con listones, además sin ellos; zapatillas forradas y de piel; sombreros con plumas y sin ellas; corsé bordados y con plumas y demás variedad. Todos ellos de un alto precio que sólo aquellas personas de alta sociedad podrían permitirse comprar.

Lady Lily Evans se encontraba encantada con tanta variedad de artículos, le encantaba ir de compras, ese hombre homosexual siempre sabía que era lo que le fascinaría. Usualmente los atuendos eran hechos a la medida y al gusto de cada persona, sin embargo, Maximilian había implementado una nueva moda en la que la indumentaria simplemente era ajustada al final mientras que ya estaba estandarizada. Un hecho alarmante en la alta sociedad que las jóvenes se morían por estar al último grito de la moda.

Esa tarde Lily había acompañado a Mary I, la reina como parte de su grupo de dama de compañía, habían decidido ir a buscar los vestidos que se pondrían en la boda de esta. Mary era la reina de Inglaterra y ya sólo estaban a unas semanas de casarse con el rey de España, Felipe II. Necesitaban encontrar el vestido ideal.

Eran acompañados por algunas tropas, y aunque Maximilian había ofrecido asistir a la corte, María con toda su excentricidad había decidido asistir al establecimiento donde el joven mantenía todos sus artículos para poder ver uno a uno y así decidirse por el mejor. Solamente Lady Lily era de la entera confianza de Mary para entrar con ella a la tienda mientras que las tropas y las demás damas de compañía permanecían fuera.

-¿No ha encontrado el ideal, Su Alteza?- preguntó haciendo una reverencia el hombre.

-Lo siento, Maximilian, no puedo encontrar el vestido excelente. ¿No tendrás en tu bodega algún otro vestido blanco?

En ese lugar había vestidos, casi para usar uno diferente cada día del año, pero Mary era casi considerada una machorra. Era preciosa pero no tenían casi nada de femenina y por lo regular tardaba horas eligiendo un vestido que usar.

Lily era completamente diferente a Su Alteza, eso sí, ambas eran de la alta alcurnia con una buena fortuna escondida en su corsé; preciosas, altas y curveadas. Pero en personalidad y gustos eran como el sol y la luna, aún no entendía como había llegado a consolidarse como la favorita de la princesa. La pelirroja siguió observando los vestidos y segura que si fuera su boda desde el primer momento en el que puso el primer pie en la tienda ya tendría elegido su vestido de boda.

-Ninguno me gusta, Lily- exclamó Mary cuando el muchacho había ido a la bodega dudando encontrar un vestido blanco que fuera del agrado de la princesa.

-Pero, Su Alteza, aquí hay vestidos casi para que usara un vestido diferente cada día de su vida.- Respondió esta pasando sus manos por un vestido azul cielo con unos encajes preciosos.

-Lo sé, pero no me gusta ninguno.

No había más que decir, estaba segura de que estarían hasta el anochecer en esa tienda eligiendo el vestido. Y no se equivocó, acababa de meterse el sol cuando Mary exclamó desde el vestidor:

-¡Lo encontré! Este es el indicado.

Lily suspiro feliz, sus pies ya estaban hinchados y prefería mantenerse de pie pues era difícil sentarse con ese vestido tan inmenso que portaba, lo mejor para toda la humanidad y para sus pequeños pies era que su prima encontrara el vestido, cosa que al final ya había hecho.

Pagaron al hombre que ya estaba sudoroso de tanto sacar y meter vestidos, telas, encajes, zapatos, sombreros, abrigos y de más objetos que necesitaría la princesa para su boda, aunque claro, aprovechando cualquier cosa que le gustara extra y así hacer una venta imprevista. Cuando salieron de la tienda Lily se encargó de llevar las cajas de compras hacia las damas de compañía para trasladar inmediatamente todo al carruaje que los llevaría de vuelta al castillo, pero apenas al dar unos cuantos pasos se escuchó una gran explosión que hizo que toda la gente entrara en pánico y comenzara a gritar y correr.

Las cajas se resbalaron de las manos de las muchachas y sin esperar más, comenzaron a correr guiadas por toda la gente entre empujones y tropiezos; la tropa salió disparada a proteger a la princesa, haciéndola entrar al carruaje entre empujones. Lily vio alejarse el carruaje a los lejos, aterrada de que la hayan abandonado corrió a buscar un lugar donde refugiarse. Quiso entrar a una posada pero esta estaba completamente cerrada y con las luces apagadas. Tocó varias veces con desesperación, pues se escuchaban gritos y más explosiones, cada vez más cerca.

-¡Por favor, abran! –gritaba desesperada Lily con los ojos llenos de lágrimas y con los nudillos arden por golpear con fuerza la puerta.

Nadie abrió. Se vio a si misma parada en la plaza temblando de pies a cabeza. Tocó un par de veces más pero no hubo respuesta, así que siguió corriendo en busca de un refugio.

Correr por su vida era cada vez más difícil con esas zapatillas tan altas y el vestido tan pesado y a la moda no le permitía moverse con libertad, cada vez sus pasos se hacían más lentos aunque escuchaba explosiones aún más cerca. Cuando Lily tropezó por primera vez un hombre no muy alto que iba pasando a toda velocidad se detuvo a ayudarla tomándola de la mano gentilmente.

-¿Usted sabe que sucede?-preguntó Lily con la voz temblorosa.

-"La flecha plateada" ¡Nos ataca! ¡Piratas por el amor de Dios!

Ese hombre estaba totalmente desesperado y en medio de su locura, la dejó a su suerte abandonándola a media plaza. Cada vez estaba más desierto y cada vez tenía más miedo, poco a poco fueron desapareciendo las personas y Lily cada vez estaba más sola. Consiguió entrar a un callejón donde solamente escuchaba sus pasos y sus quejidos de miedo.

Su corazón latía a mil por hora. Se escondió en la oscuridad del callejón y entonces se percató del silencio que de repente reinaba en la ciudad, trataba de estar más tranquila pero el terror no le permitía dejar de temblar. No había ni un alma ahí. Después de varios minutos de serenidad, decidió que sería un buen momento para salir de su escondite y tratar de encontrar el camino a casa, sin embargo, actuó demasiado rápido.

Mientras andaba por una calle desierta, escuchó un estruendo que la hizo tirarse al suelo tratando de proteger su cuerpo, a sólo unos metros una casa había explotado. Se encontraba tan aturdida por el ruido que no le permitía escuchar nada más que un sonido punzante dentro de su oído, veía borroso por el impacto y ni siquiera se podía incorporar. Solamente vio dos figuras que se acercaban, parecían hombres sin embargo no podía ver con claridad. No supo cuanto tiempo estuvo en el suelo hasta que sus sentidos despertaron nuevamente y alcanzó a escuchar una conversación.

-Ummmh una princesita –dijo uno de los hombres con voz sensual.

-¡Sirius no hay tiempo! James nos matará si no llegamos con su botín en 15 minutos ¡Se irá sin nosotros!- dijo el otro.

Lily abrió los ojos y se percató que estaba boca arriba, observó a los dos hombres, tenían una apariencia deprimente. Estaban sucios, con ropas rotas y maltratadas, su piel se veía bronceada bajo la luz de la luna y solo pudo diferenciar una complexión alta y delgada.

-El capitán no se enterará, estará sólo para mi uso personal- dijo el hombre más moreno.

Lily gritó fuerte cuando le encontró sentido a la conversación que había escuchado, la querían secuestrar de eso estaba segura. Rápido los piratas se percataron que había despertado de su desmayó, no supo que más pasó después, sólo sintió que la sostuvieron fuertemente antes de golpearle la cabeza.

-Caballeros, el ataque ha sido un éxito.- escuchaba una voz un poco lejana, pero muy potente y varonil- El Rey ni siquiera se enteró de lo que pasaba hasta que nuestro barco estuvo lleno de oro hasta la última habitación…

Lily abrió los ojos y se dio cuenta que estaba dentro de ¿Un armario? No lo sabía, todo estaba oscuro y a tientas buscaba alguna cerradura o cualquier cosa con la que pudiera abrir. Cuando sus delgados dedos sintieron algo afilado, dio por ganada la batalla y no esperó más para meterla en la cerradura que hacía un momento había encontrado.

La puerta se abrió lentamente y cuando la luz llegó a sus ojos se dio cuenta que en realidad estaba en un armario donde guardaban cosas para asear el lugar en donde se encontraba. Todo era de madera sólida y parecía muy húmedo, todo se movía lentamente en un suave vaivén. Frente a ella había una pequeña mesa de madera podrida con un par de mesas y algunos objetos irreconocibles, posiblemente algunas hamacas colgadas de los muros de manera. Trataba de encontrar alguna salida cuando se percató de unas escaleras también madera que conducirían al exterior posiblemente.

Subió las escaleras con lentitud cuidando levantar su ya roto vestido, primero vio un cielo en extremo estrellado con una gigantesca luna llena, después madera y de ahí un mar azul adornado por unos hombres que se arremolinaban hacia la popa de lo que seguramente era un barco, a juzgar por la apariencia, sí, estaba segura, se trataba de un barco.

Todos esos hombres le daban la espalda y escuchaban con atención lo que decía uno de ellos que estaba en la segunda planta, en la cabina donde estaría el timón. Sólo miro su silueta y le pareció la más aterradora que jamás hubiera visto; a ambos lados se encontraban dos hombres, uno de la misma estatura y el otro más alto pero desgarbado. A pesar de eso, ese hombre tenía una presencia que imponía, una voz fuerte y profunda.

-Lo primero que se hará, caballeros, será guardan el botín en las bóvedas, de ahí viajaremos a Tortuga a gastarnos nuestro oro.

Los hombres de abajo gritaron entusiasmados, levantando los puños. A Lily le llegó un aroma un tanto desagradable.

Mientras el capitán seguía hablando sobre como gastarían su dinero, Lily se fue deslizando lentamente hacia alguna de las orillas de la nave. Cuando sus manos tocaron la sólida madera, se dio cuenta de que apenas si se distinguían pequeñas luces que se alejaban.

-¡Oh, por Dios!- susurró.

Camino sigilosamente para volver a las bodegas, cuidando de no hacer ruido con sus tacones, pero parece que el barco la traicionó, pues su pie se atoró en una soga, armando tal escándalo que toda la tripulación puso sus ojos en ella.

Las varillas del corsé lo atravesaron, y el vestido se levanto hasta tal punto de dejar sus enaguas a la vista de cada uno de los hombres. Lo bajo rápidamente mientras exclamaba algunas palabras no dignas de una joven de alta alcurnia.

-¡¿Qué pasa ahí?!- Gritó el hombre de presencia que imponía.

Algunos de los piratas que estaban más cerca de ella la agarraron de las axilas, y otros tantos de las muñecas. Sintió su piel dura y áspera por el trabajo, pero aún así muy frías.

-¡Una mujer! ¡Una mujer en nuestro barco!- Exclamó un hombre que estaba a unos cuantos metros de ella.

Lily quiso zafarse de las manos de esos hombres, pero fue inútil así que intento pegar patadas.

-¡Deténganla!

Uno de los hombres la tomo por los muslos y vio sonrisa lujuriosa entre esos dientes podridos. No tardó en darle un rodillazo en la barbilla.

El hombre que parecía capitán bajó las escaleras escoltado por los dos hombres ya mencionados. Ninguno se alejaba mucho de él, pero se lanzaban miradas aterradas. Cuando paso entre la tripulación estos se alejaban permitiéndole el paso.

Lily dejó de patalear cuando ese hombre se encontró justo enfrente de ella. Era muy alto, casi demasiado. No aparto la mirada de las botas de él, hasta que sintió su cálida mano en su mandíbula. Le levanto la cara rápidamente, casi con brusquedad.

-Mírame- le dijo.

Su voz era aterciopelada, pero fría, dura. Aún así sintió un cosquilleo en la garganta.

-¡Qué me mires!

Uno de los piratas que se encontraba detrás de ella la jaló del cabello para hacerla levantar la vista, casi inmediatamente el capitán retiró su mano.

Los ojos del capitán eran tan… tan duros, fríos, opacos. Aún así tenían un dejo de ternura, eran color chocolate, oscuros y fríos. Adornado por unas pestañas largas y tupidas, que daban la apariencia de un delineado permanente. Lily sintió su cuerpo temblar al sentir esa mirada sobre ella, si las piernas le fallaban ese simple gesto habían logrado poner su cuerpo como gelatina.

-¿Qué haces aquí?- preguntó bruscamente.

La dureza de su voz y sus ojos la hizo callar. No podía decir ni una sola palabra, estaba totalmente aterrada.

-¡¿Quién la trajo?!- gritó ahora a la tripulación.

Un par de hombres se hicieron atrás con temor, otros tantos no se atrevieron a mirarlo.

-Este… James, yo la traje –balbuceó una voz a sus espaldas.

Lily pudo reconocerlo por el hombre que la había golpeado en la cabeza. Ahora que lo miraba bien, era tal alto como el capitán aun que un poco más delgado. Tenía un cabello largo y negro que contorneaba sus facciones.

-¡¿Por qué?!

-No creí que haría daño – dijo- Es casi para mi uso. Me siento bastante solo.

-¿Solo?- se burló James con una sonrisa sarcástica.

-Yo le dije, James. Le dije que era mala idea; pero tú lo conoces, no me hizo caso- opinó el rubio que era más alto y más desgarbado que los otros dos, Lily lo reconoció como el segundo chico que estaba en la ciudad.

Por primera vez James apartó los ojos de Lily y los fijó en sus compañeros.

-¿Tienen idea de lo que han hecho?- pregunto entre dientes- ¡No podemos regresarla! ¡Nos ahorcaran!

-Este, James, si me permites…

-¡Cállate!- le grito al moreno.

-¡Es de mala suerte traer una mujer abordo!- exclamó un rubio regordete que se encontraba mas allá.

A continuación se escucharon protestas y quejidos. Toda la tripulación estaba dando su opinión al respecto y se veía en la frene del capitán que estaba muy molesto. Subió las escaleras al segundo piso seguido de su escolta, y Lily con dos hombres sujetándola por los brazos.

-¡Silencio, caballeros!

La voz autoritaria de James los hizo callar de inmediato.

-¿Qué piensan hacer con la joven?

-¡Yo opino que debemos tirarla al mar! ¡Es de mala suerte tener mujeres en el barco!- dijo el mismo rubio regordete.

Tres hombres exclamaron "sí".

-Creo debemos dejarla. Sería muy buena compañía para todos nosotros.

Más hombres aceptaron y otros tantos se negaron. De nuevo una gran protesta, James solo los observaba esperando resultados.

-Votemos- dio como resultado.

De nuevo callaron de inmediato.

-¿Los que piensan que debemos deshacernos de ella?- preguntó.

La mayoría de los hombres que se encontraban a estribor levantaron el puño, y unos dos que tres de atrás.

-¿Qué se quede?

La gran mayoría levanto el puño y exclamaron victoriosos. Algunos otros protestaron y de nuevo comenzó el revuelo. Todos gritaban y daban su opinión, sin embargo, el capitán permanecía callado y observando cómo se ponían de acuerdo. Lily estaba detrás de él y aunque se moría de terror no podía apartar los ojos de su figura dándole la espalda.

-¡¿Quién la usara primero?!

Una voz que se encontraba cerca de las escaleras hizo callar a todos. La tripulación miro a su capitán esperando para seguir órdenes, sin embargo James no dijo nada.

-Si es virgen, creo que nuestro capitán debería estrenarla – Opinó el rubio detrás de James.

El capitán la miro de una forma que Lily no podía descifrar. Los dos hombres seguían tomándola con fuerza de los antebrazos, pensó que hasta ya le habían sacado moretes; pero no le importó, seguía pendiente de la conversación aunque aterrada atenta pues quería saber que harían con ella.

James la señaló con la cabeza al regordete rubio y este comenzó a caminar peligrosamente hacia Lily. Ella se asustó, la mirada de ese hombre era lujuriosa, sabía que lo que sea que haría el pirata no sería algo bueno, temía por su integridad y dignidad.

Los piratas que la detenían de los brazos la sujetaron con más fuerza conforme el rubio se acercaba, Lily comenzó a moverse con fuerza tratando de soltar sus brazos pero no dio resultado. El rubio regordete con fuerza rasgo su lindo vestido, dejándole sólo unas capas de encaje. Sabía lo que venía a continuación. Le comenzaron a temblar las piernas y las manos.

Levanto el vestido hasta cadera y metió una mano en su entrepierna. Lily la sintió fría y áspera, cerró los ojos con fuerza, pero en solo unos segundos su vestido callo de nuevo hasta el suelo.

-Es virgen.

Una media sonrisa atravesó los labios de James, dejando al descubierto la mitad de su blanca dentadura.


Capítulo modificado.

Hola a todos! Este capítulo a pasado por dos tres ediciones y espero que esta sea la última, antes de continuar la historia. Cambie la ortografía, la redacción y agregué ciertos detalles para ambientarlo en una época real. Mary se trata de María I de Inglaterra, hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón; es un personaje real, y su boda con Felipe II de España también, ambientado en 1554.

Nos vemos en la próxima.