Tada soba ni ite, son las palabras que rondan en mi cabeza. Son las únicas palabras que quiero recordar en tu idioma. Es la única frase con la que quiero recordarte.
Al parecer estaba muy equivocado, y sigo sin entender el significado de: Fuerza.
Pensé que lo era, pensé que nada me destruiría, que jamás sufriría, así que escondí mis debilidades y fingí que no podía verlas. Todo el tiempo, fingía no tenerlas. Sí, me dolían en ciertas ocasiones, pero en otras agradecía haberlas ocultado.
Tenía miedo de amar de verdad. Tenía miedo de que me lastimaran, de salir dañado a causa de ese sentimiento, de que después de lo que pasara yo ya no pudiera avanzar, de que me destruyeras.
Pensé que si estaba solo podría encontrar la respuesta, pero la verdad es que quería confiar más en ti, quería hacerlo, pero no podía, seguía con esos pensamientos.
"No eres sólo tú" estas palabras, estas que tanto me repetías sonriendo. Esas que tanto alegraban mi corazón, que hacían querer lanzarme a ti y abrazarte, esas que parecían decir "solo quédate a mi lado". Son las que más recuerdo.
Esos momentos en donde venias a mi dejando a Víctor de lado, son los que atesoro. Esos instantes que podía disfrutar solo contigo.
Involuntariamente me empezaba a poner nervioso en tu presencia.
Ya no sé a dónde me dirijo, ya no lo tenía en claro.
Soy de las personas que se cierran a las demás, que si sufre, lo hace en silencio, que todo lo oculto con ese carácter tan explosivo.
Pero tú…
Me he equivocado.
Aún si te culpe de muchas cosas, no dudaste en quedarte a mi lado. Pero… Sino era yo ¿Por qué insistías?
Deja de fingir que te importo.
Solo hazlo, no empeores las cosas.
No importa cuántas veces te haya tratado mal, siempre volvías a mi lado.
Te odiaba con tanta fuerza que a veces me daban ganas de gritar. Pero al final comprendí, que era yo a quien me odiaba, que era yo el que jamás te dijo acerca de lo que sentía, que era yo el que se encerraba, el que te había dejado ir.
Siempre me hacías sonreír de alguna u otra manera. En serio no entiendo como lo hacías.
Tú, mi bello Ágape.
Pasamos tiempo juntos un par de ocasiones, donde supe quien eras, y que estaba enamorado de ti.
Grite, me enoje y al final me rendí. No quería aceptar el hecho de que ahora había caído ante ti, de que tus encantos me habían atrapado.
Maldito cerdo.
Ya no se ni que me haces, al principio decías amarme, decías que tu corazón me pertenecía, pero jamás te hice caso. Siempre te quise alejar de mí.
Tratándote mal, ignorándote o simplemente huyendo.
Me arrepiento, no sabes cuánto.
Los días pasaban, a veces rápido, muchas otras, lento. Siempre te veía a lo lejos, siempre te veía ignorándome después de haberte tratado mal. Al parecer esas palabras no eran para mí, y si lo fueron ¿Por qué me has abandonado?
O simplemente fui yo quien te aleje.
Sigo sin entender el significado de: Fuerza.
Sigo ocultando mis debilidades.
Pero ya no lo aguanto más.
El día en el que me entere que habías decidido retirarte, no lo podía creer, tenía que impedirlo.
Ahora ya no era yo.
Esos anillos.
"Solo quédate a mi lado" esas palabras que decías sin hablar. Son las únicas que quiero recordar.
Son las únicas que quiero darte.
