No, no es posible que ya no pueda volver a ver a mis amigos.

Librando batallas contra feroces enemigos y arriesgando nuestras vidas por nuestros seres queridos.

Vimos como uno de nuestros camaradas sacrificó su vida, y juramos que eso no sucedería en vano.

Y lo logramos, y estoy arrepentido de haber triunfado...

Ahora es cuando me doy cuenta...

de que las grandes aventuras y los momentos cruciales nunca deberían terminar para un Digimon Tamer...

DIGIMON TAMERS 02

Capítulo uno: Un nuevo comienzo

El Digimundo... Zona que actualmente el hombre ha intentado conocer por medio del Internet, después de los incidentes que sucedieron hace cuatro meses. En la parte más primitiva de ese mundo, un desierto, unos Digimons se encontraban esperando lo que sea.

Un dinosaurio rojo, un conejo, una zorra de dorado pelaje, un dragón metálico de aspecto agresivo, un pequeño ángel de color rosado, un tierno perrito con manchas y un robot color marrón estaban protegiéndose del fuerte "sol" que había en ese lugar bajo la sombra de una enorme roca.

Sí, han pasado cuatro meses desde que se despidieron de sus Tamers, y Beelzemon, no queriendo aceptar la realidad, se fue a buscar alguna forma de regresar al Mundo Real y reencontrarse con sus amigos Mako y Ai.

- No se preocupen...- Dijo aquél día, montándose en su moto – Yo y Calumon encontraremos la entrada al Mundo Real, y cuando lo hagamos, regresaremos por ustedes...

- ¡Beelzemon, admítelo! ¡No hay ninguna forma de regresar con nuestros camaradas! – Exclamó Renamon – ¡Antyramon nos prometió que haría todo lo posible por destruir el muro de fuego que se creó por el programa Hypnos!

Sí, el muro de fuego, la forma materializada de la barrera digital que separa por completo no sólo a los Dos Mundos, sino a otros lugares oscuros de la Internet ajenos al Digimundo.

- ¡Entonces destruiré ese muro yo mismo! – Gritó decidido, para después alejarse de ahí rápidamente con su moto. Kurumon acompañaba a su amigo, ya que tenia las mismas esperanzas que él de regresar a la Tierra... A su hogar.

Ahora, sólo podían esperar a que Beelzemon cumpliera ese enorme reto que era volver a estar con sus Tamers... sus amigos.

- ¿Creen que algún día podamos volver a ver a los demás? – Preguntó Terriermon, regresando al presente. Renamon negó con su cabeza.

- Es imposible... Ya lo he asimilado...

- ¡Pero tú deberías de ser la más interesada, Renamon! – Exclamó el perro digital. Los demás Digimons sólo los miraban.

Renamon lanzó un suspiro, miró hacia una parte alejada de ellos y señaló:

- ¿ Y qué hay de Guilmon?

Terriermon volteó hacia su amigo Guilmon, que estaba mirando hacia el cielo, donde un gran planeta se podía observar... Era la Tierra, o el Mundo Real, como lo llaman los Digimons.

El dinosaurio Digimon en verdad estaba triste. Desearía volver al tiempo en donde jugaba y se divertía con Takato, pero eso es imposible, y lo sabe.

- Tienes razón.Tal vez nosotros estemos afectados, pero el pobre de Guilmon es el que lo expresa mejor.- Dijo Terriermon.

- Pupi..- Chilló MarineAngemon, el pequeño ángel, melancólico.

Pasó una hora, y Guilmon sintió algo... Era como si una parte que lo había abandonado regresara de repente...

Era como si...

" ¿Takato?"

~**~

Mientras tanto, en el Territorio Sagrado, ocurría un incidente. Una explosión sacudió todo el territorio de Zuqaimon, una de las Cuatro Bestias Sagradas.

La explosión fue tan poderosa, que no dejó nada del castillo en donde vivía el ave. Las demás Bestias decidieron no entrar en acción hasta saber exactamente qué es lo que estaba sucediendo. Antyramon, el único Deva servidor de los dioses Digimon que quedaba, se veía obligado a ir a ver lo que sucedía en ese lugar y avisar cuanto antes a sus demás amos.

Al llegar al castillo, o al lugar donde hace rato había uno, vio que rastros de información se dispersaban por todo el sitio, prueba de que lo que tanto temía había sucedido...

- No hay duda alguna...- Se dijo, tomando parte de la información con su mano derecha – El amo Zuqaimon ha muerto..

Vio todo el sitio para enterarse de la situación... No había absolutamente nada anormal.

- ¿Pero quién ha sido capaz de acabar con un Digimon tan poderoso como Zuqaimon? – Se preguntó.

En ese instante, un esfera apareció de la nada, poniendo en guardia al Animal sagrado. Era una esfera azul metálico, ocupando una pequeña parte del enorme castillo, pero aún así de un tamaño considerable.

- Pero... ¿ Acaso esto tiene que ver con la muerte de mi magnífico amo?

~**~

- ¡Takato! – Gritó Guilmon a todo pulmón. Rastros de lágrimas se le podían ver. Todos los Digimons voltearon incrédulos de lo que había gritado su amigo.. Todos a excepción de CyberDramon, que parecía tomarlo tan tranquilo, sentado y apoyándose en la roca.

- ¿Guilmon, qué es lo que sucede?? – Preguntó Renamon. No se veía nada entre la leve tormenta de arena.

Guilmon no pudo esperar más y salió corriendo en busca de su Tamer, hasta desaparecer de la vista de todos.

En eso se escuchó un llamado...

- ¡Guilmon!

No podían creerlo: Acaso era... Sí, si era. De entre toda la arena pareció un niño de pelo castaño, una sudadera azul y unos pantaloncillos cortos de color gris. Lo único que le faltaban eran sus googles, pero aún así no podían equivocarse... Era Takato.

Todos lloraron de alegría, ya que podían ver a Takato y posiblemente puedan reencontrarse con sus Tamers. CyberDramon estaba demasiado tranquilo, mientras se decía para sí:

- Vaya, hasta que pudo llegar...

~**~

- ¿Quién diablos eres tú? ¡¿Acaso tú tienes algo que ver con todo esto?! – Exclamó Antyramon, después de que un ser saliera de la extraña esfera.

Tenía forma de mujer, pero obviamente era un Digimon. Tenía una extraña túnica y pelo largo y rubio que parecía de oro comparándose con los extraños adornos que al parecer eran del material mismo. Emanaba un aura de color dorado, y sus ojos inspiraban terror: Eran vacíos y fríos... Parecía que podían matar a Antyramon con tan sólo verlos.

- Deberías de mostrarme más respeto, súbdito...- Dijo el ser, tranquilamente.

- ¡¿Qué es lo que dices?! ¡Yo soy un sirviente de las Cuatro Bestias Sagradas, y solamente de ellas! – Replicó Antyramon. El Digimon desconocido sonrió.

- ¿Acaso tú no eres uno de los Devas de los que tanto he escuchado? – Preguntó.

- Sí... Claro que lo soy. – Contestó Antyramon.

- Entonces debes de saber que yo soy tu nuevo amo, ¿no?

Antyramon no entendió nada. El Digimon volvió a sonreír.

- Debes de tener una idea de quién soy yo... Después de todo, soy parte de una leyenda.

Antyramon reaccionó, aterrado, al escuchar eso. ¿Acaso es uno de...?

- No... Es-es imposible...- Se dijo lenta y titubeantemente.

El ser río calladamente, mientras mostraba su inquietante sonrisa y sus aterradores ojos que inmovilizaban a Antyramon al saber de quién eran. Después de unos instantes, el Digimon habló:

- Sí, lo soy... Mi nombre es Erismon.

~**~

- ¡Amigos! ¿Cómo están? – Dijo feliz Takato al ver a los demás Digimons. Renamon, Terriermon, Marineangemon, Guardromon, Puppymon saludaron felices al Tamer. Guilmon estaba a su lado, que no cabía de felicidad. El único que no saludó, por su forma de ser, fue CyberDramon.

La tormenta se calmó al llegar Takato, como si hubiera sido más que una coincidencia. Todos habían recobrado sus esperanzas perdidas.

- ¿Takato, donde están los demás? –Inquirió Renamon, en una oportunidad.

- Lo siento, pero yo soy el único que he venido... No creo que los demás vengan.- Contestó Takato, triste por ellos – La verdad, estoy un poco preocupado porque no tengo ni la más mínima idea de cómo regresar a nuestro hogar. Soy un tonto por actuar precipitadamente.

En ese momento, una explosión se sintió por todo el lugar. CyberDramon se lavantó de golpe, extasiado.

- ¡Han llegado! – Anunció confusamente. De repente, todos al instante sintieron como una fuerza maligna pasaba pos sus cuerpos. Takato, al ver a su amigo Guilmon de una forma agresiva, no entendía lo que estaba sucediendo.

- ¡¿Pero qué es lo que pasa?! ¡¿Quienes han llegado?!

~**~

- ¡¿Erismon?! ¡No-no puede ser! – Antyramon retrocedió un par de pasos, aterrado. Erismon amplió más su sonrisa.

- ¿Por fin lo entiendes? Ahora soy tu nueva diosa, y tienes que hacer todo lo que quiera. Si no, simplemente te extermino.

El Deva no podía creerlo. Ante sus ojos estaba Erismon... La profecía se estaba cumpliendo...

Antyramon comenzó a recordar los escritos de aquélla leyenda que tanto aterraba hasta a las mismas Bestias Sagradas...

Cuatro dioses, cuatro desgracias,

Vendrán a acabar a este universo como lo conocen.

Miles de catástrofes vendrán después de esto,

Y los dos mundos serán destruidos por completo.

- ¡¿Cómo es posible?! Pensé que esa leyenda no era verídica! – Expresó Antyramon – Aún así, aunque tú seas un Digimon invencible, jamás estaré a tu servicio ... ¡Yo tengo un lugar a donde ir!

Un silencio apareció en el lugar, que fue cortado por Erismon.

- Mala respuesta. – De su mano izquierda pareció una esfera dorada de energía – ¿Entonces estás dispuesto a pelear contra mí?

- Vengaré la muerte de Zuqaimon y salvaré a las demás Bestias, pero ten muy en cuenta que el único que morirá serás tú! – Dijo Antyramon, en su pose de batalla. Estaba dispuesto a recibir lo que sea.

Lilithmon sonrió una vez más.

- Bueno, aceptaré tu desición... Esfera del Destino!! – Erismon lanzó la esfera, que salió a toda velocidad en contra de un impotente Antyramon... El impacto fue fuerte, y el Deva no pudo hacer nada para defenderse...

Una gran explosión provocó el poderoso ataque. Extrañamente, toda el área no sufrió daño alguno. Erismon se dio cuenta con una expresión seria que alguien había ayudado a Antyramon..

- Quién diablos eres tú...- Dijo un Digimon de aspecto imponente. Llevaba en sus brazos un pequeño conejo de color café... Era Lopmon, la etapa de desarrollo de Antyramon. Sobre el hombro derecho del Digimon demonio estaba un ser de color blanco y enormes ojos verde claro.

- Vaya, este tipo es rápido...- Se dijo Erismon, haciendo volver su sonrisa.

El Digimon que acaba de aparecer era Beelzemon, y venía junto con Kurumon. Había decidido llegar al Territorio de las Bestias Sagradas y al parecer, y casualmente, había llegado precisamente en el momento en donde más lo necesitaban.

Lopmon abrió lentamente los ojos, confundido. Vio al pequeño Digimon, Kurumon, sonriéndole y preguntándole:

- ¿Te encuentras bien, kuru?

- ¿Quién...? – El Digimon conejo se dio cuenta de que Beelzemon le había salvado la vida.

- Oye, quién es ese Digimon...- Preguntó seriamente Beelzemon, observando a Erismon, que no se movía – No me inspira mucha confianza.

Lopmon recordó las palabras de ese Digimon, y comenzó a angustiarse.

- Por favor, - dijo – Huyamos a toda prisa; No podemos contra ella...

Beelzemon lanzó un gemido de insatisfacción.

- Lo mejor será esperar a que las Bestias Sagradas que quedan se reúnan para pelear,- Añadió Lopmon – pero por lo que más quieras, no pelees contra este Digimon...

- ¿Las demás Bestias Sagradas? - Repitió Beelzemon.

- Sí... Ese Digimon venció a Zuqaimon con gran facilidad, y es capaz de matarnos a nosotros en unos segundos...

- ¿Kuru? Acaso ese Digimon es muy peligroso? – Preguntó Kurumon sorprendido, echándole un vistazo a Erismon. Al verla, el pequeño comenzó a sentirse un poco desesperado.

- Sí.- Contestó Lopmon – No es muy recomendable que estemos aquí si en verdad queremos volver a ver a nuestros camaradas. – Miró a Kurumon, la Digi-Entelequia, y añadió – Decálogo, ese Digimon...

Beelzemon sonrió e interrumpió al conejo.

- ¿A poco es tan fuerte? – Dijo, entusiasmado – Hace mucho que no peleo con alguien tan poderoso como ese Digimon; De seguro será difícil de vencer.

Lopmon se dio cuenta de que el demonio no escuchó ninguna de sus palabras. Erismon vio al pequeño Digimon blanco que acompañaba al demonio. Instantes después comenzó a reírse para sí.

- ¡No! ¡Por favor, no pelees contra ella! - Exclamó Lopmon – ¡No sabes de lo que es capaz de hacer! Debemos de salir de aquí antes de que llame a los demás!

- ¿A los demás? – Beelzemon miró la esfera azul, y notó que comenzó a brillar con más intensidad que hace un rato – Esa esfera...

- No se preocupen por escapar...- Erismon por fin comenzó a hablar – Ya llamé a mis amigos, así que no tiene caso que intenten huir...

- ¡Demonios! – Beelzemon sacó su par de pistolas. Con movimientos rápidos, disparó a Erismon con la pistola que tiene en su mano izquierda, mientras que con la otra que tiene disparó a la luminosa esfera que comenzaba a aumentar más y más su intensidad. Las explosiones fueron fuertes, provocando que el polvo del lugar se levantara.

Al disiparse el polvo de las dos explosiones, Beelzemon vio sorprendido que tanto Erismon como la esfera no sufrieron daño alguno. El extraño Digimon seguía sonriendo, divertida.

- Ya llegaron...- Dijo. De la esfera salieron dos rayos que cayeron en los lados de la humanoide y se materializaron. Lopmon estaba aterrado.

- No- no puede ser... ¡Ya es tarde! ¡No podemos hacer nada para escapar! – Exclamó.

- Y quién dijo que queríamos escapar? – Dijo Beelzemon, preparando sus pistolas para su gran diversión – Estos payasos se arrepentirán de haber perturbado la paz en este sitio... ¡No será necesario que esas Bestias Sagradas vengan, porque yo los destruiré con el poder de estas bellezas!

A los lados de Erismon aparecieron dos seres: Uno tenía forma de dinosaurio. Era de color negro y ojos rojos y su aspecto era amenazador. El otro era un Digimon en forma de hombre, con una túnica color negro, cabello gris, y alas negras. Llevaba en sus brazos un báculo que tenía en su punta un fuego de color azul, el mismo que los estaban en sus lados Sus ojos, de color rojo, también inspiraban temor para quienes lo vieran. Ambos tenían un aura de color gris y azul oscuro respectivamente.

- Charomon... Hadesmon... Tardaron mucho...- Comentó Erismon.

- Al parecer tenías todo controlado, Erismon, así que en realidad no nos necesitabas.- Dijo Hadesmon, el humanoide, serio.

- ¡ Bah, sean basuras o no los que tenemos en frente, que bueno que los hayas dejado con vida! – Expresó Charomon, el dinosaurio – ¡tengo demasiada hambre! ¡No he comido en siglos!

- No, no puede ser... Beelzemon, te lo repito... No pelees con ellos...- Dijo una vez más Lopmon, cerrando sus ojos, sumamente asustada.

- Kuru, Lopmon tiene razón. Estos Digimon me dan mucho miedo...- Apoyó Kurumon.

- Ya es tarde para retractarse... – Dijo el Señor Demonio Digimon. Después, les gritó a los tres Digimons – ¡Ustedes tres! ¿Van a pelear o no?

Hadesmon volteó a ver a Beelzemon.

- ¿En verdad no sabes quienes somos? – Dijo – Por ser un Digimon de la oscuridad, jamás podrás hacernos daño, y aún si no lo fueras, jamás tendrás ni la más mínima posibilidad de ganarnos...

- Será mejor que comiences a correr, insecto.- Dijo Charomon, mostrando sus enormes colmillos – ¡Nosotros somos dioses, y tenemos el poder suficiente para destrozarlos en unos instantes!

- ¡Ya lo veremos!- Exclamó Beelzemon - ¡Kurumon, Lopmon, bajense de mí!

Ambos Digimons que estaban en los hombros del demonio bajaron rápidamente de su amigo. Beelzemon decidió atacar físicamente con ayuda de sus garras.

- ¡Prepárense para morir! – Beelzemon atacó primero Erismon, que aún estaba sonriendo. Al hacer contacto, algo extraño sucedió; La extraña aura dorada no permitía que el Digimon la tocase siquiera, haciéndolo rebotar con la misma intensidad que su propio ataque.

Beelzemon salió volando y cayó pesadamente al suelo.

- Jamás podrás lastimarnos mientras tengamos nuestras auras. – Dijo Erismon– Acepta la realidad y trata de morir con honor.

La diosa miró a su compañero Hadesmon, que estaba a su izquierda. El ser entendió el punto, y extendió su brazo izquierdo. De su mano salió una esfera color azul.

- Ultimo Aliento...- Dijo. La esfera explotó aún en su mano, generando un esfera de viento oscura, e impactando a un descuidado Beelzemon, que ya estaba de pie. La esfera impactó en su vientre, haciéndolo retroceder un gran tramo. El demonio sintió un gran dolor.

- Ni... crean que me... van a detener con eso! – Exclamó Beelzemon, sacando de nuevo sus cañones. Erismon comenzaba a molestarse.

- ¡Ya basta! – El aura de la diosa aumentó, haciendo que el Digimon se cegara por tal intensidad de luz –¡Resplandor de oro!

La luz invadió todo el lugar, cegando también a Kurumon y a Lopmon. Al desaparecer la luminosidad, Lopmon abrió sus ojos y miró con asombro que lo hizo perder toda esperanza de poder ver a su doncella de nuevo...

~**~

- ¡Nunca había sentido tal poder! – Gritó Renamon. Su pelo comenzaba a tensarse.

Todos los demás Digimons sentían la misma presencia, y justamente provenía... del Territorio Sagrado de los Digimons.

"¿Qué es lo que estaba sucediendo?"Se preguntaba Takato. Parecía que el Digimundo estaba en crisis...¿Será por esto que su destino era regresar ahí?¿O fue simple casualidad?

- ¿ Qué vamos a hacer? – Preguntó Guardromon. Puppymon lanzó un pequeño ladrido, su forma de decir que no lo sabía.

- Guilmon...- Llamó Takato. El dinosaurio rojo se acercó a él – Vamos...

- Lo que tú digas, Takato.

- Nosotros también vamos...- Dijo Renamon.

- No, mejor quédense aquí por si llegan los demás...- Dijo Takato, serio – No se preocupen por nosotros; Estaremos bien. Hemos enfrentado cosas igual de difíciles.

- Es...está bien.- Renamon no tuvo otra opción que aceptar la decisión del joven.

Takato volteó al frente; sabía lo que debía hacer. Cerró fuertemente sus ojos y deseó con todas sus fuerzas llegar al territorio de las Bestias Sagradas. Como respuesta por parte de los Digi-gnomos, una torre de energía apareció, acercándose a gran velocidad hacia los Digimons y el niño.

Takato se volteó hacia los Digimons, y les dijo:

- Nos vemos.

- ¡Adios! – Exclamó Guilmon, con su acostumbrada forma de ser.

La torre se tragó al muchacho y al Digimon, desapareciendo justo antes de absorber a los asustados Digimons. La pequeña tormenta de arena provocada por el fenómeno desapareció a los pocos segundos después de que terminó.

- Buena suerte...- Musitó Cyberdramon, más tranquilo que hace rato.

~**~

No sabía que hacer... Se sentía tan débil. Se levantó lentamente, sin la más mínima fuerza.¿Acaso este era el efecto de aquel cegador resplandor? Vio su cuerpo, y se dio cuenta sorprendido que había regresado a su etapa de desarrollo... Ahora era Impmon.

- ¡Maldición! – Dijo, con una sonrisa contraria a lo que sentía en ese momento – Con que este era tu propósito al hacer ese ataque...

Erismon recuperó su sonrisa, y comenzó a caminar lentamente.

- Disculpa por no querer pelear contigo, pero es que acabó de encontrar algo que buscaba.- Dijo. Observó a Kurumon, que estaba con Lopmon.

El pequeño Digimon entendió el mensaje.

- Decálogo…- Dijo – Vienen por ti.

- ¡ Kurú!!¡¿Pero porqué?! – Replicó Kurumon, asustado.

- ¡No estoy seguro, pero debes de escapar de aquí!¡No dejes que te atrapen o todo estará perdido para el Digimundo y el Mundo Real! – Exclamó Lopmon, empujando al pequeño.

Erismon llegó hasta Impmon, que estaba unos metros delante de los Lopmon y Terriermon. El diablillo no se iba a rendir tan fácilmente, y sacando llamas de sus dedos con gran dificultad, exclamó:

- ¡No permitiré que toques a Kurumon!

- ¡Cállate! – Erismon pateó al Digimon, lanzándolo lejos, sin poder defenderse con algo.

- ¡Viene para acá! – Exclamó Lopmon.

En ese momento, la diosa corrió a gran velocidad. Lo único que se podía ver en ese instante era la estela que dejaba su aura de oro.

Hadesmon veía tranquilo como Erismon tomaba al pequeño Kurumon. Charomon estaba muy preocupado porque seguramente su compañera destruirá a los Digimons, y se quedará sin comer de nuevo.

- ¡Erismon, por favor no los mates! – Suplicó.

- Cállate! – Replicó la diosa, sumamente enojada. Charomon, asustado, obedeció.

- ¡Suéltame! ¡Déjame en paz! – Gritó Kurumon, aterrado.

- Nunca me hubiera imaginado que el famoso Decálogo del Digimundo fuera un Digimon– Expresó Erismon, sonriente- Bueno, ahora mismo acabaré contigo, y ya no nos preocuparemos por tu intervención.

- ¡Deja en paz a Kurumon! – La decidida voz de un ser humano se escuchó en el sitio.

Todos los presentes voltearon. Un guerrero estaba caminando tranquilamente hacia la zona de batalla. Tenía forma de caballero, con un escudo y lanza, y no había duda de que era un Digimon más que se sumaba en el lugar.

- ¿ Quién ese ese? – Preguntó Hadesmon, llamándole la atención la tranquilidad de aquel Digimon que acababa de llegar.

- Quién diablos eres tú...- Dijo Erismon, olvidándose por un momento del digimon que tenía en sus garras –¿Acaso vienes a pelear inútilmente con nosotros?

- Duke-dukemon...Ta-Takato...- Impmon estaba lleno de felicidad ya que Takato había vuelto… Pero algo le dice que jamás podrá vencer a esos Digimons…

- Quienes son ustedes que irrumpen al Territorio Sagrado de los Digimons e interrumpen la paz de este mundo…¡Escuchen bien!¡Por haber lastimado a mis amigos, Dukemon nunca los perdonará!