Ésta historia comienza justo después de el Twilight Princess...

Desde el comienzo hasta el final, no existe en éste fic, el amor a primera vista, pero ocurrirán hechos que ustedes juzgarán que tan romántico puede ser... (Eso es lo que intento...)

SLOW LOVE!

Disclaimer: The Legend of Zelda y sus personajes no son míos, son obra de Miyamoto-sama... (y mucho otros!)

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Pasaron tal vez algunos meses después de que el héroe del Crepúsculo, pudo derrotar al señor de las sombras que atormentó a dos mundos.

En medio de un bosque cerca de la aldea Ordon, se encontraba un joven de cabellos dorados, y encantadores ojos azules, acostado en el suelo a la sombra de un árbol, observando el cielo, ¿esperando a que atardeciera, quizás? La verdad no tenía nada en la mente, tan sólo quería despejarse después de un arduo trabajo en la granja de aquella aldea, su pasividad se deshizo al escuchar una voz que lo llamaban a lo lejos.

- ¡Link! ¡Link!- esta persona se acercaba rápidamente, al parecer tenía ya tiempo de estar corriendo, se detuvo para recuperar el ritmo de su corazón.- Link, te he estado buscando…

- ¿Qué ocurre?- respondía el rubio al levantarse y pararse frente a ella.

- Tan… sólo me preocupé, llevo rato buscándote…- su rostro comenzó a bajar, sonrojándose mientras lo hacía.- ¿todo está bien…?

- Pues... supongo…- se encontraba también confuso al pensar el por qué de esa pregunta, para luego voltear hacia ella y sonreír.- Si, estoy bien, gracias Ilia.

- Link…- trataba de ocultar el sonrojado rostro.- Me preguntaba si… - con cada palabra que lograba pronunciar se sonrojaba más.- ¿podría hacerte compañía?.- Éste volteó nada más el rostro para dejar ver esa sonrisa que lo caracterizaba y asentir con la cabeza.- ¿En serio?- de golpe levantó la cabeza con la sorpresa del rubio.- ¡Muchas gracias!

Ambos rubios se encontraban sentados a la sombra del árbol, que con anterioridad se encontraba Link, ya tenían bastante rato de estar charlando, bueno, más que todo la muchacha ya que el rubio era de pocas palabras… La verdad, es que Link era muy simpático sin dejar de ser fuerte y valiente, los niños de la aldea lo adoraban, en especial ese pequeño, que en este momento se encontraba detrás de éstos.

- Ah… ¿Link? ¿Ilia?- ambos chicos se voltearon la verdad es que ambos se encontraban tan distraídos hablando que ni se percataron de la presencia del niño hasta que éste les habló.

- ¡Hola Colin! – decía la chica mientras se ponía de pie, regalándole una sonrisa al chico.- dime… ¿qué ocurre?

- Pues… la verdad es que quería preguntarles si podría hacerles compañía…- bajaba la cabeza.- bueno, si es que no interrumpo nada…- ambos, al escuchar esto abrieron los ojos de par en par, no pudieron evitar sonrojarse al máximo, y quedarse viendo entre ellos, para voltear a ver al chico de nuevo.

- ¿D-De qué estás hablando, Colin…?- miraba al chico con gran vergüenza en sus mejillas.- Link y yo… sólo estábamos…- Fue interrumpida por una voz que se avecinaba a lo lejos.

- Señor Link!- Ya conocía perfectamente esa voz que lo llamaba, ya que siempre gritaba lo mismo cuando él se encontraba en medio de una misión. Sin más pérdida de tiempo se puso de pie para acercarse al hombre que venía corriendo a lo lejos, con sus típicos pantalones cortos.- ¡Buenas tardes señor Link! Tiempo sin verlo, y como era de esperarse ¡tengo una carta para usted! Pepepepeeee…- entregando un sobre con bordes dorados.- Y aquí termina mi trabajo, nos vemos señor Link.- gritaba mientras se alejaba.

Éste miró el sobre, al parecer era algo muy importante al traer tanta formalidad, comenzaba a abrirlo, cuando escuchó la voz de su amiga detrás.

- ¿Acaso… ocurre algo malo?- preguntó mientras se acercaba.

Link ignoró por completo aquello, ya que ese sobre tenía su completa atención, y sin más tardanza lo abrió, leyendo su contenido.

"Estimado héroe Link.

Agradeciendo una y mil veces más la salvación de ambos reinos, es una deuda que no creo llegar a pagar por todo el oro del mundo, de nuevo, mil veces gracias.

Hace pocas semanas me enteré que vivías en la aldea Ordon, hasta ahora pude localizar a nuestro salvador, enterándome de igual manera que vivías solo...

El fin de la carta, es para invitarte a nuestro castillo para hablar directamente contigo lo más pronto posible, si no es mucha molestia.

Déjame decirte que tienes acceso real a cualquier lugar de Hyrule, no hace falta una invitación o pase de algún tipo, eres bienvenido, especialmente al centro de Hyrule (el castillo).

Con sincero agradecimiento.

Su majestad, la princesa Zelda.

PD: Te esperamos "ambas" princesas…"

Ilia ya se encontraba a la par de Link esperando que éste hablara, pero el rubio no dijo nada, tan sólo se volteó y le dio una sonrisa, obtuvo como respuesta su rostro de asombro.

- Volvamos a la aldea ¿si? – se acercaba más al niño que lo miraba de lejos mientras colocaba la carta en su bolsillo.

- Bien…- dijo el chico para seguir a su ídolo. Dejando atrás a la rubia que los observaba mientras se alejaban.

Pasó una hora y Link se encontraba en el "Spring of Ordona" el lugar donde se le apareció el primer espíritu de la luz, Ordona, pequeñas gotas le salpicaron en la cara, era Epona que se sacudía, sonrió para luego acariciarla.

- Veo que estas muy ocupado. - decía una voz justo a su espalda de él. Se volteó rápidamente para observar aquella sombra que comenzó a acercársele desde la oscuridad del bosque. -¿Cómo has estado Link?

- … Eres tú…- dijo sorprendido al ver a su amiga, aquella que le ayudó en toda su travesía para salvar el reino.

- ¿Crees que te dejaría todo el crédito, de todo lo que hicimos juntos? –mostró una sonrisa mientras ponía su mano en su cadera.- ya deberías de conocerme…

Link sonrió de una forma tan honesta, realmente se sentía feliz de volver a ver a su amiga, después de los meses pasados…

- ¿Porqué me estas viendo así? A ti nunca se te quita esa cara de idiota ¿no? –dijo en son de broma.

- Di lo que quieras, Midna.- se acercó lentamente a ella.- Me siento tan feliz de volverte a ver…

Midna siempre con su sonrisa de superioridad se acercó a Link y lo abrazó tiernamente.

- Yo también extrañaba esta cabecita rubia sin cerebro…- dijo de nuevo bromeando.

- ¿Qué haces aquí? Pensé que habías quebrado el espejo… - Ella único que hizo fue separarse de él y pegarle un zape.- ¡Ay! ¿Y eso porqué? – reclamó alejándose mientras se sobaba la cabecita.

- Idiota, se te olvida quién soy y de lo que soy capaz de hacer…- dijo cerrando los ojos y cruzando los brazos.

- No has cambiado nada. –dijo regalándole otra sonrisa. La princesa se volteó para darle la espalda. Dio un suspiro de decepción.

- Pues, como que no te he hecho tanta falta…

- ¿De qué hablas? –preguntó curioso.

- ¡Hmp! ¿Recibiste la carta? –dijo volteándose de nuevo.

- ¿Te refieres a la carta de la princesa? Pues sí, me llegó esta tarde…

- Ya escuché lo suficiente... –le dio nuevamente la espalda y comenzó a alejarse.

- Espera, Midna, no sé a qué te refieres… -realmente estaba muy confundido.

- Ella te escribió que yo estaba aquí y aún así, no asomaste tu cabezota, por allá.- dijo sin voltear.

- ¡Midna! Cuando leí la carta no sabía que se refería a ti, no había entendido la parte de "ambas" hasta ahora…

- ¡Hmp! – desapareció del lugar dejando al joven héroe solo.

- Midna… -suspiró para luego esbozar una sonrisa.- ella nunca cambiará…

A la mañana siguiente se podían escuchar los gritos de aquel granjero que siempre pedía ayuda al rubio para arrear su "cabras".

- ¡Link! ¿Estás ahí? –gritaba desde afuera de su casa.

- … - No se podía levantar de su cama, estaba tan casado, no había podido dormir toda la noche, sin embargo terminó de levantarse para asomarse a aquella ventana de su casa. – ¿si…?

- ¡Buenos días, Link! –Saludaba desde abajo.- ¡Necesito tu ayuda! ¡Vamos, baja!

- Sí, ya voy… - contestó para luego dar un largo bostezo.

Tenía unas ojeras increíbles, sentía que en cualquier momento caería dormido en cualquier esquina de la aldea.

- Oye muchacho ¿te sientes bien? –Preguntó su "sensei".- Te noto muy decaído…

- Sí, lo lamento… ah… -cayó dormido justo en el río, pero tenía tanto sueño que ni siquiera el agua helada de éste lograba despertarlo.

- … -una gota cayó en la frente de Rusl, realmente estaba cansado. Lo levantó y lo llevó hasta su casa, dejó a su esposa a su cuidado, y de inmediato salió en una misión que tenía pendiente.

Se encontraba firmando un par de papeles un poco estresada.

- Ah… no creo poder seguir con esto… -se quejaba mientras ponía un último sello, para la construcción de uno de los puentes destruidos.

- ¿Sabes? He oído, que tu reino esta volviendo a ser como era antes… La princesita de Hyrule no pierde tiempo ¿eh? –preguntó burlona.

- Se supone que así debería de ser… -dijo guardando su sello en una de las gavetas del escritorio.

- Sin embargo… hay algo que te hace falta… -de nuevo con su sonrisita burlona.

- ¡¿Qué? –se puso a revisar cada estante con nerviosismo, debía restablecer su reino, no tendría obstáculos para ello.- ¿qué, qué se me olvida? –preguntó desesperada, al no encontrar ningún inconveniente por ningún lado.

- … -su sonrisa se amplió más al pensar en lo que tenía en mente.- Ser… reina…

La princesa se tranquilizó, bajó la cabeza y se sentó de nuevo en su escritorio, su semblante había cambiado completamente.

- Tienes razón, Midna… pero… me temo que… tendré que buscar a alguien que pueda ocupar el puesto por mí… -las palabras de su amiga no era precisamente lo que esperaba.

- ¿Qué? Pero se supone que ya tendrías que haber buscado un pretendiente para casarte con él y ser… - pero fue interrumpida.

- No, lo lamento… pero… no tengo pensado casarme, no me convertiré en reina; de una vez que muera, cederé mi reino al quién considere que esté en la capacidad de reinar…

- ¡Pero Zelda! ¿Porqué deseas eso tan…? -de nuevo fue interrumpida.

- Ya di mi decisión final Midna, no pienso cambiarla.- dijo con determinación.

- Está bien, si así lo deseas, así será… - comentó en medio de un suspiro, obviamente no muy convencida.

Sabía que su vida no era precisamente un cuento de hadas como para pensar en un amor eterno, como lo decían en esos libros; no, sabía que eso nunca le pasaría, no había nadie digno como para casarse con ella, todos deseaban a la princesa por ser de la realeza, por su riqueza, por su fortuna. Sólo deseaba encontrar a alguien capaz de reinar, pero sin ella a su lado; ella lo escogería, no tendría relación alguna con esa persona. Sabía que nadie la llegaría a amar realmente… Ni tendría que fingir que la amara.

Despertó de golpe, ya había dormido lo suficiente, y sentía un calor bastante acogedor, no la soledad que siempre le habitaba todo su ser.

- ¿Te encuentras bien? –preguntó Uli preocupada, le había asustado mucho su despertar.

- ¿Eh? –la miró aún confundido, no entendía cómo llegó ahí, pero no le molestaba, en lo absoluto.- Sí… pero ¿qué me pasó? ¿Acaso me desmayé? –en ella sólo apareció una pequeña sonrisa, pero pudo tapársela con su dedo, realmente le había causado mucha gracia.

- No, de hecho caíste dormido… -volvió a reír de sólo pronunciarlo causó un inmenso sonrojo en el rubio, no sabía que podía ser tan holgazán, eso realmente lo avergonzaba.

- ¿En serio…? Lamento las molestias, no quise… -más rojo que nunca.

- No te preocupes, sabes que nos agrada tenerte aquí. ¿Quisieras quedarte a cenar? –se levantó de la silla, mientras sonreía.

- Ah… yo no… -se iba a negar cuando escuchó un grito desde la puerta.

- ¡Link! ¡Escuché que estabas en casa! –dijo acercándose alegremente. Colin dejó de ser tan tímido como lo fue alguna vez, se había hecho más fuerte desde que Link lo había salvado de King bulblin.- Por favor, Link. ¡Quédate para la cena con nosotros! –rogaba con sus manos juntas y sus ojos suplicantes.

- Ah…- aún quería negarse, volteó su mirada a la madre del chico que le mostraba una gran sonrisa maternal, a la cual sólo pudo responder de igual manera y asentir.

- ¡Si!-gritaba el pequeño niño, estaba más alegre que de costumbre.

Al día siguiente estaba más animado él también, su noche de cena había sido espectacular, había comido demasiado, sin mencionar lo deliciosa que estaba. Luego de un rato había aparecido Rusl, y les hizo compañía, junto con el pequeño bebé que acababa de despertarse de su profundo sueño, Link no pudo evitar esbozar una sonrisa al compararse con él, dos completos dormilones que sólo se despertaban a la hora de la cena… Se había sentido en familia.

Se vistió con un pantalón largo color blanco de seda, un pequeño chaleco negro con orillas doradas y una camisa por dentro más formal con un par de ribetes elegantes y serios al igual que el chaleco, se puso un par de botas negras unos ocho dedos debajo de la rodilla de largas; realmente lucía elegante y atractivo, se había detenido un rato en la ciudadela para comprar algo así, sabía que algún día lo necesitaría.

Salió y se montó en Epona para seguir con su camino, dejando una sombra atrás, escondida entre los árboles, observándolo con curiosidad y preocupación.

- Link… -dijo en un susurro mientras éste se alejaba.

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Continuará...

Eso depende, si nadie lo lee poco servirá que suba más... xD

Sayo!