Disclaimer: Saint Seiya no me pertenece. Todos los derechos están reservados por Masami Kurumada y TOEI.
Esto es felicidad
Salgo al balcón de mi habitación y estiro mis brazos desperezándome un poco para luego apoyarme en el barandal. Desde aquí puedo ver en todo su esplendor el jardín de la mansión y es ahí donde mi vista se ha detenido sobre la única mujer en el mundo que me hace temblar: Saori.
Inevitablemente el tiempo pasó sobre nosotros y llegué al punto en el que tuve que dar paso a la sangre nueva que resguarda a Athena en estos momentos. Dejé de ser un caballero y pasé a ser el entrenador de esos nuevos valerosos caballeros que ahora nos sustituyen, pero ella… con ella es diferente; Saori a pesar de haberse hecho igual de mayor que yo nunca dejará de ser la reencarnación de Athena hasta que muera y alguien mas nazca para ocupar ese lugar.
Incontables batallas surcamos, muchos dioses derrotamos en el pasado junto con nuestros amigos… juntos ella y yo y aunque de eso sólo queden recuerdos, hay una batalla que siempre libramos a diario y que está a punto de suceder…
Saori está a lo lejos encargándose de su jardín, su largo cabello púrpura cae delicadamente sobre sus suaves hombros y lleva ceñido al cuerpo un vestido color rosa que combina perfectamente con el encendido natural de sus mejillas. Dos sirvientas se le acercan y ella les da instrucciones sobre qué plantar y como embellecer su querido jardín al que le dedica muchas horas diariamente. Las dos chicas asienten y se van quizás a buscar algunas herramientas y es entonces cuando mi corazón se acelera porque lo que estoy esperando sucede:
Ella mira de reojo hacia acá pues se siente observada por mi y yo estoy ansioso porque nuestras miradas se encuentren. Así sucede y sonrío ante aquello con mucha emoción, ella me imita y un rosáceo color le invade la cara. Nos miramos no sé por cuanto tiempo pero después de un poco sin poder aguantar un poco más ella se vuelve a la labor de podar sus rosas y yo me quedo mirándola. Me gusta estar así, me gusta verla a lo lejos nerviosa por mi presencia.
La observo trabajar felizmente en sus plantas. Saori, una mujer que siempre es amable con todos, que es dulce y alegre, una mujer que pareciera ser como cualquier persona, sin preocupaciones. Pero lejos de eso está aquella a quién le fueron negadas muchas cosas: una vida normal, el amor… hijos. Amor que debió haber sido conmigo, hijos que debieron ser míos. Tenemos los suficientes años juntos acompañándonos como para saber lo que sentimos el uno por el otro. Ella me ama, yo la amo de la misma intensidad pero nuestro destino nos tiene prohibido dar el siguiente paso.
A veces me levanto y la observo como ahora y pienso: — Hoy será el día, hoy se lo diré. Pero luego repaso mentalmente las consecuencias y me detengo, no quiero verla sufrir, no quiero que nada le pase. No sé como he podido vivir así, sin poder tenerla entre mis brazos, no sé como he aguantado la situación por todos estos años y no sé como lo hace ella también.
Muchas veces me dijo que mi deber había terminado que hiciera una vida y fuera feliz y me negué rotundamente. Mi concepto de felicidad es tan diferente a lo que normalmente enseñan. Quizás pueda sonar a capricho ¿pero acaso el amor no tiene una pizca de ello? Nada puede ser sin ella, nada tendría sentido sino es con Saori y por eso sigo aquí.
Esta es la batalla que disfruto entre nosotros, esta es nuestra rutina habitual con la cual alimentamos nuestros sentimientos: una mirada, un roce, una sonrisa. No necesito nada más que permanecer a su lado porque cuando nuestras miradas se encuentran y su rostro devela ese rubor que tanto me gusta sé que esto es felicidad.
Nada planeado como siempre, ja algo que surgió en el trabajo y ya.
¿Cuantos años tenían? No sé pero los vi con algunas arruguillas, así que pónganles la edad que gusten.
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Princesa Saiyajin, presentó.
You are my reason, to be...
