¡Hola a todos!

Es la primera vez que me animo a publicar algo que no sea un one-shot y estoy muy feliz. Sobretodo porque es en un fandom totalmente nuevo para mi.

Desde hace tiempo me convertí en fan de la pareja Naruto-Sakura y, aunque he leído muchos fics sobre ellos, nunca había publicado nada.

Esta es la adaptación de un libro cuyo título y autor pondré al termino del fic. Repito, es una adaptación. Nada de esto me pertenece, yo solo he cambiado algunas cosas.

¡Estoy muy emocionada! A pesar de que no sea algo que yo haya escrito, me he mimetizado mucho con la historia mientras estaba en el proceso de adaptación... y traducción, porque el libro original está escrito en inglés.

¡Los dejo con el primer capítulo!

Capítulo 1

«Priva a mi amor del uso de la palabra y vístelo en una capa de silencio.»

Sueño de una noche de verano,

Shakespeare

Octubre de 1528.

Camino entre Bristol y Chester, Inglaterra.

-¡Mon Dieu! ¿Sientes mucho dolor tía Tsunade?

Ignorando la lluvia que caía, lady Sakura Haruno Senju se arrodilló en el oscuro barro al margen del camino; al lado del cuerpo inmóvil de su tía. El agua barrosa que corría por la zanja pronto empapó las faldas del vestido de terciopelo granate usado por Sakura. Con los dedos temblorosos, la joven separó el velo que cubría los rubios cabellos de la dama. En seguida, desató el lazo que cerraba la capa de viaje de su tía y usó la prenda mojada para intentar proteger a ambas del aguacero.

-¿Tía Tsunade? ¡Por favor, háblame!-insistió Sakura, aprensiva con la palidez que había pasado a dominar las mejillas generalmente rosadas de su acompañante.

Lejos de responder a los pedidos de su sobrina, Tsunade apenas si respiraba.

Hatake Kakashi, con la voz que había quedado ronca de pasar años entrenando jóvenes soldados inexpertos, aconsejó en tono gentil.

-¡Por la espada de San Jorge! Milady, vaya a protegerse de la lluvia bajo los árboles. De lo contrario, este maldito clima inglés la hará enfermar. Yo cuidaré de su tía.

-¡No!-exclamó Sakura-No me iré del lado de mi tía. ¡No puedo permitir que ella muera!

Protestando palabras más comúnmente oídas en las tabernas de París, Kakashi descargó su frustración sobre el conductor del carruaje y sobre los cinco soldados que intentaban sacar el vehículo de encima de la dama desfallecida.

-¡Muévanse perezosos! ¡Hagan más fuerza! ¡Vamos! ¿Qué son, hombres o ratones debilitados por la lepra?

Sin prestar atención al lenguaje crudo del sargento, Sakura se concentró en el leve jadeo del pecho de Tsunade. ¡Que Dios fuese loado! ¡Su tía todavía estaba viva, respirando! Sujetando las manos de la mujer, dirigió una plegaria de agradecimiento a los cielos.

Mientras tanto, a pesar de los esfuerzos de los hombres, la parte lateral del carruaje con equipaje, que presionaba el cuerpo frágil de Tsunade contra la pared de la zanja, apenas se movió de lugar.

Protegiendo su rostro de las frías gotas de la lluvia de otoño, Sakura miró a su alrededor. La época de las cosechas ya había terminado y los campos desiertos dominaban el paisaje. Aquí y allá, algunos árboles de tronco ennegrecido se negaban a dejar caer las últimas hojas amarillentas todavía fijadas en sus ramas. Sakura soltó un suspiro de desaliento al observar el triste paisaje. Si un trovador estuviese trasformando en versos el presente infortunio, un grupo de galantes caballeros aparecería en cualquier instante galopando por el camino, dispuestos a socorrer a los viajantes. Pero esta no era una historia de trovadores al lado del fuego encendido de una chimenea, mucho menos una historia de los cuentos ilustrados de alguno de los valiosos libros de la colección del padre de Sakura.

Gotas de lluvia disimularon las lágrimas que la joven dama no logró contener, Ella no podía dejar que los hombres notasen cuan asustada estaba. De repente, una construcción baja y de forma cuadrada, medio escondida por una elevación del terreno, le llamó la atención.

-¡Kakashi, mira! ¡Una construcción de buen tamaño, allá en frente!

El sargento se apartó del carruaje y miró en la dirección indicada por Sakura.

-Si la veo milady. Vamos a rezar para que los habitantes de la casa entiendan francés, pues no hay un solo hombre entre nosotros que hable la maldita lengua de este país-Volviéndose hacia el conductor del carruaje, ordenó-Konohamaru, monta a Diablo Negro y ve hasta esa casa de allá. Trata de conseguir ayuda rápidamente. ¡Y no maltrates mi caballo! ¡De lo contrario te desollaré vivo!

El conductor, un muchacho de poca edad, se apresuró a montar el caballo del sargento y, partiendo al galope, puso rumbo a la casa que le había sido señalada.

-Santa Catalina, haz que los habitantes de la casa comprendan a Konohamaru y que vengan en nuestro auxilio-rezó Sakura.

En ese momento, una ráfaga de viento agitó el velo blanco que le cubría la cabeza. Irritada, se sacó el velo mojado y sus largas trenzas rosas se alborotaron libres. Un suave gemido la hizo darse vuelta y concentrarse en su tía.

Los párpados de Tsunade se abrieron lentamente y una expresión de dolor dominó su rostro.

-Creo que estoy muriendo-murmuró la dama-¿Qué sucedió?-preguntó con voz menos débil.

El corazón de Sakura se aceleró de alegría. Su tía podía hacer preguntas era señal de que no estaba muriendo.

-Cálmate querida tía-dijo Sakura, en el mismo tono que había usado su tía para reconfortarla a ella y sus hermanas cuando eran pequeñas-Trata de no moverte. Una de las ruedas del carruaje se rompió al golpear con una piedra en medio del camino. El carruaje se dio la vuelta y cayó encima tuyo. Imagino que estás sintiendo fuertes dolores ahora. ¿Verdad?

-Si mi linda y tonta niña. ¡Por supuesto que siento dolores! ¿Y que está haciendo Kakashi para remediar esta situación? ¿Maldiciendo como de costumbre? Cielos… ¡Nunca deberíamos haber puesto los pies en esta isla maldita! Me pregunto porqué no te quedaste en el Valle del Loira para hacerte monja.

Sakura besó las manos de su tía y le susurró palabras de cariño, al mismo tiempo que intentaba oír el sonido de caballos aproximándose. ¿Por qué Konohamaru demoraba tanto en volver?

-Buen día lady Tsunade-saludó Kakashi, acercándose-Vamos a liberarla pronto, quédese tranquila.

-¿Pronto? ¡Lo dudo! Con certeza les va a llevar horas sacarme de aquí. ¿Y a donde estaré para ese entonces? ¡En el cielo con los angelitos!-respondió la dama.

-Su tía no demorará en recuperarse-le cuchicheó el sargento a Sakura-La lengua de ella continúa tan afilada como siempre.

El carruaje se movió un poco. Kakashi volvió a empujarla junto con los otros, maldiciendo los caminos ingleses, el clima inglés y a Inglaterra en general.

-Coraje tía. Konohamaru fue a buscar ayuda-le avisó Sakura.

-¡Gran cosa! ¡Mandar a Konohamaru a buscar ayuda es lo mismo que mandar a una tortuga al mercado a hacer compras y pedirle que se apure!

Al terminar de hablar, Tsunade volvió a gemir. Sakura no sabía decir si el gemido fue de dolor verdadero o solamente una artimaña para llamar la atención. Después de todo, los convenientes dolores de cabeza y los misteriosos desordenes estomacales de tía Tsunade eran legendarias en el seno de la familia Haruno Senju. Pero esa vez la dama tenía razones de sobra para hacerse la víctima.

-Lo que sucedió no me sorprende. Una hechicera debe habernos echado una maldición cuando desembarcamos en Inglaterra-declaró Tsunade con voz débil-No entiendo por qué tus padres te arreglaron un matrimonio justo aquí; en este país olvidado de la mano de Dios. ¡Ah, espera a que encuentre a tu padre Sakura-chan! ¡Voy a darle una trompada que lo hará ver las estrellas en plena luz del día!

-Por favor tía, para de hablar y guarda tus fuerzas. Konohamaru volverá pronto, trayendo ayuda.

-Ese muchacho volverá cuando las llamas del infierno se congelen-protestó la dama, cerrando los ojos.

Sakura dirigió una mirada ansiosa a Kakashi, quien le sonrió y argumentó.

-Será necesario más que un carruaje para silenciar a Tsunade Senju. No tema milady, todo saldrá bien.

La joven dama suspiró y dio gracias a Dios porque su padre hubiese designado a Kakashi para acompañarla cuando había dejado el castillo L'etoile, dos meses atrás. ¿Dos meses? Pues parecían ser más de dos años… y el viaje al encuentro del prometido que todavía no conocía estaba apenas por la mitad. Kakashi, a pesar de su tosquedad, había sido el fiel sargento del padre de Sakura durante las campañas militares en las cuales este había participado en su juventud. Ahora el sargento servía a la hija más joven de su señor con igual devoción. Sakura se prometió a si misma que escribiría una carta a sus padres, elogiando los servicios de Kakashi, cuando llegase al castillo Konoha, el hogar de su prometido.

-¡Ya era hora!-exclamó el sargento de repente-Ve milady, Konohamaru está volviendo y parece que el vago logró encontrar ayuda.

Sakura sonrió al avistar al muchacho cabalgando en dirección al lugar del accidente, seguido por algunos hombres a pie y por un carruaje de dos ruedas. ¡Caballeros viniendo en auxilio de dos damas necesitadas!

-¡Que los ángeles sean loados!-jadeo Konohamaru, deteniendo a Diablo Negro al lado del carruaje volcado-Hay un monasterio cerca de aquí y los monjes hablan un francés razonable. Mire lady Sakura, ahí vienen ellos.

Media docena de hombres vestidos con el hábito marrón de los franciscanos se aproximaban apresuradamente. El crujido de las ruedas del carruaje de los religiosos sonó como música a los oídos de la pelirosa, aunque la vestimenta sencilla de los frailes no correspondiese, ni de cerca, a sus fantasías pobladas por nobles caballeros. Sin ninguna pausa, los recién llegados saltaron dentro de la zanja y sujetaron los bordes del carruaje volcado, hundiendo en el barro sus pies calzados por sandalias.

Uno de los religiosos, más alto que los otros, gritó una orden en inglés y, al mismo tiempo, todos hicieron fuerza para levantar el carruaje tumbado. Como por un milagro, el pesado vehículo salió de encima del cuerpo de Tsunade y fue colocado en el camino.

-Que la paz sea contigo, milady-murmuró en perfecto francés una voz gentil, caliente como el sol de verano, al oído de Sakura-Permíteme cuidar de tu acompañante para aliviar su sufrimiento.

Sakura miró a la persona que había hablado y soltó una exclamación de asombro. ¡El fraile alto y rubio parecía el arcángel San Gabriel transformado en un ser de carne y hueso!

Naruto Uzumaki había conocido muchas mujeres bonitas en sus veintiocho años de vida… más nunca había visto ninguna que tuviese ojos color esmeralda y cabellos rosas como los pétalos de una delicada flor. Sintió una oleada de calor recorrerle el cuerpo debajo del hábito amarrado en la cintura por una cuerda. ¡Cielos! ¡La joven era la encarnación de la tentación! Era la imagen perfecta de todo aquello a lo que Naruto había renunciado al entrar al monasterio de San Hugo, seis meses atrás, y al prometer llevar una vida de pobreza, obediencia y castidad. Principalmente de castidad.

El rostro de la joven fue dominado por una expresión de asombro, una expresión que Naruto Uzumaki detestaba ver en la cara de cualquier persona. Bajo la cabeza, avergonzado. ¡Por la Santa Biblia! ¿Cuándo las personas, especialmente las mujeres, dejarían de mirarlo de ese modo?

Durante toda su vida la palabra "bello" lo había perseguido sin descanso. Aunque su cuerpo hubiese crecido hasta un metro y ochenta y tantos de altura y los músculos de su cuerpo se hubiesen desarrollado para darme la forma digna de un hombre, su rostro mantenía un aire angelical… lo que no le había sucedido a su hermano. Los cabellos rubios de Naruto no se habían oscurecido hasta hacerse castaños como los de Shikamaru. A pesar del corte ircular del cabello, en la parte más alta y posterior de la cabeza – el típico corte de un novicio – algunos cabellos cortos formaban un halo dorado alrededor de su rostro, lo que servía para realzar el azul profundo de sus ojos.

Descontento con su propia belleza, Naruto se había dedicado a la práctica militar. Pero los años de entrenamiento para dominar el uso de la lanza y la espada no habían perjudicado la armonía de sus rasgos. Al contrario. Los ejercicios habían endurecido sus músculos y ensanchado sus hombros, de modo que los hombres empezaron a respetarlo y las mujeres a admirarlo todavía más.

Solas o en grupos, las damas de la corte del rey Enrique VIII habían suspirado por la belleza de Naruto, había luchado por conquistar su atención durante los torneos, había ofrecido favores especiales a cambio de su compañía. Siendo un mero mortal, sin aspiraciones a la santidad, Naruto había aceptado de buen grado lo que las damas le ofrecían con tanto entusiasmo.

Pero, en el silencio de la noche, él no había podido dejar de preguntarse si la mujer dormida a su lado habría sido tan generosa con un hombre de apariencia menos atractiva.

Mientras sus manos tanteaban levemente el cuerpo de la dama mayor desmayada, Naruto se esforzó por ignorar la perturbadora presencia de la linda joven que se encontraba a menos de un paso de distancia.

Tsunade gritó de dolor cuando las manos del rubio tocaron su cadera derecha por encima del terciopelo mojado de la falda del vestido.

-Disculpe, milady. Intentaré ser más delicado de aquí en adelante-se disculpó Naruto, continuando con el examen necesario-Pronto estará mejor, lo prometo.

-Dudo que algo pueda librarme del dolor que me aflige ahora-gimió Tsunade. En seguida, al abrir los ojos y mirar el rostro del hombre que la examinaba, exclamó-¡Cielos! ¿Me morí y estoy en el Paraíso?

-No, a menos de que llame Paraíso a una zanja llena de barro-respondió Naruto.

-¡Ah! Si fuese veinte años más joven y no estuviese herida… yo trasformaría cualquier lugar del mundo en un paraíso siempre y cuando estuvieses conmigo.

-Por favor tía, estás hablando con un religioso-la retó Sakura, avergonzada-Lo siento mucho fray-se disculpó ella-El dolor debe haber hecho que mi tía pierda el sentido común, ¿Verdad tía?

Reticentemente, Naruto miró a Sakura.

Un gran error.

Tuvo la sensación de que una flecha lo atravesaba, dejándolo sin habla.

-¿Un religioso? ¡Qué lástima! Que pena… ¿Verdad Sakura-chan?-Tsunade volvió a mirar a Naruto-¿Por casualidad las muchachas en edad casadera se amarraron cintas negras en sus cabellos cuando decidiste dedicarte a la vida religiosa?

-No lo sé milady. Solo puedo decirle que mi madre lloró mucho y se preguntaba qué errores había cometido cuando me educó.

-Como debe haber sufrido, pobrecita…-murmuró Tsunade, con voz débil, antes de desmayarse.

-¡Por favor no la deje morir!-imploró Sakura.

-Ella no morirá. No hoy por lo menos-le aseguró Naruto-Su tía solamente se desmayó, lo que es una bendición. En caso que continuase consciente sufriría demasiado durante el viaje hasta el monasterio.

Al terminar la explicación en francés, llamó en inglés a uno de los novicios, un muchacho de poca edad y físico robusto.

-Hermano Chouji, necesito tu ayuda. Esta dama está con uno o dos huesos rotos y debe ser cargada con cuidado.

Sakura se apartó un poco para dar paso a Chouji, que apenas le lanzó una mirada distraída. Al principio Naruto se sorprendió con el hecho de que el muchacho pareciera inmune a la belleza de la joven de ojos verdes y cabellos rosas… pero después se retó por su pensamiento. Por supuesto que Chouji no había visto nada más que una simple muchacha. Ese muchacho era más santo de lo que Naruto jamás sería. Seguramente Chouji jamás había experimentado los placenteros pecados de la carne.

Irritado con su propia debilidad, Naruto juró pasar toda la noche rezando delante del altar de la capilla del monasterio, arrodillado sobre las piedras heladas del piso.

Tal penitencia ayudaría a enfriar su ardor.

Sujetando a Tsunade por las axilas y por las piernas, Naruto y Chouji la levantaron del piso y la llevaron hasta el carruaje del monasterio, donde la colocaron sobre una cama de paja limpia. La paja esta seca, gracias a un improvisado toldo de lona hecho para proteger la parte trasera del vehículo.

Kumadori, un fraile especialista en el arte de curar, se acercó a la dama y le preguntó a Naruto, en tono profesional.

-¿Dijiste que tiene un o más huesos rotos?

-Si. La pierna izquierda está quebrada con certeza… y tal vez la cadera lo esté.

-Es una bendición que la dama haya perdido el sentido.

-¡Amén!

Naruto dio un paso atrás. Kumadori subió al carruaje de dos ruedas, tomó las riendas e hizo que el caballo comenzase a andar. Mientras el vehículo se apartaba, el rubio sintió que alguien le tiraba levemente la manga del hábito.

Era la linda joven de cabellos rosas.

-Disculpe fray, pero no entiendo muy bien la lengua inglesa. ¿Podría repetirme, en francés, lo que dijo sobre mi tía?-indagó Sakura con voz dulce y mirada suave.

-Su tía tiene una pierna rota-respondió Naruto con brusquedad, intentando evitar su mirada. ¿Por qué ella debía mirarlo de ese modo, como si estuviese delante de alguna criatura fabulosa?-Ahora es mejor que tomas un caballo y vayas al monasterio sin más demora. ¿Sabes cabalgar, verdad? Si continuas debajo de la lluvia acabarás enfermándote.

Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, Naruto deslizó la mirada por el cuerpo de la joven. La pechera del vestido mojada le moldeaba los pechos, dejando entrever una muestra de la deliciosa promesa escondida debajo de la tela. Una vez más Naruto tuvo la sensación de estar siendo atravesado por una flecha. Una sola noche de penitencia no sería suficiente. Tal vez fuese adecuado pasar todo un día haciendo penitencia.

-Agradezco su preocupación fray-murmuró Sakura, con un tono de voz que hizo que Naruto pensase en momentos de pasión ardiente entre sábanas frescas.

¡Que Dios le perdonase por esos pensamientos! Mientras estuviese rezando en la capilla, aprovecharía para usar una camisa áspera de tela de crin…

-Y para responder a su pregunta, si, sé cabalgar muy bien. Aunque esa actividad no sea muy apropiada para una dama-respondió Sakura sonriendo.

Cuando la joven se dio vuelta para ir en dirección donde estaban los caballos, su mano rozó levemente la mano de Naruto. El rubio se estremeció, como si hubiese sido tocado por un hierro caliente. La pelirosa también tuvo un sobresalto, como si ese mismo hierro caliente la hubiera tocado.

Ambos intercambiaron una mirada rápida que pareció durar una eternidad. Naruto se sintió despeñarse por un abismo y solo reuniendo toda su fuerza de voluntad fue capaz de desviar los ojos de la cara de la joven. Una camisa de tela áspera, veinticuatro horas de rodillas en el piso del a capilla y un día entero de ayuno. Si, ayunar un poco no le hará nada mal, decidió Naruto mientras observaba a la tentadora joven montar un caballo, auxiliada por uno de sus acompañantes.

Levantando el borde del hábito, fue rumbo al monasterio. Se prometió a si mismo que, durante la noche, rezaría para que la bella lady desapareciese de su vida lo más rápido posible.

Sin embargo… cuando la vio pasar cabalgando, se perdió en pensamiento muy poco santos.

La tía la había llamado "Sakura-chan".

¿Qué clase de nombre era ese?


¿Qué les ha parecido? ¿Les ha gustado?

Debo confesar que se hizo un poquito raro, al principio, imaginarme a Naruto vestido como un monje franciscano. Pero creo que, por fin, he terminado por acostumbrarme.

Voy a subir un capítulo semanal, es decir, cada viernes realizaré la actualización.

Pero si el número de reviews es suficiente... podría acortar el tiempo de espera.

¡Nos vemos en el próximo capítulo!

Cami Sky