DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen; son propiedad de Naoko Takeuchi. La historia desgraciadamente tampoco es mía es producto de la cabeza de Michelle J. Beckett. Una gran escritora.

El final es el principio.

Prefacio.

Nunca creí que del amor al odio solo existiera un paso, quizás por que nunca creí cosas fantasiosas, quizás por que yo era una típica chica normal, y tampoco creí que este tipo de cosas me pasaran a mí. Quizás, nunca.

Estaba segura, no puedes odiar y después amar. Si se odia a una persona se debe a acciones, con buenos motivos, ¿Cómo se podría amar a esa persona que fue odiada anteriormente?

También estaba segura de esto: Nunca creí comprenderlo. Hasta que yo fui victima de mi propia duda.

Cerré los ojos, con los papeles que me separarían legalmente del hombre que amaba, el me miraba con duda, con tristeza en los ojos. Deseé este momento desde que me casé con él. Y ahora, repetía dentro de mi: Del odio al amor, no se necesita un paso, sino un matrimonio arreglado.

Habíamos llegado a todo esto por el, por sus intenciones, el no tenía motivos al tomarme como si yo fuera de su propiedad antes de conocerme, antes de ni siquiera saber si era una ninfómana o una asesina serial, pero lo hizo, aprovechó muy bien la oportunidad, sabiendo que nuestra familia estaba en problemas, y aparte, el era muy poderoso y, por ende, millonario hasta lo inverosímil.

Yo seguía recordando el pasado, las cosas que nos dejaron a los dos en este punto. No sabía por que actuaba así, por que me dejaría libre, si al principio era un hombre posesivo y lo odiaba. Y ahora, me separaría de el, bajo su voluntad.

Mordí mi labio inferior mientras tomaba los papeles, e hice lo que ni en mis más descabellados sueños haría en esta situación. Esta habitación llena de abogados, se volvió un lugar para recordar y recapacitar.

Me volví a mirarlo otra vez, el ya había firmado, la última decisión dependía de mi. Y matando mis anteriores sentimientos, partí los papeles llevando con ellos mi odio muerto.

El solo sonrió con una nueva esperanza creada en su rostro.

Primer Capítulo: Encuentros desiguales.

"El odio es el amor sin los datos suficientes"
Richard Bach

"Ya no se que hacer, Ikuko" Escuché a Kenji murmurar lentamente, mi madre le sobaba el hombro intentado demostrar su apoyo. "Es que, simplemente, esto va a acabar con todo, no tendremos nada, tantos años trabajando para esto. Creo que no me lo merezco."

"Claro que no, amor. Solo son cosas del destino, Dios sabe por que hace las cosas, quizás todo esto este pasando... por algo." Dijo Ikuko no muy convencida de sus palabras.

Yo escuchaba la conversación clandestinamente, sabía que ninguno de los dos les hubiera gustado que me enterara de los problemas de la familia, pero ellos también sabían que no me podían ocultar el conflicto en el trabajo de Kenji.

Mi papá trabaja en una empresa mundialmente famosa, le encantaba su trabajo, llegaba a casa radiante, por que sabía que le pagaban mucho y nos daba la vida que siempre había soñado para nosotras, todo estaba bien, tenía por pagar muchas cosas, se endeudó bastante, pero no le preocupaba, por que sabía que eventualmente, lo pagaría.

Hace dos semanas aproximadamente las cosas empezaron mal, había muchos problemas y advirtieron a Kenji que era muy probable que lo despidieran. El estaba seguro de que lo harían hoy, pues ahora despedían a muchos empleados, y sabía de sobra que el era el siguiente.

Los problemas de la empresa fueron en aumento y una familia compró la empresa, todo el mundo sabía de esa familia, no eran ni actores, ni cantantes, pero eran millonarios, y todo lo tenían. Y su nuevo objetivo: La empresa donde trabaja Kenji.

Hice como si acabara de bajar las escaleras, y llegué a la mesa. Kenji levantó la cabeza, y sonrió tristemente. Ikuko me saludó mientras servía mi desayuno. Era un poco infantil por mi parte seguir viviendo con mis padres en el tercer semestre de la universidad, estaba por cumplir 20.

"Serena, cariño, hoy... quiero que vengas a visitarme a la salida, cuando salgas de la universidad, tu sabes, visitar a tu viejo padre." dijo Kenji, entendía lo que decía. Tal vez ese era el último día que saldría de su trabajo.

"Seguro papá"

Después del desayuno, me despedí de ellos, tome mi mochila, y salí hacia mi auto, era un hermoso Audi RS5 negro, para ir a la universidad de Tokio. Me encantaba esta ciudad, amaba como el sol tocaba mi piel, sin llegar a quemarla, sería un fantasma hasta morir. Blanca y... típica.

Atravesar filosofía inglesa era mi sueño, nunca tuve una vida muy importante, lo único que me gustaba era escribir, y aunque nadie lo sabía. Lo amaba. Kenji no se había negado, pues el podía pagarlo. Pero tendría que conseguir un trabajo después de lo que iba a suceder.

Con la bendición de un Starbucks me dirigí hacia mi primera clase leyendo la sección del periódico de anuncios, había unos de una librería cerca de casa, y eran mi mejor opción.

Terminé la escuela, y me dirigí hacia el trabajo de papá. Allí estaba el, charlando con un señor, caminé hacía el, sin interrumpir la conversación, me recargué en una pared. Pero aun así podía escuchar la conversación.

"Lo siento mucho, señor Tsukino. En realidad lo lamento. Pero... esta empresa quedará a manos de mi hijo, y yo no tendré ningún poder sobre ella, fue una curiosidad que el tomara la empresa el mismo día que a usted lo despiden." decía el señor de cabello arena, ¿su hijo? ¿Le va a dejar TODA esta empresa a su hijo? ¿Cuantos años debe de tener el niño? ¿3?

"Me ocuparé de conseguir su teléfono, por que en realidad me gusta esta empresa, eh depositado 15 años de mi vida en ella. Me dolería mucho dejarla" Decía mi padre, como me di cuenta, no se había dado cuenta que yo había llegado.

"No se preocupe, mi hijo vendrá hoy, quedó de recogerme."

"Entonces ojala me escuché, no sabe lo que perdería si dejo este trabajo" Kenji se paso su mano por su cabello arena. "¡Sere! Cariño, ¿cuando llegaste? ¡Ven!" obedecí y caminé hacia ellos. El señor guapo, volteó también hacia mi.

"Señor Kou, ella es mi hija, Serena Tsukino" me presentó hacia el.

"Mucho gusto" dije respetuosamente sonriendo.

"Igualmente, señorita Tsukino" dijo sonriendo también. Wow, si de espaldas era guapo, su rostro era simplemente hermoso. Tenía ojos cafés y cabello arena, estaba segura que no pasaba los 40.

"Serena, el es el que compró la empresa. Nos hemos tratado y aun conservo las esperanzas, tu sabes lo que este edificio significa para mi"

"Puede apostarlo señor Kou. Mi padre es el mejor empleado que usted podría tener" asegure amistosamente.

"Si, pero déjeme decirle señorita. Yo no seré el dueño, será mi hijo. Que... lo mataré cuando llegue, ¿no puede ser por una vez en su vida puntual?" dijo bromeando.

"¿Su hijo? Usted parece demasiado joven para tener un hijo que ocupe toda esta empresa" y me arrepentí cuando lo dije, me estaba metiendo con asuntos que no eran míos.

"Mi mujer y yo lo tuvimos jóvenes, y el es muy maduro para su edad, demasiado diría yo. Pero no me hace caso, un joven de 22 años esta en bares y esas cosas, no dirigiendo una empresa como esta, pero allá el." Bien, por lo menos no lo tomó como si yo fuera una entrometida.

Volteé hacía la entrada, cuando lo vi, cuando vi mi pesadilla por primera vez.

Tenía un celular en la mano, vestía formalmente, y era igual o más guapo que su padre, tenía el cabello revuelto como si jugara con el aire, de un negro intenso y destellos azulados, y una piel igual de blanca que la mía. Camina como modelo, y se dirigía hacía nosotros cuando enfocó a su padre.

"Seiya, deja ese celular por una vez y ponme atención." lo regaño el señor Kou, el solo levantó las cejas suspicaz, murmuró algo hacía la persona que hablaba, y colgó. "Quiero presentarte a alguien." dijo el señor Kou.

"Péinate poquito Sere" me susurró muy bajo Kenji. ¡Estaba peinada! El tiene la culpa por heredarme este cabello loco que nunca coopera conmigo.

"Mire, señor Tsukino, el es mi hijo, Seiya Kou." dijo el señor Kou. "Seiya, el es el señor Tsukino, quiere hablar contigo respecto a su trabajo."

Seiya Kou estaba un poco distraído, pero en cuanto centró la mirada en las personas que estábamos ahí, la volvió hacia mí. Y curvó sus labios.

"Papá" dijo sin poner atención a mi padre. "Eres un descortés, estas ignorando completamente a la señorita" por fin pude escuchar su voz, era la melodía mas hermosa que había escuchado en mi vida, y no exageraba.

"Lo siento, soy un descuidado. Seiya, ella es Serena la hija del señor Tsukino. Serena el es..."

Seiya no le permitió terminar la presentación. Tomó mi mano sin previo aviso, tan suavemente que pensé que estaba tocando una nube.

"Señorita, mi nombre es Seiya Kou, y usted debería cuidar su hermosura, no quiero que nadie la vea, no quiero que nadie mas observe a mi futura esposa."

Espero que les haya gustado. Esta es solo una adaptación a Sailor Moon; la historia original esta escrita para crepúsculo.

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Olvidaba mencionarlo: Tengo el permiso de su autora para poder adaptarlo y publicarlo.

Este es el link de la historia original: .net /s/4810649/1/El_Final_es_el_Principio

Ya saben todo junto

¿Por cierto se imaginan a Sere hablandole de tu a sus padres? Suena bien raro.

Besos

Serena Princesita Hale