Y aquí estamos con una nueva historia. Esta vez del portugués, se titula en su lengua Do outro lado da rua, es decir, Del otro lado de la calle y su autora es SrtaPerle. El fic es largo, tiene 57 capítulos, pero estos no son nada largos. Muchos no llegan a las 2000 palabras, y tres o cuatro no llegan a las 3000.
Sinopsis: Emma Swan siempre observó a Regina Mills desde el despacho donde trabajaba, ella siempre había sido su inspiración para todos sus artículos periodísticos, aunque la morena no supiera de su existencia hasta el momento en que Emma salva a su hijo, Henry, de un accidente, acercando finalmente a las dos. Pero, ¿habrá reciprocidad por parte de Regina?
Dancing on my own
Mi rutina diaria es repetitiva hasta el tedio.
No es que sea mala, no es eso, es que falta algo, ¿sabes? No sé, emoción, aventura, problemas, amor verdadero, cosas de ese tipo. Lo del amor verdadero se lo debo a mi madre, que está todo el día diciendo que encontraré el mío, ella cree en esas cosas, dice que eso es lo que pasó exactamente con ella y mi padre. Mary Margaret es la mejor madre del mundo, e incluso ya retirada de su trabajo como profesora, aún sigue yendo por los hospitales a leerles a los pacientes; me enorgullezco de eso, me enorgullece ser la hija de esa increíble mujer con un corazón tan grande. Días atrás, decidió darle una sorpresa a mi padre, David Nolan, apareció con un peinado nuevo, con el cabello negro, corto, dijo que era para que mi padre se olvidara de lo del retiro de la policía y se centrara en la familia. Sé bien cuál era tu intención, sra. Nolan.
Yo he heredado los rasgos de mi padre, rubia, ojos verdes…Pero Mary insiste en decir que mi sonrisa es idéntica a la de ella. En fin, voy casi todos los días a visitarlos, tengo un apartamento sencillo, cerca de mi trabajo, me licencié en periodismo y tengo mi propia columna en el periódico Up!, que aborda temas cotidianos y sobre la vida. Es difícil hablar de eso, o mejor dicho, escribir. Pero tengo mi fuente de inspiración.
El piso en el que trabajo queda en la octava planta, frente al edificio de la Fundación Mills, y mi mesa está cerca de la ventana que me ofrece la mejor visión de la Srta. Mills, aquella mujer…¡Dios mío…qué mujer! No hay hetero en el mundo si está Mills cerca. Posee rasgos latinos, cabellos negros con el corte hasta el mentón, y su cuerpo, vaya…Aquello es un obra maestra.
Aunque ella no lo sepa, sin tener la mínima idea de que yo existo, yo conseguía volcar las palabras apropiadas en todos mis artículos solo observándola. Regina raramente esbozaba una sonrisa, pero cuando una se dibujaba en su rostro, a mí, literalmente, se me caía la baba. Aquella mujer no debía tener la mínima noción de lo hermosa que era.
Pero volviendo a mi realidad, Emma Swan no tenía nada para ser notada. ¿Qué tenía yo para llamar la atención? ¿Una cara bonita? Calla, Emma, Mills puede conseguir modelos que te dan mil vueltas.
Resoplé en mi silla al llegar a esa conclusión.
La giré para poder verla.
Hoy, llevaba un conjunto rojo, que pegaba con su labial que realzaba sus labios. Pero debía tener algún problema que resolver, movía el bolígrafo en los dedos incansablemente cuando eso pasaba. ¿Qué como lo sé? Realmente no lo sé, pero era como si la conociera tan bien. Como si ella no estuviera al otro lado de la calle, sino a mi lado desde hacía años.
Le estaré eternamente agradecida por haberme ayudado con mis artículos, aunque no tuviera conocimiento de ello. Si aquella era la única forma de "tenerla" cerca, con eso me contentaría.
—¡Emma! ¡Emma! ¡Emma!— Ruby entró corriendo en el espacio que compartíamos y se sentó en la silla, impulsándose para girarla y soltando una risa eufórica.
Ruby es mi amiga desde la infancia, la típica morena de mechas rojas, la sexy del grupo, se llevaba bien con todo el mundo, y yo la admiraba por ello. Compartíamos apartamento, y somos inseparables desde entonces.
—¿A qué viene esa felicidad? Has ganado la lotería y no vas a compartir, ¿es eso?— pregunté apartando la vista de mi inspiración.
—Si hubiera ganado la lotería, puedes estar segura de que te sacaría de aquí, rubia, y levantaríamos el imperio periodístico "Wolf Swan"— no aguantamos la risa, pero el plan de Ruby no estaba mal —Volviendo a los hechos, no he ganado la loto, peeeero…¡me he ganado el sí de la persona más hermosa y hoy tengo una cita con ella!
Confieso que un frío me recorrió entera, quería saber quién era, ¿se imaginan que fuera mi Mills?
¿Mía?
Despierta, Emma…Despierta.
—¿Y quién sería esa persona tan hermosa?— conseguí preguntar
—¡Zelena Mills!—dijo Ruby y soltó un gritito
—¡Ay Dios mío, loba!— la llamé por el mote —Tienes que arrasar hoy, no como con las demás que sí que arrasas, digo, algo inolvidable. ¿Entendiste?
Zelena es la hermana pelirroja de Regina, para Ruby ella se llevaba los puntos en cuanto a belleza, pero para mí, no. Cuando Zelena entraba en el despacho de Regina, las dos nos quedábamos como bobas. Esas hermanas eran el terror.
Le tuve que prometer a Ruby que en la hora del almuerzo iría a ayudarla a comprar ropa arrasa-corazones, y nos pusimos a trabajar, ya que Gold había pasado a nuestro lado y nos había fusilado con la mirada.
Gold es el típico millonario cuya estupidez no le hace perder amigos, pero sí, un verdadero plasta. Ruby y yo no le caíamos bien, ya que siempre hacíamos nuestro trabajo y nunca nos atrasábamos, así que no tenía motivos para reprendernos delante de todos como solía hacer.
Cuando la hora del almuerzo llegó, Ruby prácticamente me arrastró fuera del edificio, estaba demasiado ansiosa, juro que nunca la había visto de esa manera. Si yo estuviera en su lugar, en una cita con Regina Mills, estaría el triple de nerviosa y ansiosa hasta el punto de roerme las uñas.
Mientras esperábamos un taxi, mis ojos no creyeron lo que estaban viendo.
Regina Mills estaba ahí, en la entrada del edificio de la Fundación Mills, aquello era lo más cerca que he estado de ella. Estaba tan cerca, solo al otro lado de la calle.
Era obvio que no tenía su atención, estaba hablando por teléfono, discutiendo sobre algo que hacía que la cicatriz que tenía en el labio superior resaltara. Mi atención se centró en el muchachito que estaba enroscado en su pierna, él estaba atento a una pelota que tenía bajo el brazo, que se le cayó, yendo a parar entre el loco tráfico de Boston. Él se soltó de Regina y corrió hacia la pelota.
Yo no sé lo que pasó por mi cabeza, pero cuando vi el coche que al venir demasiado rápido no iba a frenar a tiempo, salté sobre el niño, manteniéndolo protegido entre mis brazos, mientras mi cuerpo recibía el impacto contra el suelo.
—¡Emma!— escuché el grito de Ruby
—¡Henry!— ahora era aquella voz ronca, nueva para mí
Me dolía la cabeza, me dolía el cuerpo.
Miré para el muchacho en mis brazos, él estaba bien, solo asustado.
—¿Estás bien, señorita?—preguntó él
—¡Henry! ¡Por Dios! ¿Qué te he dicho sobre la calle? ¡No puedes hacer una cosa así!— Regina lo sacó de mis brazos y lo examinó
—¿Emma?— Ruby tocó mi rostro y llamó mi atención —¡Ay Dios mío, Mary Margaret me va a matar! Tenemos que ir al hospital, estás sangrando.
Regina tocó el hombro de Ruby y se agachó a su lado.
—Por favor, deje que la lleve al hospital, es lo mínimo que puedo hacer por lo que ha hecho por mi hijo.
¿Hijo?
—Estoy bien, no tiene que molestarse— intenté ponerme en pie para probarlo, pero fallé al intentar aguantar un gruñido de dolor.
—De eso nada, no es ninguna incomodidad. ¿Puede venir conmigo?— le preguntó a Ruby, que asintió —Zelena, cuida de Henry hasta que vuelva
Intenté ver a la tal Zelena Mills, pero mi visión no estaba al cien por cien.
Ruby ayudó a Regina a subirme al coche, y es de todo lo que me acuerdo.
No escuché nada más.
Y mucho menos vi.
Recobré la consciencia en un cuarto demasiado blanco para la sensibilidad de mis ojos. Estaba cubierta hasta la barriga con una sábana blanca, y llevaba puesto un horrible camisón.
La puerta captó mi mirada al abrirse.
Era ella.
Regina entró y su mirada se clavó en la mía.
Esbozó una sonrisa de alivio.
—Hola Emma— dijo ella suavemente —Finalmente has despertado, Salvadora.
