Hola a todos.
Les traigo un nuevo fanfic. Aún no sé si será largo o corto XD. En fin, al igual que "Resultado de una transmutación humana" está ubicado al final de FMA Brotherhood, pero este fanfic no tiene ninguna relación con ese.
Este capítulo es más un prólogo que otra cosa, pero tiene RoyEd.
En fin, espero les guste y dejen comentarios de lo que les parece.
Ya saben, FMA NO me pertenece.
Capítulo I: El comienzo de una relación.
El olor a medicamentos y libros inundaba la habitación. Pero Ed no pensaba en eso. Su mente estaba en dos cosas: su hermano y el coronel.
Al estaba en terapia intensiva, pues su estado era demasiado delicado, como un prisionero de guerra, desnutrido, débil y quizá con problemas médicos, como una enfermedad o algo. Pero a pesar de todo, cuando Al fue llevado en una camilla a realizarle estudios para ver su condición, su actitud era positiva y feliz.
Él había tomado la mano de Ed para darle confianza. Lo más importante ya estaba hecho: Al tenía su cuerpo de regreso. Por más que Ed no quería separarse de su hermano no le fue permitido entrar con él.
Pero Maria Ross lo había invitado a estar en el cuarto de Roy y de Riza para esperar a Al. Al principio, Ed se negó, pero después de la insistencia y de entender que de nada servía quedarse solo en la sala de espera, fue al cuarto del coronel y la teniente.
Cuando entró, ella parecía estar bien, Mei había hecho un buen trabajo con su herida. Tenía una venda en el cuello y parte del hombro, pero su rostro era sonriente cuando se percató de la presencia de Ed. El rubio le devolvió una sonrisa triste, pues sus heridas fueron menores a comparación de las de Riza, Izumi, las quimeras y sobretodo del coronel.
Roy por otra parte, se percató de que alguien había entrado a su cuarto pero no sabía quién era. Volteó su cabeza esperando que ese alguien dijera su nombre o algo.
-¿Cómo te sientes, Ed?
Preguntó Riza en tono maternal y Roy por fin supo la identidad de esa persona. Volteó la cabeza al lado contrario de donde escuchó el ruido de la puerta. Se sentía débil sin su vista, sin hablar del dolor que aún tenía en sus manos. Estaba harto de la anestesia. Debía primero ayudar a los ishbalanos para luego convertirse en Fhurer.
-Pues yo estoy bien... el que me preocupa es Al. Su cuerpo está muy mal y tienen que hacerle varios estudios para saber con exactitud su condición... -Dijo Ed algo abatido. Toda la adrenalina ya había desaparecido y ahora quedaba la preocupación solamente. -¿Y usted cómo está?
Riza bajó la mirada de manera tranquila. Estaba un poco molesta por su cuello, pero los ishbalanos no tenían ninguna obligación de ayudarlos y en cambio, ellos lo hicieron después de toda la sangre que los militares habían regado. El dolor en su cuello no era nada a comparación.
-Un poco molesta, pero no es nada.
Ed se dirigió después a Roy pero su voz se volvió un poco cohibida.
-¿Y usted, coronel?
Roy seguía sin mirarlo, no quería que Ed lo viese así.
-No deberías preocuparte por mí, Acero. Tu hermano es ahora nuestra prioridad.
Ed se sintió mal por el tono frío de Roy, pero pensó que las cosas no tenían porque ser diferentes. Bajó un poco la cabeza y se dirigió a la salida.
-Quisiera ir a comer algo para después descansar. Igual no podré ver a Al hasta mañana... quizá. En fin...
Ed salió de la habitación más abatido de lo que ya estaba. Riza miró feo al coronel pero éste ni siquiera lo notó, estaba sumido en sus pensamientos. Desde hacía un tiempo, Roy estaba enamorado de Edward, y Riza lo sabía, pero sabía que el chico no le correspondía por esa actitud que tenía hacia él. Frío, distante y calculador. Ahora agregarle lástima era demasiado. No quería que Edward lo viese con lástima, porque él era demasiado orgulloso para eso.
-Si se me permite hablar, coronel, Edward estaba preocupado por usted también. No era para evadirlo de esa manera.
-Teniente, sabe que lo último que merezco de alguien es lástima. -Dijo Roy recordando la guerra de Isbval. -Y aparte tampoco es algo que quisiese tener. Trataré de esforzarme para que mi condición no sea impedimento en mis objetivos, pero por el momento me siento como un niño indefenso, incapaz de protegerse siquiera a sí mismo.
Riza por una parte lo entendía, pero por otra sabía que Ed no le tenía lástima, el chico estaba preocupado y si Mustang lo hubiese visto, él también se hubiese dado cuenta.
...
Ed estaba en la cafetería del hospital tomando café y comiendo un sándwich. Aún usaba la ropa de hospital, pues la herida de su brazo y su cabeza debía ser atendida aún. Había pedido irse a un hotel o algo porque él odiaba los hospitales pero el permiso le fue negado. Debía estar en observación durante un tiempo.
Estaba distraído en sus pensamientos. Le dolía ver a su hermano en ese estado, hubiese deseado dar algo más a la puerta para que su hermano estuviese en mejores condiciones, pero su desesperación por ya sacarlo de ahí, era tal que no lo pensó en el momento.
Y otra cosa que le dolía era la indiferencia de Mustang. Sentía algo por el coronel, pero no quería aceptarlo. Lo aceptó por fin cuando lo vio ciego y caer de un círculo de transmutación. Cuando el hombre no sabía lo que ocurría y no podía caminar, se dio cuenta que lo quería. Fue corriendo hacia él para auxiliarlo, pero lo que deseó después fue aniquilar a ese estúpido homúnculo, y lo logró.
Pero ahora que todo había terminado, se sentía triste.
Pasaron tres días en los que los militares y Al mejoraron. Al estaba aún en terapia intensiva, pues su peso era demasiado bajo, casi al borde de la muerte y los médicos debían atenderlo muy minuciosamente para que el chico sobreviviera.
Ed estaba en el cuarto de Riza y Roy para pasar el tiempo. El alta se la darían ese día pero debía esperar a su médico.
Roy estaba recitando cosas acerca de Ishbal para ayudar a las personas a tener una mejor condición de vida.
Ed mientras, estaba sentado frente a Roy y Riza en un sillón para visitas. Leía un libro de literatura. Estaba aburrido y por el momento no quería leer nada de alquimia, y los libros de Roy eran demasiado aburridos para él. Mucha política en ellos.
La puerta se abrió interrumpiendo los estudios del moreno y entró el doctor Knox. Él le propuso a Roy recuperar su vista por medio de una piedra filosofal que estaba en el poder del doctor Marcoh.
-Seguramente... Acero no estará de acuerdo con esto.
Ed suspiró y dejó descansar el libro en sus piernas.
-No, no tengo problema. Sé que usted perdió la vista en una transmutación humana involuntaria. No le hubiese perdonado que usted hiciera las cosas por impulso como las hice yo. Usted no tiene culpas respecto a eso, así que no estoy en contra de que use la piedra para volver a ver.
Roy se sorprendió de lo que Ed había dicho, y si el rubio no tenía problemas con eso, entonces lo haría, pero primero estaba su amigo Havoc. Aceptó usar la piedra con la condición de que primero fuese usada en Havoc.
El doctor Knox entendió la situación. Asintió y salió de la habitación para atender otros asuntos mientras Havoc llegaba a Central. Riza, se dio cuenta de que Roy quería recuperar su vista por tres cosas: por Amestris, por Ishbal y por Ed.
-Lo dejaré un momento, coronel. Quisiera ir a hablar con el doctor.
Riza se levantó de su cama y le hizo una señal a Breda de que lo siguiera. Él lo hizo con dudas, pero tenía miedo a una amenaza por parte de la teniente, así que por las buenas se fue sin chistar. El doctor Marcoh también fue llamado por Riza por medio de una seña con su mano. Él tenía sus dudas pero no quería estar en la misma habitación que Mustang por mucho tiempo, él tenía sus razones. Odiaba la guerra de Ishbal y ver al "Héroe de la rebelión" le traía culpas y remordimientos a su conciencia.
Quedando Roy y Edward solos, sólo que el primero no lo sabía.
-Bien, Breda. Te escucho.
Dijo el coronel para seguir con su estudio acerca de Isbhal. Ed alejó la vista de su libro y miró a Roy.
-Él no está aquí. Se fue con el doctor Marcoh y la teniente. -La teniente los había dejado solos a propósito y Roy lo sabía. Pero no se sentía listo para decirle a Edward lo que sentía. -¿Puedo preguntar si sigue con sus ambiciones de ser Fhurer o ya no?
-Claro que sigo con ellas. Ahora más que por fin podré recuperar mi vista y ayudar a las personas que realmente lo necesitan. -Roy quiso cambiar el tema, sentía que sólo alardeaba. -¿Vas a regresar con tu mecánica a su hogar?
Ed se sorprendió de la pregunta tan repentina, pero no hizo berrinches ni escándalo, el medicamento que le daban para el dolor se encargaba de mantenerlo adormilado y algo lento.
-Sí, pero será después. En cuanto Al se recupere iremos para mostrarle que hemos recuperado nuestros cuerpos.
Roy se quedó callado unos segundos, pero se había generado un silencio un tanto incómodo.
-¿Y te quedarás ahí?
Ed suspiró cansadamente.
-No lo sé... quiero... ver más del mundo y aprender... no me gusta quedarme estancado... además que no tengo un hogar a cual regresar... pensé que usted lo recordaba.
-¿Acaso... no estabas enamorado de esa chica?
Preguntó el coronel con duda, se arrepentía un poco de no haber usado la piedra hacía unos minutos. Deseaba ver la cara de Edward.
-...No... -Ed también estaba nervioso, no le gustaba el rumbo que tomaba la conversación. Pero no tenía ya nada para perder. Lo más que podía perder era su título de Alquimista Estatal, pero ése no era problema, su objetivo estaba cumplido. Se levantó de su sillón y se sentó en la cama del coronel, frente a éste. Sabía que no lo podía ver, pero podía sentir su cercanía. -Me enamoré... de otra persona...
El rubio se acercó más al rostro de Mustang. Estaba sonrojado y nervioso hasta la punta de sus cabellos, pero no sabía cuándo podría volver a tener esa oportunidad. Roy percibió la cercanía del chico y quiso tomar su mejilla, pero no sabía a qué altura levantar la mano ni a qué distancia.
-¿De quién?
Su tono de voz estaba cargado de ternura y no había rastros de burla o repulsión, sino todo lo contario. Esto le dio confianza a Ed. Puso su delgada mano derecha en la mejilla del coronel. Gracias a este gesto, Roy pudo tomar la mano de Ed entre la suya y darle un pequeño beso en la muñeca.
Edward se sonrojó aún más y bajó la mirada apenado. Lo hizo más por impulso que por otra cosa, el hombre no lo podía ver.
-Supongo que ya lo sabes, bastardo...
Roy rió un poco ante el insulto, ya que eso sonó más a un apodo cariñoso que una grosería. Siguiendo un camino con su mano que iba desde la mano de Ed pasando por su brazo, y luego a su hombro, logró llegar hasta su nuca y lo jaló en un abrazo. Ed se sorprendió por el repentino gesto, pero luego correspondió el abrazo.
Duraron así un rato hasta que Ed se separó. Deseaba que Roy hiciera el primer movimiento pero no podía calcular a la distancia a la que Ed estaba, así que el chico se vio obligado a hacerlo. Se acercó al rostro de Mustang y lo besó.
El coronel recibió con gusto aquél beso y afianzó el agarre otra vez guiándose por los brazos de Ed llegando hasta sus mejillas y tomando su cara para no dejarlo ir. Ed aferro sus manos a la camisa de hospital de Roy para acercarlo más.
Cuando se separaron; después de un buen rato; Roy puso sus manos en los hombros de Ed y el rubio en los antebrazos del coronel. A pesar de que Roy sólo veía obscuridad, pudo sentir la cálida mirada de Edward sobre él y en sin pensarlo, le correspondió.
Afuera, Riza y Breda miraban todo por la pequeña ventana de la puerta. Edward estaba tan concentrado en Roy y sus sentimientos que no se dio cuenta de que los espiaban.
Después de que ambos se besaron, Riza puso su mano frente a Breda y Fuery (quien llegado poco después de que Riza y Breda abandonaran la habitación). La rubia parecía triunfante mientras los varones tenían un miedo muy grande en sus ojos.
-¡Ja! ¡Se los dije! ¡Me deben dinero!
Ambos hombres se pusieron rápidamente sus manos en sus ropas buscando algo de dinero, pues no se sabía los lugares donde Riza podía ocultar un arma.
-¡Teniente! ¡Juro que no creí que esto fuese a ocurrir!
Lloraba Fuery como pidiendo piedad, la sonrisa de Riza no desapareció.
-Ya saben que yo no apuesto, ustedes me obligaron y ahora sufran las consecuencias. Quiero comprarme una buena bufanda para cubrir mis heridas.
Ambos hombres se pusieron a lloriquear de manera cómica, pues habían perdido una apuesta y ahora debían cumplir.
Adentro de la habitación, ajenos a lo que ocurría afuera, Roy Mustang y Edward Elric permanecían abrazados.
