Hola a toda la comunidad de FanFiction. Normalmente suelo publicar esta clase de contenidos sobre 'Code:Lyoko' pero me vino la inspiración para escribir este (de momento) one-shot y le di caña. Espero que os guste.


Sentimientos prohibidos

—¡Ya estoy en casa! —advirtió Taichi cuando llegó a su casa. No recibió respuesta.

Había tenido un día demasiado duro para su gusto. El examen de primera hora estaba seguro de haberlo suspendido. En la segunda clase no se había enterado de nada. El entrenamiento de fútbol había sido desastroso. Un pájaro le había cagado en la chaqueta cuando volvía a casa. Así que el hecho de entrar en el hogar y no recibir respuesta había sido maravilloso.

Tenía su plan claro. Darse una ducha, tomar algo rápido de cena y no hacer nada hasta el día siguiente, que sería un sábado bendito. "Es viernes. Los chicos a tu edad salen por ahí en estas noches a divertirse", le recriminó su cerebro. "Sí, pero los chicos a mi edad no están hasta los cojones de todo y yo sí", se respondió. Y después de ganar aquel debate contra sí mismo, fue a su habitación a por la ropa de noche.

Pasó frente a la mesa del comedor y vio una nota de su madre. Hijos, salimos este fin de semana. No montéis fiestas y sed buenos. Mamá y papá, rezaba el papel. Mejor todavía.

Pegaba calor, así que una camiseta de manga corta y un pantalón de la misma longitud eran las mejores elecciones. "Y un bóxer holgado", pensó. Descolgó la toalla que se había dejado en la cuerda de tender hacía un par de días y entró en el baño.

Y se quedó paralizado. Su hermanita, Hikari, estaba ahí, completamente desnuda. Tenía una toalla bajo los pies, y otro cubriéndole la cabeza, mientras se secaba el pelo. Se giró al oír que la puerta se abría. Se miraron por unos momentos sin decir nada. Y entonces Tai cerró la puerta de un portazo. Estaba avergonzado de lo que había visto. Joder. ¿Qué diablos hacía ahí su hermanita?

Decidió esperar a que saliera para meterse en la ducha, y en su lugar se puso a ver un rato la tele. ¿En qué pensaba la pequeña? Seguramente no se había esperado tan repentina entrada. Fue pasando los canales sin prestar atención a lo que veía hasta que oyó abrirse la puerta del baño.

—No te oí llegar —dijo Hikari, son su tierna voz—. Si no, te hubiera dicho que estaba en el baño.

—No te preocupes. ¿Has visto a mamá y papá antes de que se fueran? —preguntó por curiosidad. Se levantó y apagó la tele.

—No. Pero he visto que nos han dejado comida preparada.

—Perfecto —dijo Taichi mientras se giraba. Agradeció volver a ver la figura de su hermanita cubierta por la ropa—. Voy a ducharme yo también. ¿Me esperas y cenamos?

—¡Claro! —respondió ella, sonriendo.

—¿Y ese pijama? ¿No vas a salir hoy con las chicas? —dijo Taichi despreocupadamente, volviendo a por su ropa. Hikari negó con la cabeza.

—No. Van a ir a un sitio que no me gusta especialmente…

—Oh… donde aquel hijo de puta intentó meterte la lengua hasta la campanilla…

La ropa de Taichi se arrugó cuando este apretó la mano con fuerza. Nunca agradecería lo suficiente que Koushiro estuviera en el local esa noche y evitase algo peligroso.

—Sí. Ellas ya han ido alguna otra vez, y me han dicho que no ha estado por allí, pero no me arriesgo.

—Bueno. Siempre podemos cenar y quedarnos viendo una película.

—Sí. ¿Quieres que vaya calentando algo?

—No, espera a que salga.

Taichi entró en el baño. Se despojó de la ropa y entró en la ducha. "Hace un momento Hikari estaba aquí mismo...", pensó su cerebro. Gruñó y optó por echarse una buena cantidad de champú, frotándose fuerte en la cabeza. "Estaba aquí, desnuda...", volvió a pensar. Frotó tan fuerte que se hacía daño en la cabeza. "Desnuda".

—¡Cállate! —gritó en voz alta a su propia mente.

—¿Me llamabas? —preguntó Hikari, asomando la cabeza por la puerta.

—¡No! —dijo él, muerto de la vergüenza e intentando taparse. Luego cayó en que había una cortina—. Es que se me había caído el bote de champú y casi me resbalo. He maldecido.

—Ah, vale. Ten cuidado —le recordó ella, y cerró la puerta al salir.

La verdad era que Taichi llevaba mucho tiempo pensando en que su hermanita se había convertido en una mujer muy atractiva. El problema era cuando los pensamientos pasaban de lo que podía llamar una valoración objetiva a sentir que era presa de algún deseo prohibido. Su hermana sólo podía ser eso. Su hermana. Al fin y al cabo, no tenía problemas para relajar sus deseos con Mimí. Una relación abierta mutuamente beneficiosa. Pensó que le podía enviar un mensaje. Para que fuera esa noche a visitarle. Algo empezó a animarse en ese momento y pensó que debía calmarse. No, Hikari sería en la casa. Debía cancelar ese plan.

Salió por fin de la ducha, no puso especial esmero en secarse por el calor que hacía, se vistió y se quedó paralizado. Su hermana tenía el mando de la tele en la mano. Y en la tele estaban poniendo una película porno.

—¡Hikari! —gritó escandalizado. A la pequeña casi se le cayó el mando de la mano del susto.

—Perdona… estaba buscando algo para ver y… no sé, me quedé hipnotizada…

—Bu-Bueno, no pasa nada, pero pon otra cosa —dijo Taichi, muerto de la vergüenza. "Joder con mi hermanita. Y parecía inocente", pensó. Se preguntó si acaso su hermanita ya había yacido con alguien. Y luego se recordó que eso no era asunto suyo.

Pusieron de fondo las noticias mientras degustaban una opípara cena en la que Taichi tuvo la oportunidad de quejarse por el día que había tenido. A Hikari no le molestaba, consideraba divertido ver las expresiones que usaba su hermano en ese contexto. Luego ella pasó un poco por encima por su día, y finalmente se echaron sobre el sofá. Ponían Toki o Kakeru Shojo ("La chica que saltaba a través del tiempo"), así que Taichi calentó unas palomitas y se pusieron a disfrutar de la película.

Despertó cuando la película ya había acabado y en su lugar en el televisor se veía un programa de chicas picante. Miró a Hikari. Se había quedado dormida usando sus piernas como almohada. "Es muy guapa", pensó. Con cuidado se apartó. Luego la tomó en sus brazos y con delicadeza la llevó hasta su habitación. Cuando la tendió en la cama, se fijó realmente en la belleza que era. Podría darle un beso… Salió de allí, se abofeteó y luego se dirigió a su habitación, dispuesto a dormir. Se despojó de la ropa y se tendió en la cama. Pero su sueño jugó con su subconsciente.

—Buenos días, hermanito —saludó Hikari al levantarse por la mañana—. ¿A qué hora me fui a la cama?

—No te fuiste. Yo te llevé —respondió Taichi. Tenía marcadas unas ligeras ojeras que no escaparon a la mirada de Hikari.

—Uy. ¿No has dormido?

—No pude. Tenía… algo en la cabeza —dijo, sin atreverse a mirarla. En sus sueños se había aparecido Hikari desnuda, y aquella imagen le turbaba la mente—. ¿Tú sí has dormido?

—Del tirón —dijo con una sonrisa—. Pero bueno, ya que no tenemos nada que hacer, podemos quedarnos en casa y luego te echas después de comer.

—No es mala idea. Pero ¿qué vamos a hacer toda la mañana?

—No sé… hay una baraja. ¿Jugamos al strip-póker? —dijo ella, sacando la lengua.

—¡NO! —gritó Taichi.

—Perdona… era una broma… —respondió Hikari, preocupada—. ¿Estás bien?

—Sí, perdona… creo que me trastocó esa película de anoche…

—¿La de anime?

—La porno —dijo él.

—Ay, que a mi hermanito le dan vergüenza esas cosas —bromeó Hikari, y abrazó a Taichi. Este respiró el aroma que desprendía la chica. Le gustó mucho—. Vale, no te tomo el pelo. Vamos a ver la tele.

Se tumbaron en el sofá. Taichi tomó la precaución de ponerse lejos de su hermana, aunque esta aprovechó para acomodar sus piernas sobre las de él. Eso no era tan incómodo. Pusieron una comedia que a ambos les gustaba mucho antes de levantarse para calentar la comida. Hikari pareció comer con ganas, mientras que Taichi apenas probó bocado.

—¿Seguro que estás bien? —preguntó ella con preocupación.

—No… creo que me vendrá bien dormir un poco ahora —dijo el chico. Fue a recoger su plato, pero Hikari le retuvo.

—Tranquilo, yo lo recojo. Acuéstate.

—¿Seguro?

—Tranquilo, dos platos será capaz de lavar.

Taichi se levantó y se metió en su cuarto. Bajó las persianas y volvió a quedarse destapado. Tenía que dormir. Tenía que vaciar su mente de lo inapropiado. Estaba en una playa solitaria. El sol era agradable y el aire venía fresco desde el mar. Se tumbaba en la arena y desaparecía todo halo de pensamiento.

Hasta que algo probó el sabor de sus labios. Hikari volvía a aparecer en sus sueños. Tal como la había visto en el baño. Debía contenerse. Pero no era capaz. Con aquella imagen empezó a darse placer. Lentamente. Se sentía culpable por aquello. Pero no podía evitarlo. Tenía aquella imagen en la cabeza desde la noche anterior.

"Eres un mierda", pensó para sí.

Y entonces se quedó paralizado. Había escuchado su puerta. Y efectivamente, se había abierto. Por alguien. Hikari estaba allí. Y lejos de parecer avergonzada por lo que veía, estaba preocupada por su hermano. Taichi no sabía dónde meterse. Apartó su mano de la zona de peligro y trató de meterse bajo las sábanas. Hikari se acercó a él.

—¿Esto te pasaba? ¿Tenías ganas de… aliviarte? —preguntó la joven—. Podrías haberte ido un momento… Me tenías preocupada…

—No… Hikari, es un poco más complicado…

—Oh, culpabilidad, claro… Te lo montas con Mimi, pero sigues haciendo ojitos a Sora, ¿verdad? —dijo ella. Hablaba en susurros—. No pasa nada por eso.

—No…

—¿Acaso es por Miyako? ¿O es June, la hermana de Daisuke? ¿O tal vez… afrontas tus sentimientos por Yamato? —bromeó Hikari. Se había sentado en la cama al lado de un Taichi cada vez más encogido.

—Por ti. Tengo que afrontar mis sentimientos por ti.

Esa respuesta no se la esperaba Hikari. Pero tampoco había tenido la posible reacción de miedo y asco que Taichi se había esperado. Simplemente le miraba muy seria. El chico tuvo que soltarlo.

—Mira, sé que eres mi hermana y siempre te he sentido así, pero no dejas de ser una mujer. Ayer me di especialmente cuenta cuando te vi desnuda en el baño. Y no debería sentirme así. Soy…

—Mi hermano. Eres mi hermano y no quiero oírte diciendo nada malo sobre ti, ¿vale? —atajó ella.

—¿Incluso con lo que te he dicho?

Hikari asintió. Se tumbó en la cama de espaldas a él y entonces le hizo una petición que no se esperaba.

—Abrázame.

Con cierto miedo, Taichi se acercó a ella. Se quedó a su espalda, pero no había contacto. Pasó un brazo por encima de ella. Hikari en ese momento se amoldó al cuerpo de Taichi, quien estaba incómodo al contacto. No sólo eso, le atrapó el brazo que había pasado sobre ella. El chico se sentía torturado.

—Hikari… por favor, no quiero estar así…

—Yo si —dijo ella, muy despacio—. Y jamás te lo podría decir a la cara. Yo también te veo como un hombre, ¿sabes? Aunque siempre serás mi hermano.

—Hikari… —la mano de Taichi era conducida bajo el pijama de su hermanita, donde entró en contacto con su suave vientre.

—Hoy no ha sido la primera vez que te veo desnudo. Una noche me desvelé, me equivoqué de puerta, y ahí estabas… luciendo desnudo a la luz de la luna…

—Hikari…

—Me da igual si no es correcto —dijo la chica, girando sobre si misma. Resbalando, la mano de Taichi ahora estaba en su espalda—. Somos dos adultos responsables, ¿verdad?

Y sin poder reprimirse más, Taichi se lanzó a besar a Hikari. Fue un beso suave. Limpio al principio. Ninguno se atrevía a abrir los ojos. Hikari se dejó llevar al principio y sus labios empezaron a jugar con los de su hermano. Sus lenguas se encontraron tímidas. Con cierta timidez, Taichi abrió los ojos y pudo ver a su hermana entregada al beso. Sonrió, y comprobó que ella correspondía.

—¿No tienes calor? —preguntó al cabo de unos minutos. Deseaba poder volver a ver el torso de su hermana al descubierto.

—Lo has hecho fatal. Pide lo que quieras, Tai…

—Quiero que te desnudes… —dijo él, y sintió ruborizarse cuando lo pidió.

—¿En serio? Me gustaría más que me desnudaras tú… —añadió ella, sugerente.

Taichi no podía ignorar tal petición. Era su deber complacerla. Se incorporaron ambos, y entre besos, fue tirando hacia arriba de la prenda superior, lentamente, hasta que la camiseta se hubo deslizado por completo. Estaba viendo de nuevo el precioso cuerpo de Hikari, sólo para él. Lo admiró. Su hermanita era perfecta.

Ella se tumbó, estirando las piernas hacia él. Taichi tiró suavemente de su pantalón de pijama veraniego hasta que se lo hubo quitado, aunque aún había algo de por medio que el chico iba a retirar. Besó las piernas de Hikari mientras sus manos sujetaban la prenda y la iban bajando hasta llegar al final. Por fin estaban ambos completamente desnudos.

Volvieron a besarse sin prisas. Al fin y al cabo estaban solos en la casa. Podían estar así minutos, incluso horas. La verdad, Taichi estaba satisfecho. Tal vez no haría falta subir el juego. Aquello había estado bien. O eso pensaba hasta el momento en que Hikari se subió peligrosamente a su cuerpo. Sintió su propia erección contra el cuerpo de su hermana. No estaba dentro de ella, pero le preocupaba cruzar alguna línea más. Se quitó eso de la mente dedicándose a acariciar a la chica, desde su espalda hasta sus glúteos y volviendo a subir, y a bajar, y a subir…

—¿Sabes? También me puedes acariciar por delante… —sugirió ella. Se preguntó si a su hermano le gustarían sus pechos. A ella desde luego le gustó cómo le tocaba su hermano. Sonrió al sentirle jugar en sus pezones. Chico travieso.

—Hikari… ¿crees que esto ha sido suficiente? —preguntó él. Era la única oportunidad de detenerse antes del punto de no retorno.

—Eso depende… ¿tienes protección? —preguntó ella, pegando su frente a la de él, con los ojos cerrados. No se atrevía a mirarle a los ojos con aquella indirecta.

—… En mi mesilla, dentro de unos calcetines —confesó Taichi finalmente. Como recompensa, Hikari le besó en los labios antes de apartarse para buscar en la mesilla de su hermano. Este aprovechó para ponerse tras ella y volver a masajear sus pechos—. Quiero saber una cosa. ¿Eres virgen?

—¿Te decepcionaría si te dijera que no? —preguntó ella, dulcemente, mientras desenvolvía los calcetines. En seguida notó cuál pesaba, y sacó de dentro un envoltorio brillante—. Porque no lo soy.

—Al contrario. Me deja más tranquilo saberlo —afirmó él.

Se miraron con complicidad. Estaban cómodos por fin. Realmente eran dos adultos. Sabían lo que querían, y no importaba si era o no correcto hacerlo. Hikari, con bastante destreza, abrió el envoltorio con sumo cuidado, sacando el chubasquero. Tocó con cuidado el pene de Taichi, y lo estimuló ligeramente con la mano. Sonrió. Con cuidado pero firmemente cubrió la erección de su hermano con el látex. Se reclinó, esperando a que su hermano se pusiera en posición. Taichi quedó sobre ella, con su miembro alineado con al sexo de la chica.

No necesitaron preguntar. Sus ojos hablaban. Ambos miraron hacia abajo para contemplar el momento en que se unían por primera vez. Lentamente, estaban completamente unidos.

—Mmmmm… —gimió Hikari suavemente—. Se siente muy bien…

—¿De verdad? —preguntó Taichi, preocupado, al tiempo que excitado.

—Bésame de nuevo…

Sus labios acudieron al encuentro mientras sus cuerpos empezaban a moverse. Taichi se movía lento pero seguro dentro de ella. Disfrutando de la sensación. Le gustó comprobar que Hikari acompañaba sus movimientos. Besó el cuello de ella, excitándola. La tenía para él. Probó a continuación sus senos con los labios. Ese sabor único. Podría pasar la tarde entera degustándolos. Le gustaba mucho.

Escuchó a su hermana suspirar cuando aceleró un poco el ritmo. Hikari se aferró a él. Sintió sus piernas cerrarse a su espalda. No tenía escapatoria. "Como si me apeteciera escapar", pensó. Sus embestidas cada vez se hicieron más rápidas. La excitación por aquella situación tan prohibida le había dado mucho morbo. Quería acabar. Su cuerpo empezaba a pedirlo a gritos.

—Hikari… voy a acabar… me voy…

—Yo también… hermano… acabemos juntos…

Mantuvo el ritmo como pudo. Quería acabar con ella, que alcanzaran al tiempo el éxtasis, culminar al unísono y disfrutarlo. Aceleró un poco y su cuerpo alcanzó el límite. Su orgasmo le sacudió entero. Procuró aguantar un poco más, lo suficiente hasta que el cuerpo de Hikari se contrajo. Había acabado. Separó su cuerpo del de ella despacio. Se quitó el preservativo y lo ató antes de dejarlo caer al suelo. Ella se acurrucó en el cuerpo de él.

—Ha sido fantástico.

—Me alegro… a mi también me ha gustado mucho —afirmó él. Y era cierto. Se había acostado muchas veces con Mimi, pero no era para nada igual. Con Hikari había sido muy diferente—. ¿Puedo ser curioso?

—Quieres saber quién fue antes que tú, ¿verdad? —preguntó Hikari, ante la atónita mirada de Taichi—. Fue en mi cumpleaños, cuando cumplí la mayoría de edad. Takeru… acordó con Daisuke darme mi regalo…

Eso dejó bastante descolocado a Taichi. Su hermanita con esos dos a la vez… Le dio algo de miedo. Sabía cómo solían ser los tríos en el porno.

—Pero tengo que decir que se portaron de maravilla, tranquilo. Quedé muy satisfecha… así que de vez en cuando sigo quedando con ellos.

—¿Pretendes ponerme celoso? —preguntó Taichi. "Porque lo estás consiguiendo".

—No, tonto. Sólo dejaba claro lo que confío en ti. Y más después de lo que me has hecho, que me ha gustado un montón.

Taichi aceptó aquella frase y su hermanita le volvió a besar. Taichi escurrió su mano entre las piernas de la joven, alcanzando su intimidad. Ella gimió. Diablos.

—Mmmm… sabes cómo tocar a una chica…

—Y no sólo eso —añadió Taichi con un deje presumido en la voz.

Unos momentos después Hikari no podía controlar los gemidos de sentir la lengua de Taichi en su intimidad. Recorría su anatomía con exquisito cuidado, aprendiendo de los ritmos que más la excitaban, dando placer en su clítoris, la compañía esporádica de sus dedos entrando y saliendo de ella traviesos.

Ella tocaba su propio cuerpo, aumentando las maravillosas sensaciones de la cama. "Eres tonta… debiste haber pensado esto mucho antes", se recriminó. Pero eso ya no importaba porque estaban ahí, disfrutando de la sensación del momento. No existía nada fuera de esas paredes. Todo era el placer de aquellos amantes prohibidos.

—Yo estoy lista —anunció Hikari—. Túmbate… esta vez me toca a mi.

Taichi se vio echado sobre la cama mientras volvían a ponerle la gomita. Hikari se montó sobre él y suavemente su cuerpo bajó. Sus manos se entrelazaron. Empezó a cabalgar sobre Taichi. Se sentía genial llevar el ritmo. Y su hermano abajo, sometido a ella. Era indudablemente bello. Y aunque con Takeru y Daisuke se lo pasaba muy bien, lo que hacía con ellos distaba mucho de aquella tarde.

Se cansó ligeramente, pero quería jugar. Ofreció pues a su hermano que la sujetase por las nalgas, ayudándola a subir y bajar, y este no puso impedimentos. Sintió que el mayor temblaba un poco. Sonrió, pues ella también estaba próxima a su clímax. Intentó acelerar un poco su movimiento. Cansado pero excitante al mismo tiempo. No necesitaban decirlo. Se limitaron a continuar hasta el final. Sintió que su propio cuerpo estallaba en el clímax, y un gruñido largo le indicó que Taichi había acabado también.

—Te quiero mucho, hermanito.

—Y yo a ti —dijo este. Les costaba hablar mientras sus labios peleaban por besarse—. Ha sido una tarde genial.

—¿Cómo "una tarde"? —respondió ella, confusa—. Estamos solos hasta mañana. Tenemos la noche y toda la mañana de mañana para nosotros.

—¿Qué me estás proponiendo?

—Que si esto nos gusta tanto no hay razón para dejar de hacerlo.

—¿Y cuando vuelvan mamá y papá?

—Tendremos cuidado. No vamos a estar así siempre. Pero tampoco me negaré a pasar un buen rato contigo.

Y Taichi no pudo volver a replicar, pues el beso de Hikari le silenció. Pasional al principio, fueron bajando el ritmo hasta que ambos cayeron dormidos. Y el despertar fue mucho mejor.


¿Qué os ha parecido? Si os ha gustado y pensáis en algún "pairing" sobre el que pueda escribir un lemmon, ponedlo en las reviews ;) Y a los que habéis llegado aquí porque me seguís por mis otros fics, tranquilos, que no los abandono ;) Lemmon rules!