Embarazo
Hijikagu
[...]
De que no se lo esperaba, no se lo esperaba, eso es seguro. Pero, quién sabe, por allí y en el fondo de su ser, lo deseaba. Tener un hijo no sonaba tan mal, al menos no para él. Desde siempre había deseado tener una familia, y ahora podría, justamente con alguien que atesoraba tanto los lazos de sangre como él mismo.
Aunque dudaba de que Kagura pudiese ser una buena madre. Teniendo en cuenta que ahora mismo no dejaba de vomitar, mitad por el embarazo mitad por los nervios, decía. Es que aseguró que Gintoki, Kankou y Kamui la matarían y entró en pánico. Él, para hacerla sentir más tranquila, tuvo que decirle, que no, que al que iban a matar iba a ser a él. Y ella, sádica como es, se sintió aliviada.
"Cuidaré a nuestro pequeño por ti", le dijo. Y sonaba tierna a pesar de estar siendo un demonio en pintas. Toshiro creyó que era una habilidad especial de ella.
"Todavía no sabemos qué es, tonta", refutó él. Empezó a notar rasgos más gentiles en la chica, y menos agresividad que de costumbre.
"Pues yo estoy segura de que es niño", expresó, con mucha seguridad. Hijikata advirtió que lo más sensato era no replicarle, no había que tentar a su suerte.
Pues sí, ahora estaba pensando más en ello. En lo que, sin dudas, aquellos tres monstruos le dirían por haber preñado a la niña de sus ojos, y esas otras tonterías que se inventaban sólo cuando él estaba dentro de la ecuación, porque si hablamos de mantener a la dichosa niña de sus ojos, ninguno de los tres daba cuentas de nada.
Que cómo no se cuidó, que para qué existen los preservativos, y un más que seguro prepárate para morir, bastardo que sonaría a coro, dicho por los tres hombres que tanto presumían ser los guardianes de la joven.
Suspiró, ahora que lo pensaba detenidamente la situación no era tan gratificante como le pareció al principio. No que no pudiera aguantar todo aquello por la mujer que hacía un poco menos insoportables sus días (que aguantó bastante bien cuando comenzaron su relación, pues los intentos de arrancarle la cabeza eran cosa de todos los días), porque podía mucho más por ella. Pero ahora empezaba a dudar, de si él realmente podría hacerlos felices. ¿Y si en una misión terminaba por morirse? ¿O si acaso algún enemigo pretendía hacerle daño?
"Te preocupas demasiado, Toshi", Kondo le dijo, cuando le contó de sus preocupaciones (a la fuerza, cabe aclarar, porque él seguía sin ser de lengua suelta, incluso con su comandante). "Esa chica es más fuerte que todo el Shinsengumi junto. Y, con respecto a lo otro, yo creo que ser padre es aprender constantemente".
Toshiro admitió que sí, en lo que constaba a Kagura. De eso sí podía dar fe, la chica era muchísimo más fuerte que cualquiera. Pero dudaba aún de lo último. No estaba seguro de que pudiera hacerlo bien, eso de formar una familia parecía tan complicado ahora que estaba a nada de comenzar a construirla.
Al llegar a su casa no encontró a la Yato en el sofá, tumbada y comiendo, como acostumbraba. Le extrañó aquello, pues no había día en que no lo recibiera de esa forma. Recorrió las habitaciones y tampoco la halló en ninguna, ni en el baño, que últimamente también llegó a ser un escenario rutinario.
"Kagura", le llamó. Le faltaba revisar el jardín.
Y allí estaba, sentada frente a las flores que tanto le gustaban a su madre (esas que ella misma plantó en su honor), con una mano frotando su creciente vientre, tarareando una dulce melodía.
En ese momento se admitió un tonto, por creer que, de todas las personas, Kagura no podría ser una buena madre. Porque ella, sin dudas, podría ser la mejor.
"Aquí estoy, Toshi", le sonrió. "Bienvenido a casa".
Y le dio la razón a Kondo, ser padre era aprender constantemente, y él estaría dispuesto a hacerlo, si era junto con Kagura.
"Estoy de vuelta".
