Disclaimer: Los personajes no son mios, sino de la gran J.K. Rowling.
¡Holaa! Bueno esta es mi primera historia, espero que os guste. :)
Capítulo 1. Una mirada
Era la noche del 31 de octubre, y en la casa de los Potter reinaba el más absoluto silencio. James se encontraba en el salón leyendo El Profeta de ese día, que por un motivo u otro, no había tenido ocasión de leer todavía. Por su parte, Lily se encontraba en el segundo piso, acostando a un pequeño Harry que parecía no tener ganas de dormirse.
―Harry, cielo es hora de que te duermas, has tenido muchas emociones por hoy pequeño mago ―la voz de Lily era dulce y suave cuando se dirigía a su pequeño.
El niño miraba divertido a su madre con esos grandes ojos verdes que había heredado de ella. No quería dormir, ese día había estado volando en una pequeña escoba de juguete que James le había comprado la tarde anterior.
De repente, rompiendo el silencio del que estaba disfrutando James en el salón, la puerta de la casa estalló en millones de trozos de madera. James, ante aquel estruendo, cogió su varita y se puso en guardia, no sin antes llamar a Lily para que se escondiera con Harry. Ante él apareció la figura de un hombre alto y delgado, vestido con una túnica negra. En su mano, una varita que apuntaba amenazante a James.
―Aparta de mi camino, Potter. Vengo a acabar de una vez por todas con esa estúpida profecía que anuncia mi muerte a manos de un mocoso que ni siquiera sabe hablar.
―No dejaré que toques a mi hijo, Voldemort. No te temo, ya nos hemos enfrentado tres veces y en las tres huiste gracias a la ayuda de esos perros que se hacen llamar Mortífagos.
Antes de que James pudiera reaccionar, una luz verde salió de la varita de Voldemort.
―¡Avada Kedavra! ―El rayo de luz se estrelló contra el pecho de James, quien cayó al suelo justo delante de las escaleras que subían al segundo piso de la casa.
Sin vacilación, Voldemort comenzó a subir, buscando al pequeño que acabaría con él según la profecía que una loca que decía ser adivina había pronunciado. Cuando llegó a la habitación del niño, vio como éste se asomaba desde su cuna con cara divertida, sin entender que pronto habría acabado todo para él.
Lily se encontraba en el estudio de la casa, la habitación contigua a la de Harry, buscando el libro de cuentos que le gustaba a su hijo. No había escuchado el aviso de James unos minutos antes, por lo que cuando salió al pasillo y encontró a su marido tendido en el suelo al pie de las escaleras, supo que Harry estaba en peligro. Sin perder más tiempo corrió hacia la habitación del pequeño, pero cuando llegó a la puerta se quedó petrificada. En la habitación se encontraba el mago tenebroso más poderoso de la historia, y estaba apuntando a su hijo. Antes de que pudiera reaccionar, Voldemort volvió a pronunciar esas palabras que unos minutos antes habían acabado con la vida de James Potter. Lily quiso gritar, pero su voz no llegó a salir de sus labios. En ese momento el rayo que salió de la varita de Voldemort alcanzó al pequeño Harry, pero a diferencia de lo que había pasado con su padre, el rayo revotó y fue a parar al cuerpo del propio Voldemort, quien se desintegró al ser alcanzado.
Cuando Lily se recuperó de la paralización que había sentido al ver a Voldemort atacar a su hijo, corrió hasta el niño que lloraba en su cuna. En la frente tenía una pequeña cicatriz en forma de rayo, allí donde la maldición le había alcanzado. Lily le abrazó, aun sin poder creerse que Harry hubiera sobrevivido a la maldición, era algo imposible. Sin pensarlo dos veces se dirigió a la chimenea, debía huir de la casa. Decidió ir al único lugar en el mundo donde siempre se había sentido protegida.
―Hogwarts, despacho del director ―al momento de pronunciar su destino, Lily y el pequeño Harry fueron absorbidos por la chimenea.
En el despacho, el director acababa de recibir el mensaje del ataque, los aurores y la Orden del Fénix ya estaban de camino, con la esperanza de poder llegar a tiempo, sin saber que Voldemort había caído. En ese momento, la joven Lily salía de la chimenea con el pequeño Harry en brazos.
―Lily, querida acabo de recibir el mensaje. ¿Dónde está James? ―La voz de Dumbledore mantenía la serenidad que le caracterizaba.
―James ha muerto, Voldemort le asesinó ―aún no era consciente de esas palabras que habían salido de su boca. James estaba muerto, no volvería a verle más.
―Trágica noticia, era un gran mago. Pero dime, ¿Quién os traicionó Lily? ¿Quién era vuestro guardián? ―Al hacer esas preguntas la voz del director cambió a un tono que ansiaba una respuesta rápida.
―Era Peter, Peter Pettigrew… él llevó hasta nuestra casa a Voldemort, él sentenció a muerte a mi familia, él… por su culpa James está muerto ―su voz se fue apagando a medida que hablaba, sólo entonces se permitió a sí misma derrumbarse y llorar por su marido, por lo que iban a tener que vivir a partir de ahora Harry y ella.
La puerta de la sala se abrió, y por ella aparecieron la Profesora McGonagall y la Señora Pomfrey. Lily seguía abrazando a Harry mientras lloraba por todo lo que había ocurrido. Sin prestar mucha atención, permitió que la enfermera del colegio inspeccionara la cicatriz del pequeño, sorprendida de que hubiera sobrevivido. Ni siquiera escuchó a Dumbledore pedirle al cuadro del antiguo director Phineas Nigellus Black que fuera a su retrato en el número 12 de Grimmauld Place y avisara a Sirius de que se apareciera inmediatamente en el despacho del director.
Todo lo que pasó después quedaría en la mente de Lily como algo borroso e inconexo. Sirius llegó a los cinco minutos de haberse marchado a su otro retrato el antiguo director. Cuando salió de la chimenea, Lily y él se fundieron en un abrazo, nadie entendería nunca el dolor que la pérdida de James había provocado en ellos.
―Sirius, creo que donde mejor pueden estar Harry y Lily ahora mismo es en tu casa, la protegeremos para que nadie pueda encontrarles y, esta vez, yo seré el guardián ―la voz del director hizo volver a la realidad a los dos amigos que seguían abrazados, consolándose mutuamente. Sirius no pudo más que asentir con la cabeza.
―Director, creo que será mejor que vuelvan a Grimmauld Place, ha sido una noche agotadora física y mentalmente para la señorita Potter, y tanto Harry como ella necesitan descansar. Yo misma me encargaré de recibir al Ministro mientras usted acompaña a los jóvenes y realiza el hechizo protector ―la Profesora McGonagall, a pesar de su aspecto frágil, siempre había sido una gran mujer, una autentica Gryffindor.
―Tienes razón Minerva, será mejor que nos marchemos ya. Sirius, tu pasarás primero.
Sirius entró de nuevo en la chimenea y, tras pronunciar la dirección a la que se dirigía, desapareció. Seguidamente entró Lily, sujetando entre sus brazos al pequeño que miraba a todos lados con esos enormes ojos verdes. En ese momento la puerta se abrió, dando paso a un joven Snape quien, al mirar a Lily, quiso decir con aquella mirada todo lo que había ocultado durante años, su amor por ella. Sin embargo, lo que recibió fue una mirada de odio por parte de la joven que, sin lugar a dudas, no le había perdonado, ni se lo perdonaría nunca, el hecho de que se hubiera unido a esos asquerosos magos oscuros, los mismos que seguían al asesino de James y que habían matado y torturado a muchos otros magos y muggles. Después, pronunció la dirección donde se dirigía y desapareció.
