UN DÍA, UN CALLEJÓN...

Mi nombre es Aiko, soy una pequeña bruja de once años. Soy de nacionalidad japonesa pero mis papás han decidido que será mejor para un aprendiz de bruja venir a estudiar a Londres; por lo tanto me han inscrito en la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. He escuchado mucho sobre ella, pero nunca me imaginé que me separarían de mis amigas para traerme aquí.

La semana pasada me sucedió algo demasiado extraño, mis padres contactaron a una bruja guía ya que ellos son muggles y supuestamente no podían acompañarme por mis útiles escolares. La señora que contrataron era algo extraña, vestía ropa que no iba al caso supuestamente para no llamar la atención. Llegamos a un bar... o eso pensé que era, no tengo idea de que es lo que hicimos luego, contó algunos ladrillos y tocó uno en específico y de pronto estábamos en un callejón; sus orillas estaban llenas de tiendas con artículos que nunca había visto... bueno solo algunas escobas y calderos, pero había muco más de lo que yo podía imaginar. Entramos a una tienda llamada Ollivanders, allí adquirí una nueva varita más acorde a mí, una que no era de principiantes, después fuimos por algunas túnicas, y los uniformes... allí encontré algo divino que me llamó mucho la atención; un chico rubio se probaba una túnica y una capa, el negro de las capas hacía resaltar el gris helado de sus ojos, y tenía ese dejo de misterio que hace que toda chica se derrita por él...

-Joven Malfoy- llamó mi acompañante. El chico bajó del banquillo e hizo una reverencia ante la bruja a forma de saludo -he venido hoy con una chica nueva, es una... bueno tu sabes, sus padres no son magos, pero tiene una muy buena posición económica...- el chico rubio de cabello engomado solo se le quedaba viendo, sabía a lo que iba, yo también, soy pequeña pero no tonta así que sin más la vieja dijo -verás... tengo asuntos que arreglar y necesito a alguien que guíe a esta pequeña ¿podrías hacerlo por mí?- el chico asintió con la cabeza con un ligero gesto de asco en el rostro, yo fingía no escuchar nada, y la vieja se me acercó. Me dijo lo que había hablado con el chico y se fue sin dejarme contestar. Volteé a ver al chico, no tenía muy buen rostro...

-no seré una carga para ti- le dije -solo dime donde están las tiendas y yo haré lo que me corresponde

-adquirí un compromiso... tengo que cumplir mi palabra- me dijo secamente arrastrando las palabras.

-Me llamo Aiko Kinomoto, soy de Japón ¿cómo es que te llamas?

-Malfoy, Draco Malfoy- me dijo como un témpano sin quitar la mirada del espejo que tenía al frente.

Ese día conversamos muy poco, no fue una experiencia muy agradable estar con él, por lo menos no al principio, me dijo que yo era una Sangre sucia y que no debería entrar a Hogwarts, que él comenzaba el cuarto curso en la escuela y que pertenecía a Slytherin.

Pasando por la tienda de artículos para Quidditch y otros deportes de escobas, había una gran multitud y no parecía que vieran las escobas... Draco hizo un gesto de desagrado y musitó para sí un "no por favor, otra vez no". Cuándo nos acercamos, un chico alto, de gafas y con el pelo alborotado que tenía una cicatriz en el rostro se encontraba rodeado de toda esa gente que le hacía preguntas, cuando él solo parecía interesado en la preciosa escoba que estaba tras el.

-¿quién es él?- pregunté curiosa, era obvio que no sabía absolutamente nada sobre este nuevo mundo.

-Harry Potter- respondió de mal humor -una molestia de Gryffindor, cree que tiene ganado el mundo por haberse enfrentado a quien-no-debe-ser-nombrado

-¿te refieres a El Señor Tenebroso?

-si, ¿sabes algo de él?- preguntó ahora verdaderamente interesado. Le dije lo poco que sabía, que me habían contado algo y que nadie nunca me había hablado de Harry Potter, eso pareció alegrarlo.

-bien niña, ahora vamos por tus libros, quiero que esta pesadilla termine

-pero... tu querías ver la escoba, ¿cambiaste de opinión?

-La quiero comprar, pero hay demasiada gente, no podré pasar...

Me escabullí entre la gente, dos veces para buscar camino libre, una vez encontrado tomé su mano tan blanca y tan suave... pero a la vez tan fría como sus ojos y lo llevé hasta el mostrador, pedí atención e inmediatamente después salimos por el mismo camino llevando una lujosa escoba envuelta en papel.

Él no lo agradeció, ni lo esperé tampoco, simplemente soltó mi mano y volvió a llevarme por el camino hacia la librería.

Compré los útiles de la lista, él compro los suyos, pregunté algo acerca de las casas, en verdad me gustaría saberlo, él me lo describió todo con lujo de detalle, me dijo el lema de cada una de las casas y me dijo que él estaba contento con la casa a la que pertenecía.

No hablamos más durante el camino, en realidad ni siquiera había que hacerlo, me dijo que podía regresar sola a la tienda de las túnicas, que él ya había cumplido su palabra, y que ahora tenía que retirarse. Ya había dado la vuelta cuando me tomó de la mano y me preguntó:

-¿qué casa elegirías?- me miró con sus ojos fríos que hicieron que corrieran calosfríos en mi espina dorsal, no supe que decir...

-Slytherin- respondí sin pensar. Él sonrió un poco y me deseó suerte, luego se dio la vuelta y se perdió entre la multitud.

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Sé que he estado escribiendo fics cortos, más bien son como cartas, no creo continuarlos, a menos que cualquiera de ustedes los pidan, estoy trabajando en uno largo, espero que tenga más de 20 capis, mientras he preferido sacar las ideas que se arremolinan en mi cabeza, frecuentemente venidas de un sueño. Gracias a todos los que leen el fic y me dejan reviews, en verdad que son alentadores.... Espero comentarios.