Disclaimer: Nada me pertenece. Todos los derechos a quienes correspondan.
Serie de viñetas cortitas sobre la tercera generación, sobre todas esas cosas que odiamos incluso en las personas a las que estamos más unidas afectuosamente.
Blanco y negro
Mentiras.
Le habían dicho que si, al final, era seleccionado para Slytherin –porque podía suceder– nada iba a cambiar.
Las casas no cambian personas y las personas no cambian por las casas, le habían dicho hasta el hartazgo. Él les había creído, porque un héroe como su padre no mentía. Mentir va en contra de los principios y las reglas de un héroe. Y una persona que ha salvado el mundo es indudablemente un héroe.
Albus creía que lo peor que podría suceder era tener que tolerar a James por el resto de su vida con sus bromas y fastidios. ¡Cuánto se había equivocado!
Todo el mundo hablaba sobre ello, sobre él. Lo seguían los murmullos a media voz pronunciados por las malas lenguas, por los desconfiados, los rencorosos, los ignorantes, los temerosos y los envidiosos. Y los Gryffindor.
Se hablaba mucho sobre Potter el Slytherin, y todos sus primos le habían demostrado de una forma u otra, que no les gustaba el destino del varón menor de la tía Ginny.
El tío Ron le había dirigido una mueca (cuando bajó del tren para las vacaciones de Navidad), que solo era comparable con la vez que su tía Muriel fue invitada a cenar a La Madriguera para conocer a Rose y Hugo... (ugh).
Todos los demás habían intentado consolarlo. Pero si ir a Slytherin no fuera algo malo, entonces nadie intentaría consolarlo.
–Yo soy Slytherin –sentenció, interrumpiendo al tío Ron durante la cena de Navidad, en su discurso anti-Slytherins. Las conversaciones se acallaron de pronto y Albus vio cómo algunos de sus primos se codeaban entre ellos para llamarse la atención. –Y a mí me gusta Slytherin. –habló de nuevo, haciendo retintín en la palabra de Voldemort. Era consciente de que todos lo miraban.
Los miró a todos también. Hizo una mueca y se levantó de la mesa.
–Con permiso. –siseó. Y lo hizo a propósito, claro.
Subió las escaleras sintiendo un nudo en el estómago. No se sentía exactamente bien.
–Al…
Se dio vuelta por instinto. Harry estaba parado en el descanso de la escalera y se preparaba para comenzar otro discurso condescendiente. Albus sonrió con amargura:
–No. –lo cortó. –Cuando dijiste que nada iba a cambiar...Mentiste. Me mentiste.
Se encerró en su cuarto y no quiso comer pastel.
Tumbado en su cama descubrió con amargura que si su padre es un héroe y miente, no es tan heroico. Que los héroes no mienten. Que los héroes no existen.
…
¡Hey, you, el botoncito de abajo quiere socializar!
La idea del título es esta: es una ironía (y una contradicción). Se dice que se quiere blanco o se quiere negro. Que hay que elegir una cosa o la otra, que no se puede todo junto. Pero en todas esas personas que más amamos hay mínimamente algo que no nos gusta. No hay blanco o negro, hay blanco y negro. Los queremos, pero sus actitudes (por una u otra razón), no siempre nos gustan.
El mundo no es sólo blanco o negro. A veces es gris, a veces de colores, y a veces, blanco y negro.
flowery.
