Los personajes pertenecen a Hiro Mashima, la historia es mía. :)
Todo lo que nunca te dije.
Extrañarle era una constante. Era tan doloroso e inevitable. Todo lo que ella siempre quiso era solo estar con él, que él aceptara y entregara el amor de ella.
¿Qué hizo el a cambio? Ignórale, escapar.
Centrado en el dolor de su familia perdida, entrenando para destruir al causante de su temor.
Gray tenía en claro su meta.
Lo más importante para él siempre fueron sus amigos.
El idiota de cabeza rosa. La simpática rubia. La pelirroja, que era su hermana mayor. Incluso el gato azul y parlanchín.
Por supuesto la chica que se colgaba de su brazo y le miraba con corazones en los ojos estaba incluida en la lista de personas importantes.
Curioso como suceden las cosas.
Habían sido enemigos al conocerse. Aliados al tratarse. Compañeros de batalla.
Y ahora…
Ahora era tarde.
Porque gray fue ciego, e iluso. Creyendo que sin importar que, a ella no le pasaría nada. Creyendo que ella era lo suficientemente fuerte para protegerse.
Creyendo, estúpidamente, que él estaría para salvarla. De cualquier cosa. De cualquiera.
Pero ahora, en esta horrible batalla, todo se iba abajo.
Sin dudarlo, él se sacrificaría. Porque juvia es… juvia…
¿Por qué lo hizo?
Gray se preguntaba con lágrimas sin contener, petrificado ante el cuerpo que una vez fue cálido. Sus ojos amorosos cerrados, ella inmóvil.
No era cierto.
No podía…
Luego de eso fue borroso y confuso.
Sólo el golpe de realización. Todo lo que quiso, sus metas, venganza, eliminar a END, vengar a su padre, Ur, Ultear, proteger a su familia, el gremio, a todos los que aún eran importantes para él.
Y ella era la principal.
Gray siempre lo supo, muy dentro de sí mismo, siempre supo cómo la bella chica de ondulado cabello azul y enorme corazón se iba haciendo espacio en él. Aunque lo negara, aunque se reusara, gray sabía que al final no había nada que aceptar, no había por qué rendirse, pues ella era su familia. La que traía calidez al invierno de su corazón.
Y ya no estaba.
El grito desde su pecho era uno de dolor y rabia.
Tantas cosas que quería decir. Tantas maldiciones contra el autor de esta situación. Tantas plegarias a los muertos para que la trajeran de vuelta.
Y todo lo que no le dijo a ella…
Las gracias por su preocupación y atención. Los gestos de cariño y gratitud.
Sobre todo, el decirle cuanto le amaba.
Porque ella, con su curvilínea figura, hermosas piernas, cabellos único y ojos radiantes, con el corazón tan grande y la inocencia más pura.
Gray nunca se sintió merecedor de juvia. Y aun así le anhelaba.
En esta ocasión, con sus vidas pendiendo de un hilo, con un futuro incierto, él había decido darse la oportunidad. Lucharía por todos y por ella, para al final, corresponder su amor.
Porque, estúpidamente había creído que ganarían.
Pero ahí estaba, incontrolable y destrozado, por la laguna de sangre que manchaba su camisa, que ensuciaba su piel y se llevaba su vida.
Con todo lo que nunca le dijo, atorado en el pecho, y sellándolo ahí.
