Hola gente linda =D, he estado escribiendo un one-shot ya que he venido teniendo como idea loca de mi pervertida mente ayer, solo quiero recordarles algo muy especial, evito que sea fantasioso, me gustan las cosas de la vida real, además ésta es mi pareja favorita… ¿no lo sabían?, Cunning Angel me había trastornado con su fic que empezaba a escribir sobre "Mi pecado", gracias a ella, es que amo a Petlisle :P
Están advertidas, tiene pequeños retazos sobre mi vida personal, comparto con ustedes sobre mi pasatiempo en la pintura, va a tener un toque erótico en el segundo capítulo del one-shot. Sólo será dos capítulos. Ya tengo el primero, la cual lo subiré ya mismo, mientras voy redactando el segundo. Deseando que les guste, me enamoré de este corto fic, porque estaba en la calle y aún enferma, me hallaba delirando y vi en mis ojos sobre las pinturas que había realizado y me golpeó fuertemente para plasmarlo como una narración corta.
Disclaimer: La saga Twilight, no es mía, es de la maestra y majestuosa Stephanie Meyer, yo solo hago una travesura con los personajes.
Summary: Bella es estudiante de bellas artes, ha realizado un dibujo para el profesor Aro Volturi como actividad de clase, mientras éste identifica el dibujo y siente todo el odio y rencor frente al rostro que había pintado su alumna. Bella tiene nuevas experiencia mientras viaja a otra ciudad visitando a un museo. ONE-SHOT.
Primer capítulo:
Lo que el destino nos unió.
Frente a mi tabla de dibujo tengo una hoja de papel Edad Media* y un carboncillo en mi mano derecha, mientras recibo las instrucciones de mi profesor Aro Volturi con detalles superficiales sobre un rostro imaginario de un sexo opuesto, usando las medidas impuestas en su tablero con la luz y sombra requerida, voy imaginando que es lo que primero se me viene en la mente, diviso en ella un rostro, me ha gustado bastante, me la guardé muy bien para reflejarlo en este papel. El profesor ha dado inicio para empezar a dibujar sobre un tiempo de 45 minutos, así mismo objetando que se debía entregar listo ya que era una nota para la materia.
Amaba la carrera, podría pasar días y días metida en el mundo del lienzo y óleos, y perderme en ellos demostrando mis capacidades y amor hacia ella. Empecé a hacer trazos suaves para ir perfeccionando con un lápiz, el dibujo fue plasmando la realidad frente a mis ojos, no daba abasto por tanto entusiasmo que había adquirido, estaba zambullida en ella, que ni había dado cuenta que mi profe había pasado a revisar varias veces, tan solo escuchaba murmuraciones sin sentido. A medida que le daba iluminación y sombra en el rostro, me había enamorado de aquel hombre utópico. Había hecho el amor con el bosquejo, sabía que este dibujo debía ser mi buena nota del 20%, guardaba esperanzas, porque en sí el profesor era demasiado estricto y exigente a la vez, podría cautivarlo con este diseño. Terminé y firmé para tenerlo listo y entregarlo, miré el reloj y faltaban 5 minutos para que se acabara el tiempo acordado.
Estaba mirando el panorama a través de la ventana frente a mis luceros, la locura del día con mucha niebla y fría, detestaba el tiempo gélido y helado, amaba el calor, estaba estudiando en Dartmouth College, por una beca que había ganado desde en el instituto que estudie, por mis buenas calificaciones y prueba de aptitud que había presentado fui aceptada enseguida, estaba viviendo con Alice y Rosalie mis compañeras de la casa con sus respectivas pareja que habíamos rentado, Alice estudia diseño de modas y Rosalie ingeniería mecánica, ¡caray!, esta mujer con sus gustos raros, pero la respetaba. Salí de mi letargo mental, porque el maestro había anunciado la hora terminada y entregar nuestros diseños. Recogí mis amores y los guardé en un neceser y lo metí en mi morral, caminé hasta donde el profesor y entregué mi boceto.
-Señorita Swan, tenga la amabilidad de esperarme, hasta cuando ya no quede un alma por aquí
-Sí, claro.
Me senté de nuevo en una silla, mientras salía el tumulto de personas, iba pensando el porqué de su petición a quedarme. Cuando ya no había un ser salvo nosotros dos aquí, Aro se me acercó con mi dibujo, cogió una silla y se sentó frente a mí colocando la hoja encima de la tabla.
-¿Conoces a este personaje?
-No- respondí intimidada.
-¿Estás segura?
-Segurísima, este rostro llegó en mi cabeza sin conocerlo en algún sitio.
-Este hombre que tú ves, es uno de mis grandes enemigos.
No salía de mi asombro pegado en mi rostro, su semblante estaba sin expresión, tan naturalmente como para echar piches sobre el pobre dibujo.
-¿Cómo voy a calificar este dibujo? Sabiendo que odio ver este rostro.
Estaba sin palabras, no hallaba que decir para refutarlo, ya que era una actividad y valía por el porcentaje sobre toda la nota final.
-Pues, pido especialmente que me califique el arte, el trabajo de los trazos, no su rostro, además has dicho que es una actividad libre para pintar un rostro de mi sexo opuesto.
-Ya veremos señorita Swan, puede retirarse.
Salí echando chispas por todo lado, al parecer todos me miraban con toque de susto. Iba caminando dando grandes alzadas, mis pies iban chocando fuertemente contra el piso. Hasta que Alice me agarró y me pegó contra la pared.
-Bella, ¿qué te pasa?
-¡NADA!- respondí enojada.
-¿Estás segura?- preguntó con recelo.
-Está bien, me has pillado con la guardia baja…- confesé derrotada.
-¿Deseas hablar de ello?
-Pero aquí no, ¿tienes clases ahora?- pregunté, pensando que ya no tenía más clases por el día de hoy.
-Sí, tengo una ahora en unos 15 minutos- dijo mientras pensaba con su dedo en el mentón, -nos vemos en una hora en nuestro piso- dijo despidiéndose de mí con un beso en mi frente.
-¡Suerte!- dije gritando mientras se perdía por el pasadizo.
Caminé con calma y me senté bajo un árbol, estaba haciendo un frío de los perros, necesitaba desahogar mi rabia y ello me permitía que el ambiente helado me bajara los humos, cerré los ojos, mientras me puse a pensar en la demencia del profesor, yo no tenía la culpa de amargarle su vista por un simple dibujo, ¡mierda!, ahora lo que me faltaba era que me colocara un cero por su propio antojo, sin razón. Eso no lo voy a permitir, además vivo de ello, es mi pasión, demostraba que cada vez más iba superando cualquier barrera que imponían los profesores, eso me ha ayudado a madurar y mostrar mi camino con elegancia y responsabilidad. Amaban mi don innato, cualquiera se enamoraba de mis pinturas, aquí venía a mejorar técnicas, ya que era empírica sobre ello, nadie me había instruido. Sólo mi madre Renee se le ocurrió darme un lápiz y muchas hojas, desde ahí empecé hacer mamarrachos sin sentidos y empecé a coger amor al dibujo, mi madre más de una vez me decía que era floja cuando peque porque ella era la que me pintaba los dibujos a color cuando tenía que llevar una tarea. Daba gracias a ella por su sabia exigencia y disciplina. Estaba tan enclavada en mis remembranzas que escuché una voz por mi nombre.
-Bellaa
-Estoy aquí- respondí un poco duro.
-¡Estás loca!, ¿qué haces aquí en este lugar aguantando frío?- dijo la voz.
-¡Ah!- gemí, sentía mi cuerpo abarrotado y postrado en el suelo, no podía mover un músculo, -no puedo moverme- vociferé.
-Voy por ti- dijo.
Esperé pacientemente mientras venía por mí, -ahgg- gemí de nuevo, ¿cómo sabía que estaba aquí?, ahora si voy a recibir un regaño seguro de su parte.
-Bella, hasta que por fin te encuentro, te estuve llamando y nada que contestabas, reconocí tu ringtong mientras caminaba por aquí cerca por eso grité tu nombre.
-¡Caray!, ¿a qué horas sonó mi celular? Si no lo escuché- dije chillando.
-¿En qué andabas pensando?- preguntó con un leve enojo.
-En nada- chille de nuevo.
-¡Eh!
-Tranquilo, estoy bien, ahora si ayúdame a parar porque no puedo, tengo los músculos tiesos- gemí de nuevo.
Me cogió de las manos mientras se echaba para atrás para levantarme, lo hizo con una agilidad, que mientras estaba de pie perdí estabilidad, me agarró antes de que nos fuéramos para el piso. Sabía que peque tenía una debilidad terrible, mi torpeza natural, pero esta vez echaba la culpa por mi cuerpo paralizado. Empezamos a caminar con pasos cortos, para que mi cuerpo se habituara de nuevo al ambiente.
-¡Tú, si que estás loca!, podrías pescar un resfrío- dijo.
-Ya, suficiente regaños por hoy- dije empezando a agriarme.
Esa era una de las cosas que amaba de mi mejor amigo, se preocupaba muchísimo por mí, además siempre estuvo junto a mí desde que estábamos en la escuela, tantos años al lado de él, nos conocíamos como la palma de nuestra manos. Nunca peleábamos, siempre nos apoyábamos en cualquier decisión que tomábamos, además siempre concurríamos si teníamos problemas estábamos juntos para solucionarlo frente a ello. Solo sentía un cariño por él. Nos lo dijimos cuando salimos de la preparatoria, habíamos intentado tener una relación, pero nunca funcionó, ya que nos veíamos como hermanos, tal vez lo que nos faltó a cada uno, era tener un hermano. Llegamos a nuestro piso, el vivía también con nosotras, además también compartíamos con los novios de Alice y Rosalie.
Me recosté en el sofá tratando de entrar un poco en calor, estaba tiritando del frío pegado en mi cuerpo.
-Bella, ¿deseas tomar un chocolate?- preguntó Edward.
-Sí, gracias hermanito- respondí regalándole una sonrisa.
Se fue a la cocina a hacer lo suyo, mientras prendía la tv, empecé a mirar una serie, cuando escuché que abrían la puerta, y entró Alice sonriente, cerró la puerta y se echó al lado mío abrazándome.
-Hermanita, ¿cómo seguiste?- preguntó entusiasmada.
-Creo que ya mejor- dije sin expresión.
-Estas fría Bella, ¿qué sucedió?- preguntó con expresión sorprendida.
Yo ignoré su pregunta, mientras seguía viendo la tv, Edward regresó con tres pocillos, me imaginaba que ya había escuchado entrar Alice, empezamos a tomar nuestra bebida mientras entrabamos en calor. Vimos un rato nuestra serie favorita Friends, porque así estábamos nosotros seis chicos locos, los únicos que mantienen su relación fuerte y segura son la de Alice y Rosalie, porque con Edward fallamos, no encajábamos en ser pareja sino hermanos. Él tenía su novia, se llama Tania, no me gustaba mucho ella, pero respetaba su decisión al estar con ella. Tenían sus problemas como los de cualquier pareo, siempre se reconciliaban. Yo por mi parte estaba sola, no había encontrado un hombre que me amara desde esa reciprocidad fallida. Así que esperaba que en cualquier momento llegara este hombre que derrumbaría mi piso.
Terminé de tomar mi chocolate, estaba tan delicioso que le agradecí el gesto a Edward, siempre con su caballerosidad y amabilidad para atender a cualquier mujer. Le enseñaron esos valores sus padres Edward y Elizabeth.
-¿Qué vas a hacer ahora Bella?-
-No tengo nada de plan, ¿porqué?
-Mm, estaba pensando si podríamos salir a tomar un trago, quiero festejar con nuestro grupo una noticia- constató con una sonrisa plantada en su carita.
-No se Alice, no estoy de ánimos, además el profe me las amargó completamente hoy- dije apenada.
-¿Qué pasó?
Miré a Edward y tenía una expresión dura con los labios apretados.
-Aro nos mandó a hacer un dibujo de mi género opuesto, te juro Edward, este hombre llegó en mi mente sin querer queriendo, es mi inspiración, lo plasmé en una hoja y eso es sobre la nota del 20%, me pidió amablemente que me quedara mientras se iban todos, hasta que quedamos solos, me mostró de nuevo el dibujo que hice, y me preguntó si yo conocía a este persona- dije entre comillas, respiré profundamente, -además de ello le amargaba la vista y no podría calificar por su rechazo ante ello, y es uno de sus enemigos fuertes.
Los dos quedaron con gesto sombríos.
-Bella, eso no puede ser, eso es el colmo de él, apenas estas empezando el semestre y ya tienes una barrera dura de roer- dijo con rabia
-Sí, eso me doy cuenta
-Y yo que quería compartir sobre mi clase- dijo con un puchero tierno.
-Dale, no puedes contarnos aquí- dije.
-Está bien, mi profesora Charlotte, había hecho una presentación sobre vestuarios de la moda en los años ochentas, y mostró dos vestidos que había hecho el semestre pasado- comentó radiante.
-Felicitaciones Alice, es un orgullo ver que tu puedes hacer unas creaciones fantásticas sobre la moda.
-Yo también pienso lo mismo que él- dije contenta.
Ambos la abrazamos, estaba tan alegre que nos contagiaba su energía. Escuchamos unos golpes suaves en la puerta. Edward fue a abrir, Alice estaba arrojando unas lágrimas, estaba llena de felicidad, así que compartí este momento con ella. Frente a nosotras estaba Emmett y Jasper mirándonos con gesto sombrío.
-¿Qué paso amor?- dijo agachando a su altura a Alice dándole un beso en su frente.
-Nada amor, estaba diciéndole a ellos sobre una presentación que hizo mi profesora.
-Me asustaste amor- dijo preocupado.
Me corrí deslizando al otro lado del sofá para darle espacio a Jasper y que se sentara.
-Y cuéntame, ¿a qué se debe tanta felicidad?- dijo mientras la rodeaba de su brazo
-Amor, mi profe mostró dos vestidos de los años ochenta que creé el semestre anterior.
-Ay mi cielo, cómo me alegras tu noticia, eso está muy bien, que reconozcan los trabajos de nosotros los alumnos- dijo aquél, asintiendo también porque estaba de acuerdo.
-Pero acá tenemos un problema, es sobre Bella.
-¿Y qué pasó?- rodó su cabeza hacia mí Emmett.
-El profesor Aro, no va a calificar un dibujo que hizo Bella, porque supuestamente el rostro que pintó es uno de los enemigos de él, de esta manera no va a fijarse en los trazos por el odio que refleja frente al personaje- respondió Edward por mí.
Jasper y Emmett pusieron caras de asombros, a la vez enseguida se enojaron por el detalle de Aro.
-Aro desalmado- espetó Emmett.
Jasper estaba analizando la situación además se le daba con una gran destreza darnos varias opciones de lo que sucede, ya que él estudia psicología, estaba en sus últimos semestres, es un muchacho muy elegante, conservador y muy callado, emana una energía tranquilizadora casi dolorosa, yo por mi parte siempre soy una chica muy callada y tímida, pero a la hora de pintar soy otra persona, ya que entro en llano sobre mi arte.
-¿Qué más te dijo Aro?- preguntó con suavidad.
-Solo dijo que este personaje- diciendo entre comillas, -es un enemigo de él, te confieso que este rostro no lo he visto por ningún lado- comenté.
-¿Y sabes cómo se llama?
-No, no lo sé, no me lo dijo, no quería indagar más porque ya tenía rabia de esta pendejada- confesé.
-Bueno, entonces nos pondremos a investigar- dijo Alice.
-¿Y cómo, sin tener una foto de él ni nada?- pregunté.
-Tienes razón, pero puedes pintarlo de nuevo, ¿verdad?- preguntó Emmett.
-No sé si podría, además tendría que estar inspirada terriblemente para poder concentrarme en los detalles de su rostro- confesé derrotada.
-Tenemos tiempo suficiente para buscar el personaje y así mismo averiguaremos que es lo que sucede entre ellos dos- dijo Edward.
Cada uno quedamos inmersos en nuestro mundo, no fue hasta cuando escuchamos que abrían la puerta y entraba la dichosa y elegante modelo rubia. Nos quedó mirando, cargaba un gesto de cansancio. Nos saludó a todos y a la vez la saludamos en coro, se sentó al lado de su osito, como lo llamaba con cariño. Se dieron un beso muy sonoro y cada uno rodamos los ojos.
-¿Qué?- dijo ofendida.
Todos soltamos una carcajada.
-¿Cómo te fue amor?, veo que traes una cara larga… ¿necesitas un masaje?- dijo éste con un guiño. Nuevamente todos los espectadores rodamos los ojos.
-Si amor… no te imaginas- sonrió pícaramente.
-Búsquense un lecho, eviten tantos arrumacos frente a nosotros- dijo Edward indignado.
Todo soltamos de nuevo una risa cantarina por la pobre parejita que la molestábamos por sus demostraciones afectivas muy notorias.
Pedí permiso para ir a mi cuarto y relajarme. Definitivamente era un día que había pisado con el pie izquierdo. ¡Maldición, no tengo la culpa!- dije susurrando.
Me cambié de ropas, hoy era un viernes, con razón Alice propuso que fuéramos a tomar un trago para celebrar su noticia, pero estaba tan deprimida que me acosté sin despedirme de ellos. Cerré los ojos mientras me acogía en los brazos de Morfeo.
Con el pasar de los días, ya entrabamos de nuevo al mundo de trabajos, investigaciones, por mi parte no había vuelto a tener un roce con Aro, salvo en las tareas que nos dejaba. Me dedicaba completamente al mundo de las bellas artes, con diferentes técnicas aprendiendo nuevos métodos, hasta usar varias técnicas y aplicarlo en un mismo lienzo. Estaba en el ático que había instalado exclusivamente solo para mi espacio personal de inspiración, debo confesar, es un cuarto siempre espacioso con grandes ventanales para una buena luz pero terriblemente desordenado, me sentía bien, es mi personalidad de artista. Es inevitable no ensuciar si es lo que más mancho cuando uso oleo en mi pinta exclusiva. Alice y Rosalie cada vez que entraban al ático me hacían muchas muecas, ya que no eran de su agrado por la irregularidad como encontraban mis amores, las herramientas regadas por todo el lugar.
En mi cuerpo tenía el arrebato por pintar aquel rostro expectante, así que, mientras pintaba, lo iba imaginando con todo su esplendor y naturaleza varonil, estaba tan sumergida en este pozo feliz, hice varios bosquejos de aquél hombre utópico, a base de carboncillo y pasteles para ir dándole vida a los diseños, estaba tan satisfecha de mi entretención. Pronto iba a tener que pintarlo al óleo y guardarlo como recuerdo de mi inspiración. No mostraría esos diseños, me lo guardaría como mi segundo hijo.
A veces echaba maldiciones cuando no encontraba justamente la herramienta que necesitaba en el momento adecuado, más de una vez tiraba todo por la borda. Edward siempre que estaba acá, venía corriendo subiendo por las escaleras para calmarme. Me daba palabras de aliento y me proponía para un fin de semana arreglar el ático, pero siempre llegaba a la misma situación, era asquerosamente desordenada, me sacaba de quicio.
Opté por pintarlo ya al óleo del hombre misterioso, duré varios días haciéndolo de a poquitos, ya que estaba estudiando, tan solo me faltaba el exterior, aunque ya lo había hecho, pero el toque mágico se encontraba en los detalles más íntimos de esta obra de arte. Lo tapé para que nadie viera mi cuadro exclusivo.
La profesora Jane que me daba clases de historias e investigaciones sobre museos donde guardan galerías de varios pintores, nos dejó una tarea sobre visitar un estado diferente y encontrar un museo donde hubiese esta actividad para tomar nota y entregar un informe de ello. Además repartiría unos papelitos que se hallaban dentro de una bolsa negra, fue repartiéndonos, yo escogí dentro de ella mi papel correspondiente. Lo había mirado y había puesto una sonrisa sincera, la cual acepté muy complacida. Tendría que decirles a mis amigos sobre este viaje que haría pronto en este fin de semana y hacer mi investigación.
Me encontraba sentada la mañana del sábado, en un restaurante afuera en las calles de Chicago, para realizar mi exploración, tomando un perico con un pan francés, con mis gafas oscuras puestas identifico el rostro que me había perturbado, el óleo que me había enamorado, estaba supremamente glorioso, bien vestido para mi gusto, con una elegancia para caminar, dotado magníficamente hermoso, tenía mi mandíbula desencajada, no hallaba crédito verlo frente a mí, cerraba la boca y volvía a abrirla sin ningún inconveniente. Venía caminando hacia mi dirección como en cámara lenta, estaba temblando sutilmente, no salía de mi sopor, creo que estaba abochornada o sentía mucho calor a mí alrededor. Al ver que seguía derecho cuando giré mi cabeza, estaba grabando detalladamente su cuerpo. Creo que había muerto, viajado al cielo y regresado de nuevo a la Tierra.
El dueño de mis ojos se le había caído algo que había observado sin inmutarse, dejé unos dólares y salí a recoger su carpeta, y fui a seguirle para devolverle, tuve la curiosidad de mirar que había dentro de ella, no pecaría con solo mirar el contenido, abrí la carpeta y mis luceros tampoco salían de asombro, gemía débilmente, estaba sin palabras, eran también bocetos, pero no aceptaba porqué eran de mi persona, ¡diablos!, en qué momento nos cruzamos mentalmente para pintar nuestra obsesión por admirar cada pliegue y trazo de los diseños. A un lado de la carpeta divisé unos datos de él. Giré mi cabeza para mirar si todavía seguía mi adonis y ya lo había perdido de mi vista.
Seguí caminando buscando el museo para entrar, visitar e identificar los cuadros que existían allí, estaba tan embriagada con cada cuadro llevándome a otro plano, reparando cada pincelada minuciosamente, de todo artista a través de su gusto, iba anotando mis observaciones, y me estrellé sin darme cuenta con una persona, pedí disculpas y seguí por mi camino con la cabeza gacha metida en mis reflexiones.
-Hola- dijo aquél con voz fina dándome un toque suave por mi hombro.
Paré mis escritos y giré mi cabeza, mi corazón estaba palpitando fuertemente, tenía otra vez frente a mí, el hombre que más de una vez me ha robado un suspiro gratis.
-Hola- dije tartamudeando y a la vez sonrojándome furiosamente.
Me miraba insistentemente, parecía que quería traspasar hasta mi alma con su contemplación en recelo. Puso una mano al frente de mí.
-Mucho gusto, Carlisle Cullen.
Agarré temblorosamente su mano, y la agité suave mientras me recorría una electricidad inevitable, la solté para mi gusto, escondiéndola detrás de mi espalda.
-El gusto es mío, soy Bella Swan- dije balbuceando de nuevo.
-No, el honor es mío totalmente.
Estaba viendo la carpeta que aguardaba bajo mi brazo izquierdo con su mirada hipnótica, me hacías señas con su sonrisa reluciente y perfecta dentadura.
-¡Ah!, estee… se te cayó e iba a correr para entregártelo pero...- me interrumpió colocando un dedo sobre mi labio indicándome que me callara enseguida.
-No te preocupes- dijo con voz sensual, -aunque debo confesarte que esta carpeta es mi hija- comentó con una sonrisa plantada en su cara.
Mis mejillas enseguida dieron un color sonrosado y a la vez caluroso. Bajé mi cabeza mirando el piso, estaba prendiéndome con facilidad, ninguno me había puesto en un momento bochornoso. Puso un dedo bajo mi mentón y lo subió para que lo admirara.
-Gracias por recogerla y al destino por juntarnos una vez más.
Entregué su carpeta, había deseado mirar bien cada bosquejo de mi persona, pero infortunadamente ya estaba el dueño de ella.
-¿Estás ocupada?- preguntó con un toque de preocupación.
-Sí, debo hacer una investigación aquí en este museo.
-¿Puedo tomar el atrevimiento de acompañarte, si no hay problema?
Estaba pensando en las posibilidades, así mismo podría preguntarle sobre Aro. Así que acepté gustosa. Seguimos recorriendo por todo el museo, habíamos demorado un lapso de una hora y media, por lo que tenía que tomar nota sobre la visita.
-¿Qué vas a hacer esta noche?- preguntó con cordialidad.
-No se- respondí dudosa.
Estaba esperando una respuesta mía, estaba vacilando sobre ello, correría el riesgo de conocer al hombre que ya había movido mi piso.
-¿Qué quieres hacer?- pregunté con un pequeño nerviosismo.
-Me gustaría conocerte más, si gusta para invitarte a cenar, ¿si no es mucho atrevimiento?
-Acepto encantada- regalándole una sonrisa.
-¿Dónde vives?
-Estoy en hotel Congress Plaza por la investigación, por eso no vivo aquí.
Tenía un rastro ligero de tristeza plasmada en su rostro.
-¿Qué te parece si la recojo a eso de las 6 de la tarde y cenamos?
Asentí, me despedí de él nuevamente con el agite de las manos compartiendo nuevamente la pequeña descarga mientras paraba un taxi para ir de regreso al hotel.
Estaba subiendo por el ascensor para dirigirme al sexto piso, entré con la tarjeta y cerré la puerta chocándolo con mi espalda, suspiré fuertemente, estaba llena de felicidad dolorosa en mi cuerpo, miré el reloj, ya era casi medio día. Fui hasta la cama y me eché encima, quería gritar, quería saltar, cantar, ¡diablos!, mis amigos no darían abasto por el encuentro. Los llamaré mañana. Dormí un ratito. Desperté perezosa, me arreglé las ropas, mientras tanto bajaré de nuevo para salir a comer algo. Fui a un restaurante cercano, entré, me atendió enseguida un mesero y pedí el menú, observé y vi mi comida favorita. Pedí ravioles con champiñones y una crema de cebolla. Al rato me trajeron el almuerzo y comí con gusto. Reposé el almuerzo, divisé mi reloj nuevamente y ya eran las dos de la tarde. Pagué al mesero y fui a caminar un rato por las calles, buscando algo para llevar a mis amigos un detalle. Estaba pensando que comprarle a cada uno. A Alice podría ser una blusa, lo mismo podría ser para Rosalie, carambas y a los chicos, ahí si me tenía dudando. Ya veré cuando encuentre algo original para cada uno.
Encontré un local de ropa moda juvenil, entré, una muchacha joven muy amable me atendió, pregunté por blusas y me guió acompañándome por una sección lleno de variedad de blusas, empecé a buscar unas para los gustos de ellas. Que irónico es la vida, detestaba salir con la duende porque me hacía perder un día entero para comprar mucha ropa y yo aquí estoy comprando. Me reí mentalmente. Encontré lo que quería y fui a la cajera para pagar. Me los envolvieron en una bolsa, agradecí el gesto y salí en busca de los regalos para mis chicos. Ya tenía una idea para cada uno, así que aprovecharé para buscarlo. Duré exactamente las dos horas recorriendo locales, sin irme tan lejos para regresar al hotel y arreglarme. Me di un baño relajante y ligero, me puse una blusa azul que había comprado también para mí y un pantalón negro, unas bailarinas, no me gustaban los tacones, por mi torpeza. Me peiné dejando las ondas suaves que recorrían por mi cabello naturalmente. Me eché un brillo en mis labios y una crema facial. Ya estaba lista, me admiré una vez más en el espejo y estaba sencillamente hermosa. Escuché el teléfono del hotel, y contesté, escuché que ya estaban esperándome, y pedí el favor de que me esperara mientras bajaba.
A mi frente estaba el hombre inmaculadamente sublime, con tanta elegancia varonil que derrochaba a metros, vestido totalmente de negro salvo la camisa blanca y una corbata color negro también. Me regaló una sonrisa una vez más que vislumbró mi presencia. Le regalé un gesto tierno cargado de seguridad y afecto. Me ofreció su brazo y la tomé con agrado. Caminamos hasta la entrada, abrió la puerta con su actitud de caballero mientras salía primero enseguida regresó conmigo, seguimos hacia la acera y distinguí una limusina, el chofer estaba abriendo la puerta y yo no salía de este sopor, mis ojos estaban fascinados por el detalle, me ofreció la mano para sentarme la cual acepté gustosa, así mismo entró seguido de mí. El chofer puso en marcha el carro, mientras Carlisle me miraba con adoración. Estaba perdiéndome en sus luceros azules como el cielo color celeste.
-¿Cómo estas mi hermosa dama?
-Bien, gracias ¿y tú?
-Excelente- dijo mientras me mostraba su dentadura pulcra con una sonrisa.
-Me alegro mucho.
Estaba inmersa mirando las calles de Chicago noche, es una ciudad hermosa, me gustaba su clima. La limusina paró al lado de un restaurante lujoso. El chofer abrió nuevamente la puerta del pasajero, salió Carlisle y me ofreció su mano. Salí de allí y fuimos caminando al restaurante, miré alrededor y daba cuenta por su excelente espacio de presentación llamado Ralp Lauren. Entramos, el lugar era de por sí exquisito y acogedor. Uno de los meseros nos saludó asintiendo para que siguiéramos hacia una mesa, la cual nos ubicaron al fondo. Se encontraba tenuemente lleno. Carlisle ofreció la silla para sentarme, me acomodé. Se nos acercó otro mesero.
-Buenas noches Dr. Cullen, y señorita dama. ¿En qué les puedo servir, desean la carta del menú o el especial por el chef?
Me miró dándome una señal de pregunta.
-¿Tú que sugieres?- pregunte con un leve de nervios.
-¿Cuál es la especialidad del día de hoy por el chef?- preguntó al joven.
-Me permite Dr. y señorita, para el día de hoy ofrecemos langosta con tocino o cordero asado con salsa agria.
Me observaron de nuevo.
-Yo deseo cordero asado con la salsa- dije.
-Me traes lo mismo que pidió acá la dama- dijo él asintiendo a la vez.
-¿Se les ofrece vino?
-Sí, por favor, uno que sea de ocasión especial, ¡gracias!
Nos ojeamos de nuevo, estaba en una pelea mental lleno de preguntas seguramente querría saber de mi. Suspiró una vez más con un dulce sonoro.
-¿Cómo te sientes?
-Bien, gracias ¿y tú?
-Fenomenal. ¿De dónde eres?
-De Forks Washington, ¿y tú?
-De Londres, pero vivo aquí en Chicago desde hace 20 años.
Murmuré encantada por saber más de él.
-¿Tú estudias?
-Sí, estudio bellas artes en Dartmouth College.
-¿Cómo te sientes con la carrera, el estudio, las experiencias frente a las pinturas?
-Me ha encantado, podría decirte que es mi vida pasional, amo la pintura, verla y pintarla expresando mis sentimientos encontrados en ellos.
-Eso me ha pasado, pero lamentablemente tuve que estudiar medicina, por interés colectivo, aunque no me quejo de ello, me gusta salvar vidas.
-¿Has estudiado algo sobre las técnicas de pintura?
-Es un pasatiempo que tomo de ello, y te confieso he recibido clases sobre dos técnicas, el carboncillo y óleo.
-Perfecto, lo demás son sólo para variar y no quedarnos anclados en una sola técnica- sonreí comentando.
El mesero rompió nuestra burbuja de conversación mientras nos repartía la bandeja, se veía sabrosa. Miré su rostro y tenía una sonrisa elegante, invitándome a comenzar con la cena. Empezamos a comer mientras nos deleitábamos con preguntas personales. Me encontraba tan sumida en el ambiente, que no me incumbía lo que sucedía alrededor.
-Ha sido una cena memorable, gracias por aceptar mi invitación.
-A ti, gracias por el gesto de amabilidad.
-Y entonces ¿siempre te vas mañana?- preguntó con voz llena de dolor.
-Sí, lamento el tiempo corto, porque el lunes entro nuevamente a clase- también lo dije con un toque de melancolía.
-Podemos compartir números para comunicarnos, ¿estás de acuerdo?- preguntó emocionado.
-Sí, estoy de acuerdo- respondí con alegría.
Miré mi reloj y era pasada de la media noche. Había pasado varias horas, con todo mi dolor tenía que regresar para descansar y tomar el vuelo temprano.
-Carlisle, debo regresar, mañana me espera un día largo.
-Permítame señorita, llamo al mesero para pedir la cuenta.
Llamó al mesero y éste a su vez pidió la cuenta, la cual dejó su tarjeta de crédito. Enseguida regresó para entregarle su tarjeta deseándonos las buenas noches y que volviéramos pronto.
Carlisle nuevamente me acercó al hotel, mientras estábamos en la limusina compartimos números, me llegó la duda que tenía desde esta mañana para preguntarle a él.
-Carlisle, ¿puedo hacerte una pregunta?
-Ya me hiciste una, serían dos preguntas- respondió con carcajada.
-Tienes razón, ¿tú conoces a Aro Volturi?- pregunté con recelo.
Su rostro cambió automáticamente a una expresión dura y misteriosa, tal vez había me había equivocado hacerle esta pregunta y lo puse en un mal momento.
-¿Tú lo conoces?- preguntó sin expresión.
-Estee, es mi profesor- respondí dudosa.
-Comprendo, es una historia muy larga para contarte y tú tienes un vuelo temprano, no me gustaría incomodarte, necesitas descansar- dijo con ternura.
Asentí desganada con una pequeña desilusión. Me despedí de él con un abrazo y un beso en su mejilla. Varias maripositas rodearon mis labios al sentirlo tan cerca, oliéndolo para guardar su fragancia tan natural y masculina, mientras le agradecía por el detalle. Quedamos de comunicarnos lo más seguido que pudiésemos, ya que cada uno tenía sus obligaciones.
Subí por el ascensor, entré a mi habitación, busqué y cogí mi cuaderno de apuntes, saqué de ella un boceto que me había robado sin su consentimiento para guardarlo como de recuerdo. En ella me identifiqué, la misma persona frente a mí, tal como era mi reflejo, él me veía con otros ojos, sabía que giraba alrededor suyo, por eso el no dudó en invitarme a cenar para conocer un poco más de esta chica simple e introvertida. Sin embargo colocaba un gran interés por apreciar mi imagen frente a él, tal vez estaba grabándome cada centímetro de mi rostro y cuerpo para seguir pintando, ya que había visto muchos bosquejos sobre mí, en esta misteriosa carpeta. También había anotado su número, dirección donde trabajaba y de su casa también.
Me cambié, me puse el pijama y me acosté, no sin antes primero haber colocado la alarma por unas horas mientras descansaría un poco mi cuerpo por tantas emociones recogidas por el día. Entre al mundo de los sueños abrazando a Morfeo.
Mi gente hermosa =D, ¿merezco un rw? déjenmelo saber, y responderé a cada review que no sea anónimo para compartir unas palabras.
Les envío un grande abrazo para todas las que me están siguiendo con el fic metamorfosis personal.
Con afecto Kathy.
