El efecto de las pastillas
VK no me pertenece, realizo este fic por diversión. Si me perteneciera, Yuuki no estaría en el medio. Para la que creen que es un estorbo de nuestra amada pareja les adelanto que en el fic casi no aparece (solo nombrada). Espero que les guste!
Parte 1
Zero estaba en la clase del quinto módulo cuando lo asalto esa sed incontrolable que lo atosigaba cada vez más seguido, haciéndolo salir corriendo del salón en un repentino frenesí por calmar sus ansias de sangre. Caminado a paso vivo por los pasillos vacíos de la Academia Cross, se metió en el primer baño que encontró y obligó a sí mismo a tragar esas pastillas que tanto detestaba pero que, al fin y al cabo, lo salvaban cada vez más a menudo de caer en el nivel E.
Zero detestaba con toda su alma esas pastillas, pero no podía volver a beber la sangre de Yuuki para aplacar su sed nuevamente. En un acto descontrolado e irreprimible, Zero había atacado al ser que más apreciaba, y había robado hasta prácticamente dejar inconsciente, la sangre de su amiga de la infancia. No podía permitirse cometer otra atrocidad como aquella, no solo Yuuki, sino que cualquier otro estudiante de la academia estaba en peligro, por lo tanto, durante esa última semana se sobre controló, para bajo ninguna circunstancia perder los estribos de su verdadero ser y dar rienda suelta a su vampiro interno que atacaría cualquier cuello hasta vaciarlo de sangre.
Cuando su sed se calmó, regresó rápidamente a su salón de clases y se sentó en su sitio, obviamente recibió un sermón del profesor, pero él le respondió con la misma indiferencia que a los otros, porque sus escapadas se estaban volviendo algo rutinario.
Cuando acabo su jornada de clases se dirigió inmediatamente hacia los dormitorios de la clase diurna y se refugió en su cuarto. En realidad había otra razón por la cual odiaba particularmente esas pastillas, y de no ser por eso, jamás hubiese contenido tanto su sed hasta perder totalmente los estribos y hubiese bebido la sangre de Yuuki. Pero esa razón no era que su organismo no aceptaba las pastillas como creían, si no que esas píldoras tenían un efecto peculiar sobre él, y sólo a él y váyase a saber porqué era a él, el único vampiro sobre la faz de la tierra que le afectaban de ese modo ¿Sería porque su cuerpo era más sensible, o era porque por sus venas corría sangre de cazador? Jamás lo sabría, lo único que podía hacer era rendirse bajo el efecto de esas endemoniadas pastillas y seguir soportando por el resto de su vida el hecho de que éstas actuaban mejor que cualquier droga sexual que alguna vez hubiera probado.
Entró al cuarto con la cara totalmente ruborizada, con la respiración entrecortada y las piernas tambaleantes. Se dejó caer en el piso a un costado de su cama, se sentó y se dedicó a aliviar a su miembro erecto durante ese tiempo que tenía entre la conclusión de las clases hasta el momento que la clase nocturna abandonaba su dormitorio y comenzaba sus labores de guardián, deteniendo al grupo enloquecido de colegialas de la clase diurna. Proteger a los vampiros le disgustaba más incluso que esas tabletas, pero sus pensamientos se desvanecieron con la misma rapidez con la cruza el cielo un relámpago, cuando dio rienda suelta al placer que le provocaban esas malditas pastillas, hasta llegar al punto culmine de la excitación. Ya se sabía de memoria como seguía, el orgasmo lo tensaba completamente haciéndolo babear como un perro rabioso y acababa con su mano cubierta por su propio líquido seminal y su corazón batiendo desbocadamente. Cuando este aminoraba, se levantaba, se duchaba y se cambiaba la ropa rápidamente para dirigirse tan velozmente como sus fuerzas desgastadas le permitían, hacia los dormitorios de la clase nocturna a cumplir con Yuuki sus obligaciones. Esa era más o menos la rutina que Kiryuu Zero había mantenido durante la última semana.
