Comenzaba a anochecer, los últimos rayos de la tarde se reflejaban en el hermoso mar que bordea la aldea por un lado mientras que por el otro las enormes colinas y los densos bosques la delinean. Los agricultores comenzaban su descenso desde las colinas y los pescadores regresaban con sus botes hacia sus casas para tomarse una merecida cena y descansar. Los niños que jugaban junto al mar corrían por la orilla persiguiéndose hasta que escuchaban las voces de sus madres gritándoles que ya estaba la cena. Pronto la noche caería y todos en la aldea se sumirían en un profundo sueño sin miedo a que nadie lo perturbe pues son protegidos por la aldea oculta de la hoja, hogar de los mejores ninjas del país del fuego, pero aquella noche seria diferente.

Era media noche cuando los primeros gritos se escucharon, un grupo de hombres encapuchados habían asaltado la aldea masacrando a los dos vigilantes que se encargaban de alertar de la presencia del enemigo, los degollaron antes de que pudieran dar la voz de alarma. Entraron rompiendo las puertas de cada una de las casas y sacando a todos los ocupantes que dormían dentro. Las madres asustadas intentaban esconder a sus hijos y los hombres intentaban defender su aldea pero aquellos atacantes no tenían piedad y si se resistían los mataban sin contemplaciones, más de una mujer vio como a sus maridos los degollaban con kunais afilados y luego las empujaban fuera de su casa, hacia la plaza. En la última casa, una de las más pequeñas junto al bosque, una mujer logro sacar a sus hijos por la ventana antes de que los asaltantes lograran derribar la puerta – mírame Kenichi. Tienes que salvar al bebe – dijo la mujer con lágrimas en los ojos y depositando en los brazos de su hijo un bebe de apenas 2 meses. El niño la suplico que fuera con él pero la mujer le dijo que no con la cabeza mientras miraba temerosa como la puerta estaba a punto de ceder – ahora corre, corre y no mires atrás. Atraviesa el bosque y llega a Konoha – dijo cerrando la ventana tras ella para enfrentarse a los asesinos. La puerta acabo por abrirse y la pobre mujer no pudo hacer nada, los hombres encapuchados registraron la casa en busca del resto de ocupantes pero la encontraron vacía, sacaron a empujones a la mujer que en un descuido de sus atacantes se guardo un viejo kunai de su época de ninja.

Juntaron a todos en la plaza del pueblo, las madres lloraban intentando ocultar a sus hijos detrás de ellas mientras veían morir uno por uno a sus maridos, hermanos y familiares. A la pálida luz de la luna dos hombres encapuchados aparecieron de la nada, los atacantes al ver sus capas negras como la noche con nubes rojas se situaron alrededor de los rehenes esperando las órdenes de los encapuchados.

Buenas noches – dijo una voz casi dulce desde debajo de la capucha-. Busco a un bebe que fue depositado en esta aldea hace apenas unos meses. Si me lo dais todos seguiréis con vida. Lo prometo – entre los presentes nadie habló. Todos miraban con desconfianza y terror al encapuchado mientras se movían nerviosos en su sitio.

Jamás te lo daremos – alzo por fin la voz una mujer. La mujer que hablo fue la misma que había sacado a sus hijos por la ventana, dio un paso al frente enfrentándose al hombre encapuchado que tenia delante-. Ese bebe no es tuyo, Orochimaru. Es el hijo de mi hermana.

El hombre se quito la capucha y sin moverse del sitio miro a la mujer que le había contestado, una mujer de cabellos rojos con la tez morena y unos ojos verdes apagados pero que aun así le desafiaban, con una sonrisa en los labios alzo el brazo y de él salieron miles de serpientes que rodearon a la mujer, está con un kunai en la mano intento defenderse como pudo, pero sus artes ninjas estaban demasiado oxidadas, pronto las serpientes la rodearon por completo y la hicieron desparecer dejando de ella solo la ropa echa jirones.

Y bien – dijo volviéndose a los aterrados aldeanos con una maliciosa sonrisa – donde esta lo que busco.

Ninguno de los allí presentes habló, solo miraban la ropa destrozada de la mujer y temblaban de miedo pero no mencionaban nada de la niña. – Esto es una perdida de tiempo, así no conseguirás nada y Pein se enfadará – susurro la voz del otro encapuchado haciendo enfurecer a Orochimaru. Este volvió a dirigirse hacia los habitantes y sin avisar hizo lo mismo que con la mujer, alzo el brazo y un montón de serpientes salieron de él devorando al hombre que tenia de frente.

Puedo tirarme así todo el día a si que será mejor que me digáis donde esta la criatura – les amenazo sin quitarse la sonrisa de la boca.

No… te saldrás… con la tuya – tartamudeo un niño pequeño al que su madre no pudo tapar la boca a tiempo.

Y quien me lo va impedir. ¿Tú mocoso? – dijo Orochimaru sacando la lengua de serpiente y deslizándola por sus labios. Todos los hombres que les acompañaban comenzaron a reír.

No… yo no, pero… la aldea de la hoja si – dijo el niño que se sentía más valiente al pensar en los ninjas que tendrían que estar ahora de camino para salvarles.

Los ninjas de la hoja ¿eh? – Orochimaru se acerco más al muchacho y le sujeto del mentón ante la impotencia de su madre – te diré dos cosas muchachito. Lo primero, los ninjas no vendrán, ahora están combatiendo contra el biju de siete colas y no tienen tiempo para gente insignificante como vosotros. Y lo segundo – dijo apretando todavía más los dedos – yo soy un sannin, poco podrían hacer contra mí. A si que dime donde está y me iré.

El niño tembloroso aparto la mirada y la desvió durante un instante hacia el bosque que se veía a lo lejos, Orochimaru no se percato del pequeño gesto, pero el encapuchado lo había visto todo.

Entonces esa es la ruta de escape para cualquiera que intente escapar – dijo desapareciendo en una nube de humo dejando atrás a su compañero.

Con que el bosque ¿ah? Lógico, al otro lado se encuentra Konoha. Tenia que haberme dado cuenta – dijo soltando el mentón del niño y mirando en dirección al denso bosque que limitaba la aldea – podéis matarlos a todos – les dijo a los hombres antes de desaparecer y seguir a su compañero.

Espere, espere por favor. Ya sabe donde esta la niña. ¡Perdónenos la vida! Por favor – gritaba un hombre desesperado al vacio que había dejado el ninja.

Los aldeanos se habían quedado conmocionados y gritaban desesperados mientras trataban de huir de los asesinos. Pero en apenas unos segundos la aldea se volvió a llenar de gritos y de caos hasta que pronto el silencio se hizo permanente dejando restos de sangre.

En el bosque un joven niño moreno de apenas 10 años corría con un bebe en brazos, los arboles que le rodeaban eran un excelente refugio, pero también una trampa mortal debido a las constantes raíces que sobresalían del suelo. Sabia que en cuanto acabase el bosque se encontraría enfrente de la puerta de la villa oculta de la hoja, pero el camino se entorpecía más a cada paso que daba. De pronto los arboles comenzaron a golpearle y a lanzarse sobre.

Esto es imposible – se dijo a si mismo saltando hacia atrás cuando un árbol comenzó a moverse a voluntad – se trata de una técnica ilusoria – dijo medio sorprendido y aterrorizado a la vez.

Chico listo – Orochimaru con su sonrisa siniestra apareció delante del muchacho-. Ahora dámelo – dijo señalando al bebe. El chico comenzó a correr en dirección contraria cuando el otro hombre encapuchado apareció de pronto cerrándole el paso – hazle caso muchacho. No tienes escapatoria.

El niño todavía con el bebe en brazos saco un kunai en un último intento de defenderse de los agresores. Orochimaru le miraba divertido mientras que el otro hombre suspiraba cansado.

Acaba con esto rápido – dijo el hombre agarrando de forma sorprendente al bebe y alejándose tranquilamente con él.

Bueno chico aunque lo siento por ti – dijo Orochimaru. El niño apenas tuvo tiempo para reaccionar, en un parpadeo se encontró tirado en el suelo sobre un charco de su propia sangre.

Orochimaru se quedo contemplando como el niño poco a poco iba perdiendo la vida. Cuando el brillo en los ojos se apago se marcho en dirección a la aldea donde lo estaría esperando su compañero. Al llegar se encontró con la aldea carbonizada y los cadáveres del los habitantes desperdigados por todo el lugar.

Esto se lo has mandado tú, Orochimaru – le pregunto el encapuchado quitándose la capucha que le cubría todavía con el bebe en brazos.

Bueno, pensé que serian más limpios, Sasori – Orochimaru mostraba una mueca de fastidio, no le gustaba que nadie le cuestionase y muchos menos el irritable pelirrojo que le habían asignado como compañero.

Señores – dijo acercándose uno de los hombres que habían asesinado a toda la aldea – cuando… nos pagaran.

¿Pagaros? – Sasori miro a Orochimaru buscando una respuesta.

Tranquilo – dijo este mirando con diversión a todos los hombres que se acercaban en busca de su recompensa – se os pagara bien. Sasori…

Si, lo sé. Date prisa. Sabes que odio esperar – dijo desapareciendo dejando a su compañero otra vez solo.

Solo será un momento – dijo sonriendo de medio lado sacando su lengua de reptil-. Jutsu de invocación – tras una nube apareció una gran serpiente con Orochimaru en su cabeza.

Shhh… que quieres ahora – siseo la bestia mirando a todos los hombres que se encontraban debajo.

Aquí tienes tu sacrificio, puedes comerte a todos. Incluso si te apetece también te puedes comer a los cadáveres, la aldea, todo lo que quieras – dijo Orochimaru maliciosamente mientras que los asesinos aterrorizados intentaba huir.

Sasori seguía caminando en dirección a la guarida de Akatsuki con el bebe dormido entre sus brazos. A los pocos minutos apareció Orochimaru mirando con curiosidad a la criatura que dormía plácidamente – para que lo querrá Pein – pregunto con curiosidad mirándolo más detenidamente sin ver nada interesante en él. Sasori se limito a encogerse de hombros. Al llegar a la guarida se dirigieron directamente donde Pain bajo las miradas curiosas del resto de los Akatsukis – que demonios irán a hacer con un bebe – se preguntaban unos a otros una vez que Sasori y Orochimaru desparecieron por la puerta con él.

Ya regresamos con el encargo – dijo Sasori mostrando al bebe que todavía dormía en su regazo.

Bien – dijo simplemente el Akatsuki lleno de pendientes-. Konan llévatelo y déjasela a la mujer que te dije. Dentro de cinco años comenzara su entrenamiento – una mujer preciosa con una flor de origami en la cabeza apareció cogiendo al bebe de los brazos de Sasori y desapareciendo con él-. Vosotros podéis marcharos a descansar.

Ninguno de los dos Akatsukis se cuestiono las órdenes, sabían que aunque preguntaran si Pein se negaba a dar más información no conseguirían nada. Tendrían que esperar a ver que era lo que ocurriría con el fututo de aquel bebe.