Coincidencias
Una mañana más, como ocurre siempre desde que el mundo es mundo, volvía a amanecer. Un pequeño y traicionero rayo de sol, tras colarse entre las nubes que para variar invadían el cielo de Londres, decidió que era el momento de golpear mi rostro, sin delicadeza y sin compasión aquella fría mañana de septiembre.
Miré el reloj, y como casi todos los días sonreí: de nuevo había ganado la batalla al despertador. Prácticamente de un salto, abandoné mi cama, agarré uno de los rotuladores que descansaban sobre mi mesa, tache otro día más del calendario y ensanche aún más mi sonrisa.
Era uno de septiembre, lo cual significaba que Hogwarts, una de las escuelas más prestigiosas y majestuosas de Londres, abriría sus puertas un año más. Para muchos eso significaba una tortura, un infierno, pero para mí, era algo maravilloso… Y es que todo aquello que tuviera relación con los libros o el aprendizaje, para mí, era el paraíso.
Me dirigí hacia el baño aún con legañas en los ojos y me di una ducha larga y relajante disfrutando de la temperatura del agua caliente hasta que mis dedos quedaron arrugados.
Evitando que se arrugara, me puse el uniforme que el colegio exigía con la mayor delicadeza posible, dejando la americana a un lado para cuando tuviera que abandonar la calidez de mi hogar.
Con calma, tal vez demasiada, baje a desayunar, sola, una vez más, con la compañía de una nota que anunciaba que mis padres, dos de los odontólogos más cotizados de todo Londres, se encontraban, de nuevo, en uno de sus congresos.
Quería a mis padres más que a nadie en el mundo pero siempre estaban demasiado ocupados con trabajo, congresos, reuniones… Mentiría si dijera que no me hubiera gustado tenerlos más tiempo junto a mí, pero tampoco podía quejarme, siempre se habían preocupado y me habían educado de la mejor manera posible. Era consciente de que la mayor beneficiaria con sus horas de trabajo era yo, pero a pesar de eso, seguí sintiendo que me faltaba algo.
No es que fuera una persona egoísta y caprichosa, sino que a veces, sentía que los necesitaba más tiempo a mi lado. A pesar de eso, yo era una chica corriente, de esas que suelen etiquetar como chicas del montón. No era una rubia despampanante, ni mucho menos, tan solo era una chica castaña cuyo pelo nunca conseguía estar en su sitio. Normal y corriente, con unos ojos marrones más corrientes aún. No tenía unas curvas de escándalo, ni era de las más altas, es más llegaba justa al metro sesenta, pero como todas las cosas relacionadas con el físico, no me preocupaba demasiado.
En el instituto no era ni de lejos la más popular, ni la más simpática. Sin embargo a diferencia que muchas otras chicas en Hogwarts era consciente de todos mis defectos.
A pesar de eso poseía una de las virtudes que yo consideraba más fundamentales: la inteligencia. Prueba de ello era que ese mismo año el director de Hogwarts, Albus Dumbledore, había decidido adelantarme un curso.
Iba a ser difícil, muy difícil, de eso estaba completamente segura, pero confiaba en mí misma, y sabía que con trabajo y con esfuerzo lo conseguiría. Solo era un reto más. Realmente lo que me preocupaba era la dificultad sobrenatural, que llevaba años arrastrando, para relacionarme e integrarme. Y es que el problema era que no me sentía cómoda con nadie que no fuera Luna, mi mejor amiga.
Luna era una chica especial y nadie podía negarlo. Vivía en un mundo totalmente paralelo pero sin duda lo que más admiraba de ella era su implacable felicidad. Nada ni nadie era capaz de borrar su sonrisa. Era increíble como en cada cosa, por mala que fuera, encontraba algo positivo. Era sin duda el optimismo personificado. La conocía desde que tenía uso de razón, y en casi todos esos recuerdos que me hacían sonreír, estaba ella.
Faltaban tan solo 45 minutos para el comienzo de las clases, y Luna, como de costumbre, seguía sin aparecer. Como cada año, como cada día lectivo, habíamos quedado en ir juntas al instituto, para así intentar disminuir los nervios que los primeros días suelen producir.
Y como exigía la costumbre, mi mejor amiga, volvía a llegar tarde. Media hora, y el timbre seguía sin sonar. Veinticinco minutos. Veinte. Iba a llegar tarde, y no era la mejor manera de comenzar una nueva etapa de mi vida.
Súbitamente mi teléfono comenzó a vibrar. Aliviada vi como el nombre de mi mejor amiga aparecía en la pantalla. Solo esperaba que tras el teléfono la voz de Luna profiriera una excusa convincente.
-¿Hermione?- preguntó algo temerosa.
-¿Dónde demonios estás Luna?-pregunté en voz demasiada alta
-Bueno… he tenido un problemilla con la bici y no voy a poder ir a buscarte… ¿Te importaría ir sola? Te prometo que mañana te acompañaré
-En fin, que remedio, pero como mañana se te olvide sufrirás las consecuencias Luna Lovegood.
- El destino es incierto ¿quién sabe qué puede pasar mañana?- susurró en el mismo tono soñador que utilizaba siempre- Ah, y por si no te veo a la entrada, mucha suerte para hoy, aunque estoy segura que no la necesitas.
-Gracias Luna, pero no me distraigas más, que bastante me estoy retrasando por tu culpa.
-No seas rencorosa, el rencor no lleva a nada.
-Adiós Luna.
-¡Aah! ¡Tengo que contarte una cosa antes! ¿Sabes quién estará en tu futura clase?
-Luna, de verdad, no tengo tiempo.
-¡Ron Weasley!
-¿Y eso debería impresionarme? ¿Quién narices es Ron Weasley? ¿Y por qué debería importarme?**********
-¿No sabes quién es Ron Weasley? Dios mío, Hermione, cada día me sorprendes más…Pues es…
-Luna, en serio, ahora no puedo, luego me lo cuentas
-¿Y si es importante?
-Permíteme dudarlo
-Bueno de cualquier manera espérame a la salida, te tengo que poner al día
-Está bien
-Adiós Herms
-Adiós Luna
Instantáneamente, nada más pulsar el botón rojo de mi móvil, corrí hacia las escaleras a una velocidad inimaginable, tropezando, sin frenar, sin parar. Llegué a mi cuarto, agarré mi cartera y la colgué sobre uno de mis hombros, ignorando el peso que en ese momento recaía sobre mi espalda. Y de nuevo me enfrenté a las escaleras, de nuevo tropezando, de nuevo sin parar.
Diez minutos.
Olvidando las llaves y olvidando el paraguas claramente necesario salí por la puerta blanca de mi hogar.
Sin poder evitarlo, tras cerrar la puerta de mi casa, me quedé embobada mirándola, observando las paredes, blancas, las ventanas azules, despidiéndome así por unas horas de ella, y sobre todo rogando a quien quisiera que fuese el que se encargaba del destino de las persona que me facilitara las cosas y que me proporcionara más suerte que nunca.
Un pitido de lo más sonoro me hizo regresar de golpe a la realidad. Un autobús rojo pasaba por delante de mis narices y yo no podía pararlo, tan solo podía hacer una cosa: correr. Y así lo hice. Pero fue un error. Como es lógico el suelo tras la lluvia londinense estaba mojado y si encima iba asociado a mi gran habilidad para acabar en el suelo, la caída era inevitable.
Así que, como era de esperarse, en menos de dos segundos estaba en el suelo, con el uniforme empapado, a seis minutos de la primera clase, viendo como la única posibilidad de llegar a tiempo al instituto se iba, se iba… se había ido, oyendo una carcajada interminable a mi izquierda que parecía no querer cesar.
-¿Necesitas ayuda preciosa?- Una voz grave, confiada, seductora y sobre todo sarcástica se dirigía a mí.
-Tuya no. –Rugí harta de todos los baches que el día se empeñaba en poner en mi camino.
-¡Vaya! Pues yo no veo a nadie más por aquí- dijo apoyándose sobre una moto enorme, negra y demasiado ruidosa mientras fingía buscar a alguien.
Al levantarse pude apreciar que era alto, muy alto, que debajo de su chaqueta de cuero parecía musculoso y que a pesar del casco que cubría su rostro parecía sonreír.
-Te aseguro que nadie , es mil veces mejor que tú.
-Parece que llevas prisa, espero que nadie pueda ayudarte con eso
Finalmente le miré a los ojos, la única parte visible de su rostro. Y no pude hacer nada peor. Sus ojos azules transmitían una paz y una tranquilidad que me hicieron volverme loca y decir cosas de las que sin duda, en un futuro no muy lejano, me arrepentiría de haber pronunciado.
Cuatro minutos. Miré a mi izquierda. A mi derecha. Ningún autobús. Ningún taxi. Ni si quiera un coche. No había otra opción.
-Tú ¿podrías..? ¿Podrías?- pregunté sin darme prácticamente cuenta de lo que estaba a punto de hacer.
-¿No tengo todo el día sabes?
-¿Podrías llevarme?
-¿Qué hay de nadie? ¿No era mejor opción que yo?- contestó al son de una de sus graves carcajadas.
- Si no quieres, dilo, pero no me hagas perder tiempo que no tengo.- Mascullé tras cruzarme de brazos y darme la vuelta.
-¡Espera!-gritó, e inmediatamente volví a mirarlo, sorprendida.- Te llevaré
Sin embargo cuando ya estaba a punto de sentarme en la parte trasera de la moto, mi chófer desconocido, decidió que era el mejor momento para avanzar un par de metros.
-Alto, alto, pequeña, primero tienes que pedirme disculpas.
-¿Qué yo qué? ¿Estás loco?- Pregunté más para mí que para él al no entender lo más mínimo su actitud.
-Bueno parece ser que no te importa tanto llegar tarde- comenzó a arrancar la moto, y yo, dejando mi orgullo atrás y olvidando todos y cada uno de mis principios, lo intenté retener.
-¡Espera! Está bien lo… lo …s…
-¡Vamos!
-¡Lo siento!- Su sonrisa no tardo en volver a aparecer-Y ahora ¿podemos irnos ya?
-Cuando usted quiera señorita-Jamás me habría subido a la moto de un desconocido, y menos siendo alguien tan arrogante y tan egocéntrico como aquel, pero después de todo, dicen que el fin justifica los medios, y en este caso el fin era demasiado importante como para dejarlo de lado.
-¿A dónde ricitos?
-A Hogwarts, es un instituto, está a unos diez minutos…
-Sí, sé donde está. Agárrate fuerte.
¿Agarrarme? ¿Dónde? ¡Si ni si quiera había cinturones!
-Venga, no querrás salir volando ¿no? – Sin darme tiempo a reaccionar cogió mis manos y las guió hasta que finalmente rodeé su cintura.
-¿Pero qué demonios haces?
-Créeme esto lo vas a disfrutar tú más que yo.
-¡Eres un… AHH!- Aquello era peor de lo que me podía haber imaginado, así que a pesar de todos mis esfuerzos por evitarlo, me agarré lo más fuerte que pude a aquel muchacho, descubriendo así, que no me equivocaba, que aquel desconocido escondía un musculoso cuerpo tras su cazadora.
- Sé que no querías que llegara este momento, pero bueno, ya puedes soltarme.
-¿Qué? –Sin apenas darme cuenta habíamos llegado a la enorme puerta en la que el escudo de Hogwarts era el protagonista- Ah, sí, claro.
-Bueno, y hasta aquí su trayecto. Son veinticinco euros- Repentinamente sus ojos se desplazaron de mis pies a mi cabeza- Aunque estoy seguro de que podemos llegar a un trato mejor.
-¿Perdona? Créeme, si dependiera de mí ni si quiera nos hubiéramos conocido.
-¿Seguro? A juzgar por como me agarrabas yo no diría lo mismo
-¡Eres un cerdo! ¡Un egocéntrico! ¡Un..
-Está bien, está bien, te haré una rebaja-Abrí la boca para seguir gritando improperios, pero su mano hizo que ningún sonido fuera capaz de salir de ella- Solo una cosa, y deja de gritar. Dime tu nombre
-¿Mi nombre? ¿Para qué quieres saberlo?
-Solo dímelo, es lo mínimo ¿no?
-Está bien pero prométeme que me dejarás en paz y que no volverás a molestarme
-No soy de los que prometen. Pero mira por donde hoy has tenido suerte. Te prometo que no te dejare irte de aquí hasta que no me digas tu nombre.- Dicho esto colocó sus brazos en la pared, aprisionándome así contra ella, demasiado cerca.
-Hermi…Hermione Gran-ger
-Un placer- susurró más cerca aún.
Una melena rubia apareció de la nada. Una melena rubia que solo podía pertenecer a una persona. Sacudí con fuerza mi cabeza y la realidad pareció de nuevo caer sobre mis hombros.
-¡No puedo decir lo mismo! – De nuevo sacó a relucir su sonrisa ladeada extrañamente encantadora, sin embargo mi cabeza estaba en otra parte-¡Luna!
-¿Sabes? Me han piropeado de un millón de maneras, pero esta es la primera vez que me dicen eso.
- No te lo decía a ti- Y sin más dilación salí corriendo tras ella- ¡Hasta nunca!
-¡Luna!¡Luna Lovegood!
-¡Hermione! ¿Dónde estabas? ¿Y quién era ese chico?
-Si te digo la verdad no tengo ni idea
-¡Pero Hermione! ¡Espera! ¿Cómo?
-Es una larga historia…
-¡Cuéntamela!
-¡No tengo tiempo Luna! ¡Ya llego tarde! ¡Y es mi primer día!
-Espera un momento ,parece que va a darse la vuelta.- Repentinamente frenó en seco, así que no tenía más opción que llevarla a rastras.-¡No puede ser! Es.. es…
-¡No me importa Luna!-mentí- ¡Vamos! – exclamé tirando de su brazo consiguiendo así dejar atrás su curiosidad, la mía y sobre todo a él…
Cuando finalmente conseguí cruzar la puerta del instituto pude suspirar aliviada. Claro que si hice eso es porque ignoraba que el día se había tomado mi pregunta acerca de si no podía ser peor como un desafío. En el tercer pasillo Luna me dejó sola. En el cuarto comencé a correr y en el quinto fui capaz de admitir que me había perdido en un colegio que llevaba años recorriendo. Ridículo. Estaba claro que Hogwarts nunca dejaría de sorprenderme.
Y así, con la esperanza de llegar a tiempo ya abandonada, seguí deambulando de pasillo en pasillo, errando en cada corredor, hasta que alguien, haciendo que callera al suelo por sexta vez ese día chocó contra mí.
-¡Disculpa! No te había visto estaba un poco distraída y no me he dado cuenta de que pasabas-Una chica pelirroja y alta cuyos ojos marrones se me hacían extrañamente muy familiares extendía su mano hacia mí con el fin de ayudar a levantarme.-De verdad, lo lamento muchísimo…
-No te preocupes , yo tampoco te he visto, así que bueno, lo siento mucho también.-Ambas sonreímos.
Volví a mirar a los lados. Examiné las puertas por un segundo. Y entonces comprendí que la respuesta a mis problemas estaba justo en frente. -Oye sé que no nos conocemos ni nada, pero pareces una buena chica y no sé, ¿podría pedirte un favor?
-¡Por supuesto! Ginny Weasley a su servicio-Exclamó sonriendo tras hacer una muy exagerada reverencia.
-Un placer- dije devolviéndole la reverencia- Yo soy Hermione Granger, la chica desastre que después de llevar años en este colegio es capaz de perderse. ¿Podrías decirme dónde están las clases de segundo de bachiller?
-¿De segundo?-preguntó mientras comenzó a andar- Juraría que estabas en mi curso.
-¿En qué curso estás tú?
-En primero- Puede parecer raro que no hubiera coincidido antes con aquella chica, sin embargo cualquiera que conociera Hogwarts, su tamaño, sus extensiones, y su número de alumnos entendería aquello.
-Ah, sí, bueno, eso es porque me han adelantado un curso
-¿En serio? ¡Vaya! Eso debe ser genial, y en qué estás ¿en letras? ¿ciencias?
-En ciencias, creo que tiene muchas más salidas.
-Mi hermano también dice eso, tal vez coincidáis en la misma clase, es un poco idiota, pero en el fondo es buena persona. Siempre que no está con la pulpo claro
-¿La qué?- pregunté tras soltar una sonora carcajada
-Ya lo entenderás…
-¡Ginny! ¿Qué haces aquí? ¿Por qué diantres no estás en clase? No habrás estado con Dean otra vez ¿no?-Aquella voz… ¡Podría distinguirla en cualquier lugar! Pero era… ¡imposible! Tenía que asegurarme, así que lentamente me di la vuelta, y para mi mala suerte pude apreciar aquellos ojos que me habían hecho perder la cordura minutos antes…
-¿Tú?
N/A Bueno la verdad es que no estaba muy segura de comenzar esta historia,pero la idea no se iba de mi cabeza y al final no he podido evitarlo. Es el primer AU que hago, y aunque el primer capitulo no esta muy allá espero ir mejorando poco a poco. Espero que todos los que la leais disfruteis con ella aunque solo sea un poquito,un beso para todos.
Travesura realizada.
