Hola hola mis amados mortales mundanos, les traigo ahora y en directo mi primer crossover ahh que nervios, bueno espero que les guste y que no piensen que ya me volvi loca x-D

Advertencia: van a llorar como nenas.

los personajes pertenecen a Hiro Mashima Troll-sama y a Disney Pixar la historia es producto de mi retorcida imaginacion.


CAPITULO 1

El hada del hielo.

La reina de Arendelle duerme pero un sueño perturba su descanso desde hace ya algún tiempo. Su frente tiene diamantes perlados que revelan de alguna manera su desesperación.

-"Elsa (escucha una voz femenina que resuena en una habitación obscura)… Elsa (la voz se acerca, y se acerca, lo siente justo sobre ella)… Elsa despierta…. ELSA"-

Despierta agitada pero de inmediato se da cuenta de que fue una pesadilla, la misma pesadilla que ha tenido cada noche desde hacía ya una semana.

-Todo está bien, todo está bien…- trata de convencerse a sí misma mientras observa las sabanas, están cubiertas de hielo.

Toma su cabeza con ambas manos, de nuevo su magia está saliéndose de control.

-No por favor no otra vez.- Elsa abraza sus rodillas sobre su pecho, respira agitada y cansada por la interminable lucha que a pesar de todo lo sucedido no podía ganar, el completo dominio de sus poderes.

-Tengo que controlarme… tengo que…-

-ELSA…-

-¿Anna?-

-Elsa…-

Elsa abre la puerta de su habitación cuando Anna entra con demasiada confianza.

-Vamos Elsa Levántate, hoy es un día muy ocupado y no puedo hacerlo todo yo sola, tal vez las flores no sean frescas entonces la iglesia olerá mal y entonces…

-Anna tranquilízate- le para tomándola por las mejillas- Te lo dije ayer y te lo repito hoy, lo más importante para una novia el día de su boda es estar tranquila, todo va a salir bien además...- Toma a la chica por los brazos para verle de lejos, faltan algunas horas pero Anna ya lleva su vestido de novia, en un blanco inmaculado con detalles de diamante en el corsé y una falta de princesa. –Te vez preciosa, Kristoff estará muy impresionado cuando te vea-

-¿Eso crees? ¿Enserio?-

-Por supuesto, ahora voy a vestirme y tú espera en el salón-

-Está bien…- la empuja hasta la salida y cierra la puerta detrás de ella.

Al quedarse sola Elsa descubrió de nuevo aquel extraño dolor en su pecho, estaba preocupada, salió al balcón y dio un vistazo al reino.

Tan animado como siempre, las aves cantaban y los niños jugaban ante el sol abrazador de medio día, todo estaba en orden. Elsa dio un suspiro hondo, no podía dejar de estar preocupada, después de todo era el día de la boda de su hermana.

Se puso su ropa de gala, y se dispuso a ir con su hermana tal y como se lo había prometido.

El castillo estaba adornado en cada habitación con flores de diferentes colores, Elsa paso por en dio del gran comedor donde la comida ya estaba siendo puesta y los cubiertos en su lugar de la mesa.

Todo estaba en perfecto orden sin embargo en la cabeza de la reina un momento todo se quedó en blanco, y un susurro nublo su juicio.

"Elsa…"

"Elsa…"

-Elsa…- dio un respingo pero cuando volteo era Anna quien la había tomado del hombro. -¿Te sientes bien?-

-Si estoy bien…- contesto ella de inmediato –No me pasa nada.-

Relajo su semblante y miro a Anna a los ojos.

-Solo no puedo creer que estés a punto de casarte, la vida en el castillo no será igual sin ti-

-Vamos no es como si fuera a irme por siempre, después de la luna de miel regresaremos y viviremos como siempre-

-Para mí será una eternidad- y de nuevo abrazo a su hermana como por undécima vez esa semana.

Mientras mantenían su abrazo un ruido las saco de su ensoñación.

-Campanas- resonó Elsa con alegría.

-Campanas- dijo Anna encogiéndose ante el comentario.

-Bueno hermana llego la hora.

.

.

El camino a la iglesia apenas duro unos cuantos minutos, dentro de la carreta Anna espera impaciente las 22 campanadas que anunciaban su boda, en el altar Kristoff y Elsa esperaban atentos a que diera inicio la ceremonia.

-¿Nervioso?- preguntó con picardía la reina ante un Kristoff que daba vueltas, nervioso por todo el altar, tenía puesto un elegante esmoquin con gemelos de oro y a Sven detrás de él.

-Sí, no, bueno, un poco tal vez…-

-Cuídala mucho por favor, ella aun es joven e impetuosa pero su corazón es puro, y te pertenece-

-Lo sé…- resonó Kristoff con cierta confianza y anhelo en su voz –Y ella tiene el mío-

Elsa se dio el lujo de abrazar a Kristoff ante toda la multitud que tomaba sus lugares en la catedral, pero mientras miraba por arriba del hombro de Kristoff noto algo raro, un hombre de capucha estaba sentado entre la multitud y la miraba fijo de una manera algo aterradora.

Ella se apartó poco a poco de Kristoff sin perder la vista del hombre con una mirada seria.

-Reina Elsa ¿pasa algo?- Elsa aparto la vista apenas un segundo lo que ocasionó que el extraño se perdiera entre la multitud.

-Bueno en realidad…-

Pero el bullicio de la gente la interrumpió, la última campanada había sonado y ahora Anna estaba parada al filo de la catedral.

Elsa dio una mirada rápida a Kristoff transmitiéndole confianza y dio vuelta para dirigirse a un pequeño trono a un lado del altar, especial para los reyes, pero el lugar del rey estaba vacío, a Elsa pareció no molestarle pero la opresión en su pecho seguía ahí incesante.

La ceremonia comenzó, el arzobispo del reino recitaba los votos matrimoniales, mientras por alguna razón Elsa no dejaba de buscar entre los invitados esa mirada perturbadora que la tenía algo exasperada, estaba sosteniendo el asiento con demasiada fuerza, se dio cuenta cuando noto el hielo bajo sus manos y pies, pero nadie más lo noto.

-Entonces los declaro marido y mujer…- Elsa alzo la vista justo cuando su pequeña hermana estaba en el mejor momento de su vida – Kristoff puedes besar a tu esposa-

Y entonces sellaron su amor, estaba hecho, Elsa se enterneció con la escena y se permitió sollozar un segundo.

.

.

-Muchas felicidades hermana…- Elsa abrazo a su hermana mientras todos ingresaban en el castillo.

-Muchas gracias…- sonrió para su hermana y después comenzó a detallar su alrededor

Todo el reino estaba invitado, las mesas y sillas destinadas para la gente del pueblo estaban en la entrada del castillo, al aire libre con los pilares adornados de frescas flores y cientos de meseros y aldeanos apoyando por todas partes.

Dentro del castillo había un número más selecto de personas, el gran comedor tenía un candelabro de oro rebosante que iluminaba la cara de los ahí presentes, invitados de otros reinos y socios comerciales.

-Muchas felicidades princesa Anna…- Elsa observaba atenta las felicitaciones a su hermana cuando una sombra la distrajo, era el mismo hombre que le había llamado la atención en la catedral, con mucha discreción comenzó a seguirlo.

-Oye…- le grito cuando el hombre se perdió por un largo pasillo que daba a las habitaciones principales. Creyó ver una parte su capa cuando daba vuelta al último pasillo que daba camino a unas escaleras que ascendían a un piso más arriba, donde estaba la habitación de los fallecidos reyes.

-No puedes entrar…- envalentonada por sus poderes de hielo, siguió sin recelo a aquel hombre que desapareció al abrir la habitación. –Hola… hola-

Pero no había nadie. Había pasado un tiempo desde que había estado en la habitación de sus padres, desde antes que ellos murieran, esa habitación se quedó intacta tal y como ellos lo dejaron la mañana que se embarcaron.

Elsa se adentró en la habitación, lentamente avanzo estaba obscuro así que no vio de primera instancia un obstáculo que la hizo caer.

-Ahh… esto es…- lo tomo entre sus manos, era un diario, el diario de su madre para ser más exacto, lo tomo entre sus brazos y lo apretó sobre su pecho, tenía mucho que no se daba el lujo de pensar en sus padres y por obvias razones, el suelo debajo de ella comenzaba a tornarse en hielo, de inmediato recupero la postura y se levantó.

Al darse la vuelta noto un sobre con el sello de su padre, aquel papel había salido del diario, sin quererlo se acercó y lo que leyó la dejo sin aliento.

Era parte de una carta a medio quemar de la que se podía leer.

Sé que ahora tienes una hija legítima, Anna y no puedes dejar que la niña que recogiste se convierta en reina,

Elsa en una niña muy dulce pero no lleva sangre real, y no merece ser la primera en línea a sucesión al trono, tienen que decírselo antes que algo pase y su verdadera herencia la reclame.

Elsa casi se va de espaldas, no sabía de quien era la carta ni porque estaba casi quemada pero algo dentro ella sabía que debía averiguarlo.

Escucho un ruido que la hizo reaccionar, escondió el diario y la carta entre sus ropas y regreso a la fiesta, durante lo que resto de la velada no volvió a ver al hombre de la capa pero seguía preocupada, por eso y por la carta en su bolsillo.

La velada avanzaba pero en cierto momento un trueno los hizo estremecer, ya acercándose la noche una torrencial tormenta comenzó ahuyentando de poco a poco a toda la gente que bailaba en la entrada del castillo.

-Creo que no podremos viajar hoy…- Kristoff se acercó a Anna y planto un beso en su cuello mientras ambos veían por la ventana de la estancia.

-Pueden irse mañana temprano, cuando la tormenta se haya acabado…- resonó –Elsa con tono consolador mientras se acercaba a ellos. –Pero por lo pronto es tarde, deben ir a descansar y mañana saldrán de viaje.-

-De acuerdo Elsa…- resonó Anna con afecto en su voz.- Prométeme que mañana iras con nosotros al puerto y nos veras zarpar-

-Lo prometo…- se abrazaron una última vez y Elsa dio vuelta a su habitación.

Saco el diario de su vestido y lo apretó contra su pecho con zozobra. Recorrió los pasillos del castillo con prisa siendo apenas la luz de los truenos su única guía, como pudo llego a su habitación, se puso los guantes que su padre le regalo cuando niña y se dispuso a leer el diario su madre.

Desde la primera página las revelaciones se hicieron presente.

-Escribo esto para aliviar el dolor de mi corazón, porque he sido juzgada y estoy pagando el precio por mi arrogancia

Hace algunos días encontré una niña, estaba recostada en el rosal de mi jardín, aquel que con tanto esmero cuido y en donde tanto tiempo he deseado un hijo.

Parecía que mis suplicas se habían cumplido, un bebé, una preciosa niña a quien cuidar, un heredero al trono de mi reino, era como un sueño, hasta que se convirtió en pesadilla. El cuerpo de la niña estaba frio, tan frio como el hielo pero la niña reía y se movía dentro de la canasta donde se encontraba había una inscripción en lengua antigua, un experto dijo que era un nombre y la inscripción era Erza L. pero esa pronunciación no era correcta, Elsa era la adaptación a lengua moderna, Elsa, el nombre de mi niña, la nueva princesa del reino.

Elsa.

Era un hermoso milagro, durante algún tiempo mi amado esposo busco al padre de la pequeña pero no lo encontró, lo sabía era un regalo que el cielo me haría pero estaba cobrando una factura alta.

La niña hace cosas raras, todos los días aparece hielo en su cuna, sale de sus manos, teníamos miedo de que hubiera sido un hechizo pero no era así. Esa era su naturaleza.

Pero no la iba a abandonar, ahora era mi hija, la princesa de mi reino y parte de mi corazón.

Elsa sollozaba mientras leía aquel diario, por un momento pensó en llamar a Anna y leerlo a su lado pero se estaba alterando, y el hielo a su alrededor era la prueba, así que decidió seguir leyendo algunas páginas adelante.

He sido bendecida, a pesar de todo he sido bendecida con una hija, una que si es mía, que lleva mi sangre y la de mi amado, pero no repudiare a la hija que me dio el rosal, serán hermanas y vivirán como tal, a pesar de que mi madre se oponga a que Elsa reine, ella es la legitima heredera, ella es mi hija, igual que lo es Anna.

Hoy queme la carta que mi madre me envió en su lecho de muerte además de mi amado ella era la única que sabía de la procedencia de Elsa, es un agobio menos, un problema menos porque preocuparse.

Elsa no cabía en sí misma, estaba experimentando muchas emociones, avanzo algunas páginas y llego a una que le llamo la atención, había un dibujo hecho a carbón de aquel hombre que ese mismo día la había llevado hasta la habitación de sus padres.

Hoy se apareció de nuevo aquel hombre, lo he visto un par de veces pero aún no se su nombre, no se lo he dicho a nadie pero me aterra que este aquí, ha intentado decirme algo pero no entiendo su lengua, algo dentro de mí me dice que quiere a Elsa, aquel hombre también saca hielo de sus manos, pero no se la daré, mi pequeña aún tiene 7 años no sabría qué hacer si se la lleva.

Un susurro en sueños dice que él puede enseñarle a controlar su poder, no quiero arriesgarme a averiguarlo.

Un estruendoso rayo saco a Elsa de equilibrio, al voltear a la ventana ahí estaba de nuevo el hombre de la capucha viéndola con una mirada gris penetrante, ella cayo hacia atrás congelando en su paso una silla y parte de la alfombra.

Siguió la vista a la ventana y de nuevo aquel hombre no se encontraba ahí, corrió a la ventana con el diario en la mano y lo vio por un segundo adentrarse al bosque.

Abrió la ventana y se lanzó.

-Espera no te vayas…- grito apenas siendo escuchada pues la tormenta no había bajado ni un poco.

Con su magia creo un camino que le facilito patinar y aterrizar sin problemas en el suelo, siguió con rapidez a aquel hombre que volteaba de vez en vez para asegurarse que la reina seguía sus pasos.

Cuando llego a una cueva algo alejada del castillo se detuvo, había perdido de vista al hombre sin embargo al dar una vuelta algo la sorprendió.

Un grito ahogado fue ensordecido por un rayo mientras la reina de Arendelle perdía el conocimiento.

-¿Te encuentras bien? – Elsa se movía un poco tratando de reconocer el lugar donde estaba, era una parte escondida del bosque, ya no llovía, las luciérnagas le daban un toque mágico al lugar cuando volteo la mirada vio a aquel extraño sentado frente a una fogata, sin la capucha y con una expresión seria en su rostro.

Elsa se permitió detallarlo, era guapo un tanto mayor que ella, tenía cabello negro y en su mirada un gris profundo en el que cualquiera podía perderse.

-Te pregunte que si te encontrabas bien…- resonó de nuevo con molestia el hombre.

-¿Quién eres y que quieres de mí?- Elsa se levantó y se puso en posición de batalla. El hombre hablaba una lengua extraña pero que al mismo tiempo Elsa conocía, estaba hablando con él sin saber cómo lo hacia

El hombre se paró demandante delante de ella, retándola con la mirada a continuar.

-Ahh…- congelo el suelo para mostrarle parte de su poder pero de un movimiento aquel hombre neutralizo el hielo con el suyo.

-Ni lo intentes chiquilla, dejarte usar magia es el peor error que alguien puede cometer-

Elsa se quedó quieta unos minuteros tratando de procesar lo que estaba pasando.

-Tu madre era exactamente igual a ti, su magia era más peligrosa de hecho, pero si te esfuerzas podrás controlar tu magia sin problemas- el hombre regreso a la fogata dejando a Elsa completamente desconcertada.

-Mi… mi madre no poseía magia-

-No me refiero a esa madre, si no a tu verdadera madre…- respondió casual.

Elsa se calmó entonces y se acercó al extraño.

-Tú me conoces no es cierto, tu sabes de dónde vengo…- el hombre sonrió de lado con galanura y respondió.

-Por supuesto…-

-¿Y puedes llevarme con mis verdaderos padres?-

-Con tu madre al menos- respondió con cierto fastidio.

-Pero es cierto… ¿puedo confiar en ti?-

-Puedes decidir no hacerlo pero entonces yo seguiría vagando por este mundo sin rumbo-

-No te entiendo…-

-Es muy simple niña, presta atención yo vine a este mundo a traerte a ti regreso, pero ahora eras la princesa, con los años he venido varias veces esta es la primera vez que logro hacer contacto contigo, si decides no venir conmigo entonces he desperdiciado demasiado tiempo buscándote-

-¿Y por qué me buscabas?-

-Se lo prometí a tu madre-

Elsa lo pensó un segundo pero no tenía otra pista, quería saber quién era y la forma de utilizar su poder, si de nuevo se le salía de control ella no podría…

-Te diré los detalles con el tiempo pero debes decidir ahora si quieres regresar- la voz masculina y ronca resonó en sus oídos y con su habitual falta de confianza asintió.

-Bien entonces nos vamos de una vez pero te voy a decir algo, no preguntes nada, porque hay cosas que no te puedo decir te explicare dentro de mis posibilidades, sé que estas confundida pero tendrás que confiar en mi-

El hombre de mirada tan fría como la noche volteo la mirada y alzo sobre sí mismo una rama que habría una especie de portal que daba vueltas y absorbía unas pocas hojas que estaban cerca.

-Solo quiero saber una cosa antes de ir contigo…- resonó Elsa con un poco de miedo ante la mirada imponente del hombre.

-Habla.-

-¿Cuál es tu nombre?-

-Gray… Gray Fullbuster-


Espero sus comentarios, que de su amor vivo x3