-Quisiera ser otra persona…- Se dijo a si mismo.
Tavros estaba mirando al cielo pensativo, repasando su vida una y otra vez. "Soy tan patético…"
Una lágrima salió de su rostro, no podía contenerse porque estaba muy triste, ni siquiera notaba la gente pasando alrededor de él o los niños jugando. Nada le importaba. Solo quería dejar de existir y dejar de arruinarle la vida a todos
Quedó divagando unos minutos. Después volvió a la realidad y se puso nervioso. A Tavros le asustaba la gente y era muy introvertido. Se ponía nervioso al estar con gente o al contacto físico, por lo que quedo viendo a su alrededor
Después de ver el lugar lleno de gente, notó unos sollozos muy suaves
-¿De quien serán?- repaso el lugar y vio a alguien con las sentado debajo de un árbol, llorando.
Le pareció que conocía a esa persona, estaba seguro que le resultaba familiar, por lo que se levantó y fue directamente a ver de quien se trataba para ayudarle y sacar las dudas.
-H-hola… ¿te encuentras bien?-
-No, no lo estoy. ¿Qué quieres?- le dijo en un tono frío.
Levantó su rostro para ver quien le estaba molestando para –seguro- alguna estupidez, pero al levantar la cara y verlo se sorprendió, porque casi no conocía a Tavros y eran pocas las veces en las que conversaban.
-Asi que eres tú…-
-H-hola Eridan! - le mostró una sonrisa tímida –perdón por haberte molestado, pero es que quería saber quien estaba llorando y al verte me pareciste familiar…
-No te preocupes.- Dijo secándose las lágrimas –Vaya, desde hace tiempo no te veía y no te conozco muy bien.-
-P-perdón! uhm si quieres me voy y te dejo de molestar…-
-No, asi esta bien, voy a un café, ¿quieres venir?-
-Ehh c-claro…-
