El sol brillaba en la ciudad de San Francisco. La gente hacía su rutina diaria bajo el calor de 34 grados, yendo de un lugar a otro, sumidos en sus propios pensamientos y problemas.
En lo más transcurrido de esta ciudad se encontraba el centro comercial más grande de San Francisco. Allí podías encontrar de todo, desde comida extravagante, hasta accesorios extraños para disfrazarse de cualquier cosa o personaje.
Se rumoraba que en aquel lugar había un local, una heladería para ser exactos, que hacía los mejores helados de la ciudad, tan deliciosos que no podrías comer cualquier otro que no provenga de ese local una vez que los hayas probado. Aunque claro, hay que ver para creer, o en este caso, probar. Y allí se encontraban tres osos: un oso grizzli, un oso panda, y el otro, un oso polar. Cualquiera que no los conociera diría que no tienen relación alguna, o que simplemente compartían una buena amistad, pero ellos eran más que eso, eran hermanos. Una humilde familia conformada por estos tres hermanos que, aunque no tenían ningún parentesco sanguíneo, eran muy unidos.
Éste trío había oído hablar acerca de estos helados tan magníficos hace una semana, así que aprovecharon el calor sofocante de ese día para probar un poco de ese postre frío. Pero había un problema, en el local había gente que estaba formada antes que éstos hermanos y parecía que nunca se iban a apurar para atenderlos.
-Según el internet, el calor seguirá toda la semana- Dijo el panda con voz cansada. En sus patas tenía un teléfono celular. No se despegaba de la pantalla de aquel artefacto, y tecleando de forma rápida, publicó algo en una de sus múltiples redes sociales. Se podía notar el cansancio en sus ojos y en su tono de voz, pues las últimas dos noches anteriores, se había estado desvelando por ver un anime romántico. Si, así era el hermano de en medio, Panda.
-Qué?! Me voy a derretir! Y más si no tengo ese helado!- Con múltiples gritos, el oso grizzli rezongaba por la tardanza de aquel único hombre que atendía detrás de aquel mostrador. Su pelaje estaba ligeramente desordenado, y tenía una bandita en el brazo izquierdo. Si no se apuraban a darle su preciado helado, estaría dispuesto a saltar al otro lado del mostrador y servírselo él mismo, pero tenía que ser paciente y ser un ejemplo a seguir para sus hermanos. Si, así era el hermano mayor, Pardo.
-A Polar no le gusta el calor- Con una voz que no mostraba ningún sentimiento, dijo el más alto de los tres, el oso polar. Éste mostraba un rostro serio y se mantenía calmado a comparación de su hermano más grande. Él tenía un pelaje aseado, siempre tenía mucha presión para que quedara siempre de un color blanco como la nieve. Si, así era el hermano menor, Polar.
Pasaban los minutos (para Pardo fueron como horas) y la fila iba disminuyendo poco a poco, hasta que por fin era su turno. El vendedor, con una cara malhumorada y cansada, trató de hacer una sonrisa, pero lo único que consiguió hacer fue una mueca algo extraña.
-Buenas tardes, qué les puedo ofrecer?- Dijo el hombre de forma monótona.
-Quiero un helado de vainilla- Dijo Panda sin despegar la vista de su celular.
-Polar quiere un helado de chocolate con menta- Dijo con el mismo tono de siempre, como si de un robot se tratase.
El hombre con agilidad les entregó lo que habían pedido a los dos hermanos menores. Pero aún faltaba Pardo por ordenar. La cara del hermano mayor se encontraba pegada en el cristal del mostrador, tratando de observar con más detenimiento cada sabor. La vista del vendedor se posó en Pardo, esperando a que le diera lo que deseaba, pero parecía que nunca lo iba a hacer.
-Señor, tiene que elegir. Si no lo hace pronto le cederemos su lugar a otra persona- Con un rostro molesto, el hombre le dio la advertencia al oso marrón.
-Tantos sabores… Cómo escoger entre todos?!- Expresó, como si hubiera ignorado al vendedor, el cual abrió la boca para decir algo, pero fue interrumpido por el hermano mayor- Ya se! Dame una bola de cada sabor!- Dijo con rostro triunfante.
-Señor, no puedo darle eso, va en contra de las reglas del establecimiento…-
-Pero por qué no?! Si de todas formas le voy a pagar!- Indignado, el oso marrón entrecerró las cejas, cruzando los brazos miró al hombre molesto. Primero se tardaban años para atenderles, y cuando por fin es su turno, le dicen que no puede pedir lo que él quiere. Qué clase de lugar era?
El vendedor abrió la boca para contestarle, pero se vio interrumpido por las voces de una multitud proveniente de la entrada del centro comercial.
-Pero qué…?- La voz del vendedor se escuchó como un susurró, pero aún perceptible por los que aún estaban en el local. Polar, guiado por su curiosidad, salió del local. Sus hermanos mayores solamente observaron a su pequeño hermano avanzar con pasos lentos.
-Hermanito, no creo que sea buena idea…- Trató de advertir el panda, pero el albino no le hizo caso. Al tener una mejor visión, Polar abrió los ojos de golpe. Todas las salidas y entradas de aquel centro comercial estaban completamente cerradas. Algunas personas estaban tratando de averiguar cómo abrirse paso para poder irse, otras se mantenían a una distancia segura solamente observando, mientras que una minoría buscaba a alguna autoridad para que abriese las puertas, y de paso, explique lo que estaba ocurriendo; pero no había nadie que pudiese socorrerlos.
Al ver que su hermano pequeño no se movía Pardo y Panda caminaron hacia él. El marrón posó una mano en el hombro del más callado, lo que provocó que diera un saltito y soltara su helado, ensuciando todo el suelo. El mayor avanzó un poco más, dejando a Panda detrás, y al igual que su hermanito abrió los ojos como platos.
-Qué es lo que está ocurriendo?- Dejó que la pregunta se desvaneciera en el aire, realmente nadie sabía lo que estaba ocurriendo en ese momento.
Gritos de horror se escucharon en la planta alta. Los tres hermanos corrieron lo más rápido que pudieron hasta llegar a un pequeño cubículo donde se encontraba el centro de vigilancia. Tres personas estaban amontonadas en el umbral observando algo que los osos no podían apreciar mientras que otra cica, que no parecía tener más de 25 años, estaba recargada en la pared y con una mano cubriendo su boca tratando de no vomitar. Pardo tomó de los hombros a las personas que estaban en la puerta, apartándolos para poder ver qué es lo que tanto causaba alboroto.
-Qué diablos…?- Dijo casi en un susurro apenas audible para los que lo rodeaba. Dentro del cubículo se encontraban dos policías sin vida. Uno de ellos tenía un agujero en su frente, y el otro tenía la cara desfigurada con parte del cráneo roto dejando ver ligeramente su cerebro. -E… esto no puede ser…- Llevándose una mano a la boca, retrocedió varios pasos hasta regresar con sus hermanos. Su mirada aún estaba posada en el umbral, tratando de procesar lo que acababa de ver.
Polar caminó hacia la puerta con el objetivo de apreciar lo que su hermano acababa de ver, pero el mayor lo tomó del brazo impidiendo que el albino pudiera avanzar.
-Pardo…?- El bicolor posó su mirada en el rostro de Pardo, tratando de averiguar lo que estaba pensando. "Sea lo que sea que Pardo haya visto allí adentro le afectó demasiado"
-Vámonos de aquí- Sin decir nada más caminí hacia la planta baja mientras que sus hermanos le seguían el paso, avanzó hasta toparse con la fuente que se ubicaba en el medio del centro comercial. El mayor se sentó y recargó su espalda en el mármol que conformaba la fuente.
Los hermanos imitaron su acción, el bicolor se sentó a su lado derecho y el más callado a su lado izquierdo.
-Tenemos que salir de aquí- Murmuró Pardo –No es seguro estar en este lugar-
-Dinos, qué es lo que viste hace un momento?- Preguntó Panda posando una de sus patas en el hombro de su hermano mayor. Los músculos del rostro del marrón se tensaron. Su mirada estaba perdida. Sabía que si les decía la verdad se iban a alterar más, sobre todo su hermano menor Panda, pero tampoco quería mentirles. Suspiró hondo y cerró sus ojos.
-Muerte…- Fue lo púnico que puso decir. La mirada de Panda se tornó confusa.
-A qué te refieres con eso?- Su curiosidad ahora lo estaba matando y no se detendría al obtener una respuesta aun sabiendo que ésta no le iba a gustar para nada.
Pardo abrió su boca con el propósito de contestarle a su hermano, pero un fuerte ruido seguido de una sacudida lo interrumpió. Todo el centro comercial se quedó en completo silencio. Todas las personas observaban a su alrededor buscando el posible origen de aquel estruendo.
Panda se aferró al brazo de su hermano mayor, tenía miedo. Otro estruendo se hizo escuchar, ahora más cerca de la multitud. Ruidos de sorpresa salían de las bocas de las personas. Nadie comprendía nada de lo que ocurría, estaban aterrorizados y el miedo los paralizaba.
Una explosión estruendosa ocurrió en la parte alta del centro comercial, justo donde estaba el área del cine. Los hermanos cubrieron sus orejas, se habían quedado temporalmente sordos, pudiendo escuchar únicamente un incesante tintineo, opacando los gritos de desesperación de la gente que estaba en el centro comercial.
Otra explosión se hizo presente, ésta vez más cerca de los hermanos. Ellos se levantaron e inconscientemente caminaron hacia la multitud de personas. La gente que estaba más cerca de la puerta golpeaba de manera furiosa el metal que los separaba de la seguridad del exterior, pero ésta ni se inmutaba.
Una tercera y cuarta explosión ocurrieron simultáneamente, pero esta vez, afectando dos de los cuatro pilares principales que sostenían la estructura. Escombros cayeron sobre la multitud.
"Si nos quedamos aquí, moriremos fácilmente…" Pensó Pardo al darse cuenta de lo compactas que se habían hecho todas las personas, siendo vulnerables ante cualquier cosa. Sin avisar tomó los brazo de sus hermanos y se los llevó corriendo hacia una de las zonas menos afectadas del centro comercial. De nuevo una explosión resonó por todo el lugar, pero esta vez, proveniente del techo, arriba de donde estaban aquellas personas amontonadas. El techo se desmoronó en miles de pedazos, cayendo sobre la multitud. Las personas corrían despavoridas hacia donde podían, mientras que otras eran aplastadas por los enormes pedazos de cemento o por las mismas personas al caer y ser aplastadas por éstas.
El trío corrió lo más rápido que sus piernas les permitieron, siguiendo sus instintos de supervivencia. Pardo pudo notar que en uno de los pilares que estaban en la dirección donde ellos corrían, tenía un bulto negro con una lucecita roja parpadeando cada vez más rápido. El mayor abrió los ojos de golpe y se detuvo en seco. Los dos hermanos menores continuaron avanzando unos pasos más delante de Pardo, deteniéndose y volteándolo a ver.
-¿Qué estás esperando!?- Gritó agitado el panda. Viendo que su hermano retrocedía y tenía la mirada fija en un punto alto, supo de inmediato de lo que se trataba.
-El pil…- Una fuerte explosión sucedió justo detrás de los hermanos. Ésta fue mucho más grande que las demás, tanto que hizo que los hermanos cayeran al suelo por la onda expansiva. El enorme pilar y restos del techo cayeron justo encima de los osos con gran velocidad, enterrándolos entre los escombros dejando en el aire el eco de sus gritos.
