Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen sólo la idea que compite para el reto Día de la Madre del foro The Ruins.


Jean Granger & Hermione Granger

Summary: — ¿Podré convertir las calabazas en un carruaje, mami?— cuestionó la nena con la nariz fruncida.

Magia y calabazas

El día pasó, para Jean Granger, como un borrón de actividades rutinarias: pacientes con caries, niños chillones, dientes torcidos y muelas que tratar.

Por eso cuando llegó a su casa y encontró a Hermione, su hija, en su sillón, agazapada frente a un libro de cuentos, no pudo más que sonreír encantada.

— Hola, cariño, ¿cómo fue tu día?— preguntó la mujer.

— Hoy el Hada Madrina convirtió una calabaza en un carruaje, mami— dijo, levantando apenas la vista de su cuento.

— Tal vez tú también seas capaz de algo así de maravilloso, cariño— comentó su madre al ver los ojos soñadores de la niña.

Ante la sonrisa de Hermione, Jean se alejó hacia la cocina, dispuesta a preparar la cena.

Hermione era una chiquilla de cuatro años, sagaz y diferente. Tenía una forma de ver el mundo, una forma de hacer que todo pareciera sencillo en su boca que sorprendía ampliamente a su madre y a todo el que tratara con ella.

— Herms, cariño, ¿quieres ayudar a mamá a preparar la cena?— gritó Jean desde la cocina.

La pequeña apareció muy predispuesta con su peluche bajo el brazo y el delantal que su padre le había regalado para su cumpleaños.

— ¿Vas a pelar las patatas?— inquirió la mujer mientras le recogía el cabello a su hija.

— No, mami, quiero las calabazas— respondió Hermione y su madre sonrió.

— ¿La convertirás en carruaje, cariño?— preguntó la señora, tendiéndole las verduras.

— No. Serán una novia para Teddy— contestó con seguridad la muchachita, señalando su oso.

Jean dejó a Hermione sobre un banquito junto al fregadero para que lavara los vegetales mientras ella se encargaba de poner la carne en el horno.

— Mami, mami, mira esto— saltó la chica y la mujer se volteó rápidamente.

Mojándose en el fregadero no quedaban ni rastros de las calabazas que Jean le había tendido a la pequeña. En su lugar, una osa de color crema y lazo rosado se empapaba con el agua fría.

— Oh, mi Dios, Hermione, ¿de dónde sacaste eso?— exclamó la adulta, cerrando la canilla y escurriendo al muñeco.

— Mami, el hada madrina lo hizo— sonrió la niña y la boca de Jean se abrió por el asombro.

— Hermione, ¿tú lo hiciste?— preguntó con precaución la mujer y la sonrisa radiante de su hija le confirmó sus palabras—. ¿Has hecho más cosas como estas, cariño?— se animó a curiosear.

— Puedo alcanzar mi sonajero cuando está lejos— exteriorizó la chiquita con naturalidad.

— ¿Desde cuándo lo haces, querida?— indagó aún preocupada pero con un cierto y extraño sentimiento de admiración.

— No lo sé, mami— se encogió de hombros.

— Estás destinada a grandes cosas, tesoro— sonrió la madre orgullosa mientras su pequeña le pedía su juguete.

— ¿Podré convertir las calabazas en un carruaje, mami?— cuestionó la nena con la nariz fruncida.

— No lo sé, cariño— respondió.

Definitivamente, su Hermione era diferente. Era mágica.


¿Les gustó? Ya sé que no es una reacción muy extravagante pero el tiempo me corre (fucking exámenes) y quiero mostrar una Hermione diferente con padres amorosos y cuentos de hadas porque estoy convencida de que ella no siempre fue la sabelotodo que vimos en el primer libro. No es la primera reacción mágica de la pequeña pero sí la primera que uno de sus padres notan... ojalá les guste y me dejen su comentario o un voto ya que compito con gente excelentísima. Nos leemos pronto, Ale.