Los personajes de Bleach y Katekyo Hitman Reborn! no me pertenecen.


Pétalos de Sakura.


Tocando con suavidad el pétalo de sakura gimió con alegría y algo de melancolía, sus delgados labios formaron una linea baja.

El color rosado predomino su vestuario, un kimono alegre y como símbolo las sakuras. Enredo sus delgados dedos en su cabellera marrón y miro a los fríos e inexpresivos ojos de Byakuya Kuchiki.

Sentada de rodilla sobre un cojín color negro y suave sonrió al hombre. Agacho la cabeza para saludar y tomo con sus dedos una taza de te, lo sirvió a Byakuya y recargo su cuerpo más en el cojín.

—Bienvenido Byakuya-sama.—susurro formando una sonrisa sincera en los labios. Byakuya la analizo con la mirada y luego asintió. —Debe estar cansado, ¿Quiere ir a su cama, Byakuya-sama? —preguntó delicadamente. Él negó.

Tomo el te en silencio mientras en su cabeza brillaba los kenseikan de forma plateada. Ese símbolo que ella odiaba con toda su alma, que decía que ella no era nadie para él. Como si sus mundos fueran tan lejanos e inalcanzables para cada uno de ellos, y más para ella.

Él era un noble, por lo cual siempre sería inalcanzable, se lamento.

Escuchó el tintineo de las campanillas que estaban fuera, por los jardines de la mansión.

Byakuya se levanto del suelo con gracia y agilidad de un noble y su propia personalidad.

—Su habitación esta preparada Byakuya-sama.—susurro suavemente. Byakuya cabeceo y dio pasos ligeros sin hacer el menor ruido, acercándose a ella.

Le miro a los ojos chocolates y luego ebozo una pequeña y desvargada sonrisa en los labios.

—¿Por qué no me das una buena bienvenida, Haru?—preguntó alzando la barbilla de forma imponente, Miura cubrió con su mano su boca por la cual quería escapar un grito.

Corrió el poco camino que los separaba y lo abrazo con fuerza mientras hundía su rostro en su pecho, lloro amargamente.

—¡Te extrañe!—grito. —En verdad lo hice, me alegra que estés vivo, Byakuya. —el noble acarició con sus dedos la cabellera marrón. Olio a las flores de sakura en su pelo, curvo los labios unos milímetros hacia arriba.

Haru comprendió que ya nada importaba, ni lo que le dirían después de su actuación que daba ahora mismo por abrazar al noble siendo ella una esposa de familia pobre y sin nada de nobleza en las venas. No importaba, solo él y su olor, su presencia, su símbolo.

Solo él y las sakuras que tenía Byakuya a sus espaldas, el gran árbol de sakura.