Cronopios de la autor: Ohayo. Ya no me gusta escribir notas antes o al finalizar las historias, me gustan más cuando pasamos directo a la acción, pero creo que por ser el primer capitulo merecemos un pequeño dialogo lector-escritor. Últimamente he tenido mucho tiempo libre, benditas vacaciones, y he estado leyendo textos de esta pagina. Entre todos los textos me encontré uno que me gusto mucho.

Quiero aclarar, pero poco falta para que la autor entre a mi canon de escritores predilectos. Sin embargo, dicho texto (pongámosle Fanfic) realmente me cautivo. Se me hizo uno de las historias más tiernas que hay. Inclusive, tengo la costumbre de leerles a mis sobrinos (niños de no más de seis años), y decidí que el texto era lo suficiente bueno para leérselos a mis pequeños pedacitos de cielo (¡Ay! Que mariquita soné), y a ellos les encanto (obviamente que omite muchas partes). Pero bueno, ahora siento que éste cronopio parece más bien una carta de amor, otra vez.

Sin más, 'Bonito Día', nació un 'bonito día' de junio cuando salí al patio de mi casa y leí el capitulo numero cinco de una historia de Manny Heatlook. Ella prometió que continuaría esa historia que tanto me gusta, y entonces yo me puse feliz. Me quedé pensando en todo lo que hacemos los escritores (o aficionados a la escritura) para poder sacar la maldita inspiración que a veces nos falta, y bueno, sí ponemos todos lo anterior (una buena lectura, el dialogo con una buena escritora, un día bonito) en una licuadora, le aumentamos algunos cigarros, desvelo, ocio y una hoja de Word en blanco, obtenemos:

Bonito Día.

Por St. Yukionna.

1/3. (Uno de tres.)

Como había sido siempre, refugiado en su propia coraza para no echar a perder lo que tenía. Claro, su coraza de materializaba en cuatros paredes, por el momento. Aunque desde que comenzaron a vivir juntos todo había cambiado. Desde luego tenía más obligaciones. Estar a cargo de una persona como aquel no era nada sencillo, él tenía que mostrarse maduro y llevar las riendas de la situación antes de que todo saliera de control.

Y en verdad era todo un suplicio. No podía evitarlo, porque una vez que comenzaba nada ni nadie lo podía detener. Ni siquiera él mismo se podía detener. Con esas caricias de suaves roces en la tersa piel, esas miradas que hubiesen sido marcadas como obscenas y toda esa música que ambos creaban en conjunto para armonizar la danza. Tener pensamientos como esos en ese momento era difícil. Sobre todo con tantos ojos sobre su espalda. Era sumamente difícil sobre llevar una situación así. Era sumamente difícil poder respirar el aire donde su aroma no estaba. Era sumamente difícil seguir existiendo sí él no andaba cerca.

En bastas palabras, era sumamente complicado ignorar el bonito día, estando solo en el gran departamento, tratando de encontrar un espacio para poder inspirarse. Y así termino recorriendo todas las habitaciones del gran departamento del que era dueño.

Primero había probado en la sala, la mayor parte del tiempo funcionaba. Pero el bonito día que se dejaba ver tras los cristales de la ventana le robaban la atención.

Después probó en la cocina... fue inútil, terminó por tomar café y fumar, comer las sobras de la comida de Misaki y tratar de cocinar, dejando en un verdadero desastre el área de trabajo de su pequeño amante.

La tercera opción: El cuarto de los Suzuki-san. Todo iba bien, llevaba dos páginas de su artículo, sin embargo, al notar que la habitación no estaba lo suficiente ventilada para los osos de felpa comenzó a sacarlos. Después notó que muchos no se les habían cambiado el listón desde meses atrás. Dos horas y cuatrocientos Suzukis después, el escritor veía satisfecho el ejército de adorables ositos de felpa que le miraban. Y ahora que lo pensaba. ¿Cómo demonios los iba a regresar a su habitación? Y más importante que eso, ya no podía seguir escribiendo en aquel sitió. Tenía que volver a cambiar de escenario.

Y así lo hizo. Paso por la alcoba del tren pero el ruido lo distraía, en el de la muralla china en escala no había espacio, donde vivían los Marimos no podía dejar de verlos, con las anguilas pasaba lo mismo que con los Marimos.

Su odisea finalizó en el cuarto de su 'invitado permanente'; olía a él, una pócima perfecta para contrarrestar el grave padecimiento que día a día sufría "falta de Misaki". Claro que no había pasado por desapercibido el hecho que en cada habitación que recorrió había escrito una o dos paginas. Por lo que una brillante idea vino a su cabeza.

— Marimo... listo, Susukis-san... listo, muralla china... lista, anguilas... —alzó la mirada malva y la regresó a su enlistado—... listas, comida... lista, ahora solo falta hacer más grande la vía del tren —dejó caer las hojas de papel al poco espacio que quedaba en la recién abarrotada alcoba de Misaki.

Entró corriendo con cuidado de no resbalar por el agua que había regado al trasladar una de las peceras del Marimo hasta la habitación de Misaki, y abrió de golpe la puerta del lugar donde corría el tren. Sacó una caja que había por ahí y comenzó a construir unas vías que daban una inmensa corrida, pasando por el pasillo hasta el otro extremo de la segunda planta del departamento donde estaba el piso de Misaki.

Una vez terminada el escritor sonrió feliz y triunfal con un cigarrillo colgando de sus labios. Cogió las hojas y se sentó a escribir. Pero aún así... era demasiado difícil seguir escribiendo ahí. El Marimo amontonado junto a las anguilas que comenzaban a comerse a las hadas del mar, el tren que pasaba por encima de la muralla china que amenazaba con caerse, algunos Suzukis habían caído (y por ende se mancharon) dentro de la comida que había puesto por ahí y todo eso dentro de la pequeña pieza del joven universitario. Usagi-san no CABÍA de verdad ahí. Además...

Dejó que su vista viajara por los ventanales de la pieza. Hacía un bonito día.

Observó detenidamente todo el desastre que era la pieza del joven de ojos verdes. Después sobre su hombro, la cocina sucia, la sala invadida por el ejercito de Suzuki, los pasillos y escaleras llenos de agua y uno que otro Marimo caído. Gruñó.

— Sucio —suspiró y se puso de pie. Lo mejor que podía hacer era tomarse un baño.

Y así lo hizo, pero dentro de la bañera, el terrible padecimiento regresaba, la falta de Misaki lo iba a matar un día. Pero ese día en especial, era un bonito día. Sonrió mientras el agua tibia lavaba los residuos de arduo trabajo. Observó el reloj de pato que había cerca del toiler del baño. Apenas eran las 10:24, faltaba mucho para que regresara él.

Suspiró. Al salir del baño apreció que todo seguía igual de cómo lo había dejado, por lo que regresó a volverse a bañar. Pero al salir otra vez, todo seguía en las mismas circunstancias y Misaki no regresaba. Por lo que...

Quince minutos después de manejar en su convertible rojo. Se quitó los lentes mientras echaba hacía atrás la cabellera gris. Miró con superioridad a todos los que lo observaban. Cualquiera de esos podía pensar cosas impuras de SU Misaki. Observó de un lado al otro, y con paso elegante, se abrió andar hasta que encontró el sitió deseado.

— ¡¿Usami-sensei? —gritó un hombre de edad avanzada pero de elegante traje al igual que el escritor. A lo que este sonrió altanero.

— Hai... disculpe por haber venido sin avisar antes —fingió demencia.

— No... No por el contrario, siéntase como en su casa. Dígame que puede hacer este humilde servidor por usted —preguntó el mayor casi arrodillándose ante los pies del escritor best seller del Japón.

— Pues vera hoy hace un bonito día y...

Diez minutos después. De una patada fue abierta la puerta, Kamijou se quedó con grueso diccionario en mano mientras que un estudiante de mediana edad cerraba los ojos esperando el golpe. Pero el tiempo se había detenido, y el importante escritor buscaba con la mirada algo.

— ¿U... Usa- Usagi-san...? —balbuceó la incrédula voz del estudiante de economía.

— Ahí estas —entró de forma rauda a la gran aula de clases. Tomó de la mano a uno de los estudiantes y cerró detrás de ellos la puerta.

Y ese fue Usami Akihiko entrando a la clase del profesor Kamijou Hiroki para secuestrar a T. Misaki, estudiante de la la ciudad de Tokio. Y todo, porqué hace un bonito día.

Continuara.

No hace falta decir que ya tengo los dos siguientes capítulos, y que esta dedicado a Manny Heatlook. Y sólo porque es para ella prometo publicarlo completo.

Un cochino beso y gracias por leer.

Pd. Ya saben que obviamente ninguno de los personajes me pertenecen, todo es gracias a la imaginación de Naka-sensei.

Atte.

La santa hermana nieve.
(St. Yukionna)