Hace mucho tiempo que no escribía y últimamente he tenido mucho tiempo libre y me dio ganas de hacer algo. Había estado buscando un fandom desde hace rato y en estos días pasaron Sucker Punch por la televisión y... no sé si soy la única, pero en el momento en que lo vi, me enamoré de Oscar Isaac. La verdad al principio quise hacer una historia de amor algo trágica, porque me parece que el personaje de Blue (el del manicomio) la verdad es muy diferente al Blue que Babydoll se imagina, es decir el Blue del burdel. Pero al final me di cuenta que el Blue del manicomio está un poco loco (bueno, muy loco) y que puede llegar incluso a ser más malvado que el Blue que Babydoll se imagina (lo digo por el hecho de que al final se puede ver ese lugar adonde él la lleva y parece ser que no es la primera que llevaba ahí) y no me pareció correcto llamar "amor" a lo que cada uno sentía respecto al otro. Básicamente la historia habla de la relación de Babydoll con Blue durante el tiempo qué ella estuvo encerrada en el manicomio, quise hacerla un poco más realista y la verdad me pareció algo fantasioso el hecho de que ella haga amigas tan rápidamente o que Blue mate a Amber y a Blondie enfrente de todos (no creo que en el mundo real haya pasado algo así) y por supuesto las escenas de baile están completamente eliminadas en esta historia (lo siento XD). Bueno, ustedes se irán dando cuenta de los cambios a lo largo del fic. También cabe decir que Babydoll debía tener un nombre entonces después de mucho pensarlo decidí llamarla Emily, para intentar complacer a todos (no creo que haya mucho problema ya que ese es el nombre de la actriz, así que...) Bueno, ya creo que he dicho mucho, el fic ya lo terminé, es corto tiene 5 capítulos y no les voy a mentir, fue bastante difícil de hacer. El título es de una canción de una banda de metal sinfónico llamada Epica, creo que le queda bien :P .

...

Capítulo 1

La primera vez que lo vio era temprano en la mañana y ella estaba empapada de pies a cabeza. Acababa de entrar al manicomio de Lenox House y venía descalza, con su ropa sucia y rota y con el pelo hecho un desastre. Se lo quedó mirando por un momento, sosteniendo la ropa que le acababan de entregar. Él también se la quedó mirando, tal vez esperando a que ella bajara la mirada primero, pero no lo hizo, así que él levantó la vista.

- ¿Usted es el padre? – dirigió sus ojos negro azabache al hombre que se encontraba detrás de ella.

- Padrastro. – respondió el señor.

Emily bajó los ojos y escuchó atentamente de que estaban hablando.

Había un camillero a lado y lado de ella y fueron quienes la guiaron detrás de Blue cuando este le dio la espalda y empezó a mostrarle el lugar. En ese momento ella aún no sabía su nombre, pero lo descubriría después, cuando ya la hubieran instalado en su habitación. Blue les mostró lo que llamaban el teatro a ambos, a su padrastro y a ella, era un lugar grande, en donde había una gran tarima ubicada al fondo, pero en vez de sillas, había distintas mesas en donde estaban sentadas las demás pacientes, jugando cartas o simplemente mirando el vacío. Emily las miró con lástima, ¿qué les había pasado a estas chicas? ¿Era a eso a lo que ella había quedado reducida?

Justo en el momento en el que entraron, una paciente soltó un grito y tiró la mesa frente a la que estaba sentada para poder abalanzarse sobre otra de las muchachas. Los dos camilleros al lado de Emily la soltaron por un momento para ir a calmarlas, dejándola sola con su padrastro y con Blue detrás de ella. La muchacha miró el lugar de un lado a otro y pudo ver varios camilleros arreglando partes del teatro como tablas y tuberías dañadas. Escuchó a Blue decir que ese era un lugar para socializar pero que también era el lugar en donde la Dra. Gorsky, la psiquiatra encargada del lugar, hacía sus terapias en la tarima. Emily vio a una señora con el pelo recogido y muy arreglada, con un vestido elegante y unos zapatos de tacón alto, hablando con una chica que estaba en la tarima, discutiendo sobre algo, era obvio que era ella la psiquiatra.

- Estará en el paraíso cuando termine con ella, no sé si me entiende. – continuó hablando Blue.

Emily volvió a poner atención a los hombres que se encontraban detrás de ella y escuchó cuidadosamente los susurros de ambos.

- Escuche estoy tomando un gran riesgo aquí así que deberán ser dos mil.

- ¿De qué está hablando? No intente engañarme, teníamos un trato. – la voz de su padrastro sonaba enojada.

- Escuche… – hubo una pausa en ese momento y Emily podía imaginarse a Blue mirando al otro hombre de arriba abajo antes de continuar. - …padre. No voy a decirle qué hacer. Claramente es un hombre que sabe cuidarse solo. No sé qué le hizo a esta chica y francamente no quiero saberlo, – Emily cerró los ojos adolorida. - ¿Pero qué les dirá a los detectives cuando vengan a husmear? Seguro les encantará oír su versión.

- Sí. – escuchó el sonido de una billetera y de dinero doblarse.

- Ok.

Emily no sabía que pensar y miró a la que parecía ser la Dra. en la tarima. Estaban sobornando a un camillero justo en sus narices y ni siquiera se daba cuenta.

- Ahora, hay otro problema. – continuó Blue. - No tengo un doctor aquí que haga…lobotomías.

- ¿Qué?

- Pero, resulta que está programado que llegue uno. Estará aquí en cinco días. Falsificaré su firma, ya lo hice muchas veces.

- Le dije a la policía que enloqueció cuando su madre murió. La verdad es mucho más complicada. No quiero que recuerde nada…

- No sé preocupe, cuando termine con ella no recordará ni su nombre.

Después de eso la llevaron al que desde ese día en adelante sería su cuarto. Ni siquiera le dedicó una última mirada a su padrastro, le encantaría haberle escupido en la cara pero sabía que eso sólo empeoraría las cosas. Blue la acompañó con otros dos camilleros a su habitación, lanzando de vez en cuando miradas de reojo hacia ella. La muchacha las ignoró.

Su cuarto era un lugar pequeño, sólo contaba con una pequeña ventana arriba de la cama, por la que ni siquiera un gato cabría, y otra ventana ubicada en la puerta de la habitación. La cama no era muy larga y el colchón era delgado, las sábanas estaban curtidas y descoloridas, pero al menos se veían limpias.

- Ok. – escuchó la voz de Blue detrás de ella y lo miró esperando lo que iba a decir.

Se dio cuenta de que los camilleros ya no estaban y qué se había quedado a solas con él. Blue traía una tabla para escribir en su mano izquierda y leía lo que estaba escrito ahí con atención.

- Así que...- continuó mientras pasaba sus ojos por el papel. – Aquí dice que eres violenta, inadaptada social, que representas un peligro a los demás…Bueno, al menos la parte del suicidio está vacía. – Se la quedó mirando serio por un momento, esperando a que ella dijera algo que explicara de que se trataba todo.

- No estoy loca. – le dijo Emily aferrándose a la ropa nueva que sostenía entre sus brazos. – Mi padrastro...

- No soy estúpido.

Emily no comprendía, ¿entonces qué quería de ella?

- Lo que en realidad quiero saber es que fue lo que pasó contigo.

La muchacha lo miró sospechosa.

- Creí que no querías saber.

- Tengo curiosidad.

Ella lo sopesó un momento antes de contestar. ¿De qué servía contarle lo que había pasado? Bajó la mirada y se quedó callada.

Blue se acercó a ella y le corrió el cabello mojado del rostro, para poder observarla mejor.

- Sabes, me recuerdas a esas muñecas de porcelana que las abuelas suelen regalar a sus nietas. No sé si es por tus ojos azules, o por tu pelo tan rubio...

Emily levantó la mirada y lo miró en silencio.

- Babydoll. Te queda bien.

Desde ese momento, Emily le tuvo desconfianza, no sólo por el hecho de que había aceptado un soborno de su padrastro, sino también porque, aunque era sólo el primer día, se dio cuenta que él era el encargado de todo, los camilleros la habían dejado sola con él sin decir nada, había aceptado un soborno justo en las narices de la Dra. Gorsky (la supuesta jefe del lugar) y nadie se había dado cuenta. La persona con más poder en todo Lenox House, resultaba ser la más peligrosa.

La muchacha pasó el resto de la mañana recostada en su cama, antes de irse, Blue le explicó las reglas del lugar y sus tareas. La mayoría del día se mantendría fuera de la habitación: salía por la mañana y podía ducharse y desayunar, después debía hacer la tarea del día que le fuera encargada o pasar a terapia con la Dra. Gorsky y si no tenía ninguna de esas dos cosas asignadas era llevada al teatro. Las pacientes normalmente tenían trabajos como ayudar en la cocina, labores de limpieza, ese tipo de cosas para mantenerlas ocupadas y en la tarde después de almuerzo, pasaban un tiempo en el teatro socializando con las demás chicas o a veces dentro de las habitaciones antes de la comida. Las luces de los pasillos se apagaban a las diez, eso indicaba la hora de dormir.

Ese día no salió de su habitación hasta la hora del almuerzo, aunque se moría de hambre prefirió quedarse en la cama durmiendo que salir (aunque de cualquier forma, no tenía muchas opciones). Cuando al fin la sacaron almorzó con muy poco apetito. Tenía hambre, pero la comida estaba insípida y lo único que quería era volver a su cama y desaparecer dentro de su mente, escapar de la realidad.

En el teatro no intentó socializar con nadie, se sentó al lado de una muchacha muy bonita. Tenía el pelo castaño y largo que le caí en cascada detrás de su espalda, a pesar de que estaba opaco y sin brillo se notaba que debía de haber sido un cabello precioso en algún tiempo. Se notaba que era alta y delgada, pero tenía la mirada perdida mientras que organizaba unas cartas con indiferencia. Las arreglaba, las repartía sobre la mesa y las volvía a recoger. Emily la miró por un momento sin realmente nada qué decir, hasta que la muchacha le habló, sintiendo su mirada.

- Haz algo. – le dijo en su susurro.

Emily frunció el ceño sin comprender a qué se refería.

- Disculpa, yo…

- Haz algo. – repitió la muchacha levantando su mirada de las cartas, pero no miró a Emily, sino al vacío, frente a ella. – Él te está mirando.

- ¿Quién? – preguntó la muchacha confundida.

- Está detrás de ti.

Emily volteó su rostro lo suficiente para ver detrás de ella pero sólo vio una pared vacía.

- No hay nadie. – dijo.

- Se está acercando.

La muchacha volvió a mirar hacia atrás pero no vio a nadie. Al volver a ver a la chica a su lado vio que esta estaba mirando al frente hacia un punto vacío, Emily siguió su mirada pero no vio nada fuera de lo usual. Se alejó de ella confundida y miró sus uñas. De pronto un agarre en su hombro la hizo voltearse asustada y vio a Blue frente a ella.

- Amber, deja de asustar a las nuevas. – dijo el recién llegado mirando a la muchacha que estaba de nuevo organizando las cartas.

Emily no entendía nada, no sabía si Amber había hablado de él o de otra persona, pero le parecía extraño que hubiera dicho que alguien estaba detrás de ella cuando no había nadie y Blue llegó por su lado derecho, no por detrás. La chica, Amber, la volteó a mirar y luego lo volteó a mirar a él.

- Blue… - dijo. – No le he dicho nada.

Escuchó al hombre junto a ella suspirar mientras que le hacía una señal con sus dedos a un hombre grande y corpulento que estaba en un rincón del lugar. Cuando el hombre llegó junto a ellos, Blue le dijo en un susurro:

- Danforth, llévala a su cuarto y dale la medicina.

Él hombre levantó a Amber de su puesto y la empezó a arrastrar fuera del lugar. La muchacha le dirigió una última mirada a Emily antes de mirar también a Blue. No habría parado de mirarlo si no fuera por el camillero que la llevaba, quien la obligó a mirar por donde caminaba.

- No te preocupes por ella. – le dijo Blue al fin soltándola y sentándose en la mesa frente a ella. – Se le diagnosticó esquizofrenia a los 16, lleva cuatro años así.

Emily lo miró sin decir nada. A pesar de que no había nadie detrás de ella, Blue se había aparecido justo a su lado un momento después. Volvió a mirar la puerta del teatro por la que Amber acababa de salir y bajó la mirada cansada. Un camillero se acercó a Blue y le susurró algo en el oído antes de apuntar hacia Emily.

- No. – dijo Blue mirándolo. – Llévate a otra, ella no tendrá terapias.

- Pero la Dra. Gorsky… - el camillero se detuvo al ver la mirada fulminante que le dirigió Blue.

Blue volvió a mirar a Emily y suspiró. Se levantó de su puesto y la tomó del brazo levantándola también.

- Dile que está ocupada limpiando los baños. – dijo mientras que se la pasaba al camillero para que la guiara y le explicara.

El camillero la tomó por el brazo y asintió. La llevó fuera del teatro hacia los baños y le explicó lo que debía hacer. Le dio un delantal, jabón y un cepillo para limpiar los inodoros. Nadie debía de molestarla, todas las demás chicas estaban en el teatro o en terapia y habían cerrado los corredores para así asegurarse que no saliera antes de que hubiera terminado. Así que allí se encontraba ella en ese momento, de rodillas limpiando los baños más sucios que había visto en su vida en vez de tener terapia como debía. Restregó y limpió concentrada en lo que estaba haciendo, intentando acabar lo más rápido posible. Se suponía que debía estar sola todo el tiempo que estuviera ahí pero de pronto sintió una respiración en su cuello que hizo que se le erizaran los cabellos de la nuca. Emily no lo escuchó entrar sino hasta que estuvo detrás de ella. Se dio la vuelta asustada y se encontró con el rostro de Blue observándola. Ambos se miraron a los ojos por un momento y casi como un impulso Emily volteó la cabeza, dándole la espalda y continuó frotando el baño con su cepillo enjabonado, tal vez Blue sólo estaba supervisando que hiciera bien el trabajo. Pero de un momento a otro, sintió una presión en su barbilla y Blue volvió a parecer frente a ella. Estaban sólo a centímetros uno del otro y al parecer él no tenía intención de soltarla. Y en ese momento la vio. La cosa más hermosa que había observado en mucho tiempo, resplandecía con la luz blanca de los bombillos y tenía una inscripción por un lado: Señor Amigable. Emily casi quiso sonreír por la ironía, Blue era tal vez la persona menos amigable de todo el lugar. Era una llave, una llave pequeña que él llevaba alrededor del cuello todo el tiempo y que hasta ese momento no había reparado en ella. Ahora entendía como había podido entrar, era una llave maestra, abría cualquier puerta del lugar, lo que quería decir no sólo que Blue era en definitiva el verdadero jefe, sino que también era su salida de ese lugar.

- Vine a ver sí ya habías terminado. – le dijo sin parar de mirarla.

Emily miró la llave unos segundos más antes de responder.

- Ya casi termino.

Blue se enderezó y la miró desde arriba.

- Esperaré afuera.

Unos minutos después, Emily estaba a su lado caminando por los pasillos vacíos de Lenox House devuelta a su habitación. Mientras seguían en su camino, un hombre anciano apareció frente a ellos. Al verlo, Blue la tomó de un brazo y la acercó a él.

- Disculpe. – le dijo el anciano a Blue al verlo. Era un hombre alto y más bien delgado, llevaba un traje algo desgastado y un sombrero sobre su cabeza. – Creo que me perdí. ¿Me puede decir dónde está el salón de visitas?

Blue lo miró extrañado por un momento pero luego asintió.

- Es justo después de este pasillo. – dijo dando media vuelta y señalando hacia el fondo. – Continúa derecho hasta el final y después voltea a la izquierda.

El hombre siguió su mirada y asintió.

- Gracias. – dijo. - ¿Hay otra puerta por la que pueda entrar directamente? El pasillo es bastante largo para mí.

- Hay una puerta que conecta directamente con la sala de visitas, no tiene que entrar por la puerta principal si viene solamente a eso.

- ¿Puedo venir en la noche?

- No. – respondió Blue intentando conservar la paciencia y a causa de esto reforzando su apretón en el brazo de Emily. – Sólo en la mañana y en la tarde. Por las noches no hay nadie.

- Es usted muy amable, gracias. – El anciano los miró a ambos antes de pasar por un lado.

- De nada. – dijo Blue guiando a Emily en el sentido contrario.

La muchacha frunció el ceño, era la única persona que no trabajaba ahí que había visto por esos lados. ¿Cómo es que había llegado tan lejos? Emily volteó su rostro hacia él y vio al señor caminar con pasos cortos hasta el fondo del pasillo. Lentamente el hombre se detuvo en su trayecto y la volteó a mirar. Para su sorpresa este le sonrió mientras que inclinaba un poco su sombrero, como en forma de despedida, pero también de complicidad. La muchacha volvió a mirar frente a ella, confundida mientras que seguía su camino hacia su habitación.

...

La noche llegó como una bendición para ella. Debajo de las sabanas frías y aún confundida por lo que acababa de pasar, Emily no podía parar de pensar como poco a poco, las alternativas para escapar se le hacían más y más presentes. Ya sabía a qué hora y en qué lugar el manicomio estaba más desprevenido, sabía cuál camino tomar y también tenía cerca de ella a la persona con la llave para abrir todas las puertas. Debía idear un plan y pronto, debía escaparse de ahí y sabía que por ahora la clave para su escape era Blue.