Este fic participa en el "Minireto de enero" para el "Torneo entre Distritos en la Arena", del foro "Hasta el final de la Pradera". La idea de los Juegos fue de Collins.

Margot


Los mentores de oficio también pueden dimitir; y eso es exactamente lo que había hecho la mentora de Lukas y Morgan hacía unos días: pedir el finiquito y anunciar su próximo retiro a las soleadas playas del Cuatro. El resultado era que Lis se estaba subiendo por las paredes al tiempo que intentaba buscarle un sustituto. Hasta que lo encontrara, tenía que ocuparse ella misma, por lo que mantenía el auricular del teléfono en la oreja mientras visionaba las pantallas del centro de control. La arena estaba tranquila, pero sabía que no duraría mucho. Mientras, sus pupilos conversaban alegremente sobre cosas intrascendentes. Bueno, en realidad Morgan seguía haciendo propaganda activa anti Capitolio, Lukas la escuchaba (y Lis suspiraba observando la buena fotogenia de Lukas y lo encantador que era Lukas) y su rehén, la tal Collins, continuaba liquidando sus reservas de agua. Pero las fuentes del estadio se evaporaban y las plantas se quedaban secas. Pronto eso sería un gran problema. Mientras no pasaba nada, o pasaba todo eso, sonó el otro teléfono de Lis.

—Mentora del Nueve en funciones —contestó Lis.

—Una cita. En quince minutos. Pared septentrional del Centro de Entrenamiento —dijo una voz de mujer.

A Lis no le gustaba abandonar el mando. Era como abandonar a Lukas y se sentía incapaz. Llevaba días sin pegar ojo tratando de buscar patrocinadores, velando por él. Pero acudió. La voz era demasiado taxativa como para desobedecerla.

Al llegar al punto de encuentro vio una silueta encapuchada. Al acercarse, adivino una larga melena negra. Una vez la figura se descubrió, Lis casi se cae del susto. Se trataba de una joven y divina mujer, con un rostro idéntico a Morgan. ¡Era igual que Morgan!

—Si no cierras la boca, la mandíbula te va a chocar contra el suelo —le advirtió.

Lis se enderezó y recogió la mandíbula. Luego hizo la siguiente pregunta:

—¿Quién eres, la gemela de Morgan?

La otra muchacha tendió una mano enguantada.

—Es una larga historia, pero no. Mi nombre es Margot. He sido enviada para entregarte esto —dijo tendiendo a Lis un cheque— Creo que será suficiente para hacerles un buen regalo.

—Madre mía —exclamó Lis al ver la cifra (con un ingente número de ceros) —¿de dónde sacas tanto dinero?

La túnica de Margot ya ondeaba al viento mientras daba media vuelta, pero se detuvo para responder.

—No es mío. Pertenece a la Organización. Mis superiores están inclinados a que tus tributos salgan de una pieza de ese estadio. Están moviendo hilos, hilos largos y poderosos. Haz, lo que debes y confía en nosotros.

Esa explicación resultó ser poco satisfactoria para Lis, que además estaba en ascuas por el tema del parecido de la joven con Morgan. Por eso sujetó la manga de la túnica con mano firme, para evitar que se fuera.

—¿Cómo sé que puedo confiar? ¿Por qué eres idéntica a mi tributo? —quiso saber antes de que ella se marchase.

—A lo segundo no pienso responder. En cuanto a la primera cuestión: somos sacerdotisas, brindamos culto a Persephone, reina de los muertos, nuestra reina. Las escrituras dicen que ella es hija de Deméter, protectora de los hijos del Nueve. No podemos permitir que Deméter derrame una sola lágrima más. Ya sufrió bastante al serle arrebatada nuestra reina. Eso es todo cuanto has de saber. Vamos a ayudarles, tendrás que confiar. Ahora, busca un regalo que marque la diferencia. Haz que valga la pena, pequeña virgen.

Lis se quedo plantada en el sitio, con el cheque en la mano, observando como Margot se esfumaba entre una artificiosa cortina de humo.