1.LA MUJER DEL BOSQUE PROHIBIDO
Una mujer iba por un bosque corriendo, las piernas casi ya no la aguantaban, sus cabellos rubios estaban mojados del sudor y la lluvia. Corría tropezándose con cada piedra y cada rama, pues sus fuerzas no le daban para esquivarlas. Tropezó con una rama y cayó en el suelo, su respiración era agitada, se quito el barro de la cara.
-No...- intentaba levantarse pero no podía, se puso de rodillas y con la fuerza de sus brazos consiguió volverse a poner en pie, con muchos más esfuerzos se puso a correr. Ahora el sudor se mezclaba con sus lagrimas y con su sangre. Paso su mano por su frente y por sus ojos y se quitó la sangre, que le impedía ver con claridad. La lluvia le limpiaba poco a poco las heridas.
Su corazón latiendo muy deprisa le decía que no podía más, pero su cerebro le decía que tenia que continuar hasta estar a salvo. De vez en cuando miraba hacia atrás. Ganó su cerebro y continuo corriendo. Cada vez llovía más fuerte, cosa que le entorpecía la visión.
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Este año la vigilancia en Hogwarts seria diferente, los profesores no se limitarían a enseñar a sus alumnos, tenían que sacar tiempo de donde fuera para protegerlos a ellos y a Hogwarts.
Los profesores ya hacia días que habían llegado a Hogwarts, tenían que prepáralo todo para la llegada de los alumnos. Era finales de Julio, de día hacia mucho calor pero de noche las temperaturas bajaban.
-Severus, hoy te toca revisar los jardines ¿no?- le pregunto Dumbledore.
-Si- susurró Snape.
-Recuerda abrigarte, que esta lloviendo a mares.
Cuando acabaron de cenar, cada profesor se fue a revisar los lugares que les habían sido asignados. Snape se puso su capa negra y cuando salió del castillo se puso la capucha, hacia bastante frió y la lluvia le golpeaba la cara.
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Recordó sus mascaras, y le vino un escalofrío, por alguna razón extraña sabía que si la cogían no viviría para contarlo, aunque por otro lado también podía morir de cansancio, solo sabía que morir de cansancio no seria tan doloroso como morir en manos de esos hambres con túnicas negras.
Seguía corriendo cada cuatro pasos tenia que limpiarse la cara de sangre, cayó un par de veces más sus piernas no tardarían en no querer correr más. El barro, por su parte también le impedía correr con facilidad. A parte de la herida en la frente, ahora, tenia los pantalones rasgados en las rodillas, de donde le brotaba sangre sin parar, a parte de una arañazo en la barbilla que le escocia con el contacto del sudor. Estaba calada hasta los huesos, el frío, la lluvia y el cansancio no eran una buena combinación.
Vio una luz detrás de unos árboles, y acelero el paso, casi llegaba a la zona de donde provenía la luz, pronto dejaría el bosque, miro hacia atrás mientras continuaba corriendo, pero chocó con algo y cayó al suelo. Se levantó costosamente y levantó la mirada, vio un hombre totalmente tapado con una capa negra.
¿Qué?- el hombre con quien había chocado se giró y vio a la chica llena de rasguños y heridas.
-¡AAAAAAAHHHHHHHHH!- su cuerpo no pudo soportarlo más, el grito había gastado las pocas energías que le quedaban y se desmayó.
