Jelou a todos! Nah.

Jimurroh se reporta con su primer fic (KnB papu) en FanFiction porque me eliminaron la cuenta de wattpad :v y (guatpat es un infierno pero igual me inicie una cuenta nueva :'v) Ya :c me dejo de mis líos.

Primero quiero agradecer a todos los que le picaron el click a mi fic :v como notaron en el sumarry menciono un romances medio malotes, eso es porque apenas intento hacer algo tierno me llegan las ñañaras y descarto todo, además soy débil por los dramas oscuros (Harada es mi pastor). Entonces improvisé un one-shoot, que por cierto quedo más corto que mis ganas de vivir :v OQUEINO y que mejor personaje que Zorrami… Aomine :v para el primer capitulo 7u7

Cositas que aclarar.

–_ baila –se hace mención del lector (casi no se nota la rayita pero la notarán :v)

«blablablb» son pensamientos.

Advierto OoC y Lime por adelantado (no sirvo para el lemon)

.

.

.

De mi pertenencia, y tu obsesión «Sociopata!Aomine x Estocolmo!Lector»

.

Desde el primer hasta el último día de la semana y mes sus ojos adquirieron el mal hábito de pasársela buscando por todas las esquinas a el muchacho que desde el comienzo no se resistió a dejar de observar, y es que sus rasgos y complexión física eran tan finos como fuertes. El azul de sus ojos, no era del clásico tono chillón, eran opacos y estoicos, que hacían juego con su mirar tan misterioso y atractivo. Su piel era morena, inusual en alguien asiático, pero era lo que más le fascinaba de él, parecía insinuar mejor su masculinidad.

Su altura era sorprendente a primera vista, para tener diecinueve años –casi rozando los veinte– y medir 1,92; favorecía a eso su bien tonificado cuerpo, la mayor parte del tiempo vestía con sudaderas ajustadas y camisetas sin mangas. Aquellas que exponían sus fuertes y largos brazos.

A toda la parlotearía de su físico y rasgos perfectos, el carácter no era algo para tachar. Usualmente se veía serio y con la faz adormilada, pero las veces que había conseguido cruzar palabra con él le hicieron notar que tenía voz firme y de un tono grueso y sensual. Mas era de pocas palabras y solo respondía con oraciones simples, dejándole sospechas de que podría ser alguien asocial. Pero con la astucia que tenía, logró planear formas de topárselo apropósito y así hablarle, a duras penas podía mantener una conversación, el lento paso del tiempo tampoco se esmeró en ayudarla y ni siquiera llegó al nivel de compañera de universidad.

Y aun así para su pobre corazón era imposible latir con suavidad una vez que él, Aomine Daiki, se acercaba. Podía simularlo tras un aura de tranquilidad y una sonrisa siempre accesible, era la máscara que, al alejarse de él se quitaba y salía a la verdad la oleada de sentimientos que se aglomeraban y golpeaban duro porque querían salir.

Ese amor, insoportable, incontrolable; con seguridad terminaría en una obsesión, si cada día que pasaba, cada vez más y más atractivo le resultaba; luchaba contra su subconsciente para no terminar gritando con toda fuerza de sus pulmones lo profundamente enamorada que estaba, no sólo para evitar la mayor vergüenza que cometería, sino porque en algún profundo lugar de su ser quedaba una triste corazonada de que él seguramente no tenía conciencia de su presencia y mucho menos que siquiera le guardara interés . Si, era una conclusión que la tenía jodida.

No obstante hasta la fecha actual. Ella continuó con aquella incógnita luego de que eso sucediera… ¿fue la ley de atracción lo que le llevó a cumplir su único y penoso deseo?

Una mañana, cruelmente opacada por una niebla densa, que suponía ser de aquellos prometedoramente aburridos pudo terminar tornándose en el más bello día de su innata existencia o, en una penosa pesadilla de la cual, por amor, se negaría a despertar.

Sentada en un banco cubierto por la sombra, _ sostenía un grueso libro, de aquellos que tenían la tapa endurecida y despegaban un olor peculiarmente delicioso de sus páginas amarillezcas; abarcaba el tema de cada trastorno psicológico existente, y la jovencita estudiaba casi con gusto cada hoja entintada de palabras. Balbuceaba cada palabra que leía sin tener conciencia de ello y centraba todos sus sentidos en lo que había escrito.

Una mano ajena a la suya se posó en el libro mientras lentamente lo bajaba de su vista al mismo tiempo ella levantaba la cabeza, en sus ojos se reflejaba la silueta del frente y no pudo reaccionar con la velocidad suficiente para ocultar aquella exaltación que provocó un brinco en el interior de su pecho, ¿era demasiado bueno para ser cierto? Estaba parado frente a ella, con su clásica faz desinteresada, mirando de soslayo.

–Ven –le dijo halando suavemente de su hombro.

Se dejó llevar sin imponer esfuerzo ni excusas, estaba fuera de sí, ahogándose en una profunda felicidad que seguía de una inquietante confusión.

Lo que sí tenía claro era que la felicidad que le invadía en ese momento era capaz de hacer explotar su pecho en una ola de flores rosas.

El varón alto y moreno ocultaba tras su espalda una sonrisa ladina, que lucía tan vacía y carente de empatía, típica de aquellas que venían con intenciones no necesariamente buenas. Llevó a la joven hasta la menos habitada parte de la universidad, la sala de los audiovisuales que dejó de usarse hace casi dos años.

Los sentidos de la pobre mujer enamorada se agudizaron cuando, de un empujón la hizo entrar al salón oscuro, muy tarde decidió entrar en conciencia para saber que la intenciones de su supuesto príncipe azul eran bastante negras, si su situación terminaba en violencia debía de tener los músculos preparados y la cabeza fría para poder reaccionar. Terminaría con el corazón roto y llorando por Aomine pero no pondría en juego su dignidad y su cuerpo.

–Cuando lidias con el amor ocultarlo no cuenta como opción.

Fue una frase simple que inculpaba directamente a ella, la dejaba en descubierto como si se tratase de un delito; trató de ocultar su rostro con sus manos, pero es imposible, sin querer rodaban lagrimillas de sus ojos, por la vergüenza que estaba pasando, en su interior ya experimentaba un completo ataque de pánico.

Eran unas palabras sencillas, pero estaba sufriendo, sin saber exactamente de qué, sería la necesidad de ponerse melodramática y crear un énfasis más intenso a su situación, ya que, él, aquel que no se molestaba en al menos recordar su nombre la tenía acorralada entre esos brazos perfectos y fuertes. Su palpitar aceleraba tanto que lo sentía retumbar en sus oídos como una bomba a punto de explotar. Era demasiado débil para seguir soportando eso.

No lograría resistirse un segundo más y se lanzó con los brazos extendidos hacía el moreno, no titubeó en hacerlo, en lugar de escapar decidió exponer toda su vulnerabilidad, escogió llevar una carga en la espalda que siempre recordaría como el día en el que fue tonta y rechazó el poder proteger su moral.

«Sólo no me sueltes» repetía en su conciencia, pues su garganta estaba conteniendo un nudo capaz de quitarle la respiración si apenas abriera la boca.

Tal vez no era visible a los ojos de la muchachita, pero la sonrisa de orgullo de Aomine se expandía cada vez más al mismo tiempo que crecía la omnipotencia de su increíble ego, ese momento la empatía de él era lo de menos y la opacaba el deseo de tenerla, a ella, de aquella forma, así de indefensa, como un objeto de su pertenencia. Que no gozaba de derechos ni posesiones más que él.

El más alto elevó la mirada de la mujer sosteniéndola del mentón con sus dedos y vio de inmediato a las gotitas brillantes y húmedas de rodaban por sus mejillas.

– ¿Lloras porque acabas de entender que soy más importante que tu dignidad? –le dijo con un tono de voz demasiado suave y tierno, viniendo de un diálogo tan cruel, y no obstante estaba acertado.

Ya no tenía la voluntad suficiente para poder hablar, ese hombre irresistible, resultaba ser tan carente de corazón. En su interior todavía quedaba una parte que aún no había sido atontada por su amor, le imploraba a gritos que se fuera, porque si se quedaba, despertaría el asco de ella misma en el futuro, que seguiría de un odio creciente hasta devorar la última gota de su autoestima. Pero de pronto, el detonador de la situación, estalló. Cuando los labios delgados y suaves del moreno presionaron primero en la frente de la joven, luego suavemente yacían en su párpado derecho; bajó hasta la mejilla y apenas rozó la comisura de sus labios.

Todo desapareció cuando la mujercita opuso su resistencia y se dejó vencer por la seducción del varón, atacó a su boca con la suya, las manos del moreno se movían solas entre las curvas de su nueva amante y la despojaba sin dificultades de sus prendas, no importaba que cayeran sobre el frió suelo de madera, el intenso deseo carnal por el que Aomine pasaba parecía prender fuego en su cuerpo y que en cualquier momento todo se quemaría.

Mas lo que lo mantenía prendido no solo era su lujuria, él podía echarse un polvo con cualquier mujer pero todas, en algún momento durante el coito, quisieron sentir la dominación de tenerlo bajo su propio poder. Aquello, para él, era insoportable. Por eso, conocer a _, había sido como encontrar un premio; alguien delicada y frágil, tan fácil de manipular, que incluso a ataduras se quedaría con él. Lo que sentía no era exactamente amor, era más parecido a aquello que uno siente cuando se le da lo que quiere sin haberlo pedido.

No podía estar más contento con lo que tenía ganado.

Lo que acababan de hacer no podía ser llamado como hacer el amor, aquello sonaba demasiado formal y bueno. Definirlo solo como sexo tampoco encajaba a la perfección. Para uno era una liberación de deseo contenido por mucho tiempo. Para otra era la señal de supuesto amor que finalmente pudo ser revelado.

Y hubo más diferencias cuando el moreno dejó salir las palabras que sentenciaron al comienzo de una dulce pesadilla para la mujer.

–No creo que sea necesario decirlo pero te lo dejaré claro –dijo tornando en su faz una mirada vacía y estoica –El único que puede tenerte soy yo. Estarás en problemas si te encuentro con alguien más, incluso si solo estás viendo.

Se reflejaba en sus ojos el miedo de ser amenazada, de que algo le pasara, sabía que no merecía ayuda, lo que pasase en adelante lo guardaría para siempre reprocharse del peligro en el que decidió exponerse y recordarse que el amor jamás es premiado como se debe. Estaba claro que los romances oscuros no son solo en las historias.

Lo último que quería tener fuera de dudas fue respondido con la mayor falta de sentimientos y humildad.

– ¿Por qué lo haces?

Por que puedo.

.

.

.

Sí, aquí termina :'v

Y qué tal?! Cortísimo lo sé 7n7 me pasé con el masoquismo del lector? bueh :'v no soi 100tifiko! *c mata* los capítulos irán por el orden de mis personajes favoritos B( por lo que el siguiente de mi tortura será Kise (y va sufrir :v)

Pero volvamos al tema! Te gustó la historia? Si? No? Volvete a wattpad? Dejenme un review, se los agradacería mucho UuU

Jimurroh se va, mangas de Harada para todos! :B