Sinopsis:
Hermione regresa a Hogwarts para cursar su último curso después de la guerra.
Las cosas en el colegio han cambiado y ahora las clases de estudios muggles son obligatorias, incluyendo viajes al pasado para vivir de primera mano cómo se entrelaza el mundo mágico y el muggle en la historia e incluso prácticas en el mundo muggle.
¿Sobrevivirán Hermione y sus amigas al último curso?
Hermione admiraba el bullicio que producía la gente que corría animada por la estación de King Cross. Desde que había acabado la guerra, se había dicho a si misma que iba a disfrutar de cada pequeño momento que le diera la vida, pues todo se podía acabar en un efímero segundo.
Agitó la cabeza y miró a Harry, sonriente. No quería seguir pensando en las perdidas, pues ya había llorado bastante. No es que quisiera olvidarlos. Fred, Tonks, Lupin… todos iban a acompañarla para siempre en su corazón, pero hoy la alegría de volver a Hogwarts a realizar su último curso podía con todo.
–vamos Hermione, hemos quedado junto al último vagón del expreso – le dijo Harry cuando llegaron al andén 9 y ¾. Cuando ella asintió, el moreno cruzó el muro cargando el baúl de la chica.
La castaña miró a su alrededor, cerciorándose de que nadie la vería desaparecer, y apareció en un entorno totalmente distinto, donde alumnos de todas las edades, algunos ya con sus túnicas, sonreían y se despedían de sus familiares.
–vamos – la instó Harry, guiándola entre el gentío, mientras saludaban a algunos conocidos y Harry intentaba pasar desapercibido entre todas las personas que esperaban agradecerle lo que había hecho por la comunidad.
Una cabellera pelirroja tiró de Harry, sacándolo de entre dos magos que no dejaban de apretar sus manos mientras se deshacían en elogios.
–te gusta demasiado ser el centro de atención allá donde vas, Harry – le dijo Ron golpeándole la espalda. Los ojos azules del chico se toparon con los miel de Hermione, y aunque ella no dejó de observarlo, Ron tuvo que mirar un momento sus pies para después volver a enfrentar a su amiga.
–Hermione – dijo como siempre – espero que en tu baúl lleno de libros hayas dejado algo de sitio para tu ropa – dijo riendo.
La castaña no tuvo tiempo de contestar ni de analizar el comportamiento de su amigo, con el cual se había besado hacia algunas semanas en la cámara de los secretos, pues Ginny la abrazó con fuerza en cuanto la localizó.
–¡Hermione! No puedo creer que tú y yo vayamos a estar en el mismo curso – dijo emocionada, aunque la castaña sabía que parte de esa forzada felicidad era para hacer ver a su familia que estaba superando la muerte de su hermano, lo cual le estaba costando bastante. – ojala Luna pudiera pasarse a Griffindor, entonces lo pasaríamos genial las tres juntas. ¡mira, allí esta!
Hermione saludó también a Molly y Arthur y no hubo mucho más tiempo antes de que el expreso diera el primer aviso y los alumnos se precipitaran al interior.
–¿seguro que no vais a venir? aun no es tarde – les dijo Hermione a sus amigos. No podía imaginar Hogwarts sin ellos.
–¿poder entrar en la academia de aurores sin tener que hacer los exámenes más difíciles de Hogwarts? – dijo Ron – no tengo demasiado que pensar, Hermione. – dijo sonriendo. Hermione volvió a estudiar su expresión, intentando averiguar que pensaba de lo que pasó entre ellos, pues él nunca comentó nada más, y ahora… iban a separarse durante mucho tiempo.
–Hermione, estudiar es lo tuyo, nosotros estaremos mucho mejor así, y nos veremos pronto – añadió Harry – sé que Ginny te cuidará más que nosotros – dijo mirando a la chica, que apartó la mirada al instante, cohibida.
–Claro… – murmuró.
Harry se rascó la nuca, incomodo.
–os escribiré a las dos – dijo el moreno, mirando a la pelirroja, que por fin le sonrió con algo más de seguridad.
Hermione abrazó con fuerza a sus dos amigos al escuchar el último aviso, y Ginny hizo lo mismo, despidiéndose también de sus padres. Luna agito la mano, sonriente, antes de desaparecer en el vagón.
–¿habéis visto a alguien más de mi curso? – interrogó Hermione mientras se acomodaban en el compartimento.
No es como si estuviera repitiendo un curso o algo así, pero los de su curso no estaban obligados a volver, y ella tendría que ir a clase con los del curso anterior al suyo. Se sentiría raro después de tantos años con las mismas personas, y ver caras conocidas, a parte de las de Ginny y Luna, le gustaría.
–yo vi a Neville, pero salió corriendo al verme – dijo Luna encogiéndose de hombros y sacando el último número del quisquilloso.
–¿y eso por qué? – preguntó Hermione sorprendida.
–quizá se siente avergonzado por el beso que me dio en la batalla de Hogwarts. – dijo la rubia encogiéndose de hombros.
–¡que te beso? – casi gritó Ginny – ¿y porque no nos dijiste nada? – bajo la voz.
–no le di importancia, supuse que fue por la excitación del momento.
–Luna, Neville nos dijo a Harry y a mi durante la batalla que estaba locamente enamorado de ti. Te estaba buscando para decírtelo. – sonrió Ginny.
–oh… que tierno ¿no? – sonrió la rubia, inclinando un poco su revista para leer mejor una parte.
Hermione y Ginny se miraron.
–pero… ¿a ti te gusta? – indagó Hermione.
–claro, es un chico genial, muy valiente. Un poco tímido también. – comentó – y nos hicimos buenos amigos durante el curso.
–Hermione se refiere a si te gusta como pareja, para salir con él. – aclaró Ginny.
Luna las miró alternativamente.
–cuando imagino al Neville del futuro, lo imagino en una tranquila casa, con un par de niños jugando a sus pies y una mujer haciendo una deliciosa cena para su familia. – les contó – cuando me imagino a mí, me imagino viajando por el mundo en busca de todas las especies que quiero ver antes de morir – sonrió soñadora – tengo aquí la lista – la rubia sacó de su bolsillo un pergamino enrollado, que al rodar tocó el suelo.
–vaya, es bastante larga… – suspiró Hermione. Seguramente la mitad de cosas que había apuntadas en esa lista no existían.
–me temo que iré sola a ese viaje – sonrió volviendo a enrollar la lista – no creo que encuentre a alguien capaz de acompañarme en mi locura – dijo riendo.
Sus amigas sonrieron. Tenían muy claro que Luna no estaba loca, solo era un poco fantasiosa, y una fabulosa bruja y amiga.
Hermione se centró en Ginny.
–¿y tú y Harry?
–bueno, ya lo conoces, ha estado centrado en muchas cosas, ha tenido millones de reuniones. – Hermione enarcó una ceja – pero sé que me quiere, durante la batalla me besó un par de veces – Ginny bajó la mirada.
–¿Qué ocultas? – le preguntó Hermione. La conocía bien.
Luna dejo su revista a un lado. También conocía a Ginny, y había algo que la preocupaba.
–creo que las veces que me besó, fue más por mí que por él. – sus amigas la miraron sin comprender – quiero decir, él sabía que iba a morir, y pensaba que si eso ocurría yo debía quedarme con la sensación de que él me quería.
–¿Por qué piensas eso? – preguntó Luna
–por sus besos. Eran… distintos…
–bueno… estábamos en medio de una guerra. – intentó defender Hermione a su amigo.
Ginny hizo lo que hacía siempre: guardar sus sentimientos y sonreír.
–tienes razón, serán cosas mías.
Hermione le sonrió de vuelta y volvió la vista al paisaje que pasaba a toda velocidad por la ventana. No había contado a sus amigas lo que pasó con Ron en la cámara de los secretos y, por lo que parecía, Ron tampoco había dicho nada a nadie. Se preguntó por qué los dos habían guardado ese beso en secreto. Cuando pensaba al respecto, solo habían sentimientos encontrados, y un deje de incomodidad al fondo que no lograba explicarse. Ron le gustaba ¿no?
Charlaron de algunas cosas, evitando siempre ciertos temas incomodos, como la guerra, la gente que faltaba e intentando imaginar cómo sería su nuevo curso, cuando comenzaron a ver la silueta del castillo a lo lejos. Estaban llegando.
Bajaron de las primeras, debido a la excitación de Hermione por poner los pies de nuevo en su queridísimo castillo, y apenas tuvo tiempo de saludar a Dean y Seamus antes de elegir un carruaje tirado por los seres mágicos que ahora todas ellas eran capaces de ver.
Se quedaron unos segundos en silencio observando al animal que les devolvía una mirada triste, como si sintiera pena de que ellas hubieran pasado por algo que les permitiera mirarlo directamente a los ojos.
—¡Hermione! – la llamó alguien, haciéndola voltear – que alegría saber que no soy la única chica de nuestro curso en griffindor – le dijo Parvati Patil llegando hasta ella y dándole un abrazo rápido. Neville se acercaba por detrás, saludando con la mano, algo cohibido – aunque estaba al 97% segura de que te vería aquí.
Ambas chicas rieron mientras Parvati saludaba a las que serían sus nuevas compañeras de curso.
—también me alegra ver caras conocidas. Ya este curso iba a ser de por si extraño — Hermione se dirigió a su tímido amigo — ¿vas a saludarme como es debido? – le preguntó bromeando.
Neville por fin sonrió, dejo de mirar a Luna de reojo y abrazó a su amiga, al igual que a Ginny, con quien también había compartido tanto. También abrazó a Luna, de forma bastante torpe y cuando se separaron estaba rojo como un tomate.
—Neville… tienes la cara… — comenzó Parvati, pero Ginny decidió salvar a su amigo.
—¿Por qué no compartimos carruaje? Alguno aquí se harán pipí de la emoción como no nos pongamos pronto en marcha – dijo riendo.
—si lo dices por mí, no iba a hacerme pipí — comentaba Hermione sonriendo mientras todos reían y recorrían el camino que les separaba de Hogwarts.
Hablaron durante el pequeño trayecto, pero cuando comenzaron a caminar hacia las puertas principales del castillo, lo hicieron en silencio, cada uno con su propio duelo.
Prácticamente ningún alumno a su alrededor podía hablar, todos miraban a su alrededor en silencio, intentando reconocer el castillo como el que sería su hogar durante el curso, y no como el que había sido un campo de batalla hacia algunas semanas.
Hermione tuvo un sinfín de sentimientos rondándole el estómago: el agradecimiento a esas paredes de piedra que les resguardaron, la gratitud a esas armaduras, ahora estáticas, que les defendieron, la magia que se palpaba en el ambiente no era como antaño, pero estaba ahí, podía sentirlo. Todo era emoción hasta que entró en el gran comedor.
Cuando lo hizo no vio las cuatro mesas que estaban dispuestas para recibirles, sino hileras de cadáveres tapados con mantas, a sus amigos alrededor de los cuerpos sin vida de Lupin, Tonks y Fred.
Buscó a Ginny con la mirada, a su lado. La pelirroja tenía una mano sujetando su estómago y estaba tan blanca como la pared. Parecía ver lo mismo que ella. Se llevó otra mano a la boca, como si estuviera a punto de vomitar y salió corriendo en dirección contraria.
Entrar de nuevo en el lugar en el que vio con vida a su hermano por última vez, para unas horas después comprender que jamás volvería a ver su sonrisa juguetona, a escucharle, a ser testigo de sus bromas, era demasiado para ella. Creía que iba a poder controlarlo, pero por lo visto no era tan fuerte.
Necesitaba encontrar un baño urgentemente, pues ya tenía en la boca el sabor de la bilis, pero sortear a la marea de personas que iban en dirección contraria y con los ojos anegados en lágrimas, no le estaba resultando demasiado fácil.
Chocó contra algo duro, pero no lo suficiente como para hacerle daño. Levantó la vista encontrándose con los ojos marrones de un chico de color. Supo que no aguantaría más y que iba a vomitar encima de aquel pobre estudiante.
El chico pareció darse cuenta de la situación, porque la agarró de un brazo y la volteó con rapidez.
En escasos segundos estaba en una esquina, vomitando sobre una maceta y con alguien tras ella sujetándole el pelo. ¿podía ser más bochornoso su primer día?
Las arcadas fueron remitiendo y Ginny, exhausta, se sentó en el suelo, limpiándose las lágrimas de los ojos.
El chico al que casi vomita se puso de cuclillas frente a ella.
—con el tiempo será más fácil — la pelirroja le miró. Parecía un chico triste. Lo conocía de vista, por supuesto, pero ahora mismo no estaba para recordar más detalles. – o eso es lo que dicen.
Le tendió un pañuelo.
-gracias… — logró murmurar ella, apoyando la cabeza contra la pared y limpiándose.
El chico se levantó, limpió la planta con su varita y desapareció de su vista.
Ginny respiró hondo un par de veces, tratando de mentalizarse de que debía ser capaz de entrar en el comedor y repitiéndose "yo puedo" como un mantra. Siempre se habían considerado una chica fuerte, y debía serlo, pero resultaba difícil.
Había dejado de escuchar los pasos de sus compañeros, por los que ya todos debían estar en el comedor, pero a ella aun le faltaba un poco para acabar de serenarse y prepararse mentalmente.
—¿estás bien? — la voz de Luna la sacó de sus pensamientos.
Cuando abrió los ojos, encontró a sus dos amigas frente a ella.
—podemos quedarnos aquí, Ginny – dijo Hermione.
—será un poco incómodo desayunar, comer y cenar aquí todos los días – comentó con un intento de sonrisa.
Sus amigas continuaron serias. Esta vez no podría engañarlas con una sonrisa y una frase irónica, así que hizo lo que de verdad necesitaba y rompió a llorar.
Luna la abrazó con fuerza mientras Hermione le frotaba la espalda con consuelo al tiempo que con la otra mano intentaba evitar el temblor de sus propios labios. No podían ponerse todas a llorar.
—no puedo superarlo, no soy capaz, o quizá no sepa hacerlo, pero me duele demasiado su ausencia.
—no es algo que se supere Ginny, solo aprendes a vivir con ello — dijo Luna.
—es que no es justo, él no debía morir. Tenía toda la vida por delante.
—tienes razón, no es justo. Nada de lo que ha pasado recientemente es justo… — Hermione no sabía que más decir. No podía decirle que no es justo, pero ha pasado y ya nada se puede hacer al respecto ¿Cómo consolarla?
—me atrevo a decir que a Fred Weasley no le gustaría ver a su hermana sufriendo de esta forma por él – las tres chicas levantaron la vista. Minerva Mcgonagall estaba de pie a unos metros de ellas. Se acercó con pasos silenciosos, haciendo gala de sus movimientos felinos — creo conocer a ese chico después de tantos castigos con ellos e incluso a veces conseguían hacerme reír a mí, y les aseguro que eso es muy difícil, y más durante un castigo. — las tres chicas sonrieron levemente — también se la devoción que sus dos hermanos tenían por usted, señorita Weasley, sé que le gustará verla feliz desde el otro lado.
—pero no puedo entrar ahí — murmuró Ginny.
—¿va a decirme que es capaz de luchar cara a cara con la loca de Lestrange y no es capaz de entrar a una simple habitación?
Las chicas soltaron una pequeña carcajada al escuchar hablar así a su profesora más estricta, y ahora directora.
—creo que tiene razón. No estoy actuando como a él le gustaría.
—pues derechitas al comedor. Tengo un discurso que dar y no lo haré sin todos mis alumnos presentes.
Desapareció tan silenciosa como había aparecido.
—Fred y George odiaban que fuera tan silenciosa. Juraban que les espiaba convertida en gato, si no, no se explicaban como siempre les pillaba con las manos en la masa. Las veces que conseguían llevar a cabo algún de sus bromas es porque tenían el mapa del merodeador a mano —Ginny contaba esto con una sonrisa. — bien, vamos.
La pelirroja se puso en pie, acabo de limpiarse los ojos e instó a sus amigas a caminar hasta la puerta. Se quedaron paradas frente a ella.
—¿estas lista? – le preguntó Hermione.
—pues necesito urgentemente un zumo de calabaza para quitarme el mal sabor de boca, y solo lo conseguiré si cruzo estas puertas.
—bien, céntrate en eso —le aconsejó Hermione y las tres atravesaron las puertas, dirigiéndose a la mesa griffindor.
Al parecer se habían perdido la ceremonia de selección, pues los más pequeños ya disfrutaban de la cena junto con sus nuevos compañeros de casa.
Neville les hizo una señal y entre él y Dean les hicieron un hueco a Hermione y Ginny. Luna se había tenido que ir a su mesa, y por eso el moreno ya no se mostraba tan nervioso.
—¿todo bien? – preguntó el joven, preocupado por los ojos de su amiga a juego con su pelo.
—todo controlado — contestó la pelirroja llenando su vaso.
Ginny consiguió cenar y distraerse algo con la charla de sus compañeros, y cuando se quisieron dar cuenta, Mcgonagall les pedía silencio para dar el discurso de inicio de curso.
—Como la nueva directora del colegio Hogwarts de magia y hechicería, estoy a cargo de dar el discurso de bienvenida a este nuevo curso. Sé que nunca igualaré a vuestro querido Dumbledore, y que echareis de menos sus palabras y que os hiciera reír, pero intentaré estar a la altura del puesto y serviros de guía, junto a mis compañeros, durante vuestra etapa escolar. Los últimos acontecimientos han dañado nuestra alma, y nuestros corazones están rotos, pero si me permiten utilizar las palabras de nuestro sabio director: "no sintáis pena de los muertos, si no de los vivos y sobre todos de aquellos que viven sin amor". Pues el amor es la mayor fuerza que podréis encontrar para lograr seguir adelante con vuestras vidas. — hubo unos segundos de silencio en los que la directora repasó con la mirada a todos sus alumnos. Eran menos que otros años, pero seguían siendo el futuro — Tengo el deber de educar a las nuevas generaciones, y eso me lleva a intentar evitar que tropecemos de nuevo con la misma piedra. Por ello, este curso se han implementado unas nuevas normas obligatorias: se han eliminado las contraseñas de las casas. Todo alumno puede entrar y salir de las salas comunes a placer, pero se incorporarán nuevas contraseñas en las habitaciones que solo conocerán los residentes en ellas. Lo mismo ocurrirá en el gran comedor, cada alumno puede desayunar, comer y cenar en la mesa que quiera. Pueden empezar ahora, si lo desean. — varias personas se levantaron de sus asientos y fueron a reunirse con amigos de otras casas, entre ellas Luna, a la que Ginny y Hermione le hicieron un hueco entre ellas. Neville volvió a ponerse tenso, pero sonrió a Luna de vuelta cuando esta lo hizo. — Pues si ya están todos más cómodos, les hablaré de la última de las novedades: a partir de este curso la clase de estudios muggles será obligatoria para todos los cursos, y con prácticas para los alumnos de séptimo.
Los murmullos no tardaron en hacerse oír.
—¿prácticas en el mundo muggle? Suena divertido — comentó Parvati, a lo que sus compañeros asintieron conformes.
—antes de que acabe la noche deberán formar grupos de tres personas, apuntarlos en un pergamino y dejarlos en esta urna de aquí. Como verán, los grupos para las clases de estudios muggles serán reducidos para una mejor comprensión y asimilación. Mañana por la mañana, cuando les entreguemos los horarios, podrán comprobar cuál es su aula. — la directora volvió a observar a sus alumnos.
Parvati hizo una señal a su hermana Padma diciéndose que irían juntas.
—está claro que formaremos grupo, ¿no? – les dijo Hermione a sus amigas, que asintieron.
—creo que tendremos una buena ventaja contigo, Hermione – se rio Ginny.
—ahora quiero presentarles a un antiguo compañero, y ahora profesor de estudios muggles: Oliver Wood.
Oliver se levantó, haciendo una leve reverencia a los estudiantes ante el entusiasmo de la parte femenina.
—Oh, Merlín, si es tu amor platónico – murmuró Parvati a las chicas y refiriéndose a Hermione.
—¿Cómo? – se interesó Ginny.
—Por favor, solo dije que me parecía un chico muy inteligente y con ambición.
—y que estaba cañón. – añadió Parvati.
—bueno, es que está bastante cañón – reconoció Ginny.
—no, dije que era guapo. Nada más. Dejadme en paz, Mcgonagall va a hablar de nuevo.
Y es que Hermione no iba a reconocer que si tuvo un ligero enamoramiento con el ex capitán del equipo de quidditch de griffindor.
—y como últimas palabras, solo quiero añadir: Papanatas! Llorones! Baratijas! Pellizco! — dijo la directora sonriendo mientras los alumnos reían por la referencia a lo que solía decir el antiguo director y aplaudiendo a la nueva directora.
—creo que Mcgonagall lo hará muy bien como directora – comentó Luna aplaudiendo — igual de bien que lo hace como gato —añadió haciendo reír a los presentes.
El pequeño grupo de griffindors y Luna charlaron un poco más. Las tres amigas fueron a dejar el pergamino con sus nombres apuntados y salieron del gran comedor.
—mirad, parece que Draco Malfoy también ha decidido volver a Hogwarts — dijo Ginny cuando salieron del comedor y lo vio en el hall junto al chico que antes le había ayudado. Era un Slytherin.
Hermione puso mala cara.
—Por lo menos parece que ya no va pavoneándose por ahí con esos aires de grandeza como príncipe de Slytherin — comentó la castaña — es más, veo su grupo bastante reducido.
—teniendo en cuenta que la mitad de sus compañeros están en Azkaban… — añadió Luna.
—vámonos – dijo Hermione girando la cara cuando él la miró.
Es cierto que, junto con Harry, había testificado a su favor para salvarlo de Azkaban a él y su familia, pero eso no quería decir que quisiera tenerlo cerca. Si podía evitarlo todo el curso, más que mejor. De todas formas, no creía que se atreviera a insultarla de nuevo.
Se despidieron de Luna y quedaron en recogerla en su sala común al día siguiente por la mañana, ya que a partir de ese momento podrían hacerlo libremente sin que nadie les invitara.
—creo que estoy agotada — dijo Ginny metiéndose en su cama. Compartía la habitación con Hermione y Parvati. Está ultima ya estaba bostezando.
—demasiadas emociones — reconoció Hermione. — mañana será más fácil. — la castaña se acurrucó bajo las mantas. Al notar la calidez de su almohada se dio cuenta de que también estaba muy cansada.
Este año sería distinto. Ya no tendría a Harry y Ron pegados a ella, pero tendría a Ginny y Luna. Puede que saliera ganando con el cambio: ya no tendría que hacer deberes para tres, ni obligar a estudiar a nadie, ni evitar ciertos temas, ni explicar porque ciertos días su humor estaba algo cambiado. En fin, los echaría de menos, pero aguardaba con ansias el nuevo curso con sus amigas.
