Era un día soleado en Nanimori. Ryohei Sasagawa, quien se había levantado algo antes de lo normal para ir al instituto, tenía la intención de salir a correr por el barrio para empezar la sesión de entrenamiento del día. Bajó las escaleras rápidamente sin despertar a su hermana, Kyoko, e inició su calentamiento por un camino algo distinto.

Ryohei estaba muy contento ese día, demasiado contento, como si tuviera la impresión de que algo genial fuera a pasar. Dentro de tres días se organizaba el torneo municipal de boxeo, en el cual Ryohei participaba como representante de su instituto, por ello debía entrenar mucho más duro en aquellos días. Pensando todas estas cosas, no se dio cuenta que su trayecto se desvió más de lo que pretendía, y acabó chocándose contra un chico que pasaba por allí, el cual parecía distraído también. Ryohei se levantó rápidamente y ayudó al chico a levantarse también mientras se disculpaba. Ya conocía a aquel chico.

Ehh… ¿Takeshi Yamamoto? – Dijo Ryohei mientras el chico terminaba de levantarse.

Hola, Sasagawa, estaba muy distraído pensando en el partido de béisbol de ayer – Dijo Takeshi con su típico gesto de despreocupación y cogiendo el bate de béisbol y el guante que se le había caído a pocos centímetros.

Vaya, parece que los dos hoy estamos muy distraídos – Dijo Ryohei mientras se reía. Takeshi rió con él.

Eso creo, por cierto, ¿el torneo de boxeo es dentro de poco verdad? Te deseo mucha suerte, Sasagawa – Dijo Takeshi con gesto alegre y de ánimo.

Sí, gracias, Yamamoto… ¡¿te apetece entrenar un poco corriendo por el barrio conmigo AL EXTREMO? Aún queda bastante para que empiecen las clases! – gritó Ryohei con gran entusiasmo.

Suena genial, vale – Dijo Takeshi con una gran sonrisa.

Ambos empezaron a correr por el barrio mientras hablaban animadamente de sus respectivos entrenamientos. Aunque llevaran bastante tiempo siendo guardianes Vongola, apenas habían tenido tiempo para hablar a solas y tratarse más personalmente. No sólo como compañeros, sino como amigos. A los pocos minutos, ambos conectaron tan bien que dejaron de correr y se limitaron a andar tranquilamente mientras hablaban.

Sin darse cuenta, dejaron de hablar de deporte y empezaron a hablar de asuntos más personales.

Sasagawa, nunca te he preguntado esto, pero ¿cómo te hiciste esa cicatriz de la cabeza? – Preguntó Takeshi algo preocupado.

… fue por proteger a mi hermana, Kyoko – Recordó Ryohei.

¿Qué le pasó a Kyoko? – Insistió Takeshi.

Bueno… en la escuela primaria, habían unos chicos a los que yo no les agradaba mucho, utilizaron a Kyoko para atraerme a una trampa y empezaron a golpearme duramente, se me quedó esta cicatriz después de la pelea – Dijo Ryohei.

Protegiste a tu hermana tal y como lo hace un auténtico Guardián del Sol, ya veo por qué te eligieron como Guardián del Sol, realmente estás hecho para ello – Dijo Takeshi despreocupadamente mientras seguía sonriéndole a Ryohei.

¡Por supuestp, mi trabajo es protegeros a todos AL EXTREMO, y por supuesto a ti también si se diera el caso! – Volvió a gritar Ryohei con gran entusiasmo.

En ese instante, se dieron cuenta de que acaban de llegar al instituto, y faltaban quince minutos para que comenzaran las clases. Ambos se quedaron muy sorprendidos. Habían estado hablando durante casi media hora sin parar, iban a llegar tarde al instituto. No habían traído las mochilas ni se habían duchado antes de ponerse la ropa del instituto, por lo que salieron disparados hacia sus respectivas casas mientras se despedían.

Ryohei llegó a su casa bastante acalorado. Se encontró de golpe con su hermana Kyoko, quien lo observó detenidamente. Kyoko le dijo con enfado que fuera corriendo a vestirse y a ducharse para ir al instituto. Ryohei asintió rápidamente, entró en el baño, se desvistió y se metió en la ducha.

Yamamoto es un chico bastante más profundo al que imaginaba – Pensó Ryohei. – Aunque por fuera muestre esa fachada de despreocupación, en el fondo se preocupa mucho por sus amigos y por eso nos anima tanto a perseguir nuestros objetivos, es un tipo genial, espero poder hablar con él más a menudo…

De repente, se fijó en que se había quedado bastante rato pensando y se le había pasado el tiempo. Terminó de ducharse, se vistió con el uniforme del instituto y salió disparado con la mochila hacia allá. Al llegar a la puerta, vio como Takeshi entraba en el instituto… "¿cómo puede haber tardado tanto en llegar…? ¿… se habrá distraído mientras se duchaba también?".

Entró en su clase exhausto y su profesor de lingüística japonesa le regañó por su enorme retraso. Al igual con Takeshi, su profesora de matemáticas tampoco parecía nada contenta por tal retraso- A ambos se les encomendó ir al aula del comité disciplinario por la tarde, para el respectivo castigo.

¿Qué ha pasado, Yamamoto? ¿Por qué has llegado tan tarde a clase? – Preguntó Tsuna con curiosidad por su amigo.

Ah, es que esta mañana me encontré con Sasagawa mientras entrenaba, y nos entretuvimos charlando – Se excusó Takeshi, como siempre, despreocupado.

Ah… - Dijo Tsuna.

Jé, el "Cabeza de Césped" siempre causando problemas – Criticó Gokudera.

No es culpa suya, Gokudera, simplemente ha sido un despiste – Le dijo Takeshi a Gokudera.

Al terminar las clases, Takeshi salió de su aula y se dirigió hacia la del comité disciplinario, donde seguramente les esperaría Hibari bastante enfadado por haber llegado tarde. Takeshi prefirió pensar que a lo mejor el castigo no sería tan duro.

Por el camino, se encontró con Ryohei, a quien también le habían enviado al aula del comité. No quisieron hablar mucho, simplemente se saludaron levemente y se posicionaron delante de la puerta del comité. La abrieron y se encontraron con Hibari. Estaba mirando por la ventana, observando a los alumnos que salían del edificio, atento a que no causaran ningún desperfecto.

Así que… - empezó a hablar Hibari sin observar a los dos chicos – Vosotros dos habéis sido los que han llegado extremadamente tarde, ¿no herbívoros? Os llamáis Ryohei Sasagawa y Takeshi Yamamoto ¿no?

¡Hibari, no hagas como si no nos conocieras de sobra! – Gritó Ryohei sin querer.

Claro error. Ryohei acababa de provocar a Hibari, lo cual no podía presagiar nada bueno. Hibari no tenía piedad. Se acercó lentamente hacia Ryohei, bastante serio, sin duda muy enfadado, y cuando estuvieron cara a cara le dijo.

Si has incumplido las reglas no tienes nombre para mi, herbívoro – dijo Hibari mientras le miraba con furia a sus ojos plateados - debéis limpiar la primera planta del instituto, ese será vuestro castigo. Y no os está permitido hablar.

Ryohei y Takeshi asintieron y fueron al cuarto de limpieza para recoger los utensilios necesarios para ponerse a arreglar el primer piso.

Lo siento, Yamamoto, no quería causarte problemas – Susurró Ryohei para que Hibari no le oyera.

No te preocupes, hablar con un buen amigo siempre merecerá la pena – Susurró Takeshi, apático.

Ryohei sonrió y empezó a barrer la primera planta junto a Takeshi sin dirigirse la palabra mientras Hibari los observaba atentamente. Una hora después, tras secarse la planta después de haberla fregado, Hibari les dio permiso para que se fueran, no sin antes darles el ultimátum de que los mordería hasta la muerte si volvían a llegar tarde a clase.

En cuanto salieron del edificio, Ryohei y Takeshi empezaron a hablar de nuevo, animadamente, como si no hubiera pasado nada de tiempo desde aquella mañana. Estaban muy a gusto hablando de todo, y se preguntaron cómo es que nunca antes habían mantenido una charla así.

Bueno, mejor tarde que nunca para desarrollar una gran amistad, Sasagawa – dijo alegremente Takeshi – Quiero decir… Ryohei.

Claro… ¿me acabas de llamar por mi primer nombre? – Le preguntó Ryohei a Takeshi.

Por supuesto, los buenos amigos deben llamarse por su nombre, ¿no crees? – dijo Takeshi alegremente.

¡Por supuesto, somos amigos AL EXTREMO, Takeshi! – dijo animadamente Ryohei.

Ambos rieron durante un buen rato hasta que se despidieron para dirigirse cada uno a sus respectivas casas. Kyoko, quien había estado esperando a Ryohei en la puerta de casa, empezó a regañar a Ryohei mientras éste se disculpaba como podía.

Deberías portarte mejor mientras papá y mamá no están – Replicó Kyoko – Y en vez de entrenar tanto también podrías ayudar algo en casa, hoy he invitado a Chrome a merendar, la pobre pasa demasiado tiempo sola.

Claro, claro, perdóname Kyoko, es que me entretuve hablando con Takeshi Yamamoto, nos hemos hecho amigos AL EXTREMO ¿sabes? –dijo Ryohei

Entiendo, me alegro que te hayas hecho tan amigo de Yamamoto – dijo Kyoko alegremente – no hagamos esperar más a Chrome, estamos haciendo un pastel entre las dos.

¿Otro pastel más…? – Pensó Ryohei.

Entraron en la cocina, donde Chorme saludó a Ryohei tímidamente, y Ryohei le devolvió el saludo bastante más animadamente. Al rato, Ryohei subió a su cuarto y se sentó mirando por la ventana de su cuarto hacia la casa de Takeshi. La verdad es que si que se llevaban genial, miró hacia la mesa de noche y recordó una foto que vio cuando fue al futuro. Siempre le pareció algo absurdamente imposible lo que vio en la foto. Pero… ¿y si al final…? No, absolutamente imposible, ellos dos sólo eran amigos, pensar en que empezaran a salir y a ser algo más era una cosa absurda, eran amigos, buenos amigos, nada más.

Tras pensar en todo ello, empezó a golpear su saco de boxeo para prepararse para el torneo. No quería seguir pensando en ello. No podía seguir pensando en ello. Haría el ridículo si le comentara lo que vio en el futuro, todo era más fácil como amigos. Treinta minutos después, Kyoko le llamó para que bajara a comerse el pastel con ellas, pero a él se le había quitado el hambre. Las dejó solas y se acostó en su cama intentando relajarse… pero por alguna razón, no podía.

Mientras tanto, Takeshi había llegado a su casa también, y le había explicado a su padre todo lo ocurrido. Al principio estaba algo enfadado cuando le contó que había llegado tarde a clase, pero se fue relajando conforme le contaba el resto de la historia. El padre de Takeshi miró fijamente a los ojos de su hijo, y tras un leve suspiro, le dijo a Takeshi se fuera a su cuarto mientras sonreía.

Takeshi se pasó varias horas tumbado en la cama, pensando en su recién fortalecida amistad con Ryohei, se sentía muy contento por tener un amigo tan apasionado por el deporte como él, por lo que decidió que mañana se desviaría un poco de su típico camino para ir al instituto. Sólo para hablar un rato con él. Sí, sería un buen plan.

A la mañana siguiente. Takeshi salió de su casa tras despedirse de su padre (quien seguía sonriendo levemente) y se dirigió hacia la casa de los Sasagawa, donde justo se encontró con el propio Ryohei saliendo de ella.

¡Ryohei, buenos días! – Saludó alegremente Takeshi.

¡Buenos días AL EXTREMO, Takeshi! – Gritó Ryohei, muy contento al verle - ¿Qué tal el día?

Jaja, bueno, poca cosa ha pasado desde que me desperté – Dijo Takeshi sin darle importancia a la pregunta estúpida de Ryohei.

Ya, cierto jeje – Dijo Ryohei.

Anduvieron juntos hasta el instituto. Hablando alegremente de todo aquello que pasara por sus mentes. Hasta que por el camino se encontraron con Reborn, Tsuna y Gokudera e hicieron que su charla no fuera tan personal y se enfocara más en los asuntos de la mafia Vongola. Llegaron al instituto, donde Ryohei se despidió de Takeshi y los demás y se fue a su clase. Takeshi dejó la mochila en su pupitre y fue al de Tsuna junto con Gokudera.

Desde el incidente ayer parece que el hermano de Kyoko y tú os lleváis genial – dijo Tsuna – Me alegro que os llevéis así de bien.

Ambos son unos idiotas del deporte – Replicó Gokudera – Demasiado raro que no se llevaran tan bien desde antes.

Ya, cierto… - dijo Tsuna – Mientras no se sigan metiendo en problemas está bien, Gokudera.

Ya ya, no me meteré en más problemas, no hay de qué preocuparse chicos – dijo Takeshi avergonzado.

Durante el resto del día hasta bien tarde, y también a lo largo del día siguiente, Ryohei empezó a entrenar seriamente en el gimnasio del instituto para prepararse para el torneo municipal de boxeo. Llevaba meses entrenando, no podía perder ese campeonato. Varias horas de entrenamiento después, se duchó y salió hacia el patio del instituto, donde oyó golpes en el campo de al lado. El campo de béisbol.

Si dudarlo un momento, fue hacia allá para saludar a Takeshi. Aquella mañana no había podido hablar con él, y por alguna razón tenía muchas ganas de ello, pero se llevó una decepción al ver que no era él. Eran chicos del club de béisbol. Así que se dio la vuelta para volverse a su casa. Anduvo solitariamente pensando en cómo finiquitar su entrenamiento en casa, el saco de boxeo ya le aburría.

Sin darse cuenta, en vez de llegar a su casa, acabó delante de los Yamamoto, "¿Cómo he…?" pensó Ryohei. Dio media vuelta para volverse a su casa, pero en ese instante, el padre de Takeshi abrió la puerta de la casa y le dijo a Ryohei que podía quedarse a cenar si quería. Ryohei se quedó algo confuso por ello, pero dio las gracias y entró.

Me ha dicho Takeshi que mañana es el día del campeonato de boxeo y que participarás como representante de vuestro instituto – dijo el padre de Takeshi mientras le hacía pasar a su casa con una sonrisa que a Ryohei le recordaba a la de Takeshi – Espero que ganes, tu familia estará orgullosa de ti, y por supuesto tus amigos y Takeshi también.

Gracias, señor Yamamoto – dijo Ryohei.

Ryohei fue hacia la habitación de Takeshi, quien se mostró muy contento de verle. Ryohei empezó a hablar de su típica estrategia de combate, mientras Takeshi le escuchaba atentamente, ambos estaban muy a gusto. En ese momento, el padre de Takeshi entró en la habitación y le dijo a los chicos que el sushi ya estaba listo para cenar.

¿Te sientes preparado, Sasagawa? – dijo el padre de Takeshi – La competencia será dura.

¡Claro que sí, estoy listo AL EXTREMO! – Gritó Ryohei con gran entusiasmo.

Eres un chico muy intenso, Ryohei Sasagawa – dijo el padre de Takeshi – Serás una dura competencia para tus oponentes, seguro que te irá genial.

Ryohei dio las gracias por la comida, y salió de la casa de los Yamamoto acompañado de Takeshi, el cual le dio ánimos al propio Ryohei y prometió que iría a verlo luchar junto al resto de sus amigos. En ese momento, ninguno de los dos se dio cuenta, pero acabaron abrazados, se despegaron lentamente algo avergonzados y se despidieron.

"¿Qué había pasado?" Se preguntaba constantemente Ryohei. Serían los nervios por lo cerca que estaba el campeonato, y decidió prepararse emocionalmente para ello, pero por algún motivo, algo, o alguien estaba continuamente en su cabeza. Había vuelto a pensar en la persona que estaba a su lado en la foto del futuro. Se ruborizó. Aún no le había comentado nada de ello. Pero era una absoluta tontería, algo así no podía pasar. Tras eso, se centró definitivamente en mentalizarse para el campeonato sin volver a pensar en la foto del futuro, excepto aquella noche, en la que soñó incluso con ello.

A la mañana siguiente, Ryohei se levantó bastante cansado, por lo que tomó un desayuno energético, preparó el equipo de boxeo y fue hacia la parada del autobús que le llevaría al campeonato, donde se encontró con sus amigos, quienes lo animaron y aseguraron su implacable victoria, incluso hicieron el típico coro para animarlo. En cuanto oyó su nombre para el primer combate, se dirigió hacia el cuadrilátero, pero en ese momento, una mano le detuvo. La mano de Takeshi Yamamoto.

Tú puedes… Ryohei… te estaré animando "al extremo"… – dijo Takeshi imitando la frase de Ryohei.

Gracias… Takeshi… - dijo Ryohei mientras se daba la vuelta.

En ese momento, los ojos pardos de Takeshi se encontraron con los plateados de Ryohei, hicieron ademan de un movimiento de abrazo, pero ambos se cortaron un poco, y Ryohei se dirigió definitivamente hacia el cuadrilátero mientras se despedía de Takeshi, quien le devolvía la despedida levantando levemente la mano con una leve y algo triste, sonrisa.

Ryohei ya no era el mismo, no estaba bien, no estaba listo para el combate.