¡Hey! ¿Qué tal?

ღHakudoshi Maya los saludaღ

Les traigo un nuevo proyecto, espero que les guste y lo disfruten.


Advertencia: Se tocará temas fuertes.

Disclaimer: Amour sucré le pertenece a ChiNoMiko, yo sólo los tomo prestados para saciar mi cabeza.


Caída de lirios

Cuando el médico me entregó el papel estuve deseando por que saliera negativo, lo que menos quería en esos momentos era tener una cría. Cerré mis ojos con fuerza y al momento de abrirlos mis ojos se situaron inmediatamente en la palabra que, como si fuera una burla, estaba con letra negrita, de modo que resaltaba.

—Positivo... —Tragué saliva y expandí mis ojos con mucho asombro.

Me maldije una y otra vez. Maldije al papá de mi hijo. Maldije el momento en que se me ocurrió abrir mis piernas ante él.

Doblé el papel y lo metí en mi cartera, le agradecí al doctor de apellido Takashi y me salí de su consulta a paso rápido; me subí a mi automóvil y estando sentada en el asiento del conductor comencé a llorar apoyada en el manubrio. No quería tener un hijo en esos momentos, pero ya estaba echo... ya había metido la pata hasta el fondo. Quise golpearme la cabeza contra el volante, pero lo único que ganaría sería un moretón, nada útil.

Encendí el motor y comencé a conducir, no en dirección a mi casa, sino al queridísimo departamento del futuro 'papi'. Conduje decidida, incluso iba molesta por el mal rato que pasé. Sé que estaba mal desquitar todo mi enojo en él, ya que el bebé lo hicimos entre los dos; en esos momentos no habían pensamientos claros, claro que no, en esos momentos sólo podía pensar en romperle la boca y de paso los huevos. Maldito rubio. ¿En qué momento se me ocurrió revolcarme con él? No teníamos exactamente una relación de amistad, sólo nos veíamos ciertos días y eran sólo para cortar nuestra frustración, ya que los estudios y además el trabajo nos tenía con estrés y qué mejor manera de relajarse con un buen polvo. ¡Oh, Dios mío! En ningún momento de mi calentura se me ocurrió abrir un preservativo y ponerlo en él antes de que a éste se le ocurriera venirse dentro. Idiota...

Cuando llegué al departamento de Nathaniel, me bajé rápidamente y tomé mi cartera donde tenía la evidencia de los resultados de nuestros 'juegos'. Me armé de valor y golpeé la puerta, al tercer golpe éste salió y me miró con una cara de santurrón, sí, aquella con la que miraba a todas las personas; la diferencia es que yo sabía qué tipo de pervertido era. Aunque por su reputación, jamás le conté a nadie que era de los tipos que dice cosas totalmente sucias en el momento de la acción...

—¿Hm? ¿Qué haces aquí, Émi? —Preguntó.

—Vaya, me alegra que no hayas creído que venía de visita. —Sonreí irónicamente— Sólo vengo a darte una noticia.

—Te escucho...

—¿Quieres que te lo diga aquí en la calle? Tus vecinos van a escuchar y no es algo de lo que te sentirás muy orgulloso.

Me observó unos minutos y se hizo hacia atrás, haciéndome ademán con la cabeza para que entrase al departamento. Me senté en uno de los sofás y crucé mis piernas, suspiré agobiada por no saber cómo explicarle la situación.

—¿Quieres tomar algo? Pareces alterada...

—No. Sólo siéntate, no quiero alargar más éste asunto. —Se sentó frente a mí y me observó en silencio— Escucha, Nath... lo que estoy por decirte es algo muy serio. Hoy fui al médico ya que no me he sentido muy bien en las últimas semanas y me dio una noticia que no te gustará para nada.

Hice una larga pausa, saqué el papel de mi cartera y se lo entregué.

—Vas a ser papá. —Vi la expresión en su rostro. Parecía que se quería morir, quise gritarle "¡Imagínate como estaba yo, perra!" pero no lo hice, aún no le gritaría tomo mi desprecio por lo que estaba pasando— Quiero dejarte claro que no te vine a contar ésto para que me pidieras matrimonio o algo así, quiero saber si tomarás la responsabilidad como padre... nada más.

—¿Quieres dinero? ¿Es eso?

Fruncí el entrecejo —¿Qué? No seas idiota, ¿Piensas que estoy aquí por que quiero dinero? La razón por la que estoy aquí es por que quiero saber si tendré que hacerme cargo sola de esta cría que tú engendraste en mi vientre, o tendré la ayuda tuya.

Me miró por unos minutos y dejó el papel sobre la pequeña mesa central. Se levantó del sofá y soltó un suspiro de frustración, se tomó su cabeza con ambas manos y caminó de un lado para otro.

Desvié mi mirada y la posé en mi vientre aún plano. Sentí nostalgia que mi cría llegara a este mundo con unos papás que no se tiraban ni bola, no había ni una mínima pizca de amor entre él y yo; después de todo mi bebé no tenía la culpa. No sé si fue algún instinto o alguna estupidez así, pero quería acariciar mi estómago; quería acariciar a mi pequeña criatura. "Perdóname pequeña bolita" Pensé. Es cierto que yo tampoco quería tener un hijo a esas alturas, aún era una estudiante universitaria, pero también entendía que mi bebé sólo era el resultado de nuestros actos inmaduros.

—Émi... —Por fin habló y se sentó frente a mí de nuevo— ¿Sabes? No soy el típico estúpido que deja de lado sus responsabilidades.

—Ve al grano, Nathaniel

—Es obvio, tomaré mi responsabilidad con nuestro hijo.

Suspiré aliviada, por lo menos sabía que no tendría que llevar sola el trabajo de criar a mi bebé.

—Supongo que eso es todo —Me levanté del sofá, metí el papel en mi cartera y me levanté— Nos vemos...

Estaba caminando en dirección a la puerta principal, necesitaba ir a mi departamento y llorar abrazando a mi querida almohada, pero cuando estaba por llegar, Nathaniel tomó mi brazo y me volteó para que lo mire.

—Oye, sé que tal vez no estés de acuerdo, pero quiero que me entiendas —Pausó— Quiero estar al pendiente de tu embarazo, no quiero ser de los tipos que se aparece en ciertas ocasiones en tu departamento sólo para preguntar cómo estás y luego marcharme. ¿Me entiendes?

—No del todo... ¿Me estás pidiendo qué?

—Quiero que te quedes en mi departamento.

—¿Pretendes que juguemos a la mamá y al papá?

Negó con su cabeza y me miró fijamente a mis ojos, esperando mi respuesta. Asentí con mi cabeza, dándole una respuesta positiva hacia su propuesta; no le quería negar la oportunidad de ver el crecimiento de nuestro hijo, y menos si él estaba dispuesto a hacerse cargo.

Me brindó una sonrisa y me abrazó, obvio no le respondí el abrazo ya que no era algo así como un favor.

—¿Quieres que te ayude a traer tus cosas?

Negué con mi cabeza —Sólo tengo tres meses y medio, no me pasará nada por traer mi maleta.

- . . . -

Pasó un mes y medio en el que estuve viviendo con Nathaniel, y debo admitir que nuestra relación había mejorado un poco. No eramos precisamente como 'esposos' por supuesto que no; pero muchas veces por la noche me abrazaba mientras dormía, o en ocasiones le hablaba a mi estómago. Con cinco meses de embarazo mi panza estaba bastante crecida, aunque había algo que nos preocupaba... mi bebé se movía muy poco. Cuando Rosalya estaba embarazada me contó que su bebé se movía mucho. Cuando se lo pregunté al médico me dijo que todos los embarazos eran distintos y no tenía por qué preocuparme.

El día se pasó volando, eran cerca de las ocho de la noche cuando llegó Nathaniel. Acarició mi estómago y me sonrió como de costumbre.

—¿Cómo estás? —Me preguntó sentándose en el comedor.

—Bien —Mentí. No, no estaba bien. Llevaba varios minutos con un dolor en mi vientre, aunque sólo lo tomé por algo normal— ¿Cómo te fue?

Me contó todas las cosas que sucedió en su trabajo de medio tiempo mientras yo le servía la cena, era lo mínimo que podía hacer por él ya que se estaba portando tan bien conmigo.

Le conté de lo mucho que extrañaba mis tiempos en el instituto, sí, justo donde nos conocimos. Y es que jamás pensé que acabaría embarazada de uno de mis compañeros, desde el momento en que entré al Sweet Amoris me hubiese reído si me lo hubieran dicho. Conversamos por largo rato, hasta que él acabó su comida. Cuando me levanté para recoger los platos sentí una punzada en la parte baja de mi vientre, lo que hizo que soltara un gemido por inercia.

—¿Qué sucede? —Me tomó por la cintura y pasó mi brazo alrededor de su cuello— Vamos, mejor descansa...

No protesté, lo único que quería en esos momentos era descansar...

Me acompañó hasta la habitación que compartíamos, me recostó y besó mi pancita. Mi bebé se movió, ¡Mi bebé se movió!.

Estábamos tan felices, Nathaniel soltó una risa —¿Sentiste el besito de papá? —Musitó con sus labios pegados a mi estómago.

No se movió más, Nath me miró con una gran sonrisa... había pasado bastante desde la última vez que él pudo sentir a nuestro hijo y eso lo había alegrado mucho. Fue tanta su alegría que se acercó a mí y besó mi boca, más de un mes y medio sin tener alguna muestra de afecto entre nosotros, más que dormir abrazados. No nos besábamos, menos habíamos tenido sexo. Nuestra relación sólo era de padres de un bebé... pero en ese momento sentir un cálido beso proveniente de sus labios me dieron una sensación de paz. Lo necesitaba.

Al momento de separarnos me mordí los labios, cerré mis ojos acomodé mi cabeza sobre la almohada... conciliando por fin mi sueño.

- . . . -

Nathaniel despertó a las cuatro y media de la madrugada luego de tener una sensación húmeda en su muslo. Encendió la lámpara de noche y palpó su muslo, al momento de sacar su mano se sintió horrorizado luego de ver la palma de su mano cubierta de sangre. Quitó con brusquedad el cobertor y las sábanas para encontrarse con todo cubierto de ese líquido carmesí.

—Émi... —Me sacudió de un lado para otro— ¡Maldición, Émi!

Abrí mis ojos con pesadez, me extrañó y me asustó mucho la expresión de Nathaniel —¿Hm?

Al despertarme, otra vez la punzada me hizo gemir; pero ésta vez la punzada no se terminaba y más fue mi susto cuando vi todo cubierto de mi sangre.

—Nathaniel... —Más que la punzada en mi vientre, fue el dolor en mi pecho lo que me hizo brotar lágrimas— ¡Nathaniel, mi bebé! ¡Mi bebé!

- . . . -

En urgencias el médico Takashi me dijo lo que precisamente no quería oír... había sufrido de un aborto espontáneo.

¿Cómo había pasado todo esto? Si hace sólo unas semanas atrás todo estaba en orden, mi hijo estaba bien. Durante los controles no había ninguna anormalidad, todo estaba en perfecto estado. Yo sabía que había algo malo con que mi hijo no se moviera. ¡Lo sabía!

—Te practicaré una cesárea para sacar el feto —Dijo el médico.

Comencé a llorar. Lloré por que jamás podría oír a mi bebé. Lloré por que jamás conocería el color de sus ojitos. Lloré por que sacarían a mi hijo de mi vientre y ya no sentiría de nuevo ese instinto de acariciar mi pancita. Nathaniel me abrazó, acomodó mi cabeza en su pecho y me apretaba con fuerza. Jamás veríamos la mirada de nuestro bebé.

Llegó al mundo.

Mi adorado hijo llegó a éste mundo durmiendo. No conoció la luz del día y tampoco la tranquilidad de la noche, llegó a éste mundo una madrugada sombría. La enfermera puso a mi criatura sobre mi pecho... era hermoso, tan pequeñito y todo rojito, sus manos eran como mi dedo pulgar y sus piecitos tan perfectos. Las pelusitas en su cabeza. Todo era perfecto para mí. Besé su pequeña nariz, su frente, sus mejillas, sus párpados. Nathaniel acarició su pequeña cabeza, donde también posó besitos.

La enfermera sacó a mi hijo de mi pecho y se disculpó conmigo... se lo debían llevar. Podrían entregarme su cuerpecito dentro de dos días para poder darle una sepultura.

Lloré. Gemí de dolor. Que ganas de gritar lo injusto que era este mundo por haberme quitado a mi preciado hijo.


Estoy indispuesta.

Hace un tiempo -o un año para ser exacta- pasó algo similar en mi familia. Desde que comencé a escribir, me gustan los temas de embarazo y todo eso.

¡Espero que les haya gustado!

No será un fic demasiado largo, planeo que tenga por lo menos cinco capítulos y tal vez un 'extra'. Aún no lo sé.

ღUn saludo y besos de Hakudoshi Mayaღ