Tempest
N/T:Griselda Banks, la autora de Stand Tall, me dijo que este fic estaba bien. ¡Espero que os guste tanto como a ella, y tanto como a mí! La autora es Boowrm389, y esta fantástica historia le pertenece. Muchas, muchisimas gracias por toda la ayuda y permisos que me has dado. Y no, no me pertenece nada de FMA (todavía).
Ed odiaba Ciudad del Este. Odiaba todo lo que tenía que ver con ella, desde los estúpidos edificios grises y la falta de verdor hasta los ciudadanos más bien inconscientes del mundo que había a su alrededor. Era un lugar completamente deprimente. Hasta el tiempo era predeciblemente triste, especialmente en invierno, cuando la lluvia caía ininterrumpidamente y hacia que sus junturas le doliesen. Así que realmente, y teniendo en cuenta lo que sabía sobre el lugar, no tenía razón alguna para estar sorprendido cuando él y Al desembarcaron del tren y se dispusieron a abandonar la estación solo para ser detenidos por torrentes de agua que se habían salido de los rebosantes canales. Se quedaron inmóviles bajo el techo de la estación por unos diez minutos mientras observaban como el agua caía, Al con los hombros caídos y Ed con el ceño fruncido y una maleta al hombro. La calle parecía estar inundada hasta la altura de los tobillos y el agua caía en forma de cascada por los escalones que estaban ante ellos, haciéndolos traicioneros.
"Hey, ¿Al…?"
"No, no puedes montar en mi armadura."
"¡Oh, vamos!" Chilló Ed, agitando una mano. "¡Ahí afuera hay un océano! Si puedes alojar a un puñado de gatos en tu armadura, ¿por qué no a tu propio hermano?"
"Los gatos son gatos." Dijo simplemente Al.
"¿Qué se supone que significa eso?" Se quejó Ed. "¿Hay alguna cuota de lindeza que yo no cumpla?"
"No es tan malo." Dijo Al, no sonando en absoluto convencido. "Ya sé que es un camino largo, pero siempre puedes transmutar un paraguas de tu ropa o algo así."
Ed carraspeo y dejó la maleta en el suelo para poder ponerse la capucha sobre la cabeza. "Tal vez si el Coronel nos habría recogido tal y como nos dijo que haría…"
"No seas así, Ed." Le reprendió Al. "Es un hombre ocupado y– ¡oh, mira! ¡Ese tiene que ser él! ¿Ves Ed? El Coronel no se olvidó de nosotros."
Como Al dijo, un coche militar estaba acercándose al bordillo. El conductor abrió un paraguas y fue chapoteando desde el coche hasta las escaleras, la cabeza gacha para ver donde pisaba. Ed golpeó el suelo con el pie impacientemente mientras el paraguas descendía lentamente hacia ellos. "¡Ya era hora, Coronel!" Dijo sarcásticamente. "¡Un poco más tarde y ya estaríamos caminando! ¿Qué te llevo tanto tiempo? ¿Asustado de un poco de agua?"
La punta del paraguas apunto hacia abajo, y Ed se irritó aun mas al ver que no era Mustang después de todo. Aquel hombre era mucho más viejo, tenía el pelo canoso y unas líneas de permanente desaprobación alrededor de sus ojos y boca. Se escabulló bajo el amparo del alero y sacudió el agua de su paraguas, y un breve destello azul bajo su abrigo lo identificó como soldado. "¿Sois los hermanos Elric?"
"Si, lo somos." Respondió Al, sonando confundido. "Um… ¿Le conocemos?"
El soldado sacudió su paraguas con un rápido chasquido, extendiendo su mano hacia Al con una sonrisa que no pegaba con su cara. "Coronel Gregory Adams. ¡Ahora bien!, Sabía que tenía que haber alguna razón para que el Fuhrer le nombrara "Fullmetal", pero nunca me imaginé algo así. Eso sí que es un atuendo, Mayor Elric."
Al arrastró sus pies embarazosamente. "Uh, en realidad… estás hablando con la persona equivocada."
La sonrisa se desvaneció, y Adam resopló. "¿No eres el Alquimista de Acero? Culpa mía, señor. Precisamente echaré un vistazo dentro de la estación para ver su puedo encontrar a los Elrics…"
Ed se aclaró la garganta intencionadamente. "¿No acabamos de decir que somos los Elric? ¡Yo soy Fullmetal!"
Una ceja fue levantada dudosamente. "¿Tú? Tengo serias dudas sobre eso.
"¡Es él, en serio!" Insistió Al. "En realidad, es más, yo soy Alphonse, su hermano pequeño."
"¿Pequeño? Eso no es posible…"
Ed aplaudió y transmutó en una cuchilla su Automail, satisfecho al ver como la mirada escéptica desaparecía y Adam parecía algo impresionado ante la exhibición. Invirtió la transmutación y plantó las manos en las caderas, asegurándose de que Adam pudiera ver la cadena de su reloj de plata. "No deberías hacerte suposiciones sobre gente a la que no conoces." Dijo inteligentemente.
"En efecto." Meditó Adam, extendiendo la mano por segunda vez. "Y tú tampoco deberías hacerlo."
Ed chocó su mano y gritó ante el horrible calambrazo que sacudió todo su brazo e hizo que se mordiera la lengua. Saltó hacia atrás, con los ojos abiertos como platos ante el inesperado ataque. Adam dobló el brazo de su abrigo hacia arriba, mostrando una corta visión de un círculo de transmutación en su muñeca antes de esconderlo de nuevo.
"Perdonad eso, pueden ser difíciles de controlar." Dijo Adam despreocupadamente. "Entre mis compañeros, soy también conocido como el Alquimista de las Tormentas. ¿Puedo suponer que ya ha oído acerca de mí?"
"¡Oh sí, lo hemos hecho!" Dijo Al con verdadero interés. "Tú eres el que controla la electricidad, ¿Verdad?"
Adam asintió afirmativamente. "Así es. En casi cualquier sitio que te puedas imaginar. Tal cosa es superior a la mayoría de los demás alquimistas. Bastante impresionante, ¿No estás de acuerdo?"
"No realmente," Murmuró Ed, todavía frotándose la mano. "Simplemente es comprender la polaridad y controlar las cargas positivas y negativas para crear una corriente. Realmente no es como si hicieras algo especial. ¿Hay alguna razón por la que estés aquí en vez de Mustang?"
"En realidad, la hay." Dijo Adam, irguiéndose. "Me temo que tu superior no está disponible hoy. Estoy aquí para escoltarte hasta el Centro de Comandos en su lugar. Supongo que habrá cogido el resfriado que anda rondando por aquí."
"Oh no, espero que esté bien." Dijo Al, preocupado.
Ed no fue tan indulgente. Se golpeó la frente con un quejido frustrado. "¿En serio? ¡Joder! Aquí estoy, destrozándome el culo para entregar el informe a tiempo, por una vez, y va él, ¡y nos manda a la mierda! Me apuesto lo que sea a que ni siquiera está enfermo, solamente estará fingiendo para librarse del papeleo."
"Es bastante conocido por ello." Dijo Adam diplomáticamente. Abrió su paraguas de nuevo y les hizo una seña. Venga, vamos. Tengo una inspección de las redes eléctricas que llevar a cabo y estamos perdiendo el tiempo. Honestamente, deberías sentiros halagados de que me esté haciendo cargo de algo como esto."
"Claro que deberíamos." Gruñó Ed en voz baja. Se debatió entre caminar por delante y obligar a Adam a correr tras él, pero decidió que un pequeño truco era lo que el coronel se merecía y realmente lo hacía. Al recogió el equipaje de ambos y comenzaron a descender por las escaleras hacia el coche militar donde Adam estaba sujetando la puerta del pasajero para él. Ed se deslizó en el asiento, nervioso ante la cortesía, y frunció el ceño al darse cuenta de que la consideración solo se la ofrecieron a él, no a su hermano.
Adam puso en marcha el coche y se fueron de la estación, con la lluvia tronando en el techo del coche. "Sabes, hace ya un tiempo que llevo queriendo conoceros."
"Ah, ¿sí?"Bromeó Ed, con la barbilla sobre su mano mientras observaba la calle aburridamente.
"Pues claro," Insistió Adam, sonriendo. "Vuestra reputación se expande rápida y ampliamente. No creo que haya ningún alquimista en este país que no sepa de los abominables hermanos Elric. Ha sido muy… divertido escuchar todas vuestras hazañas en estos últimos años."
"Me alegro de que te hayamos podido entretener." Dijo Ed sarcásticamente y oyó como Al suspiraba detrás suyo. "¿Es esa la única razón por la que te has molestado en recogernos? No es como si no tuviéramos piernas, podríamos haber caminado."
"Me temo que eso no podría haber sido posible." Les contó Adam. "Veréis, Scar ha vuelto a esta área hace poco. Ya ha matado a dos, y los Alquimistas Estatales están siendo animados a tomar todas las precauciones posibles."
"Scar." Murmuró Ed y lanzó una precavida mirada hacia fuera de la ventana. Una vez más, maldijo el tiempo. Cualquiera de aquellas borrosas figuras podría ser el Ishvalí. Se preguntó por qué habría querido recogerles Mustang esta ocasión. Todavía recordaba las firmes palabras que les dijo el Coronel por teléfono hacía unos pocos días. No deambuléis por allí una vez que hayáis vuelto. Esperad en la estación hasta que llegue.
La ira aumentó en su corazón y dejó un ligero sabor amargo en su boca. En realidad, Ed tendría que haberle conocido mejor que eso como para pensar que Mustang realmente habría perdido el tiempo libre de su día yendo a por ellos. Era más propio de él mandar a otro o ni siquiera molestarse…
"Espera un segundo." Dijo Ed, volviéndose hacia Adam. "Vamos a ver si nos aclaramos. ¿Han mandado a un Alquimista Estatal para proteger a un Alquimista Estatal de un tipo al que le gusta matar Alquimistas Estatales? ¿Dónde está la lógica en esto?"
"Y además usted es coronel," Señaló Al. "Quiero decir… es un poco extraño, ¿no? Normalmente cuando tenemos escolta, son solamente un puñado de tenientes."
"Oh, venga ya." Se carcajeó Adam. "Un puñado de tenientes no podrían hacer mucho contra un tipo como Scar. Eres una persona muy importante para el Estado, Fullmetal. Tenemos que asegurarnos de que tenéis la mejor protección a vuestra disposición."
"¿Y tú crees que lo eres?" Dijo Ed, sin molestarse en ocultar su duda.
"En efecto. De hecho, hace solo unos pocos días tuve un encuentro con la bestia asesina."
Ed volteó la cabeza y Al jadeó. "¿Quieres decir que realmente te persiguió? ¿Cómo conseguiste escapar?"
"Bueno, no fue fácil, dejadme contároslo." Dijo Adam complacientemente. "El perro de ojos rojos se abalanzó sobre mí desde un tejadillo y me arrastró hasta las sombras, arrojando paparruchadas sobre su dios y el castigo divino que me espera en el infierno. Naturalmente, me mantuve firme como cualquier soldado debe hacer e invoqué mi alquimia…"
Con cada frase, Ed se volvió cada vez más y más escéptico. Si lo que dijo Adam era cierto, él y Scar mantuvieron una pelea alquímica monumental la cual transcurrió durante media noche – en la cual nadie escuchó nada – y le causó heridas mortales al Ishvalí aunque él no recibió ni un solo rasguño. Aparentemente Scar suplicó por su vida entonces, y Adam le perdonó la vida misericordiosamente, y le dejó marchar con el rabo entre las piernas. Ed le echó una mirada a Al por encima de su hombro, recibiendo a cambio un incrédulo encogimiento de hombros. Definitivamente, Adam estaba inventándose la mayoría del relato, si no todo. Adam continuó su diálogo hasta que estuvieron frente a las puertas del Centro de Comando, donde comenzó a describir su deber como Alquimistas Estatales de eliminar el resto de razas inferiores tal y como el Fuhrer había decretado.
"… y si alguna vez le ataca, Mayor, asegúrese de decirle que estas bajo la protección del Alquimista de las Tormentas." Concluyó Adam. "No cabe duda de que sabe que no le es recomendable enfrentarse a mi ira de nuevo."
"Lo que tu digas, viejo." Resopló Ed. "Pero solo para que lo sepas, no eres el único que se ha enfrentado a él. Al y yo fuimos de los primeros a los que persiguió."
"Y sobrevivisteis con la ayuda de tu superior y unos cuantos más." Dijo Adam en un tono protector que le dio ganas a Ed de golpearle. Apagó el motor y palmeó el hombro de Ed. "Fuisteis afortunados aquella vez, muchacho. Simplemente, deje estos asuntos a manos de los que son mejores."
"Se, lo haré." Replicó el rubio. Alargó la mano hacia la manilla pero se detuvo cuando una mano se lo impidió. Adam le examinó pensativamente.
"Dígame, Mayor. ¿Qué piensa de su superior actual? ¿El Coronel Mustang?"
"¿Qué que pienso? ¿Qué que pienso?"
"Vamos." Dijo Al en voz baja.
"Honestamente, pienso que es un idiota." Dijo Ed malévolamente. Se cruzó de brazos y le dirigió una fiera mirada al Centro de Comandos. "Es un arrogante, manipulativo idiota al que se le ha metido en la cabeza que es mejor que nadie. Me manda a mí y a Al por allá como si tuviera un derecho divino cuando sabe perfectamente que solamente estoy en la milicia porque…"
"¿Por?"
"¡Ah, por nada!" Dijo Al precipitadamente. "Él iba a decir que… ¡que se unió a la milicia por el bien de la gente! Correcto, ¿Hermano?"
"Por el bien de uno, al menos." Murmuró Ed. "No es como si él viera eso. Solamente le importa el número de estrellas que puedo añadir a su uniforme."
"Realmente lamento escuchar eso." Dijo Adam dando un simpático chasquido con la lengua. "Hay mucha gente como él en la milicia – personas que solamente están aquí por el prestigio. Odio ver a un joven y talentoso mayor como tú encadenado a semejante holgazán, además de que no se da cuenta del potencial de uno de sus más preciados subordinados. Hijo, deberías estar bajo el mando de alguien que realmente te respete y te valore."
Ed se tensó, con la sangre palpitando en sus orejas en cuanto reconoció la preocupación y el cariño paternal oh-tan-cuidadosamente enmarcado en aquellas palabras. "¿Alguien como tú, quieres decir?" Dijo tranquilamente.
"Si, exactamente. Hay tantas oportunidades aguardándole. Muchas más, estoy seguro, de las que Mustang le puede ofrecer. Se merece mucho más que ir por todo el país haciendo recados tontos…"
"No, tú preferirías que me quedara en el mismo sitio y te siguiera como un perrito faldero." Estalló Ed y apartó su brazo. "¡Ni siquiera lo intentes! ¿Sabes cuantas veces he tenido oficiales como tú adulándome deseando que les diera un impulso en sus carreras? No soy un idiota. ¡No te importo un comino así que deja de fingir que lo hago!"
Adam echó la cabeza hacia atrás y se carcajeó abiertamente. "¿Y crees que Mustang lo hace? ¡Eso sí que es bueno! Por lo que he oído, vosotros dos estáis lanzándoos al cuello del otro todos los días."
"¡Por lo menos él no actúa como si tuviese que ser algún tipo de reemplazo de padre para mí!" Gritó Ed, limpiando todo rastro de sonrisa de la cara de Adam. "¡Yo tengo un padre, y si estás tan ansioso por ser como él, entonces deberías pudrirte en el infierno junto a él!"
"¡Hermano!" Dijo Al, atónito.
Por un largo momento el único sonido que se escuchó fue el que provocaba la torrencial lluvia. Ed empujó la puerta abierta, y Al se apresuró a seguirle a la vez que lanzaba una sucia mirada por encima del hombro. "Habla todo lo que quieras. Seguiré prefiriendo seguir las ordenes de Mustang a las tuyas."
"Dudo que sigas bajo sus órdenes por mucho tiempo…"
"¿Qué?" Dijo Ed, inseguro de si había oído mal por culpa de la lluvia.
Adam giró la cabeza hacia él con expresión hosca. Claramente esta reunión no había salido como planeó. "Usted mismo lo ha dicho, Mayor. En el momento en el que le deje de ser útil, Mustang se deshará de usted. Supongo que incluso antes. ¿Y entonces eso dónde os dejara a ti y a tu hermano? ¿Para quién trabajareis entonces?"
Ed cerró la puerta de un golpe y corrió hasta el Centro, resbalando y patinando sobre el pavimento mojado. Hasta ese pequeño sprint le dejó empapado e irrumpió en el vestíbulo con un suspiro de alivio. Al estaba un paso detrás de él, pidiéndoles disculpas a las secretarias cuando el agua se deslizó fuera de su armadura y formó charcos en el suelo. Se acercó más. "Escucha, Ed…"
"No, Al. No quiero hablar de ello."
"Pero yo solo…"
"¡He dicho que lo dejes!"
Agradecidamente, Al lo dejó pasar. Ed chocó las palmas así que pudo secar sus ropas con una rápida sacudida de energía. Desafortunadamente, no podía hacer lo mismo con su pelo. La única vez que lo probó, se volvió tan rizado que parecía un nido de pájaros y le tomó tres duchas volver a alisarlo. El rubio estrujó la trenza para quitarle la humedad y la volvió a colocar en su espalda. "¿Los dormitorios?" Dijo esperanzado.
"Vayamos a entregar tu informe primero. La Teniente Hawkeye se asegurara de que el Coronel lo reciba en cuanto llegue."
Esa era una idea interesante. Ed dudó por un momento y después aceptó. "Muy bien, vamos a hacer eso. Tal vez pueda evitar al Coronel bastardo unos cuantos días más."
"No deberías llamarle así." Le reprochó Al. "Él es tu superior. Muéstrale más respeto."
"¡Lo haré cuando se lo merezca!" Dijo Ed con justicia. "Que, por supuesto, será nunca."
Al subió por las escaleras, negando con la cabeza. "Con una actitud como esa, estoy sorprendido de que hayas rechazado la oferta de aquel tipo tan rápido. Te quejas tanto de Mustang que pensé que te lanzarías ante la opción de trabajar bajo el mando de otro."
"No seas estúpido, Al." Replicó Ed, bajando la voz. "Mustang es el único que sabe nuestro secreto. No podemos arriesgarnos a que gente como Adam nos descubra y delate."
"Hm." Reflexionó Al, quedándose en silencio cuando llegaron al final de las escaleras y recorrieron los familiares pasillos de la oficina de Mustang. Por el camino, pasaron al lado de otros soldados y algunos les hicieron ademanes o les saludaron. Para entonces todo el Cuartel Central del Este les conocía de vista o por lo menos sabía lo suficiente de ellos como para suponer quienes eran. Ed dejó vagar su atención más allá de la ventana, hasta el húmedo paraje que se extendía allá, deseando que las miserables nubes simplemente se desvanecieran de una vez.
"En otras palabras, estas admitiendo que Mustang realmente se preocupa de nosotros." Dijo Al de repente. "Debe de hacerlo, para mantener nuestro secreto por tanto tiempo."
"¡Que, yo nunca he dicho eso!" Protestó furiosamente Ed, volviéndose hacia su hermano. "Él simplemente sabe que le somos más valiosos trabajando para el Estado. Y no te olvides de que nos puede arruinar en cualquier momento. Me apuesto lo que sea a que si estuviese a un paso de convertirse en Fuhrer y arrojándonos a los lobos le dieran ese escalón que necesita…"
"No puedo creerme que hayas dicho eso," Le amonestó Al. "El Coronel no es ese tipo de persona. ¿Me estás diciendo que, tras todos estos años que llevamos con él, todavía no confías en él?"
"Como tú has dicho, él es mi superior." Dijo Ed sombríamente. "No es su trabajo preocuparse de nosotros."
No lo decía por decir, lo decía en serio. La milicia era despiadada en ese sentido. Al menos Mustang les había adelantado ya como funcionaban las cosas. Incluso aquel primer día en Resembool, no se molestó en decirles palabras simpáticas y bonitas a los lisiados niños que se encontró. Mustang dejó bien claro que esperaba de Ed, y también les dejó claro que podían esperar de él. Lo suyo era una honesta, si bien a veces volátil relación, y Ed tendría que enfrentarse a la cruda realidad, viviendo a capa y espada todos los días.
Era mejor de esa manera. Sabiendo que seguramente algún día Mustang les traicionaría, les abandonaría. Una vez no fueran útiles, les daría la espalda y saldría de sus vidas. Y cuando ese día llegara, Ed se negaba a estar con la guardia baja. En vez de sentir que les habían apuñalado por la espalda, se encogería de hombros, se giraría hacia Al y diría te lo dije.
Y tal vez en esta ocasión, dolería mucho menos.
En frente de la puerta de la oficina del coronel, se pararon para que Ed extrajera el informe de su maleta. Los arrugados papeles estaban un poco empapados pero legibles todavía, y los agitó para secarlos un poco mientras su mano libre buscaba la manilla. Pero Al le detuvo poniendo una mano sobre su hombro. "Sé que te gusta pensar que eres lo suficientemente fuerte como para sostenerte a ti mismo." Dijo suavemente. "Sin embargo, todo el mundo necesita un padre, o al menos algo parecido. Y desde que Papá nos dejó, tú has sido eso para mí. Solamente deseo que tengas a alguien al que puedas acudir a por respuestas y orientación de la misma manera que yo lo hago."
Ed se tensó y abrió la boca para chillar y maldecir a su hermano… pero al final, no dijo ni una palabra. Empujó la puerta para abrirla, conteniendo el profundo dolor sordo de su alma mientras ofrecía una sonrisa a los subordinados de Mustang. "¡Hey, chicos! ¿Nos habéis hechado en falta?"
N/T: ¿Que os ha parecido? Este fic va a tener 4 capitulos, y si sabeis ingles os recomiendo leer el original.
