ACLARACIONES: Ni Ao no Exorcist ni este fanfic son míos (ojalá lo fueran, digo). Yo sólo soy una humilde traductora.

+.+ Capítulo Piloto: Nacida para ser esclava +.+

"Demonios...¿crees en ellos?"

Si cualquiera me lo hubiese preguntado hace unos pocos años atrás, hubiese dicho algo así como que los demonios son cosas estúpidas y falsas que crearon los humanos para explicar cosas paranormales. Pero sería una hipócrita si dijera que no creo en demonios.

Creo en mi misma, después de todo.

Ah. Lo olvidé. Mi nombre es Shimizu Aura, pero no creo que sea importante quién o qué sea yo, sino en lo que se convertirá mi cuerpo cuando muera.

"Tu sangre se convertirá en Néctar, y tu carne muerta en Ambrosía.", solía decir mi madre.

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-04:10 AM. Ciudad de Sakurai, Prefectura de Nara. Región de Kansai, Japón.

A esa hora, el único sonido audible eran los pasos de una chica albina, que se dirigía a ritmo pausado a la estación de Sakurai. El nombre de esta chica era Shimizu Aura, y había estado viviendo en aquella ciudad desde hace 3 años. A diferencia de otras veces, Aura no iba a tomar el tren para visitar Kyoto – como solía hacer en los otoños – sino para ir a una parte llamada Ciudad de Vera Cruz. Según decía una carta que había recibido hacía casi un año atrás, había una academia en aquel misterioso e interesante lugar, y no una academia normal – la más prestigiosa academia de exorcismo , conocida como la Academia de Vera Cruz.

"¿De verdad vas a empezar a ir a ese lugar?", comentó uno de los demonios que la rodeaban en ese momento, burlándose de su decisión. "Sabes de tu destino tan bien como a quién le perteneces.

Aura estaba acostumbrada a escuchar aquellas voces – había estado escuchando voces de demonios desde sus primeros años de vida, después de todo. Ella hacía parecer como si ignorar aquellas voces fuera fácil, pero en realidad ya no podía soportarlo más. En realidad, estaba harta.

"Entrégate a él, esclava inútil", dijo otro demonio, burlándose de ella.

Aparentemente, ella no iba a responder, por lo que, después de unos minutos, ellos finalmente desaparecieron – dejando a la muchacha caminando sola de nuevo, cosa que la hizo sentir aliviada.

Cuando finalmente llegó a la estación del tren, empezó a mirar alrededor del lugar, como si aquella fuera la última vez que iba a estar allí.

La pálida muchacha suspiró y tomó asiento calmadamente, deseando que el tiempo pasara rápido y que el tren llegara pronto. En ese momento, estaba tan concentrada en sus pensamientos y sentimientos, que no se percató de las extrañas y aterradas expresiones de la gente que estaba cerca de ella. La guadaña que traía le daba la apariencia de un *Teke Teke e, irónicamente, ella estaba en una estación de trenes.

Para su alivio, el tren finalmente llegó, y se apresuró a entrar en él para obtener un asiento vacío.

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Los minutos pasaban como si fueran años, así que para pasar tiempo, empezó a hurgar en su bolso, dándose cuenta de que tenía un montón de tonterías inútiles, y entre todas esas tonterías estaba la carta – la carta que fue la detonadora de todo, el pedazo de papel que había creado un momento clave de su vida.

Era sospechoso.

Aura no se consideraba especial o talentosa, y no tenía la suficiente inteligencia como para entrar en un lugar así con una beca. Su infancia no había sido normal del todo, pero aún así, no era escusa para obtener una beca. De acuerdo a las palabras en aquel arrugado y con pinta de antiguo papel, habían visto que ella tenía potencial para ser una exorcista, por lo que había sido invitada a empezar a ir si ella quería – sin siquiera pagar.

No estaba convencida del todo.

Aunque no era como si estuviera quejándose de la situación. Ella en verdad quería detener a los irritantes demonios que constantemente la rodeaban e insultaban, y sabía que la única manera para lograrlo era aprender a protegerse - porque al parecer bañarse en agua bendita o cargar amuletos especiales resultaban ser técnicas inútiles contra esas criaturas malignas.

Le tomó unos minutos darse cuenta de que el tren empezaba a llenarse de gente que vestía con el mismo uniforme que ella - es decir, el uniforme de la Academia de Vera Cruz. Aura estaba usado el uniforme de niñas, pero también estaba usando la chaqueta del de los hombres – la cual era sostenida en sus hombros por dos pequeños cinturones atados a sus brazos. A ella siempre le había gustado personalizar sus cosas, incluyendo su ropa.

Cuando el tren se detuvo y los estudiantes empezaron a bajar de él, ella se decidió a seguirlos – como una sombra.

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-07:58 AM. Academia de Vera Cruz. Japón.

Un instante antes de entrar a la academia, los ojos azul-grisáceo de Aura adquirieron un brillo especial a medida que continuaban paseándose por la entrada. Observaba profundamente cada detalle, maravillándose por todo lo que había, hasta el punto de no percatarse de que los alumnos habían abandonado el lugar para ir a sus salas de clase. Estaba sola en aquel lugar...o eso pensaba ella...

De pronto, sintió que alguien tiraba de una de sus largas calcetas, como si estuviera tratando de llamar su atención, y cuando miró hacia abajo, vio un pequeño perro blanco grisáceo, que llevaba una cinta rosa atada al cuello.

"¡Aaaaww...! ¡Eres tan condenadamente lindo!", exclamó, perseguida por el perrito mientras se arrodillaba para acariciarlo.

"Oh, gracias", respondió el perro, halagado por el comentario de la muchacha. "Es muy amable de tu parte~".

"¡Aaaww...! De na–... Espera, ¿qué?", exclamó Aura al tiempo que se estremecía. "¿Qué demon-?"

Antes de que pudiera terminar de hablar, una nube de humo se propagó frente a ella. Sus ojos se abrieron desmesuradamente ante el hecho de que, en lugar del perrito blanco, se encontraba en frente de ella un hombre peli-morado que usaba un traje en su mayoría blanco, el que incluía un enorme y llamativo sombrero. Su cabello era de un color morado oscuro, sus ojos eran color verde bosque, y era muy alto. Para ella, parecía un demonio.

"¡A-Ah! ¡Qu...! ¿¡Quién demonios eres tú!?",exclamó Aura al momento que se estremecía.

"¿Quién soy yo...? ¡Oh, qué maleducado soy!", empezó el hombre, serenamente. "Yo soy Mephisto Pheles, el director de la escuela en la que estás en este preciso momento~"

"¿Mephisto Pheles...? Un momento...", dijo ella, interrumpiéndolo, cuando recordó unos pocos detalles de la carta que había recibido hacía tiempo atrás. No recordaba correctamente, pero si había algo de lo que estaba segura, era que la letra estaba firmada por un director cuyo nombre era Johann Faust V. El nombre Mephisto Pheles no le resultaba familiar del todo. "Si tú eres el director, debes ser Johann Fa-"

Repentinamente, él puso su dedo índice en los labios de la chica, impidiéndole terminar lo que estaba diciendo.

"Johann Faust V es el nombre que uso en público...O en otras situaciones", explicó, con una maliciosa sonrisa en su rosto como si ella ya supiera lo que trataba de decir. "¿Está bien~?". Hasta el momento, ella estaba extremadamente asustada. "¿Y tu nombre es...?"

"A-Ah... Shimizu Aura", respondió la chica albina mientras intentaba mantenerse firme – tratando de ocultar el hecho de que estaba terriblemente nerviosa.

"Shimizu Aurê- chan, ¿eh?", masculló, lo suficientemente alto para que ella lo oyera, y en ese momento, ella se dio cuenta de que había pronunciado mal su nombre, sin embargo, no se atrevió a comentar nada al respecto. Cuando el hombre pronunció el nombre de la muchacha, parecía como si hubiese recordado algo. "Qué nombre tan arrogante, ¿no es así?", dijo Mephisto, como si estuviera tratando de provocarla. "Nombrarte a ti misma como una diosa..."

La muchacha instantáneamente empezó a rechinar sus dientes. "No es como si yo hubiera elegido mi nombre, ¿sabes?", respondió fríamente Aura al comentario del demonio, y la fuerza de su respuesta los sorprendió a ambos. De alguna manera, la sensación que ella sintió cuando el hombre comentó sobre su nombre era la misma que cuando la molestaban aquellos fastidiosos demonios, y ella estaba bastante harta de comentarios de aquel tipo.

"Eres una chiquilla muy especial, ¿no es así?", masculló Mephisto mientras dibujaba una pequeña sonrisa. Cuando le miró directamente a sus ojos verdes, Aura no habría podido decir si él estaba molesto o divertido – algo que ella consideraba aterrador. La única cosa de la que estaba segura hasta el momento, era que se sentía lo suficientemente intimidada como para retroceder unos pocos pasos. "Bien. Entonces, ¿nos vamos?", dijo con repentino entusiasmo al momento que empezaba a alejarse caminando.

"¿Qu...Qué le pasa a ese tipo...?", pensó la chica albina mientras comenzaba a seguirlo. "Él es el "especial", no yo..."

"Pero primero...", exclamó Mephisto sorpresivamente, mientras se volvía hacia ella y acercaba su cara a la de ella, invadiendo su espacio personal. "Déjame revisar algo en ti~"

"¿A-Algo en...? ¿Qué cosa...?", preguntó Aura, a pesar de que sus preguntas fueron ignoradas de inmediato.

"Hmmm... parece que tu sello está intacto", dijo, como si la estuviera escaneando con sus ojos verdes – algo que la hacía sentir incómoda. "Trata de mantenerlo así. Podría traer problemas si se rompiera... si sabes a lo que me refiero"

La chica albina solo asintió nerviosamente.

No sabía los detalles, pero sí sabía algo: una vez que su cuerpo dejara de ser puro, los demonios no podrán contenerse, y la matarán, y arrastrarán su cuerpo muerto hacia su príncipe, como si ella fuera una especie de regalo para él – después de todo, eso era lo que habían estado repitiendo los demonios todos estos años – pero aún así, había algo que ella no entendía...¿a qué se referirían con puro?