Un Futuro Muy Nuestro
Summary:Continuación de Post Bellum Semper. Es la boda de Harry y Ginny y Hermione tiene el papel de dama de honor. Con un cambio radical de look, la última persona que espera ver allí es Draco Malfoy. Después de su extraña ruptura, él está dispuesto a cumplir con su promesa y ganar su corazón. Otra vez.¿El problema? Hermione ha decidido terminar con él, para siempre.
Disclaimer:Los personajes no me pertenecen. Estos son propiedad de J. K. Rowling y como siempre digo, lástima que ella no vio el Dramione. ¡Pero nosotras sí!
Bueno, esta es la continuación del fic. Post Bellum Semper
Está ambientada después de Hogwarts y de la Guerra Mágica. Contiene Dramione (a toneladas) pero también otras parejas y de veras que no voy a extenderme mucho. ¡Disfrútenlo!
Capítulo 1: Ensayo de una Boda
Hermione Granger corrió calle abajo levantando el vestido color rosado de satén que llevaba puesto, evitando así que este rozara contra el suelo y se manchase. No tenía porque entrar en pánico, eran las 6:58, aun le quedaban dos minutos para el ensayo de la recepción.
Ensayo de la Recepción, bufó para sus adentros intentando con todas sus fuerzas que no se desarmara el ordenado peinado. Iba vestida de gala de pies a cabeza y ni siquiera era su boda. Solo a Ginny se le ocurría hacerla pasar por esto…
Sí, quizás ella había estado un poco obsesionada con su trabajo estos últimos meses, pero nadie podía culparla por ello, la pelirroja mucho menos. Y considerando todo lo que había pasado…
-¡Hermione estás aquí!- esa era la voz de su mejor amigo Harry Potter, parado en la entrada de un elegante edificio antiguo donde se casaría con su amiga Ginny Weasley, dentro de una semana.
- ¡Casi creí que no llegarías!- el moreno exclamó antes de cerrar la puerta tras ella y encaminarse al interior del edificio. Hermione lo miró disimuladamente mientras caminaban en dirección a donde la castaña supuso sería el salón de la recepción.
Harry iba vestido de traje negro y camisa blanca, con una flor en el ojal, típica vestimenta de novio. Le sentaba bien con su cabello azul oscuro, pero lo que a Hermione le llamó la atención fue que este estaba quieto en su sitio.
Harry Potter estaba peinado.
Si no lo veía con sus propios ojos ella no lo hubiera creído posible.
-Estás muy linda con ese vestido, Herms.- su hermano del alma exclamó examinándola a su vez, deteniéndose ante las puertas cerradas.
-Gracias, Harry tu también.- ella respondió por inercia, arrugando el ceño al notar algo extraño.- ¿Dónde está Ron?
-Adentro con su hermana, intentando tranquilizarla. Ya sabes cómo se pone a veces…- ella asintió mecánicamente. Varias veces había visto a Ginny en el colegio en un mal día y la chica no era agradable.
Ella no había cambiado mucho su carácter esos últimos tres años…
-Hermione, hay algo que debo decirte.- Harry exclamó lanzando miradas nerviosas al interior del salón mientras se pasaba las manos por el oscuro cabello. Hermione esperó pacientemente, el salvador de la guerra mágica estaba pálido y lucía como si fuese a vomitar antes de acabar de hablar.- Hay una persona que he invitado hoy…
-¡Aquí estás!- las grandes puertas se abrieron y Ginny gritó triunfalmente, sosteniendo un cuchillo para cortar tortas en una mano y con la otra envolviéndola en un cálido abrazo.
-¿No se supone que el novio no debe ver a la novia antes de la boda?- Hermione miró con preocupación a su amiga, quien lucía bastante histérica de momento. Hizo una seña a sus otras amigas, Luna Lovegood y Hannah Abbott, todas damas de honor y enfundadas en el mismo vestido rosa magenta que ella llevaba. Pero las chicas le enviaron gestos vagos y pusieron los ojos en blanco como respuesta.
-Hola a ti también, Granger.- Pansy Parkinson exclamó sarcásticamente ante la indiferencia de la castaña que sí la había visto. De alguna manera, Parkinson se las había arreglado para convertir un vestido rosa medio soso en algo muy sexy.
- Hola, Parkinson.- ella acabó saludando con reticencia. La novia de Ron nunca acabaría de gustarle para su mejor amigo. Nunca. Pero gracias a Draco Malfoy y sus aires de celestino de Hogwarts ahora no había nada que ella pudiera hacer al respecto.
-¿Todo va bien, Ginny?- preguntó con inseguridad girándose hacia su amiga quien llevaba un vestido blanco voluminoso y el cabello rojo, por lo general lacio, atado en un recogido con rizos. Estaba preciosa.
-Sí. ¿Por qué preguntas?- Ginny exclamó inocentemente, estaba claro que aún no había notado la crema pastelera que manchaba una de sus mejillas, y Hermione se preguntó fugazmente quien habría sido el desafortunado en hacerla rabiar.
-¡Vamos pasa!- Ginny exclamó efusivamente.- De todos modos esto es solo una prueba y no una boda real, ya sabes. Estamos por ensayar la parte del vals, tú trabajadora compulsiva.
Hermione abrió la boca para replicar, antes de resolver que aquello no valía la pena y volver a cerrarla. Con una mirada rápida a la habitación, le bastó para comprobar que los invitados eran solo los más allegados a la pareja, y algunos miembros de la extinta Orden del Fénix, como el Ministro Kingsley Shacklebolt(quien por cierto iba a ser reemplazado en unos meses. ¡Gracias a Merlín!), Minerva McGonagall, directora del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería donde ella había estudiado, Aberforth Dumbledore y Ágata Longbottom, entre otros.
También se hallaban en el lugar la familia Weasley al completo, Bill y Fleur con su hija Victorie, Andrómeda Tonks y el ahijado de Harry, Teddy Lupin (quien ya tenía cuatro años y mostraba sus primeros brotes de magia). Además de los respectivos padrinos y madrinas de boda, a nombrar:
· Luna Lovegood/Theodore Nott;
· Pansy Parkinson/Ronald Weasley;
· Hannah Abbott/ Neville Longbottom;
· Angelina Johnson/ George Weasley.
¿Y quién de todos ellos era el único sin pareja para el baile? Exacto, ella.
Con un suspiro de resignación, Hermione Granger se dirigió hacia la barra de tragos mientras observaba con envidia como sus otros amigos giraban divertidamente por la pista de baile.
Una vez había bromeado con que ella terminaría soltera y con treinta gatos, pero eso parecía posible en aquellos momentos. Desde la partida de Draco, y luego de acabar Hogwarts, Hermione no había vuelto a salir con nadie. En su lugar se había avocado por completo en su carrera de Leyes Mágicas y había comprado un bonito departamento con vista al Westbourne River en el Londres Muggle, cerca del Londres mágico. Cuando las cartas de sus fans habían seguido llegando a su nueva dirección, Hermione había puesto el departamento en venta y este había sido comprado por una chica irlandesa llamada Macy Farrell con corte de cabello estilo pixie y una aparente obsesión por llevar gafas de sol en invierno. Cuando la prensa mágica se tragó su patética historia, Macy Farrell había pasado a ser una persona inventada a una real, al menos a lo que cuentas bancarias y asuntos legales se refería.
Para colmo, las cosas no iban nada bien en el Ministerio de Magia, tampoco. Su propuesta para revisar la Ley en lo concerniente a los elfos domésticos había sido rechazada desde un principio, y a menos que ella consiguiera por lo menos treinta firmas de magos sangre pura para su proyecto, las cosas seguirían igual. Ni que decir que había como mucho cincuenta magos sangre pura en toda Inglaterra (contando los convictos) y casi todos ellos le odiaban.
Pedirle que atrapara la snitch en la próxima final de quidditch hubiese sido más fácil…
-¿Disculpe?- una voz con acento habló a sus espaldas provocando que la castaña se volviera. Lo que vio, dejó a la joven momentáneamente sin habla. Porque allí, vestido de traje y afeitado pulcramente, estaba Víctor Krum, su amigo búlgaro.
-¡Víctor!- Hermione chilló repentinamente y sin ser consciente se lanzó a los brazos del hombre, quien con una inicial sorpresa, la envolvió en un cálido y amistoso abrazo.- ¡Oh, estoy tan feliz de verte aquí!- Hermione exclamó antes de soltarse de él y recuperar la compostura.- ¿Cómo has estado?- preguntó educadamente, con todo el trabajo de esos años había dejado de escribir a Víctor tan asiduamente como en sus años de escuela.
- Bien, gracias. Yo haberrrle extrañado mucho, Herrmione, de verdad. ¡Y mirarrr! ¡Luce fantástica!- el búlgaro soltó provocándole sonrojarse. Aun tenía algunos problemas con el idioma, pero había mejorado montones en su pronunciación, ella notó. Incómoda, Hermione se acomodó el cabello detrás de la oreja, antes de recordar que ya no había cabello que acomodar y dejó caer la mano a un lado, inerte.
Maldición, Ginevra Weasley, ¡¿podrías haberme dicho que Víctor Krum estaría en tu ensayo de boda?!
¿Y por qué no habría de estarlo?, una voz de replicó en su cabeza. Después de todo, Gin Weasley había sido la campeona de las Arpías de Holyhead hasta hace solo unos meses. Y Víctor jugaba para el equipo de Bulgaria . Lo lógico habría sido que se cruzaran de vez en cuando.
- Yo también te he extrañado mucho, Víctor. ¿Has venido a Inglaterra solo por la boda?- Hermione exclamó con una insana curiosidad que, pese a los años de madurez, todavía era incapaz de reprimir.
- Bueno, debería decir que sí, ya que fue Harry quien me propuso ser su padrino.- admitió entre risas el búlgaro, sorprendiendo a la castaña.
¿Con que Harry, eh? Eso explicaba por qué el moreno estaba tan pálido a su llegada.
- Perrro lo cierto es que me han invitado a jugar para las Avispas de Wimbourrne, y rrrealmente es una buena propuesta. Así que aproveché la boda para venirrr y echarrr un vistazo.- admitió sonrojándose un poco, con lo que a Hermione no le quedó dudas de que había cientos de miles de galeones involucrados. Sonrió efusivamente, su amigo era muy bueno en lo que hacía y realmente era hora de que fuera recompensado.
-¡Eso es genial, Víctor!- exclamó ella entusiasta, lo que le dio al búlgaro la confianza necesaria para sacarla a la pista de baile.
-Disculpe señorita, ¿También le gusta bailarrr tanto como te gusta leerrr libros?- exclamó caballerosamente, extendiendo una mano en su dirección, haciendo a la joven sonrojarse de pies a cabeza.
- Exactamente como en cuarto año...- Hermione rió recordando viejos tiempos, mientras tomaba su mano feliz como una colegiala.
Víctor la condujo lentamente hacia la pista, solo que ya no eran unos niños, mucho menos unos extraños. Se habían besado muchas veces. Los primeros besos en Hogwarts, y cuando las cosas entre ella y Ron se estaban enfriando, por decirlo de algún modo, se habían besado en la boda de Bill y Fleur. Varios besos intensos. Y luego…
…Luego había aparecido en escena el idiota de Malfoy, quien había resultado no ser un idiota en lo absoluto. De hecho, Draco había sido una de las pocas personas con las que la castaña había conectado realmente en toda su vida. Y con él sí que había llegado lejos, no solo un par de besos robados a la luz de la luna. Incluso habían llegado a prometerse amor eterno y otras cosas que la castaña no deseaba pensar de momento. Estaba claro que él no las iba a cumplir, por cobarde, y ella ya no quería que las cumpliera, por simple orgullo.
Lo que Hermione necesitaba en esos momentos, al igual que en los tres años que habían pasado desde su marcha, era olvidar todo eso y seguir adelante. Y si no podía olvidarlo al menos podía ignorarlo el tiempo suficiente para disfrutar el momento.
Dejándose llevar por la suave música y el movimiento balanceado, Hermione cerró los ojos y sintió como las suaves curvas de su cuerpo se pegaban con fuerza contra los músculos del búlgaro, en un agarre firme, separado solo por la rosada tela de satén. Y cuando su acompañante le susurró inesperadamente al oído, un escalofrío recorrió a la castaña de pies a cabeza, a pesar de que estaban en Mayo y no hacían menos de veinticinco grados.
-Si no fuerra por el corte de pelo, realmente pensarría que seguimos en Hogwarts.- Víctor confesó sonando nostálgico.- Tú vistes de rosa, yo vengo a Inglaterra a jugar quidditch y McGonagall continúa fulminándome con la mirada.- aclaró mirando a alguien, probablemente la ahora directora, detrás de ellos. No podía culparla, McGonagall había sido de los más enojados con Malfoy tras su marcha, independientemente de todo lo que había acontecido con lo relativo a su familia y los Lestrange.
- No es que sea algo imporrtante, perro estas muy sexy.- Víctor declaró tomándola desprevenida, y a continuación le besó una de las comisuras de la boca, apartándose castamente.
Pero Hermione estaba sola, había estado sola mucho tiempo y eso no bastaba. Ella quería olvidar. Y siendo muy consciente de ello, Hermione apretó sus labios con fuerza contra los del búlgaro y profundizó el beso, que ahora era algo puramente pasional. No pasó mucho tiempo antes de darse cuenta de que aquello era inútil. Sobre todo porque ella quería besar otros labios, y pasar sus dedos por un cabello lacio, de un rubio casi blanco. Y el que se besase con Víctor todo el día no cambiaría ese hecho, solo los heriría aún más a ambos.
Con culpabilidad, Hermione posó sus manos sobre el pecho del búlgaro y puso distancia entre el cuerpo de ambos, terminando el beso. A continuación, se llevó una mano a los labios y apretó con fuerza, mirando el suelo. Había besado a otro que no era Draco, y las cosas empeoraban cuando recordaba que se trataba de su amigo Víctor.
¡¿Qué clase de persona terrible y vengativa era ella?!
-Siento haberrte besado, Hermione.- Víctor exclamó entonces con aire culpable, respirando agitadamente a causa del beso. Y a pesar de que ella quiso llorar al escuchar eso, acabó riendo para sorpresa de ambos.
-¿¡Tú me pides disculpas a mí?!- la joven inquirió mirando a su amigo incrédulamente.- ¡Merlín, Víctor! Yo soy la única tonta aquí que debe de disculparse. Además, yo te he besado primero.- aclaró innecesariamente.
- Realmente lamento lo que hice, Víctor.- Hermione repitió siendo comida viva por la culpa.- Yo…yo a ti te quiero mucho, y lo sabes. Pero aunque quisiera corresponder a tus sentimientos…
-…Hay otro.- su amigo completó por ella. Hermione lo miró asombrada, alzando las cejas para dar más énfasis.
-¿Cómo lo sabes?- preguntó confusamente.
- Lo llevas escrito en la cara cuando me miras. Y a cualquiera, de hecho. Nos comparas a todos, aunque no lo puedas ver. Y una y otra vez todos te decepcionamos. No necesito saber que hay alguien para saber que también tienes el corazón roto.- declaró.
Bien, eso resumía bastante bien el por qué no había vuelto a verse con nadie desde lo de Draco.
-Pero no te atrevas a sentir lástima por mí.- él completo cuando la castaña estuvo de vuelta en el tiempo presente.- Yo también he encontrado a alguien especial.-admitió cohibido.- Aunque ella aún no lo sepa.- aclaró y Hermione no pudo hacer otra cosa más que asentir y sentirse bien por su amigo, para quien el amor todavía era una promesa venidera.
No como ella cuyo amor había florecido en suelos de guerra, contra todo pronóstico, para morir congelado con las nevadas de diciembre. Y si Hermione pudiese llamar a eso un final, con gusto lo haría. Pero lo cierto era que no había dejado de sentir cosas por Draco Malfoy desde el momento de su partida, e incluso sus sentimientos por él parecían ir en aumento, si es que aquello era posible.
Draco Malfoy descendió del tren en el andé llevando poco equipaje consigo. Y es que como medimago en prácticas y luego de aquellos tres años curando enfermos en alguna parte de Oriente Medio, él no había necesitado muchos cambios de ropa además de uno que otro jean desgastado, camisetas y la tan conocida bata verde que representaba a todo aquel que tuviera a bien llamarse medimago.
Como era de esperar, su padre, Lucius Malfoy, mortífago desertor y uno de los pocos expiados de sus pecados por el Ministerio de Magia, como bien Nott le había explicado en su visita sorpresa hace unos días, ¿o eran semanas?
-Draco, hijo, ¿Qué tal ha resultado el viaje?- su padre exclamó acercándose a él, mientras le dedicaba una de sus brillantes sonrisas.
En eso, una elfina doméstica ataviada con ropas de brillantes colores se dirigió hacia él.
-Joven Malfoy- masculló sonriente y, tras una reverencia, tomó sus maletas y desapareció sin más por arte de magia.
Esa no podía ser Desiree, su antigua elfina doméstica con actitudes infantiles. De ninguna manera, ¿cierto?
Draco pensó. Pero era consciente de todas las miradas curiosas que ambos estaban atrayendo de repente en el andén, y solo se limito a asentir con la cabeza en dirección a Lucius, evitando pensar demasiado en la ropa de brillantes colores chillones que acababa de ver desaparecer ante sí, antes de empezar a hacer preguntas a todas luces indiscretas que oídos curiosos pudiesen llegar a oír.
Había cambiado notablemente esos últimos años. Para empezar, ya no le daba tanta importancia a su imagen como años anteriores. No es que hubiera engordado ni nada. Simplemente cuando no pasabas frente al espejo varios días seguidos, de repente empezabas a desentenderte del modo en que tu cabello estaba peinado, o de la ropa que llevabas puesta, o del modo en que habías afeitado tu rostro esa mañana.
Pero ahora que tenía ante sí la imagen de su padre, la pulcritud por excelencia, Draco se sintió asqueado consigo mismo. Cabello largo hasta los hombros, barba de hace dos días y la bata verde cubierta por la arena y la sal del la Nubia.
Echando una ojeada rápida al reloj que portaba en la muñeca derecha, maldijo en voz baja mientras se encontraba con los ojos grises de su padre, escrutándole fijamente. Al parecer no iba a tener tiempo para cambiar su ropa el día de hoy.
-¿Necesitas una casa a donde ir, muchacho? ¿O quizás tienes compromisos más importantes que ver a tu madre postrada en cama?- el mortífago preguntó, no sin cierta ironía en su voz, y eso fue todo lo que le hizo falta saber para confiar en su padre, de momento.
Después de todo el había asesinado a la psicópata de su prima en lugar de a Hermione, ¿no? Eso lo hacía al menos merecedor de la duda de su parte, como bien Nott había decidido, al parecer, sin su consentimiento
-De hecho es un ensayo de boda.- Draco murmuro ausentemente.- Y estoy tarde.- aclaró. Treinta minutos tarde.
No tenía idea de si esas cosas empezaban a tiempo, ya que no recordaba haber asistido a un ensayo de boda antes. Pero por Morgana, rogaba que así lo fuera. De modo contrario, el estaría metido en un gran aprieto.
Sin mencionar que teóricamente tú no estás invitado.
Pero como él decía siempre, la práctica es lo que vale en la vida real. Tenía una promesa que cumplir, y para bien o para mal, los Malfoy eran hombres de palabra hasta el final.
Media hora más tarde, un par de cervezas de mantequilla y discursos bochornosos, Víctor y Hermione danzaban divertidamente por la pista de baile, junto a todas las demás parejas, mientras Ginny gritaba a todos histéricamente para que regresaran a sus posiciones y practicasen la boda como era debido. Pero nadie la escuchaba.
-¡Están todos desinvitados a la boda oficial!- Ginny chilló en determinado momento, saliendo a trompicones de la habitación, seguida por un preocupado Harry.
-¡Esto es un ensayo de boda, hermanita! ¡Ya relájate! Lo que salga mal aquí siempre puedes arreglarlo en la original, la única, la auténtica, la boda del siglo con el niño que vivió y la pelirroja histericosa…- George Weasley murmuraba desde su posición en el centro de la sala, donde él y Angelina Johnson llevaban dando vueltas y coqueteándose el uno al otro un buen rato.
-¡George! ¡Sé bueno con tu hermana! ¡Ella está bajo mucha presión ahora!- Angelina le recriminaba, dando un codazo al pelirrojo, pero entonces este se inclinó hacia ella tan de cerca, sus bocas casi rozándose, y ella se olvidó del incidente.
Hermione apartó la mirada de prisa, sintiéndose una extraña en medio de tanto amor, para clavar la mirada por donde su amiga pelirroja acababa de salir minutos antes.
Ya estaba girándose para separarse de Víctor e ir tras ella, cuando una mirada seria por parte del búlgaro en su dirección, la hizo frenarse en seco.
Hermione lo miró algo indecisa, permaneciendo estática en su sitio, mientras las demás parejas les pasaban girando.
- Crreo que me apresurré al indicar que te habían rroto el corrazón, ¿no es así?-Víctor preguntó Hermione, esbozando una sonrisa rota y sonando traicionado en su confianza. Ella se removió incómoda en su sitio, tratando en vano de no tropezar con sus propios pies mientras se debatía entre la verdad con su primer amor o el autoengaño y la mentira. Al cabo de un rato, optó por la primera.
-No, no te mentí.- exclamó, y había tal grado de tristeza en esa sola palabra, que los ojos de su acompañante la miraron con comprensión.- Yo…él me amaba de verdad, y yo le amaba a él pero…
-Entiendo.- Víctor exclamó entonces, también algo incómodo.- Si tú tienes problemas con tu pareja, sexo y esas cosas, Hermione, no dudes que puedes encontrar en mí un amigo con quien hablar y un hombro donde llorar si tú…
-¿Pareja?- Hermione repitió confundida y un poco impactada por la alusión a su vida privada, interrumpiendo la conversación y mirando a su amigo a los ojos fijamente mientras se apartaba un poco de él, pero sin quitar las manos de sus hombros, para no perder el equilibrio.- Aguarda un momento.- pidió saliendo del abatimiento en que se sumía cada vez que pensaba demasiado en Draco Malfoy.- ¿De qué pareja estás hablando? ¿Quién te dijo semejante bazofia?- exigió más que preguntó.
El joven búlgaro la miró entonces con sorpresa, y ahora también incómodo, antes de proceder a disculparse efusivamente.
-Yo supuse…-tartamudeaba sin encontrar las palabras correctas.-El hombrre albino serría tu novio. Él luce disgustado de que te esté tocando ahorra.- Víctor confeso mirando con disimulo a alguien que estaba más allá de ellos. Concretamente a espaldas de la castaña. Y Hermione sintió el bicho de la curiosidad picarle con fuerza en la nuca.
Solo que esa sensación ya la había sentido varias veces antes, más concretamente en su último año en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Alguien, una persona que ella conocía bien, la provocaba.
El muchacho albino sería tu novio… Sí, ella conocía a un sujeto albino de sus años en Hogwarts.
Demasiado bien, una vocecita le sopló turbando su mente. Sí, ciertamente ella conocía a Draco Malfoy demasiado bien.
¿Qué hacía él allí? Hermione Granger se preguntó a sí misma estúpidamente, conteniendo las ganas de volverse a mirarlo. Pero ella seguía siendo la mente más brillante de su generación, incluso después del colegio, y por supuesto que conocía la respuesta a su pregunta.
Draco Malfoy estaba allí por un motivo y solamente un motivo. Más concretamente, por una promesa. Una promesa jurada en medio de la noche a las estrellas y que se había perdido hacía ya tiempo con el susurro del viento. Pero ahora, sin embargo, había vuelto a ella:
"Y después de todo lo que pasamos, no merezco tus críticas ni tu odio. Recuerda eso cuando estemos separados, Hermione Jean Granger. Cuando el Mundo Mágico haya dejado de llorar a sus muertos y las cosas se hayan calmado, regresaré por ti y reclamaré lo que es mío."
"¿Y qué es eso?"
"Tu corazón."
Bien, pues eso estaba por verse. El tiempo cambia a las personas y ellos dos no serían la excepción. Probablemente, a diferencia de su último año en Hogwarts, el cambio sería para mal. Solo hacía falta echar un vistazo a su vida para saber que era cierto. Y cuanto antes ambos aceptaran eso, antes podría seguir con su vida monótona y estancada en un proyecto de ley imposible.
Así que tomando una respiración profunda, Hermione Granger se giró para enfrentarse a Draco Malfoy, quien se había venido acercando lentamente y ahora se encontraba a escasa distancia del búlgaro, sonriendo glacialmente.
-¿Se me permite esta pieza con la dama?- preguntó educadamente, dedicándole a Hermione una fugaz mirada. A pesar de su aspecto desalineado e impropio de él, sus modales eran impecables y sus maneras de hablar aristocráticas tampoco pasaron desapercibidas para Víctor, quien pareció mirarlo con una especie de respeto mezclado con disgusto, antes de girarse hacia ella, pidiendo su opinión.
Hermione asintió brevemente con la cabeza, y antes de ser siquiera consciente de ello, se encontraba envuelta en los brazos de Draco, dando vueltas al son del vals. Sintió también como su propio cuerpo la traicionaba, relajándose al familiar contacto, a pesar del tiempo y la distancia, suplicando por más.
-¡¿Y Hermione?! ¡¿Cómo te ha tratado la vida estos tres años?!- Draco preguntó de repente perdiendo todo tono aristocrático alguno, hablando de un modo más fluido y con un curioso acento que ella no recordaba haberle oído antes. Pero llevaba estampada en la cara la sonrisa ladeada que ella tan bien recordaba de sus años junto al rubio.
Casi parecía como si él estuviese riéndose de todos esos meses de soledad, pensando en él, en su cara…
- ¡Fatal, Malfoy!- espetó en una crueldad que a ella misma le resultó extraña, apartándose del rubio con violencia. Ni siquiera había sido consciente de estar tan furiosa con él.- Pero supongo que ahora que te he visto las cosas van a empezar a ir de maravilla. Como por arte de magia, ¿a que sí?- espetó la castaña sarcástica.- Pues déjame decirte que nada de lo que digas o hagas hará que cambie de opinión respecto a un hecho: lo nuestro se acabó y no fui yo la que terminó con ello. Así que apártate de mi vida y que tengas buenas tardes.- finalizó antes de salir de la habitación hecha un huracán, demasiado consciente de la mirada de los demás a su paso.
Claro, debería haber supuesto que lo de la cita sería una treta sin sentido, un engaño para asegurarse que ella estaría donde tenía que estar. Debería haber conocido mejor a Draco, serpiente cobarde y ególatra.
Pero lo cierto era que estaba nerviosa, demasiado nerviosa para siquiera pensar en ello.
Allí, del otro lado de la habitación, estaba Draco Malfoy, con quien llevaba meses soñando, anhelando. Y odiando, una voz en su cabeza le recordó. Sí, ella había acabado por odiarle por haber terminado su relación de aquella manera tan patética y cobarde.
Y una pequeña parte de sí que ella no podía erradicar, deseaba con todas sus fuerzas que él cumpliera su promesa para con ella, una última vez.
¡¿Y?! ¿Qué les ha parecido este primer cap.? Decir que es un poco bipolar es quedarse cortos.
Como ven, hay muuuchos sentimientos encontrados por parte de Hermione, lo que es lógico, creo yo.
La parte de la boda en sí todavía no se adentra mucho. Pero recién empezamos, y como dice George, la boda de verdad es en una semana.
Disfruté mucho escribiendo este capítulo, en especial la parte con Víctor Krum. Él y Hermione tienen una amistad muy especial, y buscaré reflejar eso en este fic (ya no más besos, ¡en serio, lo prometo!).
Para las que leyeron Post Bellum Semper, saben que es un personaje nuevo y que hay muchas otras parejas de por medio también (¡Como Theo y Luna! Jaja).
En fin, a las que no leyeron el otro fic, no voy a recomendarme a mí misma, pero estaría bueno que lo leyeran para entender mejor la historia.
Desde ya, muchas gracias por leer, y si pueden dejar reviews con ideas, sugerencias, teorías y lo que sea, son bienvenidos. Quizás así suba la continuación pronto… jejeje. (Estoy hablando en serio)
Se despide pero no por mucho tiempo
Mariane Lee
