Nada me pertenece, excepto ideas.
Dedicado a Septiembre.
Cambios
Hermione Granger era una joven dulce si se quiere. No tenía muchos amigos, pero vivía feliz dentro de lo que cabía. Siempre sonreía y trataba a las personas con el mayor respeto del mundo. Pero, así era una parte de Hermione, uno de sus yo. Su otro yo, era Hermione Granger la sucida.
Ella, tenía una tendencia a auto- lesionarse, si hacía alguna cosa de mala forma. Su novio, no la amaba y siempre la celaba de todo hombre que se le cruzara en el camino. Hermione, tenía la sensación de que era la culpable de todo, de que la vida la odiaba y necesitaba descargarse con su propio cuerpo. Su arma preferida eran los cuchillos, para cortarse la piel.
Con una sonrisa a medias, observaba a los niños, a las parejas en inicio de sus amores. Todas ellas, estaban tan felices. ¿Qué debía hacer ella para sentise feliz? No entendía, qué karma estaba pagando que no le permitía hacer realidad sus deseos. Pero era su culpa, ella era la culpable.
Cierto día, debía verificarse con su ginecóloga. Su novio, no deseaba que fuera hombre así que, tuvo que encontrar a una mujer. Cuando llegaba a la consulta, supuso que tendría problemas. Su ginecóloga estaba en Alemania y ella, sería asistida por un doctor. Si su novio se enteraba, estaría en tremendos problemas. Pero, ya había pagado.
- Buenas tardes- Le comentó Draco con una sonrisa, ajustándose sus guantes médicos- ¿Alguna recomendación, antes de empezar?
- Sí, ¿Podríamos mantener esto, en secreto?
- Es relación, médico-paciente, no se habla de nada con otros.
- Gracias.
Se sentó en la camilla y miró a su alrededor. Al darse la vuelta, Draco, entendió con quien trataba. Era una jovencita hermosa y parecía, un poco nerviosa. La miró y ella, entendió lo que sucedía.
- ¡Ah, no me he desvestido!- dijo y Draco asintió- lo siento, estaba pensando.
Esperó hasta que estuviera lista y luego, le pidió que se recostara en la cama. Bien, Hermione no se inmutaba cuando la tocaban tan íntimamente. Su novio, era tan torpe que casi no se inmutaba cuando otra persona la tocaba. Estaba acostumbrada.
- Veo, que domina bien todo esto. Hay mujeres que sufren de vergüenza crónica.
- Yo no.
- Eso es bueno y es malo- le dijo el joven- ¿Qué problema podría aquejarte a ti?
- ¿Por qué lo pregunta?
- Por que no te ves feliz.- le confesó y continuó con su trabajo. Hermione no quiso contestar. ¿Felicidad? ¿Qué es felicidad? Bien, ella tenía un concepto distinto y una percepción del mundo, muy diferente.
- En realidad, ha sido un día duro.
- Tienes treinta minutos...- le confesó el joven.
Hermione ladeó la cabeza y contempló a Draco. Bien, podría hablar un poco aunque, no estaba segura de relatar su vida y destriparla como si fuese un pedazo de carne. Con una sonrisa a medias, negó con la cabeza y prefirió callarse.
- Estoy bien así.
- Seguramente, no.
- Sabe insistir.
- Es mi trabajo.
