How to Train Your Auror - MrBenzedrine

-CÓMO ENTRENAR A TU AUROR-

Traducción al Español


To MrBenzedrine: Thank you so much for allowing me to translate this trilogy. And Im sorry it took so long to finally see the light! Hope you like it! We'll be in touch :)


Después de la trágica muerte de Ron, Hermione decide relevarlo en su objetivo convirtiéndose en Auror, a pesar de las protestas de Harry. Cuando descubre que Draco Malfoy también ha tomado la decisión de enlistarse como Auror, debe superar lo mal que se llevan para poder aprobar el entrenamiento. ¿Puede Hermione equilibrar su nueva posición, la muerte de Ron, y su nueva alianza con Malfoy? ¿Y qué secretos esconde él?


PROLOGO – LOS AURORES NO ENVEJECEN

Era en momentos como este, mientras dejaba margaritas sobre la tumba de su esposo, en que Hermione sentía que el mundo desaparecía a su alrededor. No tenía que ser fuerte, como Harry, o tranquilizante, como Ginny. Podía permitir que sus lágrimas cayeran lentamente por sus mejillas sin que nadie le dedicara una incómoda condolencia. "Siento mucho tu pérdida". "Avísanos si podemos ayudarte en algo". Palabras vacías que no concedían verdadero consuelo. Es solo lo que se supone que debe decirse cuando el ser querido de alguien muere, ¿no? Ella dudaba que alguien realmente comprendiera cuán terrible podían ser esas palabras.

Besó sus dedos y los presionó contra la lápida de piedra – Descansa, Ronald – susurró. Su teléfono comenzó a vibrar en el bolsillo de su pantalón, pero lo ignoró por el momento. Releyó la inscripción en la base de la piedra: "Un amigo, un Esposo, un Héroe de Guerra". Tantas máscaras que él usaba día a día… tantas máscaras que usaban todos. Limpió las lágrimas con sus nudillos y se incorporó. Su teléfono volvió a vibrar, y se tomó su tiempo para responder.

― ¿Hola?

―Hermione – era la voz exhausta de Harry. Dudó por un momento, y luego continuó – Por favor, dime que no hablas en serio.

―Hablo en serio sobre muchísimas cosas, Harry. Tendrás que ser más específico.

―Es… ¿estuviste llorando?

¿Acaso podía escucharlo en su voz? No debería sorprenderse. Se tomó un momento para aclarar su garganta y secar más lágrimas de su rostro antes de responder – Estuve visitando a Ron.

Casi podía imaginar su cabeza subiendo y bajando en comprensión – Ya veo. Hermione, creo que él no estaría de acuerdo con que hicieras esto.

― ¿Hacer qué?

―Sabes qué – cuando ella no respondió, él suspiró exasperado ― ¿Un puesto como Auror? ¿Realmente enviaste una solicitud para ingresar como Auror al Ministerio la semana pasada?

Ella cerró sus ojos, exhalando por la nariz, y se encogió de hombros – He solicitado un puesto de trabajo como Auror, Harry. Notarás que mis credenciales están en orden. De hecho, me atrevo a decir que se encuentran por encima y más allá de un solicitante regular.

―Mi incredulidad no surge del estado de tus credenciales, Hermione. ¿Qué estabas pensando? ¿Realmente crees que esto es lo que Ron querría para tu futuro?

Su corazón se desinfló en su pecho, y dijo las siguientes palabras con un tono de voz irritado – Él ya no está, Harry. No puede decirnos qué es lo que quiere para mí. Para ninguno de nosotros. Pero esto es lo que yo quiero para mí. Y soy capaz de hacerlo. No soy débil.

―No es que no te considere capaz de hacerlo. Es que considero que no deberías. Después de todo lo que ha sucedido en los últimos seis meses, yo solo…

Hermione sintió que su corazón se desplomaba. Luchó para encontrar las palabras adecuadas para calmar las preocupaciones de su amigo, pero si realmente iba a hacer esto, debía ser más fuerte. Sabía que seis meses atrás habría estado deshecha en lágrimas ante la idea de seguir adelante con su vida, o encontrar un lugar en este mundo sin Ron. Pero el tiempo la había transformado en alguien más dura y compleja. La tristeza seguía allí, pero estaba cubierta por acero emocional. No volvería a ser el mar de lágrimas que fue durante ese tiempo. Iba a ser más dura de lo que incluso ella consideraba posible.

―Tengo que hacer esto. Y el Ministerio no puede negarse a mi solicitud. No mientras sigan perdiendo a sus aurores como hasta ahora.

―Está bien, Hermione. Está bien – suspiró él – Te… enviaremos una lechuza cuando comience el entrenamiento. Solo… ten cuidado, ¿de acuerdo? Yo estoy aquí para ti, si necesitas ayuda.

Ella sabía que él hablaba de corazón. Pero no quería su ayuda. Necesitaba hacer esto sola. – Gracias, Harry.

―Ginny te manda su cariño.

―Mándale el mío también.

La línea al otro lado quedó en silencio cuando él terminó la llamada. Hermione volvió a guardar su teléfono en su bolsillo y echó un vistazo a todas las tumbas a su alrededor en Willow's Point. Cada piedra simbolizaba una vida perdida. Una vida que quizás se había perdido antes de tiempo. Si ella solo pudiera salvar una… solo una…

Volvió a girarse hacia la lápida de Ron, y forzó una sonrisa – Te extraño, Ron. Todos los días. Eras un alma tan buena… así que voy a hacer algo bueno en tu lugar. Te amo.

Dejó las margaritas en su tumba, susurrando algo que Ron había dicho la primera vez que se conocieron.

Rayos de sol, color de la mantequilla… (*)

XXX

Era en momentos como este, mientras sostenía a su hijo recién nacido en brazos, en que Draco sentía que el mundo desaparecía a su alrededor. Un niño. Tan pequeño. Tan delicado. No podía creer que el destino le hubiera sonreído tanto. El modo en que los regordetes deditos se envolvían alrededor del pulgar de Draco despertaba en el orgulloso padre una emoción que no había sentido en mucho tiempo: remordimiento. Remordimiento por todas las cosas estúpidas y egoístas que había hecho en el pasado.

Levantó la mirada hacia su esposa, Astoria, quien le sonreía con calidez. La enfermera junto a ella le controlaba los signos vitales mientras ella bostezaba, exhausta por el parto ― ¿Cómo lo llamaremos?

Draco observó al pequeño cuerpecito y supo exactamente su nombre ― Scorpius. Scorpius Hyperion Malfoy.

―Que nombre tan maravilloso ― dijo la enfermera, palmeando la mano de Astoria.

Él miró a la enfermera, luego a su esposa, y dijo ― ¿Podríamos tener un momento a solas?

―Por supuesto – ella se excusó, dejando la feliz pareja en la habitación. Pero solo serían felices por un momento más, él lo sabía. Porque lo que tenía que decir seguramente no terminaría bien. Astoria acomodó un mechón de su cabello color avellana detrás de su oreja, con los ojos enmarcados con grandes ojeras.

― ¿Qué ocurre, Draco?

― ¿Quién dice que ocurre algo? – murmuró él, bajando la mirada hacia los ojos grises azulados de su hijo, tan iguales a los suyos.

―Te conozco. ¿Qué va mal?

El estómago de Draco se revolvió al intentar recordar el discurso que había practicado. Lo había planeado por semanas ya, cada palabra y detalle, pero al momento de decirlo él sabía que, a pesar de la picardía de su lengua, no podría convertir sus palabras en algo placentero. Así que lo dijo simplemente. – Debes prometerme que no te enfadarás conmigo.

― ¿Qué? – las cejas de ella se juntaron con preocupación ― ¿Por qué me enojaría contigo, Draco? ¿Es por otra mujer?

Él rió, tomado por sorpresa por la dirección en la que su mente la había llevado, y negó con la cabeza – No. Nada de eso. Algo mucho peor, me temo – Sus ojos vagaron hacia las rechonchas mejillas de Scorpius y sus pequeñas orejitas. No. Estaba haciendo lo correcto, se aseguró a sí mismo. Miró fijamente a su hijo y susurró – Papi fue aceptado en la academia de Auror.

No se atrevió a levantar la mirada, pero sabía, por el silencio de su esposa, que no estaba contenta. Su cuerpo se movió sobre la cama, y no habló por un largo tiempo. ― ¿Un Auror? – él tragó y la miró. Sus ojos verdes brillaban con disgusto mientras las esquinas de su boca caían hacia abajo ― ¿Cuándo? ¿Cuándo hiciste eso?

―Mandé mi solicitud tres meses atrás – respondió él con honestidad – Pero solo recibí mi aceptación hace tres días. Quería contártelo, de verdad… pero sabía que no te agradaría la idea.

―Bueno… por supuesto que no me agrada la idea – dijo ella, en voz baja ― ¿Cómo podría agradarme algo como eso? ¿Acaso no recuerdas lo que nuestros padres solían decir sobre los aurores? ¿Recuerdas la frase?

Los aurores no envejecen.

―Así es. Los aurores no envejecen. ¿Y sabes por qué no envejecen? ¡Porque nunca viven lo suficiente como para volverse viejos! – ella golpeó su puño contra la cama. Scorpius se retorció en los brazos de su padre y comenzó a llorar.

―Mira lo que hiciste – la reprendió Draco.

― ¿Lo que yo hice? ¿Es lo que yo hice, realmente? ¿Qué me dices de lo que hiciste? – su voz se elevó mientras las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas ― ¿Dejarías a tu familia para morir?

― ¿Quién dice que voy a morir? Eso difícilmente es tener fe en mí, Astoria.

― ¿Fe? La única fe que tengo es que arruinaste nuestra familia – dijo ella, con frialdad ― ¿Qué clase de vida llevará Scorpius si su padre está muerto, bajo tierra y con gusanos arrastrándose a través de sus ojos? ¿Qué clase de vida llevaré yo, como viuda? ¿Acaso pensaste en algo de esto antes de saltar por impulso a una idiota declaración de lealtad hacia el Ministerio?

― ¡Por supuesto que lo hice! ¿Crees honestamente que hice esto para castigar a nuestra familia?

― ¿Y por qué lo hiciste?

― No tengo que explicarte mis motivos.

―Soy tu esposa.

―Y yo soy tu esposo. Deberías apoyar mis decisiones – besó delicadamente la frente de Scorpius y se lo entregó en silencio a Astoria.

―Esto no es una decisión, Draco. Es un deseo de muerte – acomodó al infante recién nacido en el hueco de su brazo y miró a su esposo – No voy a permitirte esto.

―Por suerte, no necesito tu permiso – con el enojo expandiéndose como si hubieran roto un huevo en su cabeza, se alejó en dirección a la puerta – Comenzaré el entrenamiento en tres semanas. ¿Podemos no pasar ese tiempo peleándonos? – le rompía el corazón dejar la habitación, pero debía hacerlo antes de que su temperamento estallara. No dijo nada más mientras salía, y cuando la puerta se cerró tras él, levantó sus temblorosas manos hasta su rostro y las observó – Tengo que hacerlo – formó un puño con su mano y lo estrelló contra los ladrillos de la Mansión Malfoy. El dolor se propagó a lo largo de su brazo y repercutió en su hombro, pero no le importó. Le dio la bienvenida. Miró sus nudillos destrozados y suspiró – Tengo que hacerlo – repitió, como para convencerse a sí mismo. Volvió a mirar a la puerta, sabiendo que debería regresar a consolar a su esposa, pero no podía reunir las fuerzas para hacerlo. En su lugar, volteó y se alejó por las escaleras, sintiendo su resolución más débil que nunca.

Pero lo haría. Debía hacerlo. Astoria tendría que perdonarlo. No tenía intenciones de morir, no antes de enmendar todas las cosas terribles que había hecho alguna vez, y que lo mantenían despierto por las noches.

Al bajar las escaleras, tarareó una melodía que su madre solía cantarle cuando él se sentía triste. Sin embargo ahora necesitaría más que una vieja canción, si pretendía atravesar todo esto con su cordura intacta.


CAPÍTULO UNO

Entrenamiento de Auror – día 1

El salón en donde se encontraban los Auror en entrenamiento era pequeña, sucia y olía a moho. Veinte sillas, acomodadas de a dos por cada escritorio de madera le ofrecían asiento a los esperanzados novicios. Hermione tomó asiento al frente, y habiendo sido de las primeras en llegar, comenzó preparando su escritorio. Sacó una pluma, algo de tinta, pergamino y los encantó para que tomaran las notas necesarias. Esto no estaba permitido en Hogwarts, pero este era el mundo real, pensó aplicadamente, y no creyó tener suficiente tiempo para tomar apuntes ella sola.

Sacó un libro de su bolso y comenzó a leer mientras esperaba que los demás principiantes llegaran. No tuvo oportunidad de leer mucho, porque alguien se dejó caer en el lugar a su lado, con una enorme sonrisa en el rostro.

―Buenas, Hermione ― no era otro más que Dean Thomas. Sus blancos dientes brillaban con la luz de la pared, hechizada para simular una ventana con vista al jardín.

―Dean – le sonrió en respuesta Hermione ― No te he visto en años. No sabía que te unirías al entrenamiento de Auror.

―Pero mira quién habla. Solo mírate – él gesticuló hacia su escritorio preparado con los implementos ― Pensé que caerías muerta antes de unirte al club de los Auror – palideció ― Lo siento. Eso fue… una terrible elección de palabras. Solo quise decir que no esperaba verte por aquí…

―Bueno… las cosas cambiaron, ¿no? – Hermione mordisqueó su labio inferior, pensativa. Dean comprendió a lo que se refería y asintió en respuesta. Ella no era la única que había perdido un amigo ese día. Él comenzó a juguetear con el puño de su camisa. ― Bueno… ― dijo ella, tratando de recuperar el hilo de la conversación ― Así que también quieres ser Auror.

―Voy intentándolo dos veces ya. Soy brillante en lo que se refiere al trabajo de campo, pero si pones un examen frente a mí, mi cerebro se blanquea. Quizás, ahora que estás aquí, puedo tener una mejor oportunidad ―la miró con ojos esperanzados.

―No voy a ayudarte a hacer trampa, Dean.

―Oh, vamos, Hermione. Sabes que solo me refiero a estudiar.

Ella sonrió hacia abajo ― Bueno, soy bastante buena con eso.

―Brillante.

Ambos siguieron conversando, por lo que Hermione no prestó atención a la sala que iba llenándose con potenciales aurores. Cuando la campana de las 9 AM resonó, se encontró a sí misma sintiéndose como si volviera a Hogwarts, esperando las lecciones. Un movimiento de túnica negra se divisó desde la puerta trasera, y un apuesto caballero los saludó con un pequeño y humilde movimiento de mano, mientras se acercaba al escritorio. Bajo su brazo cargaba una pila de papeles, sin duda se trataba del archivo de cada uno de los novicios. Los colocó en el escritorio, y luego se reclinó contra él para observar a sus estudiantes.

―Hola a todos – dijo él, cruzándose de brazos ― Soy el Comandante Jefe, Auror Gregory Wallace Diggle.

Hubo un bajo bullicio en la habitación cuando varios de los candidatos más jóvenes, recientemente salidos de Hogwarts, rompieron en cotilleos. Hermione había oído historias sobre el Auror Diggle en El Profeta. Era un héroe de guerra condecorado, y siendo ligeramente mayor que Hermione, era considerado uno de los mejores Auror de estos tiempos. Incluso Harry había alabado su grandeza un par de veces. Hermione recordó como Ron solía bufar cuando oía hablar de él, lo que probablemente significaba que Diggle era tan bueno como lo aclamaban los periódicos. Cuando sus pensamientos viraron hacia Ron, sintió su estómago contraerse.

Diggle levantó una mano, y la habitación volvió a sumirse en el silencio ― Voy a entrenar sus puñeteros traseros la mayoría de los días. Cuando yo no esté disponible, Auror Potter tomará mi lugar. Alguno de ustedes pueden conocerme personalmente – miró hacia la mesa de Hermione, y saludó amigablemente a Dean ― Otros pueden conocerme por mi reputación. Pero en cualquier caso, quiero dejar algo en claro: soy simplemente Auror Diggle aquí. Un tipo común, como ustedes. Lamerme el culo no les servirá para nada conmigo, más que para llenarse de mierda el rostro, me temo. Hay veinte aspirantes a Auror en esta clase. Solo diez de ustedes llegarán hasta el final. En los próximos tres meses los entrenamientos serán seguros, y les daremos la ayuda que necesiten, al tiempo que probamos sus habilidades en el combate mano a mano. Puede que hayan superado la prueba inicial con sus credenciales, pero eso no asegura sus lugares aquí. Deberán probarse a sí mismos frente a mí y mis colegas. En dos semanas se irán cuatro de ustedes. Es un puesto de trabajo peligroso. Puede haber bajas. Deben estar siempre preparados ― su tono de voz era solemne mientras levantaba el primer archivo de su escritorio y lo leía en voz alta.― Bien, comenzaré a controlar su asistencia. Si llegan tarde, por cualquier otro motivo que no estuviera aprobado anteriormente por el Ministerio, quedarán afuera inmediatamente. ¿Arsinth?

Un jovencito, no mayor a diecisiete años con cabello castaño desordenado, prácticamente saltó de su asiento al incorporarse ― Señor, aquí, señor.

Diggle sonrió, guiñándole un ojo al resto del salón, y dijo ― Relájate, Arsinth. No estamos en la milicia muggle.

―Sí, señor ― asintió Arsinth, tomando asiento y con las mejillas rojas.

―¿Buckingham?

Diggle siguió leyendo la lista de los nuevos reclutas, reconociendo a cada uno con una firme sonrisa o un cálido asentimiento de la cabeza. Cuando llamó el nombre de Hermione, se oyó una nueva ronda de susurros alrededor del salón. Hermione pensó al principio que eran por su reputación como Heroína de guerra, y quizás algo de eso si lo era, pero un tipo voluminoso con el rostro lleno de espinillas se incorporó desde la parte trasera del salón y dijo ― Una Auror mujer. ¿A qué llegó nuestro mundo?

Auror Diggle lo escuchó, y levantó su cabeza de inmediato. Hermione, insegura de si debía tomar asiento o no, permaneció parada incómodamente mientras él decía ― ¿Qué fue eso?

―Nada, señor.

―No. Sí fue algo – Se incorporó de su sitio y observó a toda la clase ― Déjenme dejar algo en claro. Hermione Granger es una reconocida heroína de guerra. El gran Harry Potter estaría muerto si no hubiera sido por ella, así que si alguien tiene algo que decir sobre una mujer siendo Auror, puede tomar su opinión y dulcemente metérsela por el trasero para luego renunciar a su puesto en el Ministerio. Hermione, ya puedes sentarte.

―Oh, claro – sintió arder sus mejillas mientras se sentaba y miraba fijamente su pergamino encantado, que había anotado las palabras de Diggle como una nota al pie de página. Si no hubiera estado tan enfadada por toda la situación, habría reído.

―Correcto – volvió a levantar la lista de asistentes y continuó – El siguiente en la lista es… ― dudó por un momento, y Hermione levantó la mirada de su pergamino para fijarla en él, cuando recuperó su voz ― Malfoy…

Se oyó un rechinar de la silla contra el suelo, y luego el sonido de un cuerpo incorporándose de su silla. Hermione giró su cabeza. Seguro había oído mal. Pero luego sus ojos vagaron hacia el final del salón, donde un mago demasiado conocido para ella se mantenía parado orgullosamente. Los años habían pasado para él desde la última vez que lo viera, como adolescente, y los ojos grises particulares que tenía ya no portaban su brillo. En el tiempo que pasó sus hombros habían ganado músculo, haciéndolo parecer más voluminoso a pesar de su delgada figura. Se dibujaban líneas alrededor de su boca y su cabello estaba más largo. Pero la única cosa que no había cambiado en todo este tiempo era la sonrisa burlona que danzaba en sus labios mientras se anunciaba ― Presente.

Diggle lo observó, sin interés ― Sr. Malfoy, a pesar de que su familia recuperó su título y estatus en la comunidad mágica, aquí es simplemente uno más de mis aprendices. Se dirigirá a mí como Auror Diggle o Señor, si desea continuar con su entrenamiento.

Las mejillas de Draco se tiñeron de un intenso rojo mientras volvía a tomar asiento ― Sí, señor – murmuró.

Después de la Guerra, Hermione siempre se preguntó qué había sido de la familia Malfoy. Se las habían arreglado para evitar Azkaban al jactarse de cambiar de bando a último momento, pero eso no los había despejado de todos los cargos para quienes sabían realmente de lo que eran responsables. Habían pasado nueve años desde ese episodio en la Mansión Malfoy. Hermione todavía tenía las cicatrices para recordarle que aún existían magos y brujas que la consideraban menos por su herencia. Se preguntó cómo es que el Ministerio siquiera consideraría la solicitud de Malfoy.

Y ella no era la única.

Dean se inclinó hacia ella y susurró ― El Ministerio debe ser un infierno si están tan desesperados. Jamás pensé que vería este día.

Hermione no dijo nada pero estaba de acuerdo en su interior. Auror Diggle continuó nombrando a los novicios hasta que terminó con cada uno, y luego juntó sus manos ― Fantástico. Me alegra conocerlos a todos, incluso aunque solo los conozca por muy poco tiempo. Ahora, mi siguiente anuncio. ¡Los equipos! ― sacó un gigante rollo de pergamino de entre sus cosas y se lo enseñó a la clase ― Basándonos en sus registros escolares, es decir, sus EXTASIS, y sus calificaciones en los exámenes de ingreso al entrenamiento, hemos seleccionado un compañero para cada uno, muy cuidadosamente. Estarán en equipo con ese compañero hasta que finalice el entrenamiento de Auror. Esto es para asegurar no solo un crecimiento individual, sino que aprendan a trabajar y a ayudarse mutuamente a crecer. ― Comenzó a leer el pergamino que tenía en su mano ― Dean Thomas, con Roman Romero. Walter Simmons, y Leon House – hizo una pausa, mirando a Hermione ― Hermione Granger, y Draco Malfoy.

XXX

Draco estaba seguro de haber oído mal. Pero cuando la castaña se giró y le dedicó una mirada, él supo que no había errores. Maldita sea, pensó. Esto no funcionaría. Estaba tratando de compensar sus errores, no que éstos le abofetearan directamente en el rostro todos los días. Desvió su mirada de ella y la dirigió hacia su pergamino y pluma. No. Haría funcionar todo esto. No podía echarse atrás ahora.

Trabajaría en equipo con Granger y pasaría el entrenamiento. Quizás incluso podría enseñarle una cosa o dos. Já. Sí, claro. Como si eso fuera posible.

XXX

―Lo siento, señor. Cometió un error – Hermione permanecía sentada en su asiento luego de que el resto de la clase haya salido a almorzar, excepto Auror Diggle. Él seguía contra su escritorio, aflojando su corbata. Desde cerca ella podía notar su angulosa mandíbula, que contrastaba con sus increíblemente juveniles ojos. Las verdes orbes, muy similares a las de Harry, brillaron en su dirección.

―Por favor dígame, ¿qué fue lo que hice para ganarme semejante acusación?

―Draco Malfoy, señor. No puedo ser su compañera.

―Ciertamente puede. Creo que la palabra que está buscando es quiero. ¿Es eso lo que estoy escuchando, Auror Granger?

―N…no, señor… nosotros solo… nunca nos llevamos bien en el colegio. Y…bueno… él era un Mortífago. ¿Cómo pudo el Ministerio permitir que alguien como él ingrese a la división de Aurors? ― las palabras salían de su boca antes de analizar exactamente lo que decía, y se mordió la lengua para detenerse. Maldita sea. Después de todas sus charlas sobre diversidad y aceptación, no era capaz siquiera de mantener sus propios prejuicios a raya. Diggle la miró con tenacidad y sonrió.

―Las palabras encuentran el modo de volverse contra nosotros, ¿no, Granger? ― se levantó, rodeó su escritorio y tomó asiento ― Tuve exactamente la misma reacción – Levantó su maleta y comenzó a rebuscar en su contenido. Sacó una carpeta de archivos y la dejó caer en la mesa ― Realmente debo concederle esto. No pensé que haría preguntas tan pronto. Tenía planeado pedirle que se quedara unos minutos después del final de la última clase, pero esto me ahorra las formalidades. En el Ministerio nadie es indulgente, pero dado que el Sr. Malfoy fue absuelto de todos sus cargos, sería considerado discriminatorio no tomar en serio su solicitud. Además, coincide con que sacó las calificaciones más altas en el examen de ingreso, junto a otra persona. ¿Se atreve a adivinar quién podría ser la otra joven? ― él le hizo un guiño, haciéndola sonrojar ― No es coincidencia que la haya emparejado con Draco Malfoy. En absoluto.

― ¿Señor?

―Usted lo conoce mejor que nadie en este salón. Quizás no lo conoce a nivel personal, pero creció a su alrededor. Sabe cómo habla. Sus debilidades. Yo no puedo investigarlo. Créame, se lo sugerí personalmente al Ministro de Magia. Pero estoy seguro de que usted tiene la misma pregunta que yo, hirviendo en esa brillante mente que posee.

Hermione rebuscó en sus pensamientos y dijo ― ¿Por qué Draco Malfoy se convertiría en Auror? ¿Qué ganaría de todo esto?

―Exactamente. ¿Qué ganaría un ex Mortífago con volverse un Auror? ¿Simpatía? ¿Perdón? ¿O quizás algo más siniestro? Ahí es donde usted entra en el juego, señorita Granger.

―Auror Diggle – Hermione se esforzó en mantener un tono de voz constante al hablar – Vine aquí para convertirme en Auror. Para seguir los pasos de mi fallecido esposo…

―Siento terriblemente su pérdida, por cierto. Auror Weasley era un activo muy valioso en las fuerzas del Ministerio. Aunque no lo conocí personalmente, mi compañero, Potter, siempre hablaba bien de él.

El corazón de Hermione comenzó a galopar en su pecho. Sus condolencias eran inesperadas y la atraparon con la guardia baja. Asintió apreciativamente ― Gracias ― al menos agradecía que no hubiera dicho algo como "dime si hay algo que pueda hacer para ayudar". Eso siempre le provocaba vomitar. Como si alguien pudiera realmente ayudar… no es como si pudieran revivir a Ron ― Pero de eso no se trata esto. No vine aquí para hacer de niñera a alguien más.

―¿Eso es lo que cree que estoy pidiéndole? – Diggle negó con su cabeza, riendo entre dientes ― Srta. Granger, usted y yo sabemos que este entrenamiento es una mera formalidad para usted. Estoy asignándole su primer caso.

Sus palabras hicieron eco en sus oídos ― ¿Mi primer… qué?

―Aunque no puedo darle una placa oficialmente, al menos en los papeles estoy convirtiéndola en una Auror graduada. Hoy.

―Señor, no sé qué decir.

―Diga que será mis ojos y oídos. Diga que vigilará a Malfoy y me reportará cada detalle.

Perdida en una tormenta de emociones, Hermione intentó acomodar sus pensamientos. Convertirse ahora en Auror, sin cumplir correctamente el entrenamiento… bueno, eso era hacer trampa, ¿no? No le gustaba esa idea, para nada. Después de todos sus años en Hogwarts, jamás había justificado el hacer trampa. Y no comenzaría a hacerlo ahora.

―Lo siento, señor. Creo que me ganaré mi lugar como los demás.

Diggle pasó una mano a través de su cabello claro y suspiró – Ya veo. ¿Me hará enseñarle la magia importante, eh? – metió la mano nuevamente en su portafolio y sacó un sobre pesado. El corazón de Hermione se congeló al leer lo que estaba escrito en la portada, con letras negras: MUERTE DE WEASLEY – CONFIDENCIAL.

―Ese… ese es… el archivo de Ron – jadeó ella, estirándose para alcanzarlo. Él se lo alejó, y le negó con un dedo.

Quid Pro Quo, joven aprendiz. Una compensación. Tenía la sospecha de que este fuera en realidad su motivo para ingresar al cuerpo de aurores, ¿estoy en lo correcto? Usted no cree que la muerte de su esposo haya sido un accidente.

Hermione hizo puños con sus manos y los golpeó contra el escritorio. Cerró sus ojos mientras ola tras ola de emoción la golpeaban como una corriente. ¿Había sido tan evidente? Trató desesperadamente de convencerse a sí misma de que el verdadero motivo era ayudar a la gente, pero incluso ella no podía mentirse a sí misma a esta altura.

―Probablemente se pregunta cómo es que yo lo sé. Y déjeme responderle la verdad: soy muy importante. Así que volveré a hacerle mí propuesta. Una posición garantizada en el cuerpo de aurores al final de su entrenamiento, y todo lo que sé sobre el caso de su esposo a cambio de información sobre Draco Malfoy. Sus movimientos. Sus fortalezas. Sus debilidades. Qué come en la mañana. Prefiero morir antes de permitir que un ex Mortífago ingrese al Ministerio sin investigación previa.

―Déjeme adivinar. Fue un Slytherin en el colegio.

― ¿Lo ve? Esa es la mente brillante que necesito – movió el archivo frente al rostro de ella ― ¿Tenemos un trato, Srta. Granger?

(*)Rayos de sol, color de la mantequilla, convertid esta rata en amarilla: es el hechizo que uno de los gemelos le enseña a Ron, y que éste ejecuta en el tren de camino a Hogwarts por primera vez, apenas habiendo conocido a Harry y Hermione.


Hola a todos! Y bienvenidos a una nueva traducción Dramione, esta vez, de una historia de MrBenzedrine. Es la primera parte de una TRILOGÍA, así que tendremos historia para rato.. Espero que este capítulo los haya enganchado, y se animen a dejarme su primera impresión en los comentarios.

Como siempre, ACLARACIÓN: Esta historia NO me pertenece. Los personajes, hechizos y demás factores que ustedes conocen son propiedad de JK Rowling, y la historia original es de MrBenzedrine, en inglés. Para quienes lo prefieran, pueden encontrar en mi perfil el link directo a la original. Repito. La historia NO es mía. Solo soy la humilde intento de traductora.

Por si no se dieron cuenta, tengo un pequeño TOC con los Draco que tienen hijos. Me causa mucha ternura el Draco paternal. Y si son de los míos y les gusta este tipo de Draco, pásense por otra de mis traducciones, si es que no la conocen: UNA MARAVILLOSA CARICATURA DE INTIMIDAD, donde seguro se enamoran de su hijito Zane.

Nos leemos en el próximo capítulo!

Pekis :)